Las instancias judiciales han desestimado la demanda que en su día presenté contra Editorial Planeta y Dª Pilar Urbano, relativa al título de “
El Precio del Trono” y a la que se refería otro mensaje mío anterior.
Sin perjuicio de acatar la sentencia correspondiente, como autor de la obra afectada por este litigio, creo tener al menos derecho a exponer mi opinión, para que se me entienda:
Yo titulé mi novela “El Precio del Trono” (“Hermanos por un Imperio” es la trilogía de que aquella conforma su 1ª parte) según consta en los ejemplares impresos, registro de la Biblioteca Nacional de España, bibliotecas municipales de Bilbao y en este foro, el mismo título que el libro de la Sra. Urbano (no meramente similar). En respuesta a mi requerimiento previo a la vía judicial, Planeta ya admitió también la coincidencia en el título de ambas obras, pero en vía judicial ha pretendido que se considerase como título de mi obra la suma de las dos frases, y los jueces también lo han considerado así (pese a reconocer que son dos frases distintas y que la primera
es la relevante) para sostener que -según ellos- el título no es exactamente igual, lo cual resulta absurdo y contrario a la lógica puesto que el Diccionario define el título como la
frase (UNA,
en singular) con que se da a conocer una obra. Paradójicamente, Planeta citaba “Juego de Tronos” como título de otra famosa obra que también es la 1ª parte de una saga cuando, según el criterio que aplican a mi obra, deberían haber dicho que su título es “Canción de hielo y fuego: juego de tronos”, lo cual demuestra la incoherencia de semejante tesis.
No habiéndose utilizado la frase “El Precio del Trono” antes de publicarse mi obra en 2008, y no teniendo tal expresión sentido literal sino figurado como un tropo, entiendo que debería considerarse un título original y ser protegido conforme a lo expresamente establecido al respecto en el artículo 10.2 de la vigente Ley de Propiedad Intelectual. La jurisprudencia acoge la teoría objetiva de la originalidad y señala que las situaciones que representan plagio hay que entenderlas como las de identidad y no las de mero parecido. Pese a ello, los jueces fallan en mi contra al no considerar original el título de mi obra porque existen otros títulos que son simplemente parecidos (no idénticos).
Y entiendo también pertinente, para que me entendáis, destacar otro aspecto del asunto.
2 meses antes de publicarse el libro de la Sra. Urbano, envié una carta de presentación a Planeta (adjunta a otra novela por si les interesaba publicarla)
en la que expresamente mencionaba el título de mi novela “El Precio del Trono”, sin que los demandados hayan aportado ninguna prueba de que decidieran titular así su libro antes de recibir mi carta. Sobre esta cuestión, resultan también muy significativas las siguientes circunstancias:
a) Divergencia entre el título “El Precio del Trono” y la imagen de portada del libro de Planeta (fotografía del rostro de Juan Carlos I), la cual en cambio encaja a la perfección con otro posible título de “Yo, el Rey” que reconocieron haber estado barajando (en cambio, la imagen de portada en mi novela sí se corresponde claramente con su título).
b) Inexistencia, aparte del título, de ninguna frase que asocie las palabras “precio” y “trono” a lo largo de 1.200 págs. y más de cien epígrafes en el libro de la Sra. Urbano (en cambio, en el texto interior de mi novela sí se asocian expresamente esas dos palabras en una misma frase). ¿De dónde salió entonces la idea de titular así su libro...?
También se deduce necesariamente que, si las demandadas en este caso pueden usar el título “El Precio del Trono” sin mi autorización, igualmente cualquier tercero puede también usarlo a su capricho. Con lo cual, sería perfectamente posible que
todos los libros que se publiquen a partir de ahora se titulen igualmente “El Precio del Trono”. En mi opinión, eso resulta completamente absurdo y caótico, además de frontalmente contrario al espíritu de la ley, pero al parecer Sus Señorías no le ven problema.
Y, por otra parte, el título de mi obra tiene las mismas características que otros títulos de obras famosas como “El Señor de los Anillos”, “El nombre de la rosa”, “Las flores del mal”, “La ciudad de la alegría”, “La catedral del mar”, “Los pilares de la tierra”, etc. ¿Habrá que interpretar entonces que tampoco esos títulos deban considerarse originales y cualquiera pueda usarlos para titular sus libros? Ejem, ejem... ¿O van a pretender que el mismo título se considere original o no en función de cuánto se venda o lo célebre que sea su autor? Pues semejante criterio no existe en la ley y resultaría gravemente discriminatorio, pero parece que en estos tiempos las grandes empresas pueden avasallar impunemente los derechos de cualquier persona que no sea rica, famosa ni influyente.
En cambio, a lo que no se parece en nada el título de “El Precio del Trono” es a títulos de obras anteriormente publicadas por Pilar Urbano, con un estilo totalmente diferente: “La Reina muy de cerca”, “Garzón: el hombre que veía amanecer”, “Con la venia, yo indagué el 23-F”, “Jefe Atta: el secreto de la Casa Blanca”, “Yo entré en el CESID”, “El hombre de Villa Tevere: los años romanos de José María Escrivá”, etc.
También es digna de mención la circunstancia de que
ya otros libros publicados por Planeta coinciden en su título con obras publicadas antes por diferentes autores y editoriales; p.ej., es el caso del famoso “
La sombra del viento”, como cualquiera puede comprobar en el catálogo de la Biblioteca Nacional de España (
http://www.bne.es), accesible a través de Internet. Parece que son muy propensos a las “coincidencias”...
Más allá de cómo los jueces consideren conveniente interpretar las normas, creo que el desenlace de este asunto deja mucho que desear en lo referente a la verdad, la ética y la justicia material. Tengo también serias dudas de si, en caso de darse la misma situación pero con los papeles cambiados, se hubiese llegado a la misma conclusión. En teoría la ley protege todas las obras, sea cual sea su cifra de ventas y el nivel de fama de sus autores, pero en la práctica se suelen proteger los intereses económicos de los famosos y de las grandes empresas editoriales mientras que los autores poco conocidos quedamos desamparados. No me extraña que la judicatura sea tan mal valorada en las encuestas de opinión a la ciudadanía. ¿Para qué molestarse en crear títulos nuevos si se pueden aprovechar gratis los ideados antes por otros, sin su autorización? Y después se rasgan las vestiduras si les plagian a ellos... ¿Qué autoridad moral puede tener gente que actúa así para denunciar luego la “piratería”? Sin duda, vivimos en un mundo muy cínico e hipócrita, y casi ningún sector de la sociedad es ajeno a ello.
Pues nada,
que lo sepáis. Si enviáis alguna obra vuestra a Planeta para ver si les interesa publicarla, y en la típica carta de presentación que le suele acompañar mencionáis el título de otra obra vuestra anterior... aunque no les interese publicaros, sí puede ocurrir que ese título sea usado luego en cualquier libro publicado por Planeta con otro autor, sin autorización vuestra, gratis y sin que se os reconozca ningún derecho al respecto.
¡Qué inmenso abismo hay entre la creación literaria y el negocio de vender libros o traficar con títulos! No es de extrañar que nuestro mundo vaya cada día de mal en peor.