La peste - Albert Camus
Publicado: 08 Mar 2006 16:14
Título original: La Peste. (1947) (*)
Editorial : Editora y Distribuidora Hispano Americana, S.A. (28 febrero 2002)
Idioma : Español
Tapa blanda : 360 páginas
ISBN-10 : 8435018814
ISBN-13 : 978-8435018814
Traducción: Rosa Chacel
La peste cuenta la historia de una terrible epidemia de peste que se manifiesta en la ciudad de Orán en los años cuarenta, las historias de las personas que se ven afectadas por la cuarentena y cómo estas intentan organizarse para combatir la epidemia. Un libro durísimo, lleno de escenas desoladoras en el que cuesta mucho encontrar un atisbo de esperanza.
Esta novela se ha querido interpretar como una metáfora de la ocupación nazi en Francia en el que la lucha contra la peste simbolizaría la lucha contra el nazismo.
Una novela muy recomendable, que atrapa de principio a fin, pero sólo la recomendaría si se está en un buen momento de ánimo.
Como muestra transcribo un párrafo escogido al azar:
"La víspera del día en que Castel fue a visitar a Rieux, el niño del señor **** había caído enfermo y toda la familia había tenido que ponerse en cuarentena. La madre, que había salido de ella poco tiempo atrás, se encontró aislada por segunda vez. Respetuoso con los preceptos establecidos, el juez hizo llamar al doctor Rieux en cuanto vio en el cuerpo del niño los síntomas de la enfermedad. Cuando Rieux llegó, el padre y la madre estaban de pie junto a la cama. La niña había sido alejada. El niño estaba en el período de abatimiento y se dejó reconocer sin quejarse. Cuando el doctor levantó la cabeza, encontró la mirada del juez y detrás de él la cara pálida de la madre, que se tapaba la boca con un pañuelo y seguía los movimientos del doctor con ojos desorbitados.
-Es eso, ¿no? -dijo el juez con voz fría.
-Sí -respondió Rieux, mirando nuevamente al niño. Los ojos de la madre se desorbitaron más, pero no dijo nada. El Juez también siguió callado y luego dijo en un tono más bajo:
-¡Bueno!, doctor, debemos hacer lo prescripto.
Rieux evitó mirar a la madre, que seguía con el pañuelo sobre la boca.
-Se hará en seguida -dijo titubeando-, si puedo telefonear.
El señor *** dijo que él le acompañaría al teléfono, pero el doctor se volvió hacia la mujer.
-Lo siento infinitamente. Tendrá usted que preparar algunas cosas. Ya sabe lo que es esto.
-Sí -dijo ella moviendo la cabeza-, voy a hacerlo.
Antes de dejarlos, Rieux no pudo menos de preguntarles si necesitaban algo. La mujer siguió mirando en silencio, pero el juez desvió la mirada.
-No -dijo. Luego, tragando la saliva añadió-: pero salve usted a mi hijo."
(*) Imagen y datos añadidos por moderación, mayo 2022