(el padre viudo, la muerte de Manuel, matizar a Long Jack...) |
Por ejemplo, no sé a qué viene la descripción tan prolija del itinerario en tren de los padres de Harvey cruzando Estados Unidos. Desde que atraca el barco hasta el final de la novela, hay páginas y páginas sin que ocurra nada especial. Por no decir la enumeración anual de los marinos muertos. Y la última escena entre
Dan y Harvey |
Hay situaciones sugerentes, como la pesca del cadáver, algo desaprovechada, o la del fajo de billetes
que aparece al final inesperadamente |
Pero no, todos son buenísimos |
Se pretende que el lector “viva” en el barco, y como que no, que no hay manera.Hay un batiburrillo de maniobras y palabras marineras, pero no es eso, no es eso. Y la redacción es pesada, antigua. Hoy hay que seleccionar mucho las lecturas, y “Capitanes intrépidos” ha quedado vetusto. Creo que un clásico tiene que ser otra cosa.
Me ha resultado curiosa la cita al Josefo, que siempre he oído que junto con el Dioscórides era casi obligatorio en las mesillas de noche de la gente bien de la época, y la escena con los marineros francmasones, como el propio escritor, que se entienden entre sí sin barreras de idiomas. Eso sí, siendo Kipling un cierto ejemplo de la Inglaterra victoriana, no veo que critique la opulencia de lo estadounidense. Mantiene siempre un gran equilibrio.
Qué se le va a hacer. Tendré que leer otro Kipling para quitarme esta mala impresión.