El soñador

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Gregsamsa
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El soñador

Mensaje por Gregsamsa »

Primera parte
El soñador
Manuel Maraya, sorbía su taza de café con leche en el “1924”, mientras escuchaba de fondo una orquesta, que ya pertenecía al pasado. Una mujer de pelo negro, ondulado, ojos casi esmeralda, casi transparentes, lo miraba desde un extremo. Ella tomaba su té de forma muy delicada, cualidad que también compartía su cuerpo, totalmente curvilíneo, el cual se enarbolaba con un rostro impactante. Éste se componía de una boca prometedora, de esas que dicen sin hablar, que seducen al decir el silencio y al callar los sonidos. Sus manos parecían suaves, como si hubieran sido esculpidas en el cielo, con nubes como materia prima. Su mirada más que expresar simbolizaba, era alegoría de lo perfecto. No, de lo que aspira a la perfección, porque lo perfecto no puede mejorar en cambio, lo que tiene aquél como utopia inalcanzable embelezará progresivamente.
Se podría decir que Manuel se fue acercando hacia la bella dama si pudiésemos situarnos desde su perspectiva, pero la verdad es que ella tomó la iniciativa. Él se limitó a admirarla. Frases vanas fueron intercambiadas. Por fin se sentaron en la misma mesa. Posturas propias del cortejo fueron observadas desde la barra. Ambos sonreían, se creyeron únicos en el mundo, en un mundo vacío, se sintieron acompañados por sus mutuas soledades. Horas más tarde yacían en la misma cama, la cama de él, luego de haber intercambiado suspiros, caricias y ansias de eternidad. Poco a poco se fueron quedando dormidos.
El reloj despertador anunció el comienzo de un nuevo día. M se dijo que había tenido el mejor sueño de toda su vida, y eso que el sí que soñaba. Desayunó frugalmente, tomó sus cosas y partió hacia la universidad. Manuel era catedrático de la Universidad de Buenos Aires. Impartía el curso de filosofía más concurrido de toda la facultad, al que acudían estudiantes y curiosos, con el sólo propósito de oír las interesantes clases del profesor Maraya. Fuera de las clases profesaba una metafísica pura, dudaba acérrimamente de que los demás existieran luego de que él alejara su mirada.
Al regresar a su hogar-lo definía como lo que creía suyo, casi su mismo ser- lo que priorizaba en sus deseos era poder descansar en el lugar de siempre, la cotidianeidad lo reconfortaba, el “1924”. Entró con un aire soberbio, calidad del que se sabe superior. Se encaramó a su mesa habitual que daba a la ventana y sin que hubiera sido necesario el mozo le sirvió su café con leche y sus tres medialunas, o una luna y media como le gustaba pensar a él. Cinco minutos después de comida la última medialuna, una sorpresiva entrada en escena casi lo hace atragantarse. Vio su sueño, mejor dicho, la mujer de su sueño, su último sueño para colmo. Trató de hacerse el disimulado, pero sus ojos actuaron rebeldes. La sola idea de que lo que vislumbró la noche anterior llegase a ser realidad lo estremecía. En el momento en que sus divagaciones comenzaban a llevarlo hacia un sitio sin retorno, se sintió presa de unos cazadores que nunca perdían: los ojos de la dama soñada. No pudo, no quiso, ni siquiera intentó evadir la mirada, se dejó llevar hacia lo que el presente le demandara. Como un remolino que arrastra consigo a todo lo que se cruza en su camino, la noche lo atrapó, vencido, extasiado, agotado y feliz, como feliz era también la mujer que a su lado se hallaba.
Esa noche nuevas imágenes inundaron la duermevela. Contemplaba como en un cine, cámara en primera persona, la acción, el despertar con su amante, una nueva clase filosófica, el reencuentro con su nueva compañera y por último, el final del día donde se soñaba durmiendo. Las acciones contrarias lo hacían emerger, se despertaba en el instante exacto en el cual se dormía en el sueño.
Por un lapso de unos meses se sintió un protagonista de una película de ciencia ficción. Estaba viviendo dos veces. De noche veía su próxima estadía diurna hasta el momento del retorno al mundo idílico. Por su corazón cruzaba una añoranza-según Unamuno es el recuerdo futuro- al sobrevivir luego de despertar. Una fatiga lo inundaba, producida por su duplicada vida. Lo peor fue el abandono. Que una mujer lo deje a uno no es un acontecimiento muy extraño. Ni tampoco tan terrible. A base de dolor crecemos, si aceptamos al amor como el mejor de los sentimientos, no podríamos aniquilar el dolor generado por aquél. Mas lo que le ocurrió a M. fue que fue rechazado dos veces por la misma mujer en el mismo día. Aun más, lo terrible fue que hiciera lo que hiciese no pudo escapar de la realidad. Sus sueños no eran a modo de profecías, era la realidad. Ese fatídico día, lo sufrió con la gravedad propia del suceso esperado y a la vez temido.
La locura pareció crecer en su ser. Se decía a sí mismo que era un hombre de ciencia, un buscador de la sabiduría que era verdaderamente perturbador que le sucediese justo a él. En la semana en la cuál hubo decidido cometer suicidio, su “don” lo liberó. Durante un largo período se vio desprovisto de todo sueño, ni siquiera de los más pueriles. Muchas veces un problema nos aqueja, nos domina, pero muchas otras la ausencia del mismo nos empeora. De este modo la depresión que tenía su raíz en la carencia de sueños-ni siquiera tenía pesadillas-lo carcomía día a día.
Hasta que el día tan esperado llegó. Soñó. Por fin soñó. Fue un sueño de lo más extraño. Vio oscuridad, luego una luz incandescente, encandiladora. Lloraba, él lloraba. Su madre, sabía que era su madre, en los sueños no sabemos los porqués, nada más sabemos.
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Medianoche
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Mensaje por Medianoche »

Éste se componía de una boca prometedora, de esas que dicen sin hablar, que seducen al decir el silencio y al callar los sonidos.
Me ha gustado. Creo que necesita un repaso, sobre todo poque hay algunas frases que me chirrían un poco, pero en general creo que está bien escrito y bien llevado. Quitaría el inciso de Unamuno, pues pienso que no queda bien y da la sensación de "querer hacerte el entendido" (que no digo que sea el caso, no me malinterpretes :60: ).

La frase que te he citado me ha gustado de sobremanera. Y el final, si creo que es el que es:
sueña su propia muerte
,
es estremecedor e impactante.

En definitiva, me ha gustado tu relato.

:wink:
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Gregsamsa
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Re: ...

Mensaje por Gregsamsa »

Medianoche escribió:
Éste se componía de una boca prometedora, de esas que dicen sin hablar, que seducen al decir el silencio y al callar los sonidos.
Me ha gustado. Creo que necesita un repaso, sobre todo poque hay algunas frases que me chirrían un poco, pero en general creo que está bien escrito y bien llevado. Quitaría el inciso de Unamuno, pues pienso que no queda bien y da la sensación de "querer hacerte el entendido" (que no digo que sea el caso, no me malinterpretes :60: ).

La frase que te he citado me ha gustado de sobremanera. Y el final, si creo que es el que es:
sueña su propia muerte
,
es estremecedor e impactante.

En definitiva, me ha gustado tu relato.

:wink:
Gracias por comentar y leerme. Lo se ahora creo que tengo tiempo de modificarlo, y lamento ser tan predecible pero no tanto. Espero que te guste lo que falta. Un saludo.
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Medianoche
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Re: El soñador

Mensaje por Medianoche »

Gracias por comentar y leerme. Lo se ahora creo que tengo tiempo de modificarlo, y lamento ser tan predecible pero no tanto. Espero que te guste lo que falta. Un saludo.
A la espera me quedo :wink:
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Conphoos
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Re: El soñador

Mensaje por Conphoos »

Hey, Gregor, a mi también me ha gustado!

Espero la siguiente parte!
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