Otra verdadera joyita, como casi todas los libros de Balzac. Lo que se puede llegar a disfrutar leyéndole.
Ha habido algún momento del libro en el que me he perdido cuando se tratataban temas de finanzas, préstamos, créditos, deudas...pero la historia en sí está muy bien y más que la historia, la forma y el estilo en que es narrada.
El personaje de Eugénie es especial...se lo coge fácilmente cariño.... poca gente debe quedar ya en el mundo que acepte las adversidades e injusticias de la vida con esa sincera resignación. Es un claro ejemplo de lo que en el cristianismo viene a definirse como “poner la otra mejilla”. En diferentes momentos del libro me he acordado de Emma, de Madame Bovary (Flaubert)...no sé muy bien por qué...ambos personajes tienen un halo de tristeza nostálgica similar, aunque en el fondo los motivos que les mueven son muy diferentes.
El personaje del Tío Grandet es para echarle de comer aparte...jejee...
¿Cómo se puede ser tan tacaño?. Llega hasta tal punto que el personaje en sí queda como una caricatura.
Me llamó bastante la atención la técnica que utiliza Grandet de tartamudear para impacientar a la persona con la que conversa y de esta forma conseguir que el otro se descentre y se olvide de sus propósitos e intereses... |
Los políticos no deben haber leído este libro...me extraña no verles tartamudeando en el Parlamento...
Termino recomendando la Edición Austral Narrativa. No he encontrado nada raro en la traducción y trae consigo una introducción y unos comentarios a pie de página muy interesantes...que ayudan bastante con la historia.
Saludetes