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La Cantina

Publicado: 28 Mar 2007 11:13
por Nelly
Uno no pensaría nunca que tras esas puertas se esconde el lugar más especial de la ciudad. Es un local más amplio de lo que su pobre decoración deja entrever desde la calle. El cartel de neón desconchado y parpadeante, las puertas oscuras, y la escasa publicidad, han hecho de la cantina un lugar que tan solo conocen los que ya han estado allí alguna vez.
Si entras en ella un viernes por la noche, y miras hacia la izquierda, verás tras la barra a Jangel, con su traje pulcro y su pajarita negra. Es el único barman de la ciudad que saluda a sus clientes por su nombre. Y aunque parece un tipo tímido, diríamos incluso que circunspecto, lo cierto es que su sonrisa-que por prodigar poco se vuelte aún más valorada- es capaz de derretir el hielo de los cócteles que prepara. Los mejores, dicho sea de paso.
En una esquina hay un hombre inclinado sobre las marcas de alcohool que han dejado en la madera de la barra la media docen de cervezas vacías que ha consumido ya. Es alto, pero nadie lo diría porque permanece encorvado, el sombrero fuertemente encasquetado en la cabeza. Gabardina larga de color marrón, el aspecto propio de uno de esos polizontes que a veces intentan cerrar el garito so pretexto de que hay algún menor bebiendo en el local.
En realidad, poco se sabe de él, más que cada noche de viernes la pasa ahí, solo, repasando el círculo húmedo que el cristal deja en el veteado de la barra. Tan solo levanta sus ojos castaños para mirar hacia el escenario cuando Madison hace su aparición, y con el sensual tono de su voz interpreta melodías que se cuelan entre las mesas al ritmo del saxofón y las chicas de su coro.
Pero aunque su vestido rojo, brillante como la luna esta noche, se hace centro de miradas, muchos hay que-aunque no lo confiesan-, han venido al local a ver a sus camareras.
- ¿Qué va ha ser esta noche, amigo?
Siempre que se dirijan a ti de ese modo, y al levantar la vista contemples la sonrisa más radiante que jamás hayas imaginado, tendrás ante ti a Azucena. Es una chica alta, delgada, de veintitantos, que enfundada en el simpático uniforme de la cantina, deja entrever una figura voluptuosa que nunca acaba de mostrar. Con el cabello largo y negro como una noche sin estrellas, sedoso, capaz de arrancar suspiros al caballero más pintado. No son pocos los que buscan cualquier pretexto para encargar una copa más, a fin de verla contonear las caderas entre las mesas.
Su mejor amiga, Maritosita, encargada de vigilar que todo funcione correctamente durante los números de Madison, la contempla desde el escenario con ese aire pícaro que solo ella tiene, mientras ve los corazones que Azucena va rompiendo a su paso.
Allí, en la mesa del fondo, una tratante de arte conversa en baja voz con Joe Miller, el famoso dueño de las galerías Miller, ubicadas en el centro de la ciudad. Si están aquí es porque han quedado en reunirse con Azcárate, un historiador que dice haber encontrado no se qué reliquia en una librería en la cava baja de la urbe.
- Alicia -dice al entrar Azcárate-, te he traído lo que buscabas.
Los ojos claros de la joven rubia brillan con la emoción al ver como Azcárate desenvuelve cuidadosamente el objeto en cuestión.
Y es entonces cuando comienza a sonar el piano. El virtuoso del teclado se llama Fenix, y no es casualidad que cerca de él, copa larga en mano, se halle Escorpy, el hombre más peligroso de la ciudad. Algunos dicen que en el pasado sirvió en el ejército, otros que fue un héroe de guerra y el día que iba a ser condecorado dejó plantado al presidente porque estaba en la cantina divirtiéndose con sus amigos. Cierto o no, su nombre se pronuncia con respeto en toda la ciudad. Nadie sabe con exactitud el alcance ni el género de sus negocios, pero en más de una ocasión ha dejado claro el poder que tiene en las altas esferas.
Viste cazadora negra, zapatos cuidadosamente lustrados, el pelo engominado, también oscuro, y un aspecto pulcro e impecable. Cuando te mira, los dos glaciares de sus ojos te dejan clavado en el sitio, y tienes la sensación de que a continuación no sabes lo que ocurrira.
No son pocos los que sospechan que él y Fenix se traen algo entre manos, y puede que no sea casualidad que Giove, el sicario, este hoy junto a la barra degustando un vodka, a palo seco, mientras los escucha hablar en voz baja, al final de un allegretto que Fenix ha clavado con maestría sin igual.
Giove se incorpora despacio, y se gira. Sonríe imperceptiblemente, pero a su lado, sin el saberlo, está Kesito, dispuesto a aguarles la fiesta.

Publicado: 28 Mar 2007 11:23
por Azcárate
Y luego pregunta usted si es posible escribir y trabajar al mismo tiempo.

Su tiempo está bien pagado, señorita Nelly; aunque es probable que sus jefes no lo sepan nunca.

Publicado: 28 Mar 2007 11:29
por Nelly
El día en que le dieron la placa, Kesito se convirtió en el policía más joven de la ciudad. Rubio, de ojos claros, cara afilada y geométrica, poseía una mirada penetrante y pícara que observaba siempre el mundo con vivacidad.
No eran pocos los que en le Departamento le odiaban. Algunos porque había ascendido muy deprisa, otros porque estaba bien relacionado, ya que su tío era congresista y por ello suponían que había recibido trato de favor para entrar en el cuerpo más respetado de la ciudad. Con perdón, claro, del cuerpo de bomberos.
- Bien, novato -le había dicho el inspector jefe aquel día-, veamos que tal te desenvuelves.
Y sin más, le había dado una foto del temido Escorpyon y le había pedido que fuera a la cantina, nada más y nada menos que a reunir pruebas contra él.
Habría sido más seguro mandarle entrar en el recinto de los leones del zoo, untado de salsa para rosbif.
Pero claro, Kesito no era de los que se rendían fácilmente. Asintió, pese a haber notado la ironía de su superior, y acudió al local puntual, dispuesto a encararse con el más temido hombre de negocios de la ciudad.
- ¿El correo cumplirá su parte? -pregunta Fenix a Escorpy.
Este coloca con deliberada lentitud un billete de cien sobre la suave superficie pulida del piano. Una sonrisa cómplice ilumina su rostro.
- ¿Y tú?
Fenix devuelve el gesto y simula concentrarse en la nueva pieza que está interpretando, cuando Madison baja del escenario y se acerca a él, micrófono en mano, para revolverle el pelo lentamente.
Giove se lleva una mano al bolsillo oculto de su gabán y Kesito se acerca a él por detrás sin ser advertido.
El bajo que interpretaba la melodía cerca de Madison en el escenario contempla la escena conteniendo el aliento. Se llama Destru. Y su moto es ésa que te has quedado mirando antes de entrar a la cantina, como todos los que traspasan sus puertas.
Destru es amigo de Kesito desde su más tierna infancia, pero aunque acaba de reconocerlo junto a la barra, todavía no ha tenido tiempo de saludar.Es posible que ya no lo tenga, pues es tan rápido pulsando las teclas de su bajo como atando cabos, y bien sabe que perdió la pista de su compañero cuando éste entró en la academia de policía. Y verle allí, ahora, a punto de echarle el guante a Giove... como que dos y dos son cuatro que ahí se va a armar...

Publicado: 28 Mar 2007 11:31
por Nelly
Azcárate escribió:Y luego pregunta usted si es posible escribir y trabajar al mismo tiempo.

Su tiempo está bien pagado, señorita Nelly; aunque es probable que sus jefes no lo sepan nunca.

(uy, calla, si vieras la que tienen armada en la ofi... yo agacho las orejas y escribo, por si acaso...)
¡¡y que conste que estoy haciendo informes mientras, y luego un envío de prensa!!
Y, gracias :) (encontraréis mil fallos en el cuento, mis disculpas por adelantado)

Publicado: 28 Mar 2007 11:53
por Nelly
- Disculpe...
No acaba de pronunciar Kesito estas palabras, aferrando el brazo de Giove, cuando el hombre de la barra, el que jamás se mueve, se gira y comienza a gritar qué su vida da asco, arrastrando las sílabas a causa del alcohol que ha ingerido.
La jarra medio vacía de cerveza que agita en una mano salpica al sicario, que retira su mano de la pistola oculta mientras trata de alejar al beodo.
- ¡Apártese!
Fénix e Escorpy intercambian una mirada de soslayo. Ese impulsivo Giove, tan franco como rudo en maneras, acaba de llamar la atención de todo el local.
El beodo se recompone y le empuja a su vez, mientras Jangel trata inútilmente de mediar en el conflicto.
Es demasiado tarde. Giove saca el revolver del 38 y apunta al desafortunado que contempla la escena sin comprender.
Mal día ha elegido para empezar a hablar, el que hasta entonces había sido mudo.
- ¡Policía! ¡Tire el arma!
Kesito empuña a su vez la pistola de reglamento del cuerpo del que se siente orgulloso, y la gente corre a refugiarse en los reservados antes de que comience una ensalada de tiros que puedan alcanzar a quien no deben.
Tan solo Madison, que ha dejado de cantar, Fénix y Escorpy mantienen la compostura. La primera con gesto sorprendido, los segundos, visiblemente enfadados.

- Maldito el día que le di el trabajo...-rezonga Escorpy por lo bajo.
Destru protege a Azucena, que un instante antes estaba rodeada de galantes caballeros que ahora se agachan bajo las mesas con muy poca compostura y se arrastran hacia la salida de emergencia del local.
Y yo..., cauto, como siempre, me aparto a un lado y contemplo, medio oculto por el telón del escenario, como van sucediéndose los hechos.
Cuando se quedan solos, los cinco actores en tensión se convierten en el centro de este acto. Queda saber si la obra será una tragedia, o tendrá final feliz.
- Chico, deberías guardar ese arma...-comienza Escorpy en tono pausado.
- ¡Van a acompañarme todos a comisaría! –responde Kesito, nervioso.
Es valiente, piensa Madison, pero esta claro que inexperto. El hielo que templa los nervios de Escorpy solo es comparable al que desprende su fría mirada. Ni se inmuta.
- Fénix, ¿dirías que han engañado a este pobre pardillo? –pregunta-, ¿no crees que es demasiado joven para enviarle, sin refuerzos, a capturarnos él solito, en la cantina?
El pianista se encoge de hombros.
- Esta claro que sus jefes no van a echarle de menos...
Pero la ciudad sí, piensa Madison para sus adentros.
- Mi teoría es –añade Giove-, que si no te valoran es que no te merecen. ¡Que se jodan!
Y guardando su pistola, lleva la mano al bolsillo oculto de su gabán y saca una pequeña bolsa de terciopelo azul, que entrega a Escorpy.
Fénix alarga el cuello para observar lo que éste saca de la bolsa y deposita en la palma de su mano. El diamante más grande y perfecto que jamás tallara la mano del hombre.
- ¡La leche! –exclama Kesito.
Madison sonríe. Es mayor de lo que había imaginado, e infinitamente más bello. Escorpy se vuelve hacia la solista.
- Ahora puedo pedir tu mano como es debido –dice, socarrón-, ¿me harás el honor?
- Con diamante, y sin él... –contesta Madison, mientras sus labios se funden en un apasionado beso.
- ¡Eh!, no es todo para vosotros. –protesta Kesito-, ¿quién os dio el soplo?
Giove carraspea ofendido.
- Mucho blablaba –añade-, pero aquí el que ha hecho el trabajo sucio soy yo. Si alguien debería quedarse la piedra, es el meda.
- A partes iguales –contesta Escorpy dando por zanjada la discusión-, como acordamos.
Fénix se incorpora y mira su reloj de pulsera.
- El conductor estará fuera, esperándonos. Será mejor que no nos retrasemos.
- Sí –conviene Kesito-, además la pasma no tardará en venir.

Publicado: 28 Mar 2007 12:45
por Nelly
Contemplo sin dar crédito como los conspiradores sonríen y se felicitan mientras se dirigen a la entrada del local, donde un coche con la lunas pintadas les está aguardando.
Me pregunto qué diría la gente si se enterara de esto. Por desgracia nadie lo sabrá jamás, ya que yo no soy dado a las indiscreciones y no hay nadie más a mi alrededo...
- Ppsss, eh, oiga, ¿se encuentra bien?
Al mirar a la izquierda descubro a Jangel oculto tras la barra. ¡Me había olvidado de él! El barman no ha huido, sino que, agachado, ha sido testigo del complot maquiavélico del diamante robado.
- Sí, ¿y usted?
Asiento con la cabeza.
- ¿Cómo se llama?
Sonrío. A modo de respuesta.
- Tenemos que avisar a la policía –le digo.
- No, a la policía no –contesta Jangel-, Kesito es sobrino de un congresista, no llegaríamos muy lejos con nuestra historia. Por no hablar de los contactos de Escorpión.
Me encojo de hombros.
- ¿Qué hacemos entonces?
Yo no tengo vocación de héroe, ni ganas de salir en la prensa retratado.
- Conozco a alguien. Una periodista. Es de confianza –me susurra el barman.
- ¿Una mujer?
Jangel asiente.
- Es de confianza. Honesta, buena amiga.
El barman sale de su escondite lo justo para coger el teléfono negro que había sobre la barra, vuelve a sentarse en el suelo apoyando la espalda contra ella, y marca el dial con manos temblorosas.
Yo contemplo mi alrededor. No me apetece verme inmiscuido en un asunto tan turbio. Odio la publicidad. Ni siquiera tenía intención de darle mi nombre al barman, pues eso nos llevaría a otras historias que no son parte de esta historia.
Sigiloso, me encamino a la entrada de la cantina. Al traspasar el umbral de las puertas, todavía llega hasta mí la voz de Jangel, hablándole a quien al otro lado del teléfono lo ha descolgado.
-Hola, ¿Fiorella...?

FIN

Publicado: 28 Mar 2007 12:45
por barco_venganza
:shock: :shock: mare mia la que se ha liado....


me ha encantado el detalle: odio la publicidad

Publicado: 28 Mar 2007 12:49
por Nelly
:lol: ¿veis? esas son las pequeñas cosas que los autores incluyen en sus historias y nunca las sabremos...

Muy agudo, Barco, me preguntaba si alguien se daría cuenta. :D

Publicado: 28 Mar 2007 13:02
por barco_venganza
:shock:


¿cual de todos?

agudo, da.

(Del lat. acūtus).

1. adj. Puntiagudo, punzante, afilado.

2. adj. Sutil, perspicaz. Escritor agudo Ingenio agudo

3. adj. Vivo, gracioso y oportuno. Persona aguda Dicho agudo

4. adj. Dicho de un dolor: Vivo y penetrante.

5. adj. Dicho de una enfermedad: Grave y de no larga duración.

6. adj. Dicho del oído, de la vista o del olfato: Perspicaz y pronto en sus sensaciones.

7. adj. Dicho de un olor: subido.

8. adj. Dicho de un sabor: intenso.

9. adj. Ligero, veloz.

10. adj. Acús. Dicho de un sonido: Cuya frecuencia de vibraciones es grande, por oposición al sonido grave.

11. adj. Fon. Dicho de una palabra: Que lleva el acento prosódico en la última sílaba; p. ej., abril, café, corazón. U. t. c. s.

12. m. Aire vivo con que suele acabar el baile en algunos pueblos.

13. m. Letra y danza que lo acompañan.

P.D: es broma...me ha encantado...

Publicado: 28 Mar 2007 13:58
por Nelly
La 2. Perspicaz.

Publicado: 28 Mar 2007 14:04
por barco_venganza
mira que suerte...como los documentales...la 2... :P

Publicado: 28 Mar 2007 14:26
por Fenix
Tócala de nuevo Sam-Fenix, ¡menudos tramposos! Me recuerdan a Newman y a Redford en el Golpe. Muy bueno lo tuyo, escribir informes y relatos al mismo tiempo como si de un Nacho Cano con dos teclados se tratase -y a pesar de ello, España sigue creciendo al 3,5%. :lol:

Publicado: 28 Mar 2007 16:05
por lucia
:lol: :lol:
Nelly, genial. Ahora tendrás que ampliar aventuras para incluirnos a otros foreros :P

Publicado: 28 Mar 2007 16:27
por Nelly
¡Eso está hecho!
(pero disculparme las faltas, que asín, sin rephashar...)

Publicado: 28 Mar 2007 16:43
por Nelly
II

El ruido ensordecedor de las máquinas de escribir dificulta la tarea de entender al interlocutor que se dirige a ella desde el otro lado del teléfono.
- ¿Jangel? ¿eres tú?
Fiorella es una muchacha esbelta, de delicada cintura, ojos grandes y negros bordeados de largas pestañas, cejas que cuando contempla algo, escéptica, se enarcan en un sensual ángulo, y labios finos que se tuercen en simpática mueca cuando hace ese amago suyo de sonreír, tan característico.
Es pizpireta e imaginativa, perseverante perseguidora de la verdad, encantadoramente femenina y honesta; sus artículos en el periódico The Seeker han causado verdadero revuelo por su estilo directo y su falta de tapujos.
Viste una blusa blanca ceñida de color blanco y unos pantalones de raya diplomática que acaparan las miradas de muchos de sus compañeros.
- ¿Jangel, te encuentras bien? –dice al teléfono-, ¿te noto un poco estresado?
Minutos más tarde, la joven periodista abandona la sede central de The Seeker, cámara en mano y con un ágil silbido detiene al taxista al que da la dirección de la cantina.
Llena prácticamente a la par que la policía, pero no encuentra al barman por ningún lado.
Jangel se esconde en una cafetería cercana, y al verla, decide esperar una ocasión propicia para abordarla sin tener que enfrentarse a los inoportunos interrogatorios de los sabuesos uniformados.
Sabe que aquel que se atreva a difamar el buen nombre del sobrino del congresista Takeo corre el riesgo de ver sus huesos entre rejas mucho antes que los de aquel.
- Ha sido Escorpión –le dice luego a su amiga, a salvo, tras haberla abordado cuando ella se alejaba de la escena del supuesto tiroteo.
- ¡Jangel! ¿saben que eres un testigo?
- No –el barman se lleva un dedo a los labios y le indica que hable más bajo-, solo me vio un tipo... un desconocido, ... y no creo que él quiera que esto salga a la luz.
- ¿Y el borracho?
Jangel le quita importancia con un gesto de la mano.
- El empujón de Giove casi lo había mandado a dormir la mona en el suelo. Los polis siguen interrogándole, pero no se ha enterado de nada. Ni siquiera podía tenerse en pie.
Fiorella suspira, inquieta.
- ¿Y qué esperas que haga yo?
- No lo sé. Lo siento, quizá no debía haberte llamado.
- No... has hecho bien. Es una buena historia, ... pero necesitaremos pruebas para poder publicarla. Y deben ser contundentes, creo que mucha gente estará interesada en silenciarnos antes de que el asunto salga a la luz.
- ¿Se te ocurre algo?
Fiorella sonríe.
- Quizá conozca a alguien que pueda hacer algo por nosotros.