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Julián, a la vez que tenía un alma de fuego, tenía uno de esos memoriones asombrosos que con tanta frecuencia van unidos a la estupidez.

Stendhal escribió: (...) Atentos a seguir con exactitud la línea negra trazada en los troncos, no oyeron la voz de su padre. Este entró en el cobertizo, y buscó con la vista a Julián en el sitio que debía ocupar, es decir junto a la sierra. No estaba allí, sino cinco o seis pies más alto, montado sobre uno de los travesaños del techo. En vez de vigilar con atención la marcha del mecanismo industrial, Julián leía. No podía haberse ocupado en cosa que tanto sacase de sus casillas a su padre. Este le habría perdonado tal vez lo desmedrado de su cuerpo, poco a propósito para los trabajos de fuerza; pero su manía literaria le era sencillamente odiosa: él no sabía leer.
En vano llamó a Julián dos o tres veces. La atención con que el joven leía, más que el ruido de la sierra, impidióle oír la terrible voz de su padre. (...)

durito escribió: ↑05 Abr 2019 03:55 terminé el capítulo nueve. no me parece fácil de leer.

la señora rênal me da un poco de pena.

Stendhal escribió:La lectura de algunas cosas que Napoleón dijo sobre la mujer, juntamente con la de las discusiones sobre el mérito de las novelas en moda durante el reinado de aquel, fueron para Julián fuente donde bebió algunas ideas que cualquier otro joven de su edad habría tenido muy sabidas desde largo tiempo antes.

Mariela escribió: ↑16 Abr 2019 17:27 Yo la empecé con ganas, pero tuve que interrumpir su lectura hace unos días y ahora me está costando retomarla. Pero por ahora no me planteo abandonar el miniclub.