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Hacía cuatro años, Skye Kellerman había sido atacada a punta de cuchillo en su propia cama. Consiguió ahuyentar a su agresor, pero aquel trauma cambió su vida por completo. A raíz de aquello se unió a dos amigas para fundar El Último Reducto, una asociación de ayuda a las víctimas de delitos violentos. Ahora, el doctor Oliver Burke, el hombre que intentó violarla, ha salido de la cárcel. Él no ha olvidado que el testimonio de Skye le costó su reputación... y su libertad.
David Willis, el detective de Sacramento que investigó el caso, cree que Burke, al que considera responsable de al menos tres asesinatos sin resolver, sigue siendo una amenaza. Burke está libre para aterrorizar de nuevo a Skye; a no ser que David logre detenerlo o que ella consiga defenderse. Porque aquel psicópata tenía intención de acabar lo que había empezado.
Pues a pesar de tener un montón de personajes muy típicos de las novelas norteamericanas de intriga romántica
como la víctima sobreviviente que está obsesionada con el ataque y el policía irresistible que pone a toda mujer que se le cruza por el camino
es un libro entretenido y por ahora me lo estoy pasando bien leyéndolo, única cosa a la que aspiraba ahora mismo. El que quiera una novela para pasar el rato a gusto leyendo, que lo lea. El que busque una obra de arte, que no lo lea.