La paz del cementerio (Relato)

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flordefango
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La paz del cementerio (Relato)

Mensaje por flordefango »

La paz del cementerio.

Hacía mucho tiempo que no visitaba ese lugar, quizá por pereza o simplemente he sido una procrastinadora nata, así sucesivamente. La calle estaba llena de taxis y sus desagradables rostros con miradas morbosas de tanto vallejarto, iba con un vestido de flores amarillas, las gafas eran rojas que disimulaban lo que yo quería y hacían que viera el exterior como visualizaba el interior, ardiendo; estaba vestida como una hippie sin talento para serlo. El cielo era como un lienzo de despedidas donde las nubes eran la tristeza de los que se quedan, el sol se asomaba con paciencia, parecía una bomba a punto de explotar, yo sólo quería llegar pronto, estaba caminando pero parecía que hiciera una danza trivial de un lado a otro o tal vez tuviera la posesión del licor haciendo de las suyas en mi cuerpo.

La verdad el camino cuando me fijé bien, no tenía tanta gente, ni tantos taxis, en sí todo estaba muy sólo, en un pequeño quiosco estaban algunos hombres pero no más, presentí que había alucinado o deliraba , también podría ser que iba demasiado distraída para percibir las cosas como eran. Llegue a una parte del camino que era como un sendero estrecho y muy largo, seguí pero empecé a sentir pánico, como si alguien siguiera mis pasos, me observará , estuviese esperando el instante perfecto para atacarme, cuando por fin pase ese trayecto llegue a una calle llena de floristería urbana, sólo había un joven atendiendo todo, intento venderme flores para que le llevará a la persona que visitaría, le dije con voz tranquila que no tenía intención de visitar a nadie sólo de tranquilidad y paz. Me miró sorprendido, quizá no mucha gente tiene ese tipo de lugares por tranquilos para meditar, entonces de improvisó me regalo un girasol, diciéndome que los girasoles alegraban el alma, sonreía con hipocresía, lo recibí, lo normal, gracias y adiós.

Entre y empecé a caminar observando todo, las tumbas bonitas, recientes, las antiguas abandonadas que de por sí me gustaban más, había poca gente ese día afortunadamente, para angustia de mi paranoia en el rincón de un árbol estaba agachado un tipo de mirada perdida, pero que cuando me vio se quedo fijo observándome, sentí ganas de devolverme pero me impulsé a mi misma a seguir, más adelante otros arreglaban la tumba de algún ser querido, pase por su lado, me hablaron pero la verdad me encontraba tan elevada que no lograba escucharles y mejor les ignoré, recorrí todo el lugar, vi distintas tumbas, tuve tentación de robar algunas rosas igual a los muertos que les iba a importar; llegué al final de un ruta, allí había una vista hermosa, podía ver mucha parte del barrio de los acostados, del barrio de los vivos que estaba se podría decir que al lado pero más abajo, como mirar desde una cima, este barrio humilde, lleno de miseria, de olor a bazuco, de pequeños llantos de infantes que estaban desnutridos, de casas casi en ruinas sostenidas por la desesperación de no tener nada más, además se veía un paisaje perfecto al lado izquierdo lleno de árboles casi otoñales, sonrisas dolorosas, en el otro extremo, montañas con una que otra finca decorando su grandeza, esta vista era muy espiritual, me senté al lado de la tumba más lejana, abandonada y sola de pronto teníamos mucho en común. Me senté a su lado, a lo que llaman pensar que es el más grande mal de estos tiempos, tuve ganas de gritar, pero decidí que cada gota de desconsuelo peregrinará mi rostro, perdí la noción del tiempo, fumé, y simplemente estaba allí como la nada buscando algún espacio que le ha sido negado en el mundo de los vivos, quizá busqué allí esperando hacer parte del otro lado donde los mejores diálogos son en silencio, con un runrún frío. De un momento a otro llegó el chico del girasol, se sentó a mi lado, me preguntó qué cuál era el motivo de mi tristeza, de mis gestos de niña perdida, le contesté con indiferencia que a él eso no debía importarle, que yo era una desconocida, mejor sería si me dejaba en paz “sola con mi soledad” , pensé en contarle una historia dramática, hacerle llorar y luego decirle que era mentira, pero no se me ocurrió ninguna. Me imagino su rostro ante la desgracia ajena, hasta hubiera sacado a relucir una que otra lágrima y yo me hubiera partido de risa...Pero perdí la oportunidad por falta de imaginación.

Me respondió que sí podría hacer algo para hacerme sentir mejor.
Quede meditativa, analizando, le dije, bueno si quieres hacerme feliz por un momento ahórcate de aquel árbol.
Permaneció por unos minutos en silencio, perplejo y con algo de angustia en su mirada, tendría unos 27 años, estaba segura que nadie le había hecho una propuesta así, no podría quejarme, el joven era guapo de ojos que guardaban un mar azul esperanza, su cabello rubio como cordones de oro que el viento oscilaba con calma, y un cuerpo fuerte para que de verdad me hiciera feliz. Seguía sin responder. Le dije que estas cosas le pasan por chismoso y que se largará-

Me estaba fumando un cigarrillo que apagué en mi brazo, iba a quejarme pero miré con tal seguridad a la tumba que guarde silencio, sabiendo que ya no era cuestión de dolores de cabeza sino de diversión excéntrica.
Empezó a caminar, todas las tumbas parecían una selva con animales que en realidad era flores, de distintos tamaños y humores.
Volvió aquel chico giradol, me tocó con ternura con el cuidado de una porcelana, yo le miré con rabia, como una leona que busca acabar con su presa, mordí su boca hasta tal punto que sangro, su cuello, e inexplicablemente él lo disfrutaba de una manera ambigua a veces su mirada reflejaba algo así como, “para ya”, otras veces “sigue, más fuerte”. Tenía unas manos suaves que como serpiente segura del camino introdujo por mi falda y luego en mis bragas, mientras yo jadeaba de placer mirándole fijamente, las quito con cariño, se agachó y busco un tesoro desconocido en el monte de Venus, mientras yo experimentaba una fusión delirante con la tierra de los muertos.
Me miró y dijo, el girasol que te he dado está muerto, se ensimismo y yo no dije nada.
Encendí un cigarrillo, insólitamente se apodero nuevamente de mi la insolencia. Decía casi susurrándome que era maravillosa, que ojala le permitiera que nos volviéramos a ver, que no era él quien me había hecho un regalo de placer a mí, sino al contrario. Lo mire fijamente con el hielo en mis ojos, el juego destructor en mi boca, diciéndole: sí, sí nos volveremos a ver, te has portado muy bien, cogí mi bolso, saqué el espejo, retoque con polvo mis pómulos, le dije: mira todo tan bonito, tan triste, tan doloroso, y pacifico , el volteó a mirar los arboles que se agitaban con furia rompiendo la desolación de todo, entretanto saqué un revolver con silenciador de mi bolso, le di las gracias, y le disparé en el corazón, encendí un cigarrillo, encontré más de lo que fui a buscar , tranquilidad, amor y muerte.
Salí de nuevo como si nada, su cuerpo yacía ahí como una estatua que acaban de tumbar, la razón por la que le maté no la tengo clara, sólo quise hacerlo, sentir más que un orgasmo, igual todos los días muere alguien y no siempre feliz como él, abordé un taxi, llegue a mi casa, me di un baño de rosas, a las 8 pm llegaba Federico, me arreglé, puse hacer la cena y a pensar en todo lo malo que me pasaba, en los clavos que enterró en mi memoria Federico dándose el gusto continúo de martillar cada que quería, disfrutaba lastimándome y luego hacia que me viera culpable.
Serví la mesa, una sopa con papas y trozos de carne pequeños, empezó a comer y como no había hecho en años me dijo que estaba delicioso. Lo miré con desdén y una sonrisa en mi rostro, y le dije cuando quieras te preparo más.
-Sí, esta delicioso, por fin haces algo bien.
-Oh sí, esta vez lo he hecho muy bien.
Siguió comiendo y de un momento a otro se levantó furioso, reclamándome que había una uña en su sopa, lo miré como si nada y le dije: disculpa se me habrá olvidado quitarle las uñas a los dedos.
-¿Qué? ¿Dedos? ¿Qué has hecho loca de mierda?
Iramesoj
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Re: La paz del Cementerio

Mensaje por Iramesoj »

Podías haber hecho alguna de las correcciones que te dije en foroescritores...pero hasta has dejado el "giradol" :lol:
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flordefango
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Re: La paz del Cementerio

Mensaje por flordefango »

Perdona tienes toda la razón del mundo, no es por justificarme pero tomándome 20 pastillas al día soy un zombie que ni ve bien y para colmo las gafas dañadas
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lucia
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Re: La paz del Cementerio

Mensaje por lucia »

¿Y el giradol no te lo reconoce el corrector del procesador de texto? :shock:

No se lo que te habrá dicho en el otro foro Iramesoj, pero parece un ejercicio de escritura automática en el que se escribe lo que pasa por la cabeza sin filtrar y sin mucha corrección posterior. Ahora, que la tía es rara de narices queda bien clarito casi desde el principio.
Nuestra editorial: www.osapolar.es

Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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Megan
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Re: La paz del cementerio (Relato)

Mensaje por Megan »

Me queda pendiente leer éste relato flordefango, en unos días te lo comento :D
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Megan
Beatlemaníaca
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Re: La paz del cementerio (Relato)

Mensaje por Megan »

Me gustó, me mantuvo muy entretenida, esperaba algo de locura y la obtuve. La mujer se veía algo desencajada y estresada por decirlo de forma elegante. Lo del florista me sorprendió, igual que el final, muy bueno.

Mi crítica, hay frases muy largas que merecen un punto en lugar de una coma y tenés que cuidar los tildes. Creo que te faltó una última corrección por vos o por un lector 0, que salvara esos temas.

Seguí escribiendo, lo haces bien, me gusta mucho tu imaginación :D
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Bookia
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Re: La paz del cementerio (Relato)

Mensaje por Bookia »

Escribes muy lindo, describes bien, vas al grano, sin mucha decoracion, eso hace querer seguir leyendo.

Saludos
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evilaro
Me estoy empezando a viciar
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Re: La paz del cementerio (Relato)

Mensaje por evilaro »

Pues está muy bien, me ha gustado.

Felicidades

Emilio
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