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Cuando Evangeline Scoffield decidió viajar hasta aquel remoto valle pirenaico sabía que no había elegido un lugar demasiado convencional. Pero se merecía ese descanso y la posibilidad de una aventura antes de retirarse de nuevo al pueblecito inglés en el que montaría su pequeña librería. Acababa de recibir una herencia de su protectora, la querida Leona, una mujer que, tras sacarla del orfanato cuando era niña, le había enseñado todo lo que sabía, que no era poco: una educación exquisita, casi monástica, en donde la enseñanza de idiomas, la astronomía y todos los aspectos prácticos de la vida tenían su lugar. Por eso dominaba hasta siete lenguas, incluyendo un curioso idioma baminio originario de un remoto reino pirenaico.
Y por eso también pudo entender al hombre arrogante que aquella noche se presentó en su habitación y que, con modales rudos y bastos, no sólo mantenía que era el Príncipe de Banimia, sino que ella era la princesa Ethelinda del vecino y rival valle de Serefina. Según rezaba una vieja profecía, venía dispuesto a llevársela para casarse con ella. ¿Debía librarse de ese intruso? ¿Y si se hacía pasar realmente por la princesa Ethelinda? Quizás estaba ante la ocasión ideal para hallar un consuelo a la soledad en la que los últimos años se encontraba. Aunque el juego podía ser peligroso, incluso mortal.
¿A alguien le suena o se lo ha leído? Lo ha 'desenterrado' mi madre del fondo de un armario, junto a otro de la autora (El hechizo del mar).
Cuando Evangeline Scoffield decidió viajar hasta aquel remoto valle pirenaico sabía que no había elegido un lugar demasiado convencional. Pero se merecía ese descanso y la posibilidad de una aventura antes de retirarse de nuevo al pueblecito inglés en el que montaría su pequeña librería. Acababa de recibir una herencia de su protectora, la querida Leona, una mujer que, tras sacarla del orfanato cuando era niña, le había enseñado todo lo que sabía, que no era poco: una educación exquisita, casi monástica, en donde la enseñanza de idiomas, la astronomía y todos los aspectos prácticos de la vida tenían su lugar. Por eso dominaba hasta siete lenguas, incluyendo un curioso idioma baminio originario de un remoto reino pirenaico.
Y por eso también pudo entender al hombre arrogante que aquella noche se presentó en su habitación y que, con modales rudos y bastos, no sólo mantenía que era el Príncipe de Banimia, sino que ella era la princesa Ethelinda del vecino y rival valle de Serefina. Según rezaba una vieja profecía, venía dispuesto a llevársela para casarse con ella. ¿Debía librarse de ese intruso? ¿Y si se hacía pasar realmente por la princesa Ethelinda? Quizás estaba ante la ocasión ideal para hallar un consuelo a la soledad en la que los últimos años se encontraba. Aunque el juego podía ser peligroso, incluso mortal.
Muy bueno!!!me ha encantado ameno, facil de leer...interesante, la verdad es que esta muy bien y eso que lo comence sin ganas.