Terminado el libro.
Me ha sorprendido
Siríaco . Esperaba algo distinto -no sé bien qué- después de leer vuestros comentarios. Me ha parecido una crítica feroz a nuestra sociedad cada vez más superficial y vacía, con la excusa hagiográfica del estilita (no el Simeón, sino el Siríaco; por mucho que tengan en común ambos)
Un hombre -no queda claro si por locura o soberbia o llamamiento divino- decide subirse a lo alto de una columna y pasar allí el resto de sus días.
¿Y qué hace la gente? convertir el lugar en una atracción turística disfrazada de lugar santo (sin un Jesús que eche a los mercaderes del templo; como un Lourdes o Fátima cualquiera); tentar al santo por diversión/interés (ya ni siquiera hace falta que se acerque Satanás, nosotros montamos un circo en el que cabe igual un selfie con un torturado, que una mujer en tanga); buscar el espectáculo y olvidar pronto cuando aparece una atracción nueva, que esos caballos del apical8psis (¿sin jinetes que los guíen?) acaban siendo más interesantes, más llamativos, más emocionantes que un hombre en busca de Dios.
y, mientras tanto, seguimos durmiendo... |
Es el cuento más simbólico y desasosegante, pero no me ha parecido ni aburrido ni malo...
Y terminamos con una auténtica pecadora y -además- delincuente. Que sólo por la crítica que hace a las
50 sombras de Grey se merece el indulto
Aunque la realidad del cuento es durísima, el tratamiento es de un humor negro buenísimo. Un cuento duro, triste, tierno y divertido al mismo tiempo, con esta Emma/Yen que sl fin y al cabo sólo tiene 19 años, y ya ha vivido lo que ha vivido.
En general el libro me ha gustado mucho. El cuento del
Olor de rosas me ha perecido el más flojo, pero es por comparación con los demás.
Me han gustado estos pecados sin penitencia ni castigo, porque no gay arrepentimientos. Creo que
Restrepo nos obliga con cada relato a tomar una posición moral de aceptación o rechazo de lo que nos cuenta, y no siempre es fácil, incluso puede ser incómodo aceptar que te cae bien un asesino a sueldo, o que entiendes los motivos de un adúltero. Porque todos estamos en el mismo barco, lo que nos lleva irremediablemente a la indulgencia
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