Muerte racional (Prosa poética)

[Fiel poesía]

A veces me permito el lujo de decirme:
“Alma de cántaro, qué ves.
Alma de cántaro, qué oyes.
Alma de cántaro, qué sientes.
Alma de cántaro, qué hueles –o qué te hueles, o porqué te hueles el sudor de los huevos-.
Alma de cántaro, qué tocas”.
Nada.
Nada de nada.
Es decir, me sensibilizo para insensibilizarme.
Hay un lado oscuro en mí.
En cuando digo: “El ojo que todo lo ve”.
En cuando digo que me huelo todo.
En cuando escribo, no sé qué coño escribir sin ese lado oscuro.
En cuando me ato y me ato y me ato, para desatarme algún día.
Algún día en el que pueda decir de una vez qué coño soy.
Algún día en el que se me acaben las ideas para darle la vuelta a todo.
Otras veces me digo que he de imaginarme otro mundo.
Un mundo sin suposiciones, tesis, conclusiones, resultados, soluciones.
Un mundo que simplemente me libere de tener que pensar en éste.
“Un mundo que me libere.
Un mundo que me libere.
Un mundo que me libere.
Un mundo que me libere.”
Solo con decirlo me olvido de pensar.
Pero he de pensar en un mundo que me libere.
Aquí ocupo un espacio minúsculo.
Y los demás parecen pensar demasiado en mí.
Me acorralan sus pensamientos.
No los míos.
A veces, incluso, sus pensamientos acorralan a mis pensamientos.
Necesito llegar al límite de las funciones cerebrales.
Beberme los ríos para no beberme los vientos por alguien.
Eso es muy forzado.
Si estuviera ahora anclado en una barra…
Me olvidaría de todo, al menos por unas horas.
No quiero sacar nada a relucir, tampoco.
Estoy cansado, harto, sometido a una presión inhumana.
No quiero hacer lo que nadie quiere que haga.
Escribir con una capacidad cognitiva superior, desconocida.
Al fin y al cabo, quién distingue la paranoia de un mundo paralelo.
Haré de este mundo un mundo mejor:
Lelos que me lean.
Y en el mío, en mi mundo paralelo, me reservaré tanto el derecho de admisión que no entrará ni un editor de texto.
Le haré tanto caso a mis paranoias que para que el mundo se fije en mí tendrá que darme por follado.
Le haré tanto caso a mis paranoias que para fijarme en el mundo tendré que darlo por follado.
Mis paranoias me dan justificaciones y razones y motivos y argumentos y fundamentos y motivaciones y pretextos y porqués y pruebas y evidencias para todo.
Incluso para quedarme ciego, sordo y mudo.
Estoy hasta los huevos de atender peticiones y ruegos y oraciones.
Os voy a dejar sin Dios un rato.
Que hable solo mi mente.
Es preferible que me tengáis por un chalado –qué digo, nadie me tiene por un chalado-.
Pero bueno, ya lo veréis –todo a su tiempo- cuando os meta por el culo lo difícil que es ser yo.
Pero el tiempo solo es la madre de todas las desgracias.
Paciencia, solo estoy armando la jugada para pegarme la fiesta padre sin obstáculos.
Veamos, suicidio… No. Eso contentaría a…
Bah, no sé lo que os contentará, pero seguro, seguro, que una bomba de relojería no se anda con chiquitas.
Pero es que la fiesta padre…
A ver, qué es la fiesta padre.
Déjame mirar en el diccionario…
Ah sí.
No existe.
En buena hora me dispongo a matar a mis demonios.
Justo cuando piden y pido mi propia misa a gritos.
Pero, aunque me impongan mil ralladas de coco por narices, o me pongan mil rayas de coca en las narices, me llevaré mi paranoia a la tumba.
Dije que el primer paso es el ojo que todo lo ve.
El segundo es:
"Ojo, que paso".

[lucia]

Creo que los en cuando deberían ser en cuanto.

[Fiel poesía]

Mmm no lo veo así. Cambiaría el significado.