Un sobre malva (Microrrelato)
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Un sobre malva (Microrrelato)
UN SOBRE MALVA
Yo estaba en la hamaca paraguaya, aletargada por la canícula, cuando Virgilio entró con un sobre malva apretado entre sus dientes agudos. Virgilio es el gato que vive en mi casa. No digo que sea MI gato, porque en verdad, no podemos poseer a otras personas. Se lo puede reconocer muy claramente porque le falta la mitad de la oreja izquierda, que abandonó en uno de sus frecuentes escarceos nocturnos. Seguramente el responsable fue otro felino de los techos y sucedería a raíz de algún affaire, que sospecho triangular (o poligonal, dada la naturaleza amorosa de estos bichitos). La carta que portaba estaba dirigida a mí; era de Terencio que me decía adiós, no sin antes explicarme su radical cambio de gustos y apetencias, el cual había hecho que nuestro amor fuera una cárcel, y aseguraba que dejarme era su única posibilidad de supervivencia: el muy voluble estaba enamorado de un vecino policía.
Leída que fue la maldita misiva, corrí a sentarme bajo el jazmín magno, que vive en mi patio trasero; apoyé la espalda y lloré con sollozos incontenidos (siempre uso el jazmín magno cuando estoy triste). En ese momento llegó mi esposo Félix; por supuesto, al oír la barahúnda siguió el rastro sonoro de los lamentos y me encontró. Solícito, me preguntó por qué lloraba. Yo paré el plañido en el acto y le expliqué entre hipos, que tenía un amante y que acababa de abandonarme por otro hombre, al cual, para colmo, no podía odiar porque era encantador. Mis palabras lo azoraron; me miró con severidad y me reprochó que le mintiera tan descaradamente. Yo advertí que lo había ofendido y lo abracé con ternura. Le pedí perdón y le aseguré que el llanto se debía a que se me había quemado la jalea de pétalos de alelí que estaba preparando para el asilo. Entonces él se relajó, respondió a mi abrazo y mano va, mano viene, hicimos el amor durante las horas siguientes. Es que nuestra relación es muy sólida porque la centramos en el cariño, la libido y el compartir el jazmín.
Cuando me desamoré del todo de Terencio, él volvió a mí con renacida pasión. ¡Qué cosa! Venía al pie de mi ventana, a la medianoche en punto, envuelto en un poncho azul que lo protegía del relente, y cantaba de pie, guitarra en mano, con esa expresión demudada de ternero guacho*. La primera vez me dio susto por Félix, que se despertó con el ruidaje; pero viendo que el canto le servía de afrodisíaco, di gracias mentalmente al cantor y aproveché las delicias de la novedad. Fue además, la época más fecunda en la composición musical de Terencio: creó una tracalada de canciones, inspiradas en su amor, en mi desamor, en sus impulsos suicidas y en algunos feminicidas. La que me pareció más hermosa fue una zamba, quizá porque Félix y yo logramos proezas al ritmo de su melodía. Sólo recuerdo algunos versos sueltos:
Quiero que me lleve el río de tu vida,
Como camalote flotando en la corriente....
....Vos sos la canoa en que navego
Aferrado a la quilla de tu vientre....
Algo así era.
Esa noche, la luna llena se quedó quieta en el cielo, para iluminar nuestros cuerpos hasta la muerte del alba. Félix, poseído, embestía dulce y firmemente, repitiendo en mis oídos, ad infinitum, dulcísimas obscenidades erizadas de mástiles y quillas, de canoas lúbricas y peces escondidos.
En fin... que el pobre Terencio vino a devolvernos el estado febril de nuestros primeros tiempos, en una noche asmática que se prolongaba y se repetía a cualquier hora y en cualquier rincón de la casa.
¿Que cómo fue que se retiró de mi ventana y de mis noches? De forma abrupta; lo pusieron preso por un asunto de bicicletas con los números de la patente limados. Cuando salió de prisión, treinta y tres días después, estaba contagiado de ladillas; sopesó el papelón que haría si yo lo aceptaba, y decidió no insistir conmigo hasta que se las quitara. Pero para entonces, su pasión se había diluido. La nuestra no.
*guacho: quechuismo por "huérfano"
Yo estaba en la hamaca paraguaya, aletargada por la canícula, cuando Virgilio entró con un sobre malva apretado entre sus dientes agudos. Virgilio es el gato que vive en mi casa. No digo que sea MI gato, porque en verdad, no podemos poseer a otras personas. Se lo puede reconocer muy claramente porque le falta la mitad de la oreja izquierda, que abandonó en uno de sus frecuentes escarceos nocturnos. Seguramente el responsable fue otro felino de los techos y sucedería a raíz de algún affaire, que sospecho triangular (o poligonal, dada la naturaleza amorosa de estos bichitos). La carta que portaba estaba dirigida a mí; era de Terencio que me decía adiós, no sin antes explicarme su radical cambio de gustos y apetencias, el cual había hecho que nuestro amor fuera una cárcel, y aseguraba que dejarme era su única posibilidad de supervivencia: el muy voluble estaba enamorado de un vecino policía.
Leída que fue la maldita misiva, corrí a sentarme bajo el jazmín magno, que vive en mi patio trasero; apoyé la espalda y lloré con sollozos incontenidos (siempre uso el jazmín magno cuando estoy triste). En ese momento llegó mi esposo Félix; por supuesto, al oír la barahúnda siguió el rastro sonoro de los lamentos y me encontró. Solícito, me preguntó por qué lloraba. Yo paré el plañido en el acto y le expliqué entre hipos, que tenía un amante y que acababa de abandonarme por otro hombre, al cual, para colmo, no podía odiar porque era encantador. Mis palabras lo azoraron; me miró con severidad y me reprochó que le mintiera tan descaradamente. Yo advertí que lo había ofendido y lo abracé con ternura. Le pedí perdón y le aseguré que el llanto se debía a que se me había quemado la jalea de pétalos de alelí que estaba preparando para el asilo. Entonces él se relajó, respondió a mi abrazo y mano va, mano viene, hicimos el amor durante las horas siguientes. Es que nuestra relación es muy sólida porque la centramos en el cariño, la libido y el compartir el jazmín.
Cuando me desamoré del todo de Terencio, él volvió a mí con renacida pasión. ¡Qué cosa! Venía al pie de mi ventana, a la medianoche en punto, envuelto en un poncho azul que lo protegía del relente, y cantaba de pie, guitarra en mano, con esa expresión demudada de ternero guacho*. La primera vez me dio susto por Félix, que se despertó con el ruidaje; pero viendo que el canto le servía de afrodisíaco, di gracias mentalmente al cantor y aproveché las delicias de la novedad. Fue además, la época más fecunda en la composición musical de Terencio: creó una tracalada de canciones, inspiradas en su amor, en mi desamor, en sus impulsos suicidas y en algunos feminicidas. La que me pareció más hermosa fue una zamba, quizá porque Félix y yo logramos proezas al ritmo de su melodía. Sólo recuerdo algunos versos sueltos:
Quiero que me lleve el río de tu vida,
Como camalote flotando en la corriente....
....Vos sos la canoa en que navego
Aferrado a la quilla de tu vientre....
Algo así era.
Esa noche, la luna llena se quedó quieta en el cielo, para iluminar nuestros cuerpos hasta la muerte del alba. Félix, poseído, embestía dulce y firmemente, repitiendo en mis oídos, ad infinitum, dulcísimas obscenidades erizadas de mástiles y quillas, de canoas lúbricas y peces escondidos.
En fin... que el pobre Terencio vino a devolvernos el estado febril de nuestros primeros tiempos, en una noche asmática que se prolongaba y se repetía a cualquier hora y en cualquier rincón de la casa.
¿Que cómo fue que se retiró de mi ventana y de mis noches? De forma abrupta; lo pusieron preso por un asunto de bicicletas con los números de la patente limados. Cuando salió de prisión, treinta y tres días después, estaba contagiado de ladillas; sopesó el papelón que haría si yo lo aceptaba, y decidió no insistir conmigo hasta que se las quitara. Pero para entonces, su pasión se había diluido. La nuestra no.
*guacho: quechuismo por "huérfano"
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Re: Un sobre malva
En ocasiones son los pequeños (o grandes) problemas los que suponen un acicate para seguir adelante creyendo en aquello que alguna vez comenzó a flaquear. Linda historia que resulta ligera pero retrata tantas ocasiones en que las cosas van en sentido contrario a lo que indica la lógica.
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Re: Un sobre malva (Microrrelato)
Arrastras tantos temas en tu texto, y todos son interesantes. Cada uno de los temas que tratas son para escribir muchos textos m[as. Paraná
Última edición por Edgardo Benitez el 04 Mar 2017 01:43, editado 1 vez en total.
¡Hay vida antes de la muerte!
Ninguna de tus neuronas sabe quién eres… ni les importa.
Pero si te pego en el centro, será por filosofía.
Pero por poesía, serás mi centro.
Ninguna de tus neuronas sabe quién eres… ni les importa.
Pero si te pego en el centro, será por filosofía.
Pero por poesía, serás mi centro.
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Re: Un sobre malva (Microrrelato)
Será que nuestras latitudes son así, algo densas...
¡Muchas gracias por leer, Edgardo! Nos estamos leyendo
¡Muchas gracias por leer, Edgardo! Nos estamos leyendo
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Re: Un sobre malva (Microrrelato)
De lo mejor que te he leído hasta ahora.
Gracias.
PD. Tal vez alguna coma... (a mí también me pasa )
Gracias.
PD. Tal vez alguna coma... (a mí también me pasa )
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Re: Un sobre malva (Microrrelato)
¿Ella le cuenta la verdad y él no la cree?Yo paré el plañido en el acto y le expliqué entre hipos, que tenía un amante y que acababa de abandonarme por otro hombre, al cual, para colmo, no podía odiar porque era encantador. Mis palabras lo azoraron; me miró con severidad y me reprochó que le mintiera tan descaradamente. Yo advertí que lo había ofendido y lo abracé con ternura. Le pedí perdón y le aseguré que el llanto se debía a que se me había quemado la jalea de pétalos de alelí que estaba preparando para el asilo. Entonces él se relajó,
Es un texto delicioso, tucumana. Bien está lo que bien acaba, que se suele decir.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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Re: Un sobre malva (Microrrelato)
¡Satamente, gatúbela! Ya ves, los yanquis se equivocaron hasta en eso: la verdad no siempre te hace libre. ¡Jajajaja! Hay que saber recular y aprovechar los vientos que soplen, como la del relato (que no soy yo, claro).
¡Gracias!
¡Gracias!
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- Paraná
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Re: Un sobre malva (Microrrelato)
Tenés razón, Viento del alba. Las comas...Vientoo escribió:De lo mejor que te he leído hasta ahora.
Gracias.
PD. Tal vez alguna coma... (a mí también me pasa )
¡Gracias!
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- joserc
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Re: Un sobre malva (Microrrelato)
Qué bueno, me ha gustado mucho. Es lo primero tuyo que leo por aquí. Te seguiré.
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