Ea, el perdis
Quinta Jornada . Al terminar ya no sabe uno si a Federico, el hermano de la Cloti y el cuñado de Santanita, le expulsaron de Hamlet o más bien de Macbeth. Diría que de Macbeth. Un Macbeth que lleva fuera de sus quicios el personaje y deja al método Stanislawski vacío de contenido y exhausto del continente. Federico es como un Marlon Brando abrazado todo el día al LSD y carpetovetónica y astralmente aterrizado en una especie Alfredo Landa que en vez de suecas persigue sombras. Habría que explicarle que la sangre es la sangre y que aquí no ha habido regicidios sino unos cuernecillos de nada, o sea, de toda la vida, muy razonables, muy miurescos y muy españoles. Una cosa aseada y organizada, con su pisito, su criada facilitadora, sus visillos en la ventana, su armario repleto de batines, pantuflas y aspirinas. Fíjese, señor Macbeth, en su lady Macbeth. Vamos, ¿a estas alturas del siglo XIX con esos mohínes? Desde luego a este Federico Viera le meten de público en “Mujeres y Hombres y viceversa” y le da un jamacuco imperial ¿Pero qué más le dará al Universo universal que un gusano hembra quiera a un gusano macho y que ese mismo gusano hembra no quiera a otro gusano macho? ¿A qué tantas imágenes y delirios? Vaya trío para un trípode. El uno demasiado divino, la otra demasiado humana y el tercero tan tronado tan tronado que merecería ser tronista perpetuo en Tele5, ya digo. En fin, desde luego, mis simpatías por doña Augusta, que es una pecadora, sí, pero una pecadora decente y como debe ser. Una pecadora plausible a la que yo bien me hubiera ofrecido como instrumento gratuito para el pecado. Entre el San Pedro estilizado y el Shakespeariano enmascarado me la han traído loca durante toda la novela (y aun antes y aun después), y es raro que la mujer no se haya atravesado la garganta con el primer tenedor a mano.
Se intuye aquí, a mi parecer, un problema sexual de fondo (o de proscenio), que casi emparenta con La Regenta. Los hombres de esta novela son casi todos monstruosos, la verdad, porque son hombres muy hombres... Hombres que pueden con el Tolstoi y con sor Angustias. El experimento La incógnita/Realidad es interesante y estoy por recomendar, contra los cánones, que se lea Realidad antes que La incógnita. Y no lo sé –doctores habrá tenido la Iglesia que hayan levantado la Epístola- pero no me extrañaría que en algunos pasajes, momentos,pensamientos o ideas no haya Galdós tenido muy frescas y presentes sus propias vivencias. Pero es una intuición lanzada al final, al desgaire y sin barajar. Lo mismo podría haber dicho otra cosa.