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Cuando la abogada novata Jessica Monaghan recibe la llamada de John Riordan, el socio fundador del ilustre bufete para el que trabaja, cree que la jugosa oferta que le hace podría ser la oportunidad de su vida. Y está en lo cierto; solo que no del modo en que espera.

Es sábado de madrugada, y Riordan está ocupado… y por lo que puede ver, prácticamente como una cuba. Necesita que Jess se reúna con Annette Cooper, la primera dama a quien Riordan representa, en Washington, D. C. Jess se siente emocionada: esta importante asignación debe significar que está a punto de conseguir grandes cosas. Pero lo grande no es siempre lo mejor.

Jess no recuerda mucho, tan solo que iba a reunirse con la señora Cooper pero que finalmente acabó en el asiento trasero de un coche a toda velocidad. Lo único que sabe es que el coche se estrelló en el trayecto, matando a la primera dama. Gravemente herida, Jess es la única superviviente del trágico accidente que ha dado la vuelta al mundo.

A pesar de no recordar los sucesos que llevaron al accidente, Jess sigue preguntándose si en realidad fue así. El agente del FBI que lleva el caso, Mark Ryan, presiente que Jess esconde algo. A medida que creen las sospechas de Ryan, el mundo de Jess se desmorona. Riordan muere de repente de un ataque al corazón y su secretaria personal fallece en un accidente de coche cuando iba de camino al funeral. De hecho, todos aquellos que podrían conocer los detalles acerca de la cita con la primera dama han muerto. Y entonces Jess entiende lo que sucede: si recuerda aquella noche, también ella morirá.

Aterrada y segura de que la muerte de la primera dama no fue un accidente, Jess únicamente puede recurrir a Mark Ryan.