El Reencuentro-Mauro y Teresa (Fan fic HOT de Acacias 38)

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El Reencuentro-Mauro y Teresa (Fan fic HOT de Acacias 38)

Mensaje por Escritoradesueños »

Advierto, por el contenido altamente sexual, esto no puede ser leído por menores de 18 años. Quien lo haga se atenga a su responsabilidad.
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El reencuentro de Mauro y Teresa (Un relato erótico y muy hot, fan fic de los protagonistas de Acacias 38 )

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Dentro de aquella habitación, Mauro despojó a Teresa del libro y la limosnera que llevaba entre sus manos y las lanzó contra la gran cama de sábanas blancas e impolutas.
Sus ojos azules y felinos atravesaron las pupilas mojadas de Teresa. No podía reprocharle nada, solo besarle y pedirle perdón, por no haberle dicho antes cuanto lo amaba. Una sonrisa de felicidad se dibujó en el afilado y varonil rostro de Mauro.
−La vida nos ha dado una segunda oportunidad. ¡Gocemos de una maldita vez!
Con estas palabras despertó la ansiedad de Teresa por sentirlo. ¡Dios, cuanto lo adoraba! Estaba vivo, vivo, muy vivo…ante ella, con ella.
Besó sus labios con ansias locas. Una vez más, el travieso de Mauro introdujo su lengua entre los labios de ella, que se dejó llevar por sus pulsiones más íntimas y secretas. Notaba las caricias húmedas en el cielo de su boca, la estaba derritiendo solo con esto. ¡No iba a aguantar! Él tampoco.
Mauro la estaba abrazando con avidez, tanta, que Teresa pudo notar su miembro erecto contra su vientre. Mauro estaba deseoso y ardiente. Ella sabía que tenía el poder de volver a su amor loco de pasión y de pura lujuria.
Mauro se arrancó la camisa y la dejó caer contra él suelo. La miró por unos segundos a los ojos, aquellos ojos grandes y oscuros, como dos pozos, su perdición. Aquellos labios que le hacían perder el sentido. Cuanto había esperado…la deseaba, estaba muy excitado, no podía aguantar más. No quería asustarla, pero ella le iba a hacer cometer un arrebato.
Mauro desabrochó con prisa la blusa de Teresa. Ella no pudo evitar reír.
−No seas mala, cariño, sabes que me muero por hacerte el amor aquí mismo.
Teresa se ruborizó y Mauro se lanzó a su cuello, dejando sensuales rastros con su labio inferior húmedo y cálido. Teresa se aferraba con los brazos entrelazados a la nuca de él, que, al quitarle la blusa, se distanció del cuello de ella y contempló enfebrecido y con la lascivia marcando sus facciones, aquel corsé erótico, negro, con encajes.
−Ahora sí que voy a morir.
−Dios no lo quiera -expresó la asustada y feliz Teresa que llevó la cara de Mauro contra la parte de sus pechos que sobresalían del corsé, a la vez que lanzaba un suspiro, mirando hacia arriba.
Mauro besaba sus pechos, aflojando el corsé y bajándolo lentamente, hasta encontrarse con los redondos senos desnudos de Teresa, ante su rostro. Mauro acarició el contorno de aquellos pechos y los estrujó suavemente entre sus manos, haciendo que Teresa gimiese, sin poderse contener. Mauro la miró con picardía, desde allí. Subió para entrelazar sus labios con los de Teresa, que aún no podía creer tal dicha. Mauro colocó una mano sobre uno de los senos de Teresa, acariciándolo con dulzura. Teresa introducía sus dedos abiertos entre los cabellos de Mauro, sabía que esto lo excitaba demasiado. Mauro comenzó a respirar anhelosamente. Pícaro tiró con suavidad del pezón de Teresa y se separó de ella para observar su reacción. Vio como el placer teñía esa carita bella, y a la vez la piel de la muchacha se puso roja como un tomate recién cosechado. Temblaba, la estaba haciendo temblar.
Mauro introdujo raudo su cabeza entre los cabellos de Teresa y musitó en su oído:
−Muchachita, está usted demasiado colorada, creo que la llego a intimidar. −La tomó por las caderas y la unió contra él− Ríndete cariño − Le susurró con la voz enronquecida por el disfrute.
Teresa, osada, se separó por un instante de él y después lo volvió a unir contra ella agarrando la cintura del pantalón de Mauro y tirando con suavidad hacia arriba, atrayéndolo contra ella. Mauro impresionado sintió que su falo erecto bailó dentro del pantalón, pudo sentir humedad en la puntita del mismo y las piernas de pronto se le convirtieron en dos flanes temblorosos. Gimió, y ella rio. Lo había derrotado.
Se abrazó a la cintura de Teresa, enardecido y le susurró al oído con voz entrecortada y totalmente ronca;
−Me vuelves loco cariño. No puedo más. Estoy…estoy muy cachondo.
−Calla. − Se espantó Teresa, tapándole la boca- No…no seas vulgar
−Soy así, vulgar, un bandolero embozado, un orate. He perdido el oremus por ti, te quiero comer. —Le dijo mientras la miraba a los ojos y clavaba sus dientes en su propio labio inferior, con tal fuerza que se provocó algo de sangre− No puedo más Teresa− negó con el rostro, para que tuviese compasión.
Ella desabrochó con timidez el pantalón de él y no esperaba encontrarse con parte del sexo de él fuera de sus calzones, rozándole casi el ombligo. Teresa se llevó las manos contra la boca. Lo habían hecho muchas veces, pero jamás había visto su…
Mauro bajó sus calzones por completo, sintiéndose liberado.
Teresa sintió que el corazón iba a salírsele por la garganta.
Mauro la tomó entre sus brazos desnudos, sin más dilación. Teresa temblaba de pies a cabeza. Él la besaba como jamás lo había hecho. Sus caricias cada vez eran más intensas y tórridas. Subió su falda, acariciándole los muslos.
Teresa sentía que la calidez, la humedad y unos leves cosquilleos embargaban su sexo. Aquello era escandaloso. Él no aguantaba, la iba a poseer de un momento a otro.
Mauro la guio hacia la cama. Teresa tenía el corsé bajado, el pelo revuelto y la falda y medias aún puestas.
Mauro, completamente desnudo, puso un almohadón bajo el trasero de Teresa.
−¿Qué vas a hacer? −Le preguntó la ansiosa Teresa.
−Shshshsh
Aquel sonido fue tan viril y erótico saliendo de sus labios. Mauro se puso de rodillas entre las piernas de Teresa.
−¿Te gusto así desnudo, amor?
Teresa rio.
−Me encantas todo tú -estiró sus manos hacia él, con los ojos llenos de lágrimas- Eres muy apuesto. Mi amor, vida mía.
−No, no me llores más. Te voy a hacer gozar como nunca lo has hecho en tu vida. −La voz enronquecida de Mauro lo delataba.
Este tomó una de las piernas de Teresa y la colocó sobre uno de sus hombros, luego tomó la otra e hizo lo mismo. Al mismo tiempo, falda y enaguas se escurrieron todas, chocando contra el corsé.
Mauro sonrió satisfecho. Muy caliente y encendido acarició las nalgas de Teresa, que jadeaba, mirándolo desde allí, como en sus visiones. Una lágrima corrió por su sien a la vez que una de las caricias de Mauro la hizo fruncir el ceño y los labios y lanzar un gemido de puro placer.
Mauro subía las medias de Teresa hasta sus tobillos, acarició sus muslos, a la vez que besaba sus piernas. La calentura crecía tanto, que acarició el sexo de Teresa sobre su ropa interior, con mimo y ternura. Teresa sintió que se derretía entre los dedos de Mauro, él sabía dónde tocar. Se retorció de puro placer, jadeando sin poder detenerse. Mauro notó húmedas las braguitas y tuvo que contenerse para no penetrarla como un salvaje.
El corazón de Teresa era un caballo loco. Mauro metió una de sus manos por debajo de sus braguitas, acariciando el vello púbico de ella, que se aferró a la almohada, sudorosa y acalorada.
−Mauro, Mauro −suplicaba torturada por el placer− Mauro hazme el amor, por favor…hazme tuya.
Mauro fue más allá, separando los pliegues húmedos del sexo de Teresa y deslizando sus dedos allí dentro. Teresa lanzó un gemido en exaltada fruición. Mauro la veía retozar enloquecida por el gustito que estaba sintiendo. Tan caliente, tan húmedo como aquel sexo apetitoso.
Bajó sus dedos y la penetró con ellos.
− ¡Mauro! −Gritó Teresa, queriendo tocarlo, pero no podía, aquello aún la excitaba más. Sus pezones se pusieron erectos, a cada segundo más tiesos y abultados. Sus pechos subían y bajaban, con la acelerada respiración.
−Estás preparada para recibirme −Por último, Mauro acarició el botón de placer que se escondía entre las piernas de su amada y esta se mordió el labio, suspirando y gimiendo de la exquisita fruición que sentía.
Mauro hizo a un lado las húmedas braguitas y la penetró. No le costó nada hacerlo, ella lo esperaba mojada, su sexo hinchado por el goce y en aquella postura le resultó más fácil.
Mauro se deleitaba besando las piernas de Teresa, mirándola de reojo y remetiendo contra ella. La cama se movía y los muelles sonaban al unísono con sus jadeos.
Teresa lo veía hacer y deseaba con fuerza que él bajase y besara sus labios, poderlo abrazar, tocar, arañarlo por aquel infernal y placentero calor en el que la tenía envuelta. Una especie de corriente eléctrica comenzó a recorrer su columna vertebral.
Mauro dejó reposar una de las piernas de Teresa sobre la cama y se abrazó a la otra, separándolas al máximo, mientras la embestía, apasionado, como un tigre de ojos imantados, oscurecidos por la lujuria y el placer más sublimes.
−Ohh, oooh, Dioos −dejó escapar Mauro, sintiendo que se iba, que no podía más.
Se dejó caer, perlado de sudor, contra Teresa, que se aferró a él con ganas. Mauro miró sus ojos, sonriendo y la embistió, viendo como tenía el poder de teñir sus mejillas violentamente, de aquel color rojizo. Siguió embistiéndola como un potro loco. La fricción de una piel contra la otra hacía saltar chispas entre los dos.
−Oh, Mauro, Mauro…oh…aahhh −Teresa gritó, empezando a sentir un cosquilleo extraño que se iba apoderando de su cuerpo entero. Tiró del pelo de Mauro y los labios le temblaron, mientras él seguía embistiendo con esa cara de pervertido entrañable.
Teresa no pudo evitar llegar al orgasmo más intenso, emitiendo un gemido profundo y clavando sus uñas en la nuca de Mauro. Se retorcía como una serpiente, sin dejar de gemir enloquecida. Mauro la sintió totalmente mojada, como nunca. No paró, siguió, tomando ahora él los cabellos de ella entre sus manos y tirando hacia atrás de ellos.
−Quiero besarte −suplicó ella, trémula.
Mauro acercó sus labios, llenitos de deseo, a los de Teresa, pero cuando iba a posarlos en los de ella, tiró de los cabellos de Teresa y se separó, haciendo que ella gritara, volviéndola a excitar nuevamente, ella estaba ahí debajo, anhelando su boca y no pudiéndola rozar siquiera. Él se balanceaba sobre ella, cada vez más cadencioso, Mauro comenzó a gemir como nunca lo había hecho. Sus músculos se engarrotaron uno a uno, tensándose como la cuerda de un violín. Teresa sonrió y lo hizo mirarla a los ojos mientras llegaba al orgasmo y se sacudía. Los labios de Mauro se entreabrieron y sus cejas temblaban sin control. Teresa lo pilló en esa guardia baja para acercar aún más sus ojos a los de él. Los ojos de Mauro se llenaron de agua, no le importaría morir en aquel instante.
Teresa besó sus labios con mucho amor, fundió su aliento con el de él. Ella fue la que esta vez exploró con su lengua el interior de la boca de su amado.
Le sabía a ron y menta, una mezcla muy sensual, que la hacía querer más de él.
−Sigue Mauro.
− ¿Todavía tienes calentura, mi amor?
−Mauro, no seas desvergonzado.
−Dilo y te daré contentura.
−Quiero más…me gusta como…
− ¿Te gusta cómo te lo hago yo?
−Nadie más me ha tocado jamás Mauro.
Este la miró feliz y extrañado a la vez, pero no preguntó más. Simplemente dejó un reguero de besos por su escote, mordisqueó con delicadeza sus enhiestos pezones, besó su ombligo e iba más abajo.
− ¡No Mauro, que haces!
−Déjame hacer cariño, te voy a comer entera. Te voy a llevar al cielo, amor. Vas a alucinar de verdad…ahora sí vas a alucinar.
Teresa lo miró con los ojos como platos y después vio como metía su rostro entre las piernas de ella, retirando sus braguitas.
− ¡No Mauro, que vergüenza Dios mío! Sube, no me mires ahí, no…Sube Mauro… ¡Mauro!
−Querida mía, no voy a ser yo tan mal amante como para dejarte con calentura.
Teresa inspiró muy nerviosa y se agarró a las sábanas, con los dedos muy abiertos, mientras Mauro metía la cabeza entre sus piernas y Teresa sintió como besaba su pubis.
Mauro examinó el sexo de Teresa de cerca, mojado por el placer. Abrió sus pliegues sin detenerse y allí adentró su boca, comenzando a besar y succionar las partes más delicadas e íntimas de su ser.
Teresa se aferraba a las sábanas, temblorosa y sudorosa. El placer era extremo, exquisito. Ver la cabeza de su amado, metida en su sexo, era algo que la enloquecía. Su entrepierna volvió a arder, notaba la humedad creciente, entre la lengua de Mauro, que recorría su interior y su mismo cuerpo.
La lengua de él parecía saborear la parte más escondida de su cuerpo. Ella gemía sin cesar, sujetándose a las sábanas, brincando de placer de vez en cuando. Mauro la tenía que aplacar, tomándola con fuerza por las caderas.
−No puedo más Mauro, voy a explotar…¿Qué me estás haciendo? Esto es un horrible pecado.
−Exquisito pecado, mira como gimes Teresa…como una gata en celo.
−Eres un pervertido. Oh oh oh, ahí, ahí nooo, que….ahhhh
Mauro se detuvo en su clítoris, torturándolo a placer. Teresa se puso tensa como una vara y después tuvo un orgasmo en la boca de él, que no cesaba, implacable. Teresa, gritando envuelta en el goce sexual más pleno, volvió a tener otro orgasmo.
Teresa se convulsionaba, explotando una y otra vez, tocando el cielo con las manos, jadeando y sin parar de balbucear el nombre de Mauro, con la voz enronquecida por el máximo placer que él le estaba otorgando.
Él, sin reparo alguno, besaba el sexo abierto y mojado de ella, como si fuese el más rico manjar, podía sentir en su boca los violentos espasmos que la acometían, una y otra vez. La estaba llevando al éxtasis. Alzó la cabeza para mirarla y la vio sonriendo, con los ojos cerrados, revolviéndose como una gata en celo, en su faz reflejado un placer y un gusto que provocó que la erección volviese a él con más fuerza que la primera vez.
Mientras ella explotaba una y otra vez, el volvió a penetrarla y sintió que su pene era acogido entre espasmos de placer, lo que lo hizo venirse antes de lo que pensó.
Los dos acabaron exhaustos y sudorosos, tumbados en la cama, mirándose con una sonrisa y con amor.
−Sinvergüenza -le dijo Teresa, dándole una pequeña bofetada a Mauro. Este tomó su mano y la besó con gran amor.
−Te quiero, toda tú…eres una preciosidad, exquisita. -la miró de nuevo a los ojos- Mi dama, mis ganas de vivir y seguir luchando.
Los ojos de Teresa se anegaron de lágrimas.
−No me hagas esto, ¿No ves que soy una sensible sin remedio?
−Oh, muy sensible…- rozó con su dedo un brazo de Teresa- Y muy suave.
Teresa sintió que la piel se le ponía de gallina.
Teresa reposando sobre la cama, acariciaba el rostro de Mauro, sin dejar de mirarlo a los ojos, enamorada. Él la miraba con tanto amor…tanto, que esa mirada le atravesaba el corazón, era difícil sostener el contacto visual, la removía completamente.
−No eres un sueño, no eres mi más perfecta alucinación. Eres tú.
Teresa suspiró y Mauro sintió el suspiro chocar contra su boca.
Teresa se deshizo del incómodo corsé, tirándolo al suelo, al lado del pantalón de Mauro y se puso la blusita, pues tenía algo de frio, se acurrucó junto a Mauro, colocándose sobre su pecho. Mauro la abrazó y comenzó a acariciar sus cabellos, a la vez que besaba su cabeza.


(No le he pasado apenas corrección, espero me lo perdonéis y a cambio disfrutéis con el relato) :wink: :wink: :wink:
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lucia
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Re: El Reencuentro-Mauro y Teresa (Fan fic HOT de Acacias 38

Mensaje por lucia »

Hacia la mitad caes un poco en las frases hechas y la repetición (como ese fruición), pero por lo demás se sigue bien y supongo que lo estereotípico de los personajes viene de la serie :cunao:
Nuestra editorial: www.osapolar.es

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Escritoradesueños
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Re: El Reencuentro-Mauro y Teresa (Fan fic HOT de Acacias 38

Mensaje por Escritoradesueños »

lucia escribió:Hacia la mitad caes un poco en las frases hechas y la repetición (como ese fruición), pero por lo demás se sigue bien y supongo que lo estereotípico de los personajes viene de la serie :cunao:
Si Lucía, no podía poner a la mujer más experimentada o llevando la batuta, ya me hubiera gustado (por ejemplo).
He escrito según los personajes se comportan, me ha llevado a pensar en un tipo de intimidad así (y una vez que ya hay confianza, porque la primera vez nanai de sexo oral o cosas así). Que hasta vergüenza me dió escribirlo, porque yo soy pudorosa, pero animada me lancé al toro, jejejeje. Y como no, comparto con mis queridos abretelibrenses. xDD :hipnotizado: :hipnotizado:
A ver si me suelto en este género y aunque sea fuera de fan fics logro crear escenas apasionadas mejores, que es dificil hacer algo realmente erótico y excitante sin tocar lo vulgar.
Besos y muchas gracias por leer y comentar. :60: :60:
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