La hora del planeta (relato)

[Rolimer]

Antes que nada quiero decir que este escrito no refleja mi postura respecto al tema del cuidado del medioambiente. Es solo una vision exagerada que se me ocurrió una mañana cuando no queria salir de la cama. Espero les guste.



<< ¡La Hora del Planeta está cerca! >> anunciaban por los medios las grandes y benévolas organizaciones ambientalistas.
<< ¡Únanse a la causa común, ayudemos todos a salvar a la Tierra! >> clamaban, captando la atención de las masas.
<< ¡Este mismo día, cuando lleguen las 12 en punto, hora local su país, no olvide poner de su parte para esta gran obra que nos corresponde a todos! >>
Contribuir a la Hora del Planeta era algo rápido, gratis, y para algunos, hasta divertido si se lo grababa. Mucha gente si filmaba a si misma mientras ayudaba al medioambiente durante esa dichosa hora, y los videos terminaban en Internet, donde todos verían la generosa contribución. Cuando la Hora del Planeta llegaba a su fin, no solo se ayudaba a la Tierra del modo pactado, sino que a demás se producía una enorme cantidad de abono para alimentar a los bosques.
<< ¡Únanse, únanse! Salvemos a este mundo que tanto nos ha dado, antes de que sea demasiado tarde. >>
El orador de la campaña era nuevo cada año, obviamente, y era el primero en poner de su parte por la naturaleza. Solo lo hacia una vez, y el resto lo seguía.
A mi particularmente no me interesaba el tema, pueden llamarme egoísta, depredador inmoral o consumidor ignorante. Enójense o sientan lastima por mí, no me importa, yo siempre quise solamente hacer mi vida, en lo posible lejos de todos esos ecologistas radicales. Era una verdadera lástima que Marcos, mi amigo de la infancia, se hubiera terminado metiendo con ellos.
Al finalizar la Hora del año pasado llegó corriendo a mi casa para decirme que había escuchado “el grito de auxilio de la Tierra” y que daría todo de sí para llegar honrosamente a la siguiente gran hora.
Yo no quería saber nada de eso entonces, y aun no pensaba cambiar mi postura.
Intentaba no pensar en el tema mientras cambiaba los canales de la tele desde mi sofá, buscando algo donde Sigmund Weyd (el orador y personaje simbólico de la campaña de este año) no apareciera dando discursos de esperanza y redención.
Alguien golpeó mi puerta.
- ¿Quién es? – pregunté sin levantarme del sofá, ya sabía quién era.
- Andrew, abre la puerta, ¡ya casi es hora! – exclamó Marcos y volvió a golpear.
- Marcos – le dije, y suspiré – si vas a hacer eso de la Hora, que sea en otra parte.
- ¡Pero te necesito para esto! – reclamó.
- grábate a ti mismo si lo que quieres es atención. En Internet seguro un montón de gente te reconocerá como un héroe, y todo eso.
- No lo entiendes, abre la puerta. Por favor – me suplicó.
Fastidiado, me pasé la mano por la cara en un intento de cambiar mi gesto. Me levanté a abrirle.
- Marcos no lo hagas – fue lo primero que le dije cuando vi su cara, cargada de emoción – es una tontería.
- No es una tontería – me contestó el con paciencia, entrando a la casa – cada año que se lleva a cabo la Gran Hora millones de animales se salvan, incontables toneladas de basura no se producen, y hectáreas de bosques quedan intactas en lugar de ser taladas ¡y mucho más!
- Aham…
- Sinceramente, no te entiendo Andrew. Ni a ti ni a los que son como tú. Es tan hermoso formar parte de esto. Estar tan cerca de la conciencia comunal de preservación, conectado con otras personas con el mismo sentimiento de esperanza. Llena por dentro ¿sabes? Y tú ¿no te sientes vacio?
- Cuando me siento vacio como algo y problema resuelto.
Lanzó una risotada.
- Ahí está el problema amigo. Tu vacio hace que consumas sin parar, que consumas nuestro mundo. Eso es lo que TODOS hacemos. Nos lo comemos. Pero descuida, a la gente de mi grupo de les ocurrió una grandiosa solución.
- ¿Qué? – me atreví a preguntar.
- Ayudar a que la gente como tú a que contribuyan con la Hora del Planeta.
- Me tomas el pelo.
- Ah, por supuesto que no, vamos, ya casi es el momento – dijo mirando a la televisión, donde Sigmund hablaba ante un gran escenario, y sobre él un contador digital se acercaba a cero.
- No voy a hacer eso, no quiero tener nada que ver con esa estúpida hora – le contesté cortante.
Marcos sonrió, y se lanzó hacia mí. Pude escapar a su agarre, y corrí por el pasillo. Persiguiéndome, no dejaba de reírse.
- ¡Que infantil eres! – Me decía – es como cuando éramos niños y te perseguía porque te robabas mis caramelos.
Entré en la cocina e interpuse la mesa entre nosotros.
- No te me acerques, fanático – le dije entre dientes.
- Piénsalo bien Andrew, solamente tu ayuda en este momento salvara docenas de arboles y animales, sin hablar de la contaminación.
- ¡Que se jodan tus plantas y bichos! – le grité.
- No seas caprichoso.
Corrí de vuelta por el pasillo hasta salir al patio.
- ¡Vamos amigo, ya estamos sobre la hora! – exclamó siguiéndome los talones.
Me alcanzó y tuve que forcejear con él, tratando de quitármelo de encima.
- ¿Te eliges a ti mismo por encima del mundo? – me preguntó con seriedad, sin soltarme.
¿Qué era el mundo si no podía vivir de él? Quería disfrutarlo, consumirlo. Era cierto que el sistema me había vuelto un consumidor, pero aun así…
- ¡Prefiero ser un consumidor, y no un sectario de la ecología! – le grité antes de darle un cabezazo. Eso hizo que me soltara. Quedó aturdido el tiempo suficiente como para que yo pudiera entrar de nuevo a la casa. Le cerré la puerta en la cara y puse llave.
Entonces escuché el anuncio final en la tele. La Hora había llegado.
- ¡Marcos! – por la ventanilla de la puerta, lo miré caminar hacia el centro del patio y caer de rodillas. Acarició el césped como si fuera el cabello de una amante. Acto seguido miró al cielo, y con la navaja que había sacado de su bolcillo se rajó la garganta.

Otra Hora del Planeta había pasado. Las contribuciones estaban hechas y decenas de miles de cuerpos eran recolectados por toda la ciudad para ser llevados a los bosques más cercanos, donde serian abandonados para convertirse en abono humano. Tal y como ellos querían.
El lugar de encuentro donde se había realizado la cuenta atrás era ahora un campo alfombrado de cadáveres, y el propio Sigmund yacía sobre el escenario con el cuello abierto por su propia mano.
Ahora había menos gente que comiera animales, menos gente que usara combustibles fósiles y produjera basura… menos consumidores. Menos gente para más planeta.
En los siguientes días los organizadores de la campaña y del movimiento anunciaban orgullosos el alto número de héroes que habían dado todo por su mundo. Ansiosos, anunciaron que más gente ya se estaba sumando a la iniciativa, y que para el año próximo aspiraban llegar al millón.

Cuanta gente necesita creer en algo… En un mundo en el que la fe parece haber fallado, buscamos desesperados llenar nuestro vacio con lo que sea que nos convenza un poco. Algo con una buena causa para nosotros, que justifique nuestras existencias.
Muchas veces el vacio es demasiado grande, y todo lo que queda es ese último acto para que, por lo menos, otros vean que nuestras vidas tuvieron algún sentido.

[Shimoda]

Buena idea, el final inesperado y muy bueno. Revisaría los tiempos verbales y la ortografía.
Cariños

[Rolimer]

Gracias, voy a tener mas cuidado con los errores ^^

Espero que alguien mas quiera comentar.

[Topito]

El final sorpresivo me gusta. Estaba deseando saber que hacían. Te comento también lo de Shimoda, repasa porque hay algunos fallitos, de estos que si lo lees de nuevo después de dejarlo reposar los ves.

Imaginé que eras del otro largo del charco por alguna expresión, pero me parece que has utilizado un lengua muy neutro, que esta bien. Aunque yo soy de los que me gustan ver en los personajes chascarrillos propios de su patria, jijiji.

La historia perfecta, sin contar el final, ni dejarlo ver. Asì nos sorprendes que es lo buscado. Buen trabbajo. Ahora a repasar el texto para limar esos fallitos.

[lucia]

Yo me preguntaba que a qué venía la mención a más abono de la primera parte, pero al final todo cuadra. Y cierto, final sorprendente.

[Rolimer]

Muchas gracias por los comentarios.

Si, Topito, soy de Argentina. Si usé algo de jerga no me di cuenta, siempre trato de escribir de la manera mas neutral posible para evitar confusiones y entenderme con todo el mundo.

[alejobañol]

Me gustó mucho el cuento y el manejo de la tensión narrativa esta muy bien construido. También, se destaca la construcción de los personajes puesto que en sus diálogos siemrpe se mantienen sus rasgos distintivos.

Críticas: Aparte de algunos microerrores ortográficos, yo recomendaría quitar el último párrafo (el que cumple de función de moraleja), puesto que le quita fuerza al final que tan bien realizaste.

Espero leer más de ti, colega.

[Yengreg]

¡Muy bueno la verdad! ¿Y el final? ¡Ni se diga! Te quedó de maravilla. Claro, unos cuantos errores menores aquí y allá pero aparte de eso disfruté mucho leyendo tú relato.
Estaba un poco confundido al principio pero a la final todo cuadró. Se nota bastante tú narrativa neutra y pienso que te quedó muy bien. Yo soy de Venezuela y también trato de usar un lenguaje neutro para no confundir al que lo lea pero a veces es inevitable usar alguna que otra expresión propia

Saludos.

[Rolimer]

Muchas gracias por los comentarios.

[Shimoda]

También soy argentina
Cariños y