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. Es probable que tenga muchos errores, porque tengo 16 años y si bien me gusta mucho leer, no tengo mucha experiencia. Esa es la mitad del cuento, después si quieren pongo la otra mitad, espero sus críticas ansiosamente, no sean tan duros por fa , es lo primero que escribo 
. Se llama "El pasillo de Las Flores", en el World lo tengo con sangría y todo, pero cuando lo copie no se pudo poner bien y se separaron los diálogos. Pasense si les gustan los cuentos de asesinato, sé que, obviamente, no está al nivel de muchos escritores, pero espero mejorar 
.El pasillo de «Las Flores»
1
Oscar se hallaba muerto sobre su cama. Tenía los párpados abiertos y la boca, también. La causa de la muerte había resultado ser el haber ingerido cianuro.
El motivo, probablemente, era dinero y la principal sospechosa, Laura Rodriguez, la reciente esposa de Oscar. A diferencia del muerto, ella, a penas rondaba por los treinta años.
Era la típica historia de asesinato, el millonario que muere a manos de su esposa –a la que le lleva, alrededor de veinte años-. O al menos, eso parecía ser…
2
Me dirigí al cuarto del difunto… Había algo que carecía de sentido… Si yo estaba en lo cierto, tal vez, podría comprobarlo…
Luego de estar pensando toda la noche, había llegado a una conclusión.
Me acerqué a la mesa de luz de Laura y me incliné frente a ella…
Olía a limonada…
Al parecer, acerté… Había sido un error…Un error tonto e infantil…
3
La estancia «Las Flores» era realmente hermosa. En especial, la casa. Ésta no era demasiado grande, pero, sí muy acogedora y cómoda. Al entrar, había un pasillo amplio con varias puertas en sus costados. Las dos primeras, conducían al comedor y la cocina, las que se encontraban en la mitad, al living y uno de los baños y las restantes del fondo a las habitaciones de sus habitantes.
La hacienda había sido comprada por Oscar a la mujer que se terminó convirtiendo en su prima esposa, quien murió de cáncer.
«Las Flores» se encontraba localizada en algún lugar de Argentina.
Aquella mañana era normal, como cualquier otra. Por lo menos, simulaba serla…
Mi hija, Florencia, acababa de llegar del pueblo, ella había ido a comprar galletas para el desayuno. Oscar se enojaba si no desayunaba con ellas. Su humor solía ser terrible, por ello habíase ganado cuantiosos enemigos, por eso y por su carácter también claro… Pero yo lo amaba y le debía todo lo que tengo. Desde el día en el que comencé a trabajar para él –muchos años atrás-, su actitud para conmigo había sido impecable. Oscar Rodriguez confiaba en mí y nuestra relación era más que formal, yo había sido como una hermana para él.
Florencia tenía diecisiete años, su relación conmigo era mala y distante, había nacido en la estancia, aunque, nunca fue a la escuela.
— ¿Por qué demoraste tanto tiempo en comprar?—le dije severamente.
—Eh…Lo que…
—No quiero excusas—la interrumpí—ahora andá a darle de comer a los cerdos.
Un poco después de que se fuera, oí la voz de una mujer en el comedor… Me acerqué sigilosamente, para ver quién era… Mucha me ha criticado por ser entrometida, pero, la realidad es que me preocupe por la gente que quiero y cuando algo me huele mal, no suelo equivocarme. Como en este caso.
En el comedor, Laura hablaba por teléfono.
— ¡No tenemos que apresurarnos!–Exclamó, mientras sostenía su móvil.
Un hombre le contestó, no acerté a escuchar bien que decía, obviamente, como no hablaba cara a cara con ella, su voz no se escuchaba bien desde ahí.
— ¡Está bien, será esta noche!—Concluyó y se despidió de dicha persona.
4
Esa tarde, habían ido a la estancia María Marta Gómez, una amiga de Oscar, el hijo de ésta, Juan Funes y Matías Sosa, el capataz de «Las Flores». Camila, la hija de Oscar, había venido de la Ciudad.
Camila, era la hija mimada de Oscar, me había pedido que le llevara dos copas de vino tinto a su cuarto. Ella era una joven de veintiún años y se encontraba saliendo con el hijo de María Marta. Cuando yo iba a tocar la puerta del cuarto, escuché algo que me perturbó.
—Ya no lo soporto—decía Camila—.No veo la hora de que muera, así, soy libre.
—No te preocupés—le contesto Matías, que, al parecer, hallábase con ella en la habitación—. Uno de estos días, el viejo morirá por el veneno que lleva adentro. Su ira es enfermiza, mi vieja, me dijo que él estaba muy caliente porque había desaparecido mucha guita de su armario.
— ¿En serio? No sabía.
— Ya te dije, tenés que ignorarlo hasta que se muera.
— ¡Es que lo odio! Encima trae a ese gato a la estancia ¡No puedo creer que se haya casado y esté enamorado de Laura!
— Calmate…
— ¿Es que no entendés que no soy la dueña de nada hasta que él no éste?— Gritó furiosa y pasados algunos segundos agregó con más calma:
— Perdoname, mi amor… Pero esta situación es insoportable.
Lo que acaba de percibir no me sorprendía en lo más mínimo. Camila siempre había sido una caprichosa desagradecida, que no quería su padre para ninguna otra cosa que no fuera para no tener que trabajar y ganar su propio dinero.
5
Pude escuchar dos conversaciones más ese mismo día. Una de ellas tuvo lugar un poco antes de cenar, en el cuarto de Oscar, fue entre Marta y él.
—Hay algo que me ha tenido preocupado—dijo mi patrón—ayer, recibí un anónimo en el que me amenazaron con contar lo nuestro, a menos que entregara una suma de dinero…
— ¿Cómo?— Exclamó su amante, sorprendida— ¿Quién lo sabe? ¡Yo nunca creí que pudiera llegar a pasar esto!
— No te preocupés, creo saber quién fue.
— ¿Quién?— Gritó ella, desaforadamente, haciendo que toda la casa la escuche.
— Bajá un poco la voz. La carta que dejaron en los cajones de mi escritorio, estaba llena de errores de ortografía y había sido escrita en una máquina de escribir. Estoy seguro, de que, quien la escribió, fue la misma persona que me robó, dado que, en un renglón decía: «si tu mujer se entera, tu matrimonio desaparecerá, como tu dinero». Y a la única que mencioné que me robaron fue a vos.
— ¡Qué horror!
— Por ello, sé que fue Camila. Además de los errores, está mal redactado y bastante infantilmente. No sé que les enseñan en el colegio, hoy en día.
« ¿Camila?» pensé yo.
— ¿Tenés la carta todavía? Con el anónimo podríamos iniciar una investigación, para saber quién es.
— No, la tiré. Igual, estoy casi seguro de que fue ella… Ya pocas cosas me sorprenden de mi hija, a veces, creo que ella espera que me muera para tener su parte de la herencia.
Yo conocía el romance que había entre Oscar y la jueza, el cual, llevaba mucho tiempo, existía, incluso antes, de que el millonario se casara con Laura. Tiempo atrás, Laura trabajaba para Oscar, era su secretaria, éste le tomó mucho cariño y para que ella no se quedara en la calle, cuando Oscar muriera, le propuso matrimonio. Pero, en el fondo, todos sabíamos que ninguno de los dos estaba enamorado mutuamente, la joven, le era infiel al hombre, yo misma la había sorprendido besándose con el capataz.
6
Mi hija, me dijo que un tío mío había llamado diciendo que me dirija urgentemente a su casita, no mencionó porqué, sin embargo, ella me dijo que su voz sonaba extraña y me preocupé…
Llegar a la casa del tío Jorge desde «Las Flores» demoraba, alrededor, de dos horas. Al llegar, me encontré con una gran sorpresa.
La voz del viejo le había resultado rara a Florencia cuando la llamaron, porque, efectivamente, no era mi tío Jorge quien llamó, él se encontraba perfectamente bien.
Algo me parecía rarísimo… Debía volver a «Las Flores». Llamé a la estancia para que un peón me buscara.
— Hola ¿Quién habla?—Dijo, de mala gana, Florencia. (A veces no logro imaginar de quién heredó esos malos modales y el ser tan engreída).
—Soy tu madre. La llamada resultó ser falsa.
— ¿De verdad?
— Sí ¿Qué andás haciendo? ¿Está todo tranquilo, allá?
— Sí, todos terminaron de comer hace como media hora… Yo estoy acá atrás, en la cocina, lavando platos.
—Por favor, decile a algún peón que esté desocupado, que me venga a buscar, lo antes posible.
Sospeché algo muy malo.
7
El último diálogo que escuché en el pasillo, fue entre Laura y Juan y se llevó a cabo en el comedor.
— Entonces ¿Está todo listo?—Preguntó él.
—Sí, el sicario vendrá a matarlo cuando todos estemos durmiendo, ya te dije treinta veces que no me gusta que esto sea tan rápido.
—Mi amor, cuando él muera vamos a poder vivir acá y ser felices ¡Te amo!
Despegué la oreja de la pared. Mi cara, seguramente, reflejaba un terrible miedo. « ¡Con que a eso se referían, esta mañana!»
Debía contárselo a Oscar lo antes posible… Fui a su cuarto por el vasto pasillo de «Las Flores»…
Camila era muy descuidada, a pesar de ser lo suficientemente fría para matar a su padre. Ella, al igual que mi hija, era desganada en todo lo que hacía, su ambición y apresuramiento, siempre la hubiera llevado a fallar. Pero, a diferencia de ellas, Laura era muy inteligente. Sí, era ambiciosa, pero era tan perspicaz como para cometer un crimen, ser la principal sospechosa de dicho homicidio y que no puedan culparla, por poseer una coartada perfecta…
Había pasado todas las puertas, excepto una… Yacía en el final del pasillo… Golpeé la puerta… Nada ocurría… Repetí esta acción varias veces y la no respuesta, también, se repitió varias veces.
Desesperada, abrí la puerta…
« Oscar se hallaba muerto sobre su cama. Tenía los párpados abiertos y la boca también…»
8
Aquella noche, no pude dormir. Al parecer, Oscar había sido envenenado al beber un vaso de limonada, que también poseía cianuro. El envenenamiento es algo que yo considero mucho más femenino que masculino. Estaba segura de que se trataba de una asesina, no de un asesino. La policía había asegurado que volvería al otro día, luego de una larga noche de interrogarnos a todos. Se había encontrado una mancha de limonada en el pasillo…
Había algo que no encajaba. Debía de haber existido un error… No podía entender… « ¿Por qué él?..» Esa noche de insomnio fue espantosa. Sentía que el pasillo quería contarme una terrible verdad…
Obviamente, Laura no durmió en su cuarto por miedo. Muy probablemente, no encontraría lo que buscaba, por más que me hallase en lo cierto…
Pero valía la pena intentarlo.
9
Me desperté, luego de vestirme, fui al comedor.
Ahí se encontraba la asesina.
El crimen había sido muy simple y tonto. La asesina no era muy inteligente y justamente, por eso, me costó entender algo, porque ella falló.
Me pregunté hasta dónde podía llegar el amor de un padre por su hijo…
No me veía, estaba apresurada. Yo le hice saber que estaba allí al decirle: «qué insensata fuiste»
— ¿Te preparás para escaparte —parlé—, Florencia?
Mi hija estaba arrodillada en el suelo, cerrando los bolsillos de su mochila y al verme dejó de hacerlo.
— ¿Qué..? — Replicó ella, parecía haber visto al mismísimo demonio.
— ¿Qué?—Me burlé despreciativamente—.No soy tan tonta, sé que, ayer a la mañana, además de comprar galletas, compraste cianuro –por eso demoraste tanto- y que, lo echaste en un vaso de limonada con la intención de matar a Laura, colocándolo en su mesa de luz.
Ella se quedó sin palabras, tartamudeó y luego logró decir:
—Pero.. ¿Qué boludeces estás diciendo..?
—Es simple—continué, tranquilamente —. Vos le robaste dinero a Oscar, ella te vio hacerlo y te dijo, que, en cuanto pudiera, se lo diría, por ello, te decidiste a sacarle más dinero mediante esos estúpidos anónimos y envenenar a Laura. Él creía que su hija era la ladrona y la de las cartas…— Me reí—. Es irónico porque Camila, fue la única que realmente creía en el amor entre su padre y su madrastra.
—Es mentira… Yo nunca quise matar a nadie…
— ¿Tenés el descaro de mentirme cuando yo misma te veo con la mochila entre las piernas? Debe haber sido ese pendejo de mierda, Carlos, tu novio, el que te convenció de todo ¿No? Igual, obviamente, vos tenés la culpa ¿Acaso, consideras que realmente se va a ir con vos? Te va a dejar en cuanto pueda y seguro pensó en sacarte el dinero.
— ¡Callate! ¡No hablés así de él! Me voy porque quiero y además… Nadie va a creer esas boludeces, van a pensar que estás loca ¡Yo no tengo nada que ver!
—No sólo me creerán, sino que, al comprobar las coartadas van a notar, que, cuando dejaste el vaso, todos charlaban en el living.
—Yo lavaba los platos.
—Eso—hice una pausa—es mentira. Y es muy fácil de comprobar que mentís, el supuesto llamado falso nunca existió, fue para que pudieras dejar el veneno en el dormitorio de Oscar con mayor facilidad, sin que yo me diera cuenta. Y nuestra charla telefónica arrojó las claves de todo. No te percataste de que la cocina se encuentra adelante y me dijiste exactamente «Yo estoy acá atrás, en la cocina, lavando platos». Efectivamente, estabas atrás entrando en el cuarto de Oscar y Laura Rodríguez.
Florencia se quedó mirándome paralizada.
—Y, sostenías con la mano izquierda el vaso, porque, con la otra el teléfono, por ello volcaste limonada un poco antes de llegar a la pieza. Luego, al apoyarlo en la mesa de luz de Laura, la manchaste. La policía halló la mancha del pasillo, la de la mesa de luz, seguramente, la secaste con algo que tenías a mano, tu suéter, por ejemplo.
Florencia estaba más impactada que antes, me miraba con terror.
—Desgraciadamente, Oscar bebió la limonada. Igual tu plan estuvo lleno de errores y ese… Fue el más grave. — Concluí.
Mi hija pareció recomponerse un poco.
—Igual.. ¡No me importa, voy a irme no vas a poder evitarlo!
—Lamento decirte que llamé a la policía, ya debe estar por llegar.
Se oyó el timbre y se hizo justicia, gracias al pasillo de «Las Flores».
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Espero ese desenlace 
Muy bueno 
