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El regreso de los dioses - Relato en común

Publicado: 14 Sep 2005 01:34
por JANGEL
I

En pleno día, se encendió un punto en el cielo con el fulgor de una estrella, pero apenas era visible desde la superficie de la masa oceánica que envolvía el planeta. Sólo unos ojos muy aguzados habrían podido distinguir aquella mota llameante que acababa de atravesar los límites de la atmósfera y que se precipitaba rápidamente en una caída al vacío. Conforme se aproximaba y aumentaban sus dimensiones a simple vista, un observador habría pensado que se trataba de un pequeño meteorito, pero se movía con retazos de inteligencia, tratando de tomar el control sobre la trayectoria de caída.

Publicado: 17 Sep 2005 15:51
por lucia
Dentro del pequeño meteorito, en realidad una nave espacial, había un ser frenético que iba sintiendo cada vez más la inevitabilidad de un aterrizaje descontrolado. Pero ¿dónde aterrizar? Si no conseguía hacerse con el control, y rápido, podrían morir en el intento abortando de esa forma la misión que tantos recursos marcianos había consumido. Y con ello, se retrasaría de nuevo unos años, tal vez decenios, el proyecto.

Por eso necesitaba encontrar una zona de aterrizaje adecuada. Porque no las tenía todas consigo y no sabía si iban a funcionar o no los sistemas de emergencia en caso de que todo siguiese como hasta ahora.

Publicado: 20 Sep 2005 12:55
por Gi0vE
El pánico se apoderaba de Fieder Mox que intuía que las cosas se ponían difíciles. Mox trataba de ocultar el estado de la situación a sus compañeros de travesía, pues sabía que una histeria colectiva no sería de ayuda.

Había pasado muchas horas simulando el aterrizaje, muchas horas de entrenamiento con todas las adversidades posibles. No entendía qué estaba ocurriendo. Lo que experimentaba era algo totalmente nuevo para él. La nave no respondía a las indicaciones que hacía en los paneles. Todo parecía estar en orden, y sin embargo la nave no seguía sus órdenes.

A medida que la nave iba profundizando en la atmósfera, el calor se hacía más insoportable. Los tripulantes empezaban a notar que era algo que no habían entrenado. Preguntaron Fieder si aquello que percibían como una anomalía era normal. Éste se limitó a seguir luchando con los mandos de la nave. Por momentos creía dominarla, por momentos lo daba por perdido.

"No te rindas, has invertido diez años de tu vida en preparar la misión. No puedes fallarnos" le dijo una voz interior. Puso todo su empeño. Sentía que el tiempo se agotaba y si no podía controlar la nave, todo habría fracasado.

El descenso era cada vez más acelerado y ya no quedaba tiempo. Accionó el boton de alerta, que indicaba a los tripulantes que debían colocarse en las cápsulas de salvamento. Tenían que estar preparados para lo peor. La nave llevaba demasiada velocidad, y un impacto contra el punto de destino sería fatal. Mox había hecho muchas simulaciones de aterrizajes en causas extremas, pero no estaba preparado para éste. El calor de la cabina era insoportable, toda la nave se movía con una virulencia descomunal, los sentidos parecían perder percepción, la presión, los nervios y la tensión se apoderaban cada vez más de un piloto al que ya pocas esperanzas le quedaban.

Los tripulantes estaban preparados con los trajes especiales para emergencias y en sus cápsulas de extracción. Los rostros de miedo, pánico y decepción se mezclaban con los deseos de esperanza de que en el último momento todo quedase sólo en un susto.

Cuando ya no quedaban motivos para la esperanza y el impacto era inminente, Mox intentó una maniobra desesperada. Desconectó el sistema de alimentación de la nave sabiendo que era una locura y que el remedio podía ser aún peor. Casi milagrosamente, durante unos breves segundos la nave se quedó parada, como si a pesar de la inercia el apagado del motor hubiese actuado de freno que servía para retrasar la caída, aunque no para detenerla.

La maniobra desesperada del experimentado piloto logró desviar la trayectoria, dando lugar a un aterrizaje sobre el océano, en lugar de tierra firme como estaba previsto.

Publicado: 27 Sep 2005 09:35
por Roland
Por un momento todo se volvió oscuro y el mundo se redujo al estrépito de metal desgarrándose y cristales al quebrarse. Tras unos largos segundos que parecieron horas se hizo el silencio en el interior de la cabina. Mox abrió los ojos y miró a su alrededor. Lo único que alcanzaba a ver era una gran extensión azul hasta donde alcanzaba la vista. El amarillo sol se reflejaba en su superficie como en un espejo.
Un dolor agudo le hizo palparse la frente allí donde el zarandeo de la nave le había golpeado. Palpó su cálida sangre bañando su mejilla derecha. A su lado, su copiloto yacía, muerto sin duda, con el cuerpo empalado en el cuadro de mandos. Sus sujeciones de seguridad, contra todo pronóstico, habían fallado. Pero ahora no había tiempo de lamentarse. La nave se hundía rápidamente en el vasto océano y tenía que salir de allí a toda prisa.
Salió de la cabina al pequeño espacio de carga, pero lo que encontró allí lo dejó estupefacto. Los cuerpos de sus compañeros muertos seguían sentados en sus sillas. La carga se había desprendido y las cajas habían golpeado contra ellos hasta matarlos y desfigurar sus rostros.
Un estremecimiento de dolor le recorrío el espinazo al caer en la cuenta de que era el único superviviente de la misión.
La nave empezaba a escorarse por popa, así que se apresuró a abrir la escotilla. La brisa marina le golpeó la cara y subió de un salto al fuselaje de la pequeña nave. La visión que se encontró era totalmente nueva para él y tuvo que detenerse a mirarla. Le habían mencionado el mar, el agua que cubre casi todo el planeta para envidia de los marcianos en su incesante búsqueda del preciado líquido azul. Pero lo que tenía ante sus ojos era más grande y hermoso que cualquier cosa que se hubiera imaginado jamás, ni siquiera en sueños.
Tras unos segundos, sacó de la nave el equipo de emergencia, que incluía una pequeña balsa autoinflable y algunas raciones de comida deshidratada. Unos minutos más tarde observaba impotente cómo el mar se tragaba la nave con la que había cruzado el espacio y los cuerpos de sus tres compañeros. Y lloró. Ahora estaba perdido en un planeta enorme y desconocido con la única compañía del mar, el viento y el sol. Estaba completamente solo...
¿Completamente?

Lo siento si me he extendido un poco, jiji, pero es que me inspiré y no quería parar, si es por mi sigo, y sigo, y sigo... :oops:

Publicado: 06 Oct 2005 11:54
por Gemma
Lo sentía en las aletas, en todas las fibras de su ser, hoy iba a ser un gran dia.
Mirase donde mirase, centenares de delfines, con sus pulpos, iban y venian ocupados en sus asuntos. Gracias a las señales de identificacion, que todos emitian automaticamente, Ikker identificó a algunos de sus colegas antropologos así como muchos otros cientificos de otros lugares del mar.
Allí, en un lugar perdido del mapa, se habia reunido lo mejor de toda la comunidad cientifica, y el sería uno de los primeros en ver el gran hallazgo que había revolucionado su mundo...

Publicado: 07 Oct 2005 14:23
por pepebop
[nombre del marciano] no sabía que hacer con los cuerpos de sus compañeros. Sería un deshonor dejarlos tirado en aquél lugar desconocido. Habían invertido muchos recursos y habían trabajado duramente en aquella investigación.
Mientras tanto, la nave iba desapareciendo para los ojos del marciano. De vez en cuando notaba que había alguna presencia debajo de aquellas aguas negras y frías; pero no sabía lo que podía ser. En su larga carrera había estudiado las especies marinas, pero les daban poca importancia porque pensaban que eran menos peligrosas. ¿Y si fuese esto mentira? Tarde o temprano lo iba a descubrir.

Miembro de la Plataforma por Decidir Nombres Ya.

Publicado: 08 Oct 2005 11:52
por capitan nadie
El siguiente mensaje contiene mi fragmento. Perdón, había una errata y no sabía como borrar :oops:

corrección de errata

Publicado: 08 Oct 2005 11:54
por capitan nadie
Las últimas burbujas que marcaban el lugar donde la nave había sido engullida por las aguas se extinguieron. Fieder, pensó aterrado que en sólo unos segundos sería incapaz de precisar donde estaban los cuerpos de sus compañeros. Sin embargo, en aquella nada azul, con el implacable sol sobre su cabeza y con provisiones limitadas, pronto la tumba de sus amigos resultaría mucho más digna que la suya.
Fieder se puso de pie y se sintió mareado ante la idea de la muerte...¿o era algo más? pensó mientras bajaba la cabeza. Fue entonces cuando vio el charco de sangre. De repente la balsa pareció moverse más que antes, pero fue imposible discernir si se trataba del mar o de su afectado sentido del equilibrio. Y fue también entonces cuando supo que estaba delirando. Eso, o un animal con ocho tentáculos estaba recogiendo algas flotantes a unos metros de su balsa. Mox sonrió antes de desplomarse sobre su propia sangre. Todo estaba perdido. Y aunque sin duda era trágico, ya nada importaba...Como colofón, aquel octópodo parecía mirarle de forma inteligente y hacerle señas ¿No era una última imagen un tanto estúpida para tan ambiciosa y épica misión?

Publicado: 17 Oct 2005 21:04
por Jaime
Cuando abrió los ojos, la intensa luminosidad solar a la que no estaba acostumbrado le cegó y le obligó a cerrarlos de nuevo hasta que, poco a poco, pudo habituarse. ¿Cuánto tiempo había estado inconsciente? Se palpó la nuca y reconoció al instante la sangre sobre la que se había desplomado en la superficie de la balsa que le había salvado la vida.
No sabía qué hacer. Se sentía completamente ridículo en aquella situación tan inverosímil. Decidió concentrarse y pensar en las posibilidades.
Miraba el cielo, se sentía maravillado ante tal espectáculo mientras el sol incidía con sus abrasadores rayos en la delicada piel de Fieder Mox y sus ojos recorrían el inusual escenario; no daba crédito a lo que veía... numerosos animales que no sabía identificar asomaban por la superficie de la inmensidad del océano cuando a lo lejos le sorprendió la inmediata salida del agua de un grupo de seres de color gris que no logró discernir con claridad, saltaron con gran facilidad y volvieron a desaparecer bajo el mar en apenas un segundo.
Reaccionó y volvió a centrar sus pensamientos después de presenciar aquellas visiones. Determinó volver a explorar la zona adyacente a la balsa donde se encontraba ya que ésta no aguantaría eternamente y había que buscar un lugar más estable urgentemente. Ese extraño octópodo seguía ahí, observándole con una profunda mirada a través de unos ojos aparentemente desarrollados.
¿Hará algo si me acerco a él?
Llegó a la conclusión de que tenía que investigar, no podía quedarse embobado con todo lo que se encontrara de aquí en adelante. Era un superviviente de la peligrosa misión que le habían encomendado y tenía que aprovechar su situación. Así que decidió tocar la superficie del agua cercana a ese animal con tentáculos, primero lo haría con la punta de los dedos.
Prácticamente no sintió nada y se llevó el área mojada a la boca para captar su sabor, un sabor extraño para tal líquido, un sabor salado.
Ya era hora de actuar. Introdujo la totalidad de la mano y parte del antebrazo en el agua mientras el animal se retractó ligeramente y dirigió su mirada al miembro sumergido. No parecía que fuese a hacer daño, si fuera un depredador ya se habría comportado de forma violenta.
Poco a poco, centímetro a centímetro, acercó su mano al tentáculo más próximo y el octópodo permitió que le tocara. Tenía dos hileras de ventosas en cada tentáculo, el cual era duro como el acero y frío como el hielo. Era muy raro, pero le gustaba palpar esa especie marina y deseó saber más de ella. Pero en el momento en que Fieder comenzó a confiar en esa criatura, el tentáculo se enroscó en su muñeca y lo arrastró inevitablemente bajo el cálido mar.

Publicado: 28 Oct 2005 12:57
por Pankrator
El tirón resultó demasiado inesperado para lograr capturar un ultimo aliento de aire, se encontraba sumergido totalmente en el mar, la boca llena de agua y con el octópodo arrastrándolo hacia las profundidades, rebuscó en su cinturón en busca del artilugio que le permitiria conectar el traje, oprimió el botón y escucho el pitido que solicitaba el código de confirmación, inutilmente trató de gritarlo debajo del agua, con desesperación pataleo y notó como la presa sobre su brazo se hizo más y más fuerte, sólo podría activarlo en la superficie. Se quedo quieto dejandose arrastrar, miró hacia abajo, lo vió, se movia con elegancia, como a impulsos, aguantando la respiración tanto como podía extrajo de la pequeña funda que tenía en el costado derecho la navaja del equipo de supervivencia y esperó.
Le comenzaban a silbar los oidos y notaba una opresión en los pulmones... si al menos hubiera tenido tiempo de conectar su traje podría haberse dejado arrastrar para ver a donde lo llevaba la criatura, pero ya era inevitable, cuando la criatura se replego sobre si misma para impulsarse de nuevo atacó, pinchó con la hoja en la pata que le sujetaba el brazo derecho y la criatura se soltó, ya no vió más.
Comenzó a nadar frenéticamente hacia la superficie, cada vez adquiria mayor velocidad, empezaba a marearse y estaba prácticamente con un ataque de pánico sabiendo que aquel ser probablemente le estaba persiguiendo, se le nubló la vista, un poco, más, un poco más, si tan sólo pudiera sacar la cabeza fuera del agua el chip ubicado justo debajo de su oreja seria capaz de captar el código para activar el traje. ´
Notó como los brazos perdían fuerza, y el dolor comenzaba a desaparecer, no, tan cerca no, estaba demasiado cerca para ceder ahora, era el fin. cerró los ojos y se empujó por última vez mientras intentaba articular algun sonido justo antes de desmayarse por segunda vez en pocas horas.

II

Publicado: 03 Nov 2005 11:00
por JANGEL
II

El eco de los sordos bramidos aún resonaba en su cerebro. Shiat batió la cola y cambió de dirección, deslizándose con ligereza hacia el origen de aquellos sonidos. El reclamo de emergencia que había emitido el gigantesco pulpo vigía se mezclaba con un gemido de dolor. Lo único que era capaz de deducir de aquella indescifrable retahíla de ruidos era que tal vez se había producido un accidente y el centinela había resultado herido. Por lo demás, era imposible adivinar por qué estaba protestando hasta que no estuviera ante él.

Pronto, los haces de luz que desafiaban la oscuridad marina le permitieron vislumbrar, a unas cuantas aletas de distancia, el cuerpo convulso del pulpo. Más arriba, algunos destellos se reflejaban en la cobertura externa de aquella extraña forma, que se agitaba desesperadamente, intentando subir hacia la superficie. Atisbó su obvia inexperiencia bajo el agua, haciendo aspavientos con sus cuatro extremidades para intentar acelerar el ascenso. De su parte superior, de aquella protuberancia con pequeños orificios que debían ser vitales, desprendía enormes burbujas, soltando el escaso aire que aún contendrían sus pulmones. Era evidente que aquel desconocido ser no pertenecía al ambiente marino y que, como las aves que a veces cazaban cuando se posaban en el agua para pescar, terminaría ahogándose al cabo de un tiempo.

Hizo caso omiso de los gestos que hacía el octópodo con sus tentáculos, tratando de explicarle lo que estaba ocurriendo mediante señales convenidas, y se acercó al ente de inesperada construcción física que empezaba a cejar, sumiéndose en los principios de la asfixia. Los ojos cerrados de aquel ser, cuya resignación frente a la muerte inminente empezaba a adormecerle, no pudieron verle. Pero Shiat sí le observó con detenimiento durante un pequeño lapso de tiempo, examinando su expresivo rostro, sus arrugas y prominencias en torno a cada uno de los orificios que adornaban lo que debía ser la cabeza. Consciente de que una demora mayor podía exterminar el hálito de vida que quedaba en aquel fatigado ser, Shiat aferró delicadamente con la boca un trozo del tejido que le recubría y tiró de él hacia la superficie. A ser posible, quería que el hallazgo que había hecho siguiera sano y salvo.

En cuanto la cabeza de Fieder salió al exterior, su cuerpo reaccionó, expulsando el agua que había tragado y haciendo todo lo posible por mantenerse a flote y volver a respirar con normalidad, entre jadeos. Era triste confirmar que las horas de entrenamiento en la pequeña piscina del campamento no habían sido suficientes. Pero, habiendo estado a punto de morir, eso ya le importaba tan poco como el hecho de que podía estar expuesto a todo tipo de gérmenes desde el momento en que se había precipitado fuera de la nave sin ponerse los guantes y la escafandra y sin poder activar su traje de protección. Le aliviaba reconocer que, al menos, podía respirar aquel aire, más puro que el que generaban artificialmente las máquinas transformadoras de Marte.

Publicado: 05 Nov 2005 12:44
por lucia
Trató de recordar que más decían los procedimientos para emergencias como aquella, pero no recordó nada. Suponía que tenía que alcanzar la costa, pero mirase hacia donde mirase, solo se veía una superficie enceguecedora, sin rastros de la embarcación neumática. Una extensión infinita de agua que se movía al compás de algún director de orquesta desconocido, hacia arriba y hacia abajo, en lo que debían ser olas según las descripciones de las memorias digitales a las que había tenido acceso durante el entrenamiento. Con la diferencia de que estas se encontraban en medio de ninguna parte, y en vez de un color azulado o verdoso eran de un gris profundo.

Se fijó un poco más, y le pareció que el agua hervía. Aunque no podía ser, porque no sentía calor y el ventilador del traje seguía apagado. Parpadeó un poco para ajustarse nuevamente a la luz del sol, y lo que vió lo dejó anonadado. Recordó de pronto la forma en la que había estado a punto de ahogarse y cómo acabó en el agua. A su lado tenía de nuevo al octópodo, pero interponiéndose entre ambos se encontraba uno de los seres plateados, mirándole con sus ojillos inteligentes, como queriendo saber si se encontraba bien. Aspiró y espiró lentamente mientras pensaba qué hacer a continuación, a pesar de que seguía sin ocurrírsele nada.

-¿Qué harías tú en mi lugar? -le preguntó al delfín- ¿nadarías hacía el sol o elegirías otra dirección?



Shiat seguía estudiando a la figura que tenía ante sí. No le extrañaba que los antropólogos le hubiesen enviado hacia allá en cuanto tuvieron noticias de la caída, pero por más que lo intentaba, no sabía que esperaban sacar de ella. A fin de cuentas, ella no era antropóloga sino una mensajera que surcaba el océano llevando noticias de un grupo a otro.

Su misión era asegurarse de que aquella criatura siguiese viva hasta que el Consejo decidiese qué hacer con ella: llevarla a la costa de la pequeña isla, o acompañarla hacia las instalaciones subterráneas. Y evitar que los pulpos guardianes, en un exceso de celo, volviesen a sumergirla sin equipo adecuado. Sabía que entre tanto, la criatura no podría hacer otra cosa que flotar inerme en la superficie, y también que en algún momento tendría que alimentarse. Además, parecía que estaba herida o aturdida, pues de uno de los orificios por los que respiraba parecían escapar sonidos inconexos y sin sentido. Esperaba, pues, que el Consejo se decidiese rápido.

Continuando.

Publicado: 26 Ene 2006 15:10
por capitan nadie
Ni el estilizado ser plateado ni el octópodo parecieron, naturalmente, entender media palabra de lo que Mox barbotaba nerviosamente. Sin embargo, resultaba evidente que aquellos seres eran, bajo cánones humanos, ciertamente inteligentes.
De repente, Fieder se dio cuenta de que no existían garantías de que aquellos sujetos cambiasen de opinión otra vez, y le arrastrasen a las profundidades, así que decidió poner a prueba la escafandra de emergencia.
Primero apretó el botón adecuado en su cinturón. Sonó un pitido.
- Verne, Heinlein, Clarke.
Desde la espalda y los hombros del traje espacial, algo pareció inflarse y desplegarse al mismo tiempo. Cuatro precisos ejes telescópicos curvados se extendieron guiando las láminas articuladas que, de inmediato, formaron un casco alrededor de la cabeza de Mox. El hueco ovalado que quedó ante su rostro presentaba ocho pequeños orificios que proyectaron algún tipo de polímero líquido. Asistido por un campo de fuerza de baja intensidad, el fluido formó una delgada capa que se solidificó de inmediato formando una perfecta pantalla transparente.
El tipo de los ocho brazos se giró lentamente para mirar al que parecía alguna suerte de cetáceo e hizo algo expresivo con buena parte de sus extremidades. El otro le devolvió el gesto con las aletas y soltó algo a medio camino entre bufido y silvido.
Mox no pudo reprimir una sonrisa. De repente había tenido la sensación de asistir a lo más parecido, dadas las circunstancias, a dos encogimientos de hombros.
El marciano pensaba ahora con más claridad. Un nuevo botón activó el escaner médico. El diagnóstico no solicitó clave alguna, y pidió permiso, en un hiriente tono de indiferencia, para inyectar un cóctel de estimulantes, cicatrizantes, antibióticos y neuro-estabilizadores.
Fieder Mox rechazó de viva voz lo primero y lo último. Luego sintió el pinchazo en el brazo izquierdo.
Los dos seres acuáticos vieron atónitos que el torpe extraño se señalaba con una de aquellas inadaptadas extremidades superiores para a continuación señalar hacia abajo.
- Para mi que este loco pretende ahora volver a bajar – chirrió Chiat.

Publicado: 30 Ene 2006 18:20
por bblanco
Había apartado ya la vista de la pantalla en la que podía ver al ser extraterrestre y a sus fieles Shiat y (pulpo). Después de recuperarse del aturdimiento, empezó a comprender que lo que había temido durante años se había hecho por fin realidad. ALguien, con total seguridad más avanzado que ellos, había cruzado quién sabe cuántos años luz para llegar a estrellarse contra la superficie de su planeta. Alguien que quizá trajera malas intenciones. Alguien que, por el momento, y gracias a los mecanismos de destrucción de alrededor de la atmósfera que casi habían pulverizado la cápsula se encontraba... solo. Nunca pensó que nada ni nadie pudiera superar con vida el escudo de campo electromagnético más potente jamás creado, que impedía entrar y también salir del radio de acción de la Tierra, pero había sucedido y de nada serviría lamentarse. Afortunadamente, los protocolos de culpabilización ya se habían puesto en marcha y el último responsable de esta desgracia había recibido... su merecido. Lástima que fuera un buen amigo, pero hay errores que no se pueden tolerar.

Comenzó a andar nerviosamente por toda la sala de control. Pantallas y más pantallas, botones, escáners, detectores... nada de eso había servido más que para enviar a Shiat y (pulpo) al lugar del impacto de forma inmediata, pero apenas había pestañeado cuando la cápsula extraterrestre ya estaba hundiéndose en el mar. ¿Cómo era posible? ¿Con quién estaban tratando? Estaba segura de que sería considerado una amenaza por todo el consejo, y con un poco de suerte, el extraterrestre sería exterminado y nadie se habría dado cuenta de nada. Pero la gran pregunta que daba vueltas y vueltas dentro de su cabeza y que amenazaba con hacérsela estallar era... ¿vendrían más detrás de él? ¿Hasta cuándo podrían sentirse seguros?

el regreso de los dioses- relato en comun

Publicado: 10 May 2006 14:51
por ciro
En la atestada Biblioteca Submarina, Rosny, calamar de tono verde, al servicio del Gran Delfin, buscaba afanosamente alguna referencia perdida sobre los Dioses que los relacionara con los intrusos. Tras la incipiente llegada de Shiat y el pulpo mensajero, el Consejo había recibido numerosos mensajes sobre los recien llegados. Todos parecían coincidir en que solo uno de ellos permanecía con vida tras el terrible impacto contra la barrera protectora. Los pulpos habían trasmitido a Shiat, la necesidad de que el único superviviente no se autolesionase y se mantuviera en buen estado. Por supuesto, era un riesgo incalculable, pero el Gran Delfin, con el asesoramiento del Consejo, habia tomado la dificil decisión. La segunda de las decisiones, casi simultanea en el tiempo, era reunir toda la informacion posible sobre los míticos Dioses. Solo los sabios calamares de tono verde, guardianes de la sabiduria ancestral en la Gran Biblioteca Submarina, podían aportar algo de luz sobre los intrusos. Se perdía en la noche de los tiempos la acción de expulsion de los Dioses. Nadie sabía por qué habían sido desterrados del planeta, ni cuando había ocurrido. Las leyendas eran miles y todad ellas inverosimiles.