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Título original:Les Catilinaires Traductoras: Ana María Moix y Concha Serra Editorial: Circe Fecha de publicación: Mayo 1997 Páginas: 136
Émile y Juliette forman un matrimonio de jubilados que , tras largos años de vida en común, logran retirarse a la casa de sus sueños. El paisaje es idílico, las expectativas de paz infinitas. Cuando parece que todas las circunstancias son favorables para disfrutar de la jubilación en las mejores condiciones, aparece un vecino siniestro que, cada tarde, les visita a la hora de la merienda. El efecto que la invasión metódica de este intruso provoca en la apacible existencia del matrimonio se convierte en el núcleo de una fábula no exenta de humor negro. El dilema entre mantener las mínimas normas de educación con los vecinos y librarse del monstruoso pelmazo que les amarga la vida genera dudas y estrategias que desembocan en un sorprendente final.
Lo comencé el otro día porque lo encontré en la sección de últimas adquisiciones de la biblioteca (pensaba que estaba descatalogado...). El estilo es un poco más pesado que en otros de sus libros, se nota que ha ido puliéndolo.
Qué situación tan incómoda la que narra. Parece mentira que una idea que puede parecer tan banal dé tantísimo juego. Yo, desde luego, me pongo en la piel del matrimonio y no sabría qué hacer, el vecino es muuuuuuuuuuuuy raro. No sé muy bien qué esperar (desde luego, de Nothomb, cualquier cosa). Estoy disfrutando mucho, espero que no sea de esos libros en los que la autora sale por cualquier sitio inesperado o se le ocurre cualquier disparate para cerrar la novela. Confío en que no; sería una pena.
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