Continua la progresiva cuesta abajo y la situación se va volviendo insostenible, se muere la suegra, que en un acto de gran generosidad por parte de Gervasia la habia llevado a su casa ante el pasividad de sus otros hijos, la tacañona Lorilleax y la viuda Lerat, por fin abrumados por las deudas y alentados los manejos de Lantier han de traspasar el negocio a Virginia, que sigue guardando rencor solapado a Gervasia, Lantier, por supuesto, se queda en la tienda a vivir del bote, ahora con nueva querida. Han de mudarse a un cuchiril de mala muerte, Copeau continua con sus problemas de alcohol a los que pronto se unirá tambien Gervasia en su camino al embrutecimiento y la marginacion total, Nana sigue creciendo. Las escenas más escalofriantes llegan a cargo de una niña de ocho años que ha de hacerse cargo de dos hermanos tras la muerte de su madre debido a las continuas palizas por parte de un padre brutal y alcohólico, más tarde le llegará a ella el turno. Luego nos encontramos a Nana ya con 15 años y con un hogar con problemas de subsistencia y continuas discusiones y peleas, Nana se vuelve muy sensual y tras intentar trabajar se escapa varias veces hasta su desaparición definitiva y su caida en la prostitución. Con ello se desvanece el último apoyo moral de Gervasia, sus otros hijos, se encuentran uno trabajando de maquinista y otro no se en donde, se me perdió, se hunde pues en la miseria más profunda, Copeau no le da ni para comer y a de mendigar, intenta prostituirse sin exito, sólo un causal y doloroso último encuentro con el herrero le permite salir del trance. Finalmente Copeau se muere en un manicomio tras una espeluznate descripción de delirium tremens, poco despues le seguirá Gervasia a la que ya habían echado de la vivienda y dormía en un cuarto bajo una escalera que ya habia sido ocupado por otro mendigo, todo esto bajo el regocijo de sus "queridos" vecinos. Punto final. |
C) VALORACION DOCTRINAL
Zola (1840-1902), iniciador del movimiento literario denominado naturalismo, aplica una vez más en esta novela su teoría del determinismo natural: a partir de una situación inicial, trata de demostrar cómo la concatenación de los hechos narrados —en este caso, la degradación de Gervaise— viene exigida por unas pretendidas leyes de la naturaleza (circunstancias, ambiente, factor hereditario, etc.), como si los personajes no tuvieran libertad ni, en consecuencia, recursos morales para enderezar sus vidas.
Aunque refiriéndose a otra de sus obras, Zola manifestaba: "Quiero explicar cómo una familia, un pequeño grupo de seres, se comporta en una sociedad, dando nacimiento a diez, veinte individuos que a primera vista parecen diferentes, pero cuyo análisis los muestra íntimamente ligados los unos a los otros. La herencia tiene sus leyes, como la gravedad" (Prólogo a La Fortuna de los Rougon). En efecto, es bien sabido que "Zola se halla profundamente influido por las tesis del Dr. Lucas en su Tratado filosófico y fisiológico de la herencia natural, y pretende traspasar a la creación novelesca las leyes de la herencia y de la influencia del ambiente como determinantes del comportamiento humano" (F.J. Hernández, en GER, tomo 23, p. 883).
Hoy es fácil detectar el cientificismo ingenuo de Zola, al pretender que las leyes de la herencia y las presiones ambientales son la última explicación de la conducta humana. "En realidad, todas estas desorbitadas pretensiones científicas constituyen hoy día la parte más deleznable de la obra zoliana y le llevan, para mejor probar sus tesis, al estudio de casos demasiado excepcionales y a análisis excesivamente sumarios" (ibid.). En efecto, Zola no demuestra el determinismo: simplemente lo supone y lo desarrolla a lo largo de sus obras.
Ciertamente hay circunstancias que influyen en el comportamiento humano, pudiendo incluso condicionarlo parcialmente, pero en ningún caso —fuera de aquellas situaciones patológicas que impiden hablar propiamente de actos humanos— pueden llegar a suprimir la libertad de las personas.
Con un determinismo tan absoluto como el que Zola trata de demostrar, toda acción humana queda justificada por su misma necesidad: carece de sentido apelar a valores como la libertad, la responsabilidad, la moral, los derechos humanos, etc. Desaparece todo rastro de trascendencia e incluso de moral natural. Estamos, por tanto, ante una visión materialista del hombre. Al ignorar cualquier fin trascendente, todo el hombre queda subordinado a lo puramente material y externo. (Un análisis más detallado del determinismo de Zola se encuentra en la valoración crítica de la recensión impresa de Germinal).
En lógica consecuencia, y aparte de algunos comportamientos concretos positivos, señalados en su momento, los valores cristianos están ausentes, y abundan las manifestaciones de anticlericalismo. Aunque se supone que todos los personajes están bautizados, en su comportamiento aparecen ajenos a la idea de Dios, y no hay indicios de que piensen o estén influidos por algún pensamiento sobrenatural.
Fuente