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El nuevo caso que tiene entre manos Regan Reilly no parece muy complicado: ha de encontrar a la joven Whitney Weldon para que acuda a la boda de una pariente lejana, la anciana Lucretia Standish. Pero las cosas no resultarán tan sencillas: el prometido de Lucretia, cincuenta años más joven que ella, tiene mucho que perder si Whitney se presenta a la boda, y está dispuesto a todo para evitar que eso suceda. En cuarenta y ocho horas frenéticas, Reilly se las verá con criminales sin escrúpulos, hippies cincuentones, bandas de motoristas tatuados, directores de cine y buscadores de tesoros en una aventura en la que contará con la ayuda de sus excepcionales padres y su novio Jack.

A sus noventa y tres años, Lucretia no sólo tiene un glorioso pasado como estrella del cine mudo y una fortuna de sesenta millones de dólares, sino que ha encontrado un nuevo marido -el sexto- joven y agradable. Y quiere que todo el mundo disfrute de la boda. Para sus únicos parientes lejanos, los Weldon, la promesa de dos millones de dólares si acuden a la ceremonia es suficiente incentivo para dejar por un día sus viñedos y su centro de meditación. Pero si no están todos no habrá dinero, y la joven Whitney Weldon no aparece. Quizás esa simpática detective que pasó por allí durante las vacaciones pueda echarles una mano...
Edward ha conseguido el golpe de su vida, engañar a una anciana forrada de millones para que se case con él. La única pega es que una de las invitadas a la boda conoce su turbio pasado como estafador y gigoló. Por suerte cuenta con su amigo Rex, un matón sin escrúpulos, que promete deshacerse rápidamente de la joven molesta. Pero todo empieza a complicarse: la televisión convierte la boda en un acontecimiento, aparecen antiguas amigas de la novia con sus propios secretos, y una entrometida detective de Los Ángeles quiere tomar cartas en el asunto.