Recomendaciones para un viajero de entremundos

[Desierto]

El día de los difuntos sigue siendo una de esas fechas extrañas que estremecen el mundo de la memoria. Quizá sea cierto que los fantasmas campan a sus anchas en ese reino fronterizo cuyos límites se vuelven traslúcidos y traicioneros en esa hora imprecisa, en esa hora del alma inquieta. No está mal, para estimular los sueños, digo, pero uno debe tener siempre a mano dos herramientas fundamentales para no perderse entre la bruma, dos instrumentos que todo infatigable viajero de entremundos debería llevar consigo en todo momento: una cuerda y una brújula.

[nosequé]

En casa mi abuela la noche de los difuntos (anoche), ponía un plato con aceite y dentro palomillas, unas velitas con un redondel de corcho y una chapita, una por cada fallecido ese año.
Las ponía en un extremo del plato y al encenderlas unas se movían y otras no, durante el tiempo que estaban encendidas, mi abuela rezaba.
Unas se movían y llegaban al otro extremo y otras se que quedaban quietas.
Ella decía que las unas (almas), había pasado al otro lado (cielo o infierno), las otras seguían penando si poder pasar.
Mi madre también lo hacía.
El viaje en vida es ya muy complicado para casi todos los mortales. El de muerte será más.
Gracias Desierto por haberme recordado algo que hacían dos personas muy queridas y que espero hayan llegado a su destino.

[Nínive]

Añadiría una navaja o algo cortante, para liberarnos del lastre que a veces nos impide volver. Gracias, Desierto.

[lucia]

Como comienzo de un libro de misterio o fantasía sería bien potente. Como reflexión sobre esta noche, debo tener una visión más celta y alegre

Y la brújula, indispensable tanto para viajeros de entremundo como normales.