Pues prosiguen las aventuras de este buen y desastrado Trapaza, que parece amarrado a una doble "m": la de mentiroso y la de mujeriego. Lo de mentiroso hay que disculpárselo como cosa propia, consustancial y necesaria al nobilísimo oficio que ha elegido -y hay que reconocer que es un muy cumplido trabajador de su gremio pues en toda la novela creo que no se le escucha decir, ni por casualidad, una sola verdad- y en cuanto a lo de mujeriego debe advertirse que, si es enamoradizo, tampoco es tonto o "motolito", así que el "vendado dios" le trata siempre con mucho tino y miramiento, y el mozo mariposea casi siempre alrededor de hembras encumbradas y garridas, de calidad y con rico mayorazgo en perspectiva
.
De esta forma, en la novela se repiten situaciones y Trapaza manifiesta tendencia a tropezar varias veces en la misma piedra. Como si fuera una especie de Sísifo moderno se levanta, cae y vuelve a empezar, se levanta, cae y vueleve a empezar... Pero tantos trompicones no pueden acabar en nada bueno y los nuevos golpes cada vez son más recios, que ya se sabe "que quien mal anda mal acaba" y tal.
Hacia el final se intercala un entremés y tengo que decir que, si las novelitas secundarias me parecieron muy flojotas, en cambio éste sí lo he encontrado gracioso y con chispa. Se titula "La Castañera" y trata de una antigua casteñera levantada a gran señora que examina a cuatro pretendientes que intentan ocultar sus bajos oficios: boticario, zapatero, sastre y lacayo. Está bien acomodado el asunto a la novela general y resulta un "divertimento" verdaderamente divertido. Además da ocasión al autor para abrir una disquisición sobre el teatro tanto en su aspecto teórico (con la "nueva comedia" de Lope al fondo) como en su aspecto prático, ofeciendo una breve e interesante panorámica del mundillo de la farándula: las dificultades de los dramaturgos noveles, las reticencias de los empresarios, las envidias de los plumillas, las rencillas y los pataleleos de mosquetería en los estrenos...
Como no podía ser de otra fondo la novela acaba desembocando en Madrid sin que paren de desfilar nuevos tipos y escenarios característícos: la alcahueta, la viuda joven, el poeta pobre... y la sala de viuda, los estrados de las damas, los galanteos en coche en el Prado, los pleitos en la corte, las casas de malicia... Ya digo que la novela es todo un compendio de personajes y paisajes del Siglo de Oro.
La novela finaliza prometiendo el autor una segunda parte de los sucesos de su criatura, en caso de que sus primeras andanzas obtengan el éxito. Como la cosa no le fue muy mal, cumplió su palabra y esa segunda parte llevó por título "La Garduña de Sevilla y Anzuelo de las Bolsas, hija del bachiller Trapaza".
Que no será muy fácil de encontrar, seguramente
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. Parte contando, como suele ser habitual en el género, "los oscuros orígenes" del futuo pícaro - que en este caso no son tan oscuros (más bien están clarísimos) ni malos sino bastante corrientitos- hasta el momento en que marcha a estudiar a la Universidad de Salamanca. La verdad es que Trapaza es travieso, díscolo y muy aficionado al juego, pero no pasa de ahí y se le ve bienintencionado. Su primera estafa tiene cierta disculpa y el cambio a embelecador casi profesional se produce, como suele ocurrir, cuando empieza a recibir palos.
), los galanteos en las calles, los colores y calidades de los trajes, los corrales de comedias...
. Son bastante insustanciales. Con lo que mi consejo es que al llegar a ellas se pase de largo y, si acaso y si se tiene curiosidad, se lean al final.
Sutilis sutilis dejando las cosas caer.... 
Desde que abriste el hilo llevo pensando "no digo ni pío que acabo queriendo leer el libro y eso no puede ser..." 
