El Cónsul finalmente bajó los ojos. ¿Cuántas botellas desde entonces? ¿En cuántos vasos y cuántas botellas se había estado escondiendo solamente desde entonces? [...] Cómo iba a poder esperar encontrarse a sí mismo para volver a empezar cuando, en alguna parte, quizás en una de esas últimas botellas rotas o perdidas, en uno de esos vasos, yacía para siempre la pista solitaria que conducía a su identidad? ¿Cómo iba a poder volver atrás a buscar ahora, entre los cristales rotos, bajo los bares eternos, en el fondo de los océanos?
Este párrafo contiene toda la clave de la novela:
nunca hubo una posibilidad de reconciliación entre Geoffey e Yvonne, era demasiado tarde para él, ya había pasado a ser meramente la forma del hombre que había sido alguna vez, ese joven prometedor que escribía poesía. Lo único que queda de eso es un último poema, sin terminar, garabateado en la cuenta de un bar (lo reproduzco en inglés): Some years ago he started to escape ... has been ... escaping ever since Not knowing his pursuers gave up hope Of seeing him (dance) at the end of a rope Hounded by eyes and thronged terrors now the lens Of glaring world that shunned even his defence Reading him strictly in the preterite tense Spent no ... thinking him not worth (Even) ... the price of a cold cell. There would have been a scandal at his death Perhaps. No more than this. Some tell Strange hellish tales of this poor foundered soul Who once fled north ... |