Como suele ocurrir en lo que he leído hasta ahora de Unamuno, la ambientación es nula. Es una forma diferente de narrar, en la que todo acontece muy rápido y sólo se cuenta lo básico. Se va al grano en la acción y se analiza al milímetro la mente del protagonista.
Me quedo pensando
si Abel era realmente un despegado como dice su hijo, o simplemente un hombre normal y alegre. Joaquín se siente culpable toda su vida por lo que siente, no por lo que hace. En realidad no le hace ningún mal a Abel, pero le envidia y odia con toda su alma. Es curiosísimo como , quizá por dar demasiada importancia a ese sentimiento, se convierte en un auténtico desgraciado toda su vida. |
Muchísimas frases a lo largo del libro que dan que pensar.
De nuevo Unamuno me sorprende. Recomendable.