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Un nuevo cuento. El Octavo de la Jornada Octava.

Una historia de cuernos consentidos, intercambio de esposas y promiscuidad sexual sin barreras... ¡Ufff!
Casi no comento y lo leéis... y todo entre amigos del alma...

Si es que...

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Ya está leído también el Noveno Cuento de la Octava Jornada.

Este me ha parecido un poco desagradable... Se trata de una broma que dos amigos "cometen" contra un pobre médico, forastero, que se ha establecido en Florencia y no conoce aún mucho de las costumbres toscanas. Digo que es desagradable porque no se dejan de citar continuamente aspectos sórdidos y escatológicos: todos los nombres propios, tanto de personajes como de lugares, hacen referencia a los actos fisiológicos del ser humano (use discernimiento el lector) y el protagonista, el médico, acaba en una charca excrementicia, bañado en ella hasta la médula (o medula, que diría Quevedo)

Corramos un tupido velo...

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Fin a la Octava Jornada, con el Décimo Cuento.

Aunque el tema del mismo siguen siendo los engaños y burlas de tipo económico, o moral, o de cualquier índole, este particularmente me ha sorprendido por la dosis de erotismo que exhala. Una cortesana siciliana decide timar a un comerciante florentino de posibles, arrebatándole (pidiendo prestados, vaya) una considerable cantidad de florines... para conseguir su fechoría, no repara en medios eróticos... incluso pidiendo la colaboración de dos criadas suyas para formar, todos en amorosa compañía, un lujurioso "ménage à quatre"; si bien el "fin de fiesta" lo pasan solos, el comerciante y la cortesana...
Así que lo de menos es cómo se resuelve el engaño...

¡Uf, qué calor me está entrando! Será la menopausia...

Vamos a la Jornada Novena.

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No me he olvidado...

Retomo la Jornada Novena, de la que ya he leído tres cuentos.

En el Primer Cuento, una bella dama se saca de encima a dos "pulpos" pidiéndoles a cada uno que haga un imposible por su amor... Lo bueno del caso es que ambos comienzan a hacerlo... pero ni por esas.
En el Segundo cuento, aparece el caso de los amores prohibidos entre religiosos y religiosas, con el final feliz de que todos pueden seguir con sus prácticas blasfemas mientras no se meta en las prácticas blasfemas del otro... ¡Muy edificante para la fe y demás virtudes teologales!
Finalmente, el Tercer Cuento aborda el tema del embarazo masculino... ¿Qué? ¿Que no se han dado nunca casos de esos? Yo no estaría muy segura... Leed, leed y asombraos...

Seguimos con el Cuarto Cuento.

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Tres cuentos más: el Cuarto, Quinto y Sexto de la Novena Jornada.

En el primero, un hombre acoge como servidor a otro que había sido amigo suyo y que tiene fama de jugador y derrochador. Efectivamente, este termina robándole hasta la camisa, pero el primero no se queda sin cumplida venganza, que verá quien lea el cuento completamente...

A continuación, vuelve a aparecer un viejo conocido de estos cuentos, Calandrino, perdidamente enamorado de una mujer de la vida que él cree gran señora... Los amigos le tienden una trampa para que su esposa lo pille con las manos en la masa... con las consiguientes consecuencias...

El tercero cuenta la historia de un hospedaje. Dos jóvenes que terminan disfrutando, no precisamente del sueño reparador, sino de las dulzuras de la madre y de la hija de la improvisada hospedería...

Espero acabar estos cuentos antes de que haga dos años desde que empecé esta maravilla

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Como el "tochaco" sigue en mi mesita de noche, estos días le he dado un toque y me he zampado tres cuentos más. El Séptimo, Octavo y Noveno de la Novena Parte.

Son, a mi entender, muy desiguales en calidad. El primero tiene que ver con la realización de un sueño... por no hacer caso al sueño, una mujer es atacada por un lobo y su cara, desfigurada. El segundo es una burla casi incomprensible... casi yo diría que no es burla, pero el caso es que tiene efectos catastróficos para el burlador. El tercero es un clásico de los cuentos didácticos en que dos personajes acuden, ni más ni menos que a Salomón, el rey judío, en busca de consejo... por supuesto, acertado...
No sé si es que estoy desentrenada, pero no me han convencido. A ver si la recta final... solo me quedan once...

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Se ve ya el final... la luz al fondo del túnel. Crucé el Rubicón de la Décima Jornada.

La Jornada Novena acaba con un cuento muy pornográfico, el de la esposa que se puede convertir en yegua para trabajar. Además de pornográfico, es machista, aunque eso no debe sorprendernos en la Edad Media , y casi en ninguna edad...
Los cuentos iniciales de la última parte no parecen demasiado espectaculares. En el Primero, un caballero es recompensado por sus servicios al rey de España, con la consiguiente broma de que termina creyéndose más recompensado de lo que realmente es; y el Segundo cuenta una curación "milagrosa" de estómagos doloridos, con la intervención estelar nada menos que del Papa...

Quedan ocho cuentos... parece mentira...

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Leído el Tercer cuento de la Décima Jornada.

Es un cuento un poco desconcertante. Se sitúa nada menos que en China, y los nombres de los protagonistas no tienen nada de chino: Natán (hebreo) y Mitrídates (persa... ¿sirio, tal vez?). El caso es que ambos comienzan en sus "reinos" respectivos una competición a ver quién es más generoso y dadivoso con sus "siervos"... Muerto de envidia, uno de ellos planea matar al otro... ¡qué generosidad!

¡Me quedan siete!

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Cuarto Cuento de la Décima Jornada.

Uff!! Cuento de cadáveres que no han muerto y de necrofilia "light"... Además el protagonista se pega un buen puntazo presentando - y regalando - a su objeto del deseo resucitada... ¿Qué? ¿que no se entiende muy bien? ¿Y qué esperabas? Léete el cuento y verás, hombre de poca fe...

Quedan seis.

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Quinto Cuento de la Décima Jornada.

Un cuento repleto de honestidad, pudor y castidad... Un enamorado no correspondido satisface los deseos de su amada recurriendo a la magia, pero - curiosamente - no recurre a los mismos medios para procurarse su amor. La amada se arrepiente de sus deseos porque comprometen su honestidad, el marido se los reprocha ... ¡Pobre mujer! ¡Qué mal lo pasa!

Quedan cinco

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Sexto Cuento de la Décima Jornada.

Las vergüenzas de un hombre mayor... enamorarse de una jovencita de quince años... hombre, enamorarse es posible. Si pasas más allá se llama pederastia, uno de los cánceres de todas las sociedades, particularmente las más decadentes... Por fortuna, el que cae en ese "nefando pecado"* es un rey, consciente de sus obligaciones morales como monarca de bla bla bla... Así que, celoso por las buenas costumbres, casa a su enamorada con un apuesto doncel, a la vez que hace lo mismo con su hermana, igualmente apetecible (o sea, que al viejo le daba igual una que otra. "Brase visto, degenerao")

Seguimos...

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*pecado nefando (el chiste es de Forges, no mío. Vaya, eso sí, mi homenaje)

En aquella época lo de los quince años no se consideraba nada malo ni extraño. De hecho, era la edad a la que se consideraba a las jóvenes casaderas.

Séptimo Cuento de la Décima Jornada.

Una historia de pura caballerosidad... Una jovencita queda prendada nada menos que del rey Pedro I el Grande de Aragón - estamos en el Siglo XIII - . Esta cae enferma de amor y, a punto de morir de ese mal, se las ingenia para hacerle saber su amor al mismísimo monarca. Este, compadecido, se autonombra su caballero, alaba su honradez y la casa con un hombre de su propio estatus social (de ella) con el que vive feliz y come perdiz, al cobijo del rey...

Un poco ñoño, el cuento...

Quedan tres

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Octavo Cuento de la Décima Jornada.

Cuento diferente... Con un enredo amoroso - como el tío Giovanni ya nos tiene acostumbradas - pero en el que hay un exceso de retórica, intentando justificar frente al resto de personajes el porqué uno de ellos actúa como lo hace, regalando a la que será su esposa a su mejor amigo, quien se ha prendado de ella... en fin, todo un poco confuso, tanto más que en cuentos semejantes (la historia no es nueva) no se ha pretendido dar cuenta de nada, solo divertirse con la bromita de turno...

Quedan dos...

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Noveno Cuento de la Décima Jornada.

Interesante este cuento porque aparece un tema que creo haber encontrado también en El Conde Lucanor, de Don Juan Manuel. Me refiero a la historia del gran Saladino, héroe legendario del mundo musulmán, quien emprende, de incógnito, un viaje por el mundo conocido. En Italia le da alojamiento un burgués, que lo acoge maravillosamente... En pago, algunos años después, Saladino tiene ocasión de "devolverle" los favores usando artes nigrománticas y trasladando a su bienhechor en un abrir y cerrar de ojos a su casa para que su mujer, enamorada, no se case con otro... Esto recuerda vagamente a la Odisea, porque incluso el italiano casi asiste a las bodas (o desposorios) de su mujer... como Ulises y los pretendientes de Penélope...

¡Queda un solo cuento... y el final...!

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