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Lloré un tiempo —discúlpenme, no lo medí— delante del espejo de mi habitación y regresé con él. Apenas cabía dentro de la jaula. Lo encontré de pie, meditabundo, acariciando los nudos de alambre que reprimían su instinto, sus ansias y su cordura. La puerta estaba cerrada.
Nunca antes había reparado en el placer que supone contemplar a otro ser humano desnudo. En ese instante pensé que hacerlo era como visitar cada una de las islas antiguas. Recorrer una calle empedrada o humedecerse las manos con agua tibia también guardaría cierta similitud.
—¿Echas de menos tus alas?— pregunté.
—Nunca me hicieron falta para volar.
Asentí y le di la espalda. Caminé por la azotea con gesto contrariado y me asomé al pretil. La caída era importante, las aves de invierno no alcanzaban nunca nuestra altura. Desanduve mis pasos y golpeé con fuerza la jaula. Al fin y al cabo, era mía, ¿no? Era yo quien la había dibujado con carboncillo sobre un pedazo de cartón, quien llevó el encargo al herrero, quien asumió su coste. Él tan solo vivía dentro, aquella argamasa de hierro y estaño era tan solo su abrigo, un columpio, su lugar.
Ese mediodía ninguno almorzamos. Me había acercado a él y le había pedido que extendiera la mano, pero rehusó, y el mendrugo de pan que le ofrecía se precipitó al vacío como si del escudo de Héctor se tratase. Le dejé cerca un vaso de zumo y regresé a mi cuarto, derrotado, cabizbajo, pensando entonces que tener al lado a un hombre encerrado no siempre es suficiente para acabar con ella…
Porque la soledad es mi cama. ¡Abjuro del poeta que la encuentra por la calle y la embelesa para que le acompañe hasta bien entrada la tarde! Porque soledad es mi destino. Y ni un hombre ni cientos encerrados en mil prisiones distintas conseguirán nunca desterrarla de mi lado. Quien la quiera se la doy, que a mí se me entregó en demasía, en cucharadas enormes, como si me cupiera toda.
Lloré un tiempo delante del espejo de mi habitación —no me pregunten cuánto, no lo medí— y regresé con él. Le hablé de la soledad y del cuervo. Le hablé de las banderas. Recité a su lado la canción de la rama que no proyectaba sombra y que luego murió consumida por la pena. Me arrastré afuera y regresé con una botella. Quiero pensar que ambos bebimos, aunque no sé si ocurrió tal cosa.
Cuando consideró que ya era suficiente empujó la puerta de la jaula con sus dos manos y la abrió. Negoció la altura que lo separaba del suelo, la sorteó de un brinco. Me ayudó a levantarme y me besó en la frente. Con gesto serio se dirigió a la baranda, se sentó sobre ella y se giró hacia mí una última vez.
—Es ahora, si decides precipitarte al vacío, cuando realmente echarás de menos tus alas— le dije.
—Pobre de ti —respondió él—, que no eres capaz de comprender que nunca nos hicieron falta para ser libres.
Cuando por fin se hubo ido conocí la verdadera identidad del prisionero.
Última edición por Tolomew Dewhust el 22 Nov 2017 15:54, editado 2 veces en total.
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
Aben Razín escribió:Enhorabuena, Tolo por este relato,
¿Te ha influido la reciente lectura del cuento de Herman Melville?,
Supongo que antes ya lo habías dibujado, pero tiene unas encantadoras reminiscencias,
Muchas gracias por pasar por aquí, . La respuesta es: por supuesto que sí, . Es más, justo estaba esta mañana escribiéndolo y tenía en mente al narrador del cuento de Bartleby. Además, creo que nunca antes había escrito en primera persona (de este dato no estoy completamente seguro), así que fíjate cuánto no habrá de aquel en esta minipamplina.
Un placer que veas cierta asociación con aquel cuento, , aunque, te voy a decir realmente lo que me ha influido a la hora de escribir esta historia: tú. Tu mensaje del otro día de que querías seguir encontrándome aquí, escribiendo tonterías. Lo digo totalmente en serio. Tengo muchas ideíllas en la azotea, pero escribirlas me supone un esfuerzo. El que esta vez haya decidido superarlo ha sido sencillamente porque sé que tú querrías leerlo.
Gracias.
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
prófugo escribió:A pesar de que nunca me hicieron falta alas para volar...hubo una y mil ocasiones en que al salir me encontré con que la puerta estaba cerrada.
Enviado desde mi ALE-L21 mediante Tapatalk
Por si no te lo he dicho antes, me encanta tu firma, .
De lo otro, yo creo que nunca hubo puerta...
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
Tolomew Dewhust escribió:
Muchas gracias por pasar por aquí, . La respuesta es: por supuesto que sí, . Es más, justo estaba esta mañana escribiéndolo y tenía en mente al narrador del cuento de Bartleby. Además, creo que nunca antes había escrito en primera persona (de este dato no estoy completamente seguro), así que fíjate cuánto no habrá de aquel en esta minipamplina.
Un placer que veas cierta asociación con aquel cuento, , aunque, te voy a decir realmente lo que me ha influido a la hora de escribir esta historia: tú. Tu mensaje del otro día de que querías seguir encontrándome aquí, escribiendo tonterías. Lo digo totalmente en serio. Tengo muchas ideíllas en la azotea, pero escribirlas me supone un esfuerzo. El que esta vez haya decidido superarlo ha sido sencillamente porque sé que tú querrías leerlo.
Gracias.
Soy un desastre para la narración, lo confieso. Mi incursión literaria: acaso una veintena de sonetos que escrbí hace unos años para salir del paso de una situación trágica en mi vida, algo totalmente terapéutico.
He visto con claridad la influencia de Herman Melville en este cuento y como tengo cierta confianza, tras nuestro cruce de mps, me he decidido a subrayarlo. Por otro lado, ya puedes suponer que seguiré leyendo tus aportaciones como la de otros que andan por este subforo,
Son una buena razón para no abandonar completamente este Foro,
Saludos,
Pasado: El coraje de ser de Mónica Cavallé.
Presente: Los perdedores de la Historia de España de Fernando García de Cortázar.
Tolomew Dewhust escribió:
Muchas gracias por pasar por aquí, . La respuesta es: por supuesto que sí, . Es más, justo estaba esta mañana escribiéndolo y tenía en mente al narrador del cuento de Bartleby. Además, creo que nunca antes había escrito en primera persona (de este dato no estoy completamente seguro), así que fíjate cuánto no habrá de aquel en esta minipamplina.
Un placer que veas cierta asociación con aquel cuento, , aunque, te voy a decir realmente lo que me ha influido a la hora de escribir esta historia: tú. Tu mensaje del otro día de que querías seguir encontrándome aquí, escribiendo tonterías. Lo digo totalmente en serio. Tengo muchas ideíllas en la azotea, pero escribirlas me supone un esfuerzo. El que esta vez haya decidido superarlo ha sido sencillamente porque sé que tú querrías leerlo.
Gracias.
Soy un desastre para la narración, lo confieso. Mi incursión literaria: acaso una veintena de sonetos que escrbí hace unos años para salir del paso de una situación trágica en mi vida, algo totalmente terapéutico.
He visto con claridad la influencia de Herman Melville en este cuento y como tengo cierta confianza, tras nuestro cruce de mps, me he decidido a subrayarlo. Por otro lado, ya puedes suponer que seguiré leyendo tus aportaciones como la de otros que andan por este subforo,
Son una buena razón para no abandonar completamente este Foro,
Saludos,
Va, formemos el club de los foreros dispuestos a ser libres incluso entre barrotes
Mientras no nos roben las palabras, no conseguiran que nos sintamos prisioneros.
Aben, puedes estar orgulloso. Hay otras que le pedimos que escriba pamplinas, que las cuelgue en el foro para que las leamos, y el señor Tolomew D.
PD: Caleto, luego te leo despacio. Algún día quiero visitar la Oficina de las Cartas Muertas, pero si te adelantas estaré encantada de que me ahorres el trabajo.
Este mensaje no podía escribirlo en el Pizarrón de las nimiedades
jilguero escribió:
Va, formemos el club de los foreros dispuestos a ser libres incluso entre barrotes
Mientras no nos roben las palabras, no conseguiran que nos sintamos prisioneros.
Aben, puedes estar orgulloso. Hay otras que le pedimos que escriba pamplinas, que las cuelgue en el foro para que las leamos, y el señor Tolomew D.
En principio, jilguero ¡nos queda la palabra!, ¿no?
Y sí, me siento halagado y emocionado por lo que comenta Tolomew
Pasado: El coraje de ser de Mónica Cavallé.
Presente: Los perdedores de la Historia de España de Fernando García de Cortázar.
He estado un tiempo pensando —discúlpame, pero lo he medido—. Tres capuccinos, dos fregoteos de cacharros y un largo cepillar al gato.
Y aún sigo sin conocer la identidad del prisionero.
Pero he aprendido a tararear una bonita (aunque triste) canción de la rama que no proyectaba sombra. Y he recordado que ni siquiera necesitamos alas para alzar el vuelo.
Por un cachito de la mar de Cai les cambio el cielo que han prometío.
Un buen texto. Me agrada saberte pensando. Un abrazo.
Te dejo algo que rompa la continuidad de tu texto:
.
—Le abrí la portezuela para que escapara y voló acobardado hacia el fondo de la jaula, temía perder su libertad.
¡Hay vida antes de la muerte!
Ninguna de tus neuronas sabe quién eres… ni les importa.
Pero si te pego en el centro, será por filosofía.
Pero por poesía, serás mi centro.
Edgardo Benitez escribió:Un buen texto. Me agrada saberte pensando. Un abrazo.
Te dejo algo que rompa la continuidad de tu texto:
.
—Le abrí la portezuela para que escapara y voló acobardado hacia el fondo de la jaula, temía perder su libertad.
O dicho de otra manera:
—Le abrí la portezuela para que escapara y voló acobardado hacia el fondo de la jaula: temía la esclavitud de vivir entre los demás.
Es más bonito como lo dice Edgardo, pero quería plasmar de forma más explícita en que consiste "su" libertad según lo entiende el carbonero.
Me pregunto, por cierto, dónde estará la rama que no proyectaba sombra y que luego, como el poeta de los días azules, murió de pena .
Y ahora una pamplina, un detalle que ya llamó mi atención en La puerta estaba cerrada. En esta sociedad de consumo, el pan y agua con el que antaño se expresaba la paupérrima dieta del prisionero, el señor Tolomew D. lo ha convertido en pan y zumo .
Tomo nota, Caleto. Si alguna vez te ves en esas circunstancias, me acordaré que hay que llevarte zumito de melocotón o un colacaito bien cargado . El café mejor lo dejamos para cuando tengas que enfrentarte a los mellicitos de marras .
Ya sé qué contendrá el mensaje 10000, pero debo seguir ahorrando hasta que lo tenga listo. Es un regalito para Cata. Modesto pero útil, creo yo
Estrella de mar escribió:He estado un tiempo pensando —discúlpame, pero lo he medido—. Tres capuccinos, dos fregoteos de cacharros y un largo cepillar al gato.
Y aún sigo sin conocer la identidad del prisionero.
Pero he aprendido a tararear una bonita (aunque triste) canción de la rama que no proyectaba sombra. Y he recordado que ni siquiera necesitamos alas para alzar el vuelo.
Esto... ¿conoces el chiste que dice: "Iban dos y cayó el de en medio"? Pues algo así... Hay dos en el relato, un tipo en una azotea y otro tipo dentro de la jaula. El de la jaula, que a priori parece encerrado, cuando quiere se marcha, así que... el prisionero será el otro, ¿du yu compren pan? .
Estrella de mar escribió:Se me olvidaba decir que es un texto en el que se advierte la influencia ororista.
Todos los astros ejercen cierta influencia sobre mí, sí.
Edgardo Benitez escribió:Un buen texto. Me agrada saberte pensando. Un abrazo.
Te dejo algo que rompa la continuidad de tu texto:
.
—Le abrí la portezuela para que escapara y voló acobardado hacia el fondo de la jaula, temía perder su libertad.
Gracias por pasarte por aquí, Edgardo (y enhorabuena por la excelente acogida de tu último trabajo), . La frase que dejas aquí escrita me encanta, y es, además, la llave del relato.
jilguero escribió:Me pregunto, por cierto, dónde estará la rama que no proyectaba sombra y que luego, como el poeta de los días azules, murió de pena .
En el fondo del mar...
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
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. La respuesta es: por supuesto que sí, 
. Es más, justo estaba esta mañana escribiéndolo y tenía en mente al narrador del cuento de Bartleby. Además, creo que nunca antes había escrito en primera persona (de este dato no estoy completamente seguro), así que fíjate cuánto no habrá de aquel en esta minipamplina.
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