Pseudoabulafia escribió:Respecto a la introducción, no sé si luego lo explicará un poco mejor, pero no comparto en absoluto con Camus que el suicido sea equiparable a asesinato, ni aunque sea solo para razonar. Me parece que la naturaleza y la raíz de uno y otro acto son profundamente diferentes, aunque tengan resultados en cierto modo similares.
Pseudo, no recuerdo que Camus equipare el suicidio con el crimen. Lo que sí que dice es que una vez sumergidos en la indiferencia, el acto de matar -a uno mismo o al otro- nos resulta indiferente. Es el nihilismo absoluto. Pero el que se suicida al menos no arremete contra el derecho de los otros, sino solo con el de la propia vida.
El hombre es la única criatura que se niega a ser lo que es. El problema está en saber si esta negativa no puede llevarlo sino a la destrucción de los demás y de si mismo, si toda rebeldía debe concluir en una justificación del crimen universal, o si, por el contrario, sin pretensión a una posible inocencia, puede descubrir el principio de una culpabilidad razonable
Aquí está para mí lo más polémico de su ensayo:
o somos todos criminales o somos todos cómplices. Pero no nos salvamos.
Pseudoabulafia escribió:Yo diría que lo que Camus define como rebelión es en realidad un tipo de rebelión muy concreta, aunque en la cita que ha puesto Hierbamora (El hombre que dice no) parezca que sea muy generalista.
Fíjate que yo en cambio pensé lo contrario. A pesar de que define al hombre rebelde como aquél que dice NO, luego se explaya en distintos personajes y autores que tiene en común precisamente la partícula negativa "NO", porque en el resto, ¿qué tiene que ver Nietzsche, por ejemplo, con Sade, o Marx con Breton o Lautréamont, o con el resto de los poetas surrealistas?, ¿No serán que tomados todos en conjunto quieren derribar algo, decir con fuerza NO, NO, NO?
A mi el libro me parece una pasada, me está encantado. Muy interesante e ilustrador el recorrido por todos los "rebeldes metafísicos". Creo que lo que Camus trata es de aúnarlos en su rebeldía, en la parte combativa, aunque en muchos casos, queden solo en intentos y frustraciones. Pero la resonancia permanece, y todos esos "malditos" siguen siendo para mí un revulsivo constante.
Mención especial merece para mí Nietzsche, y el elogio que le brinda Camus, que considera que "nunca podremos reparar del todo la injusticia que se le hizo" (p. 94). Totalmente de acuerdo, no conozco otro autor que haya sido tan mal leído, interpretado y por tanto, traicionado. "Un alma excepcional", dice Camus.
Me adentro ahora en
el cap. III. La Rebeldía histórica, que temo que será más dura. Siento un poco de inquietud. Presumo que ya no serán elucubraciones más o menos indómitas, sino que hilando con la potente introducción, ahora la rebelión tomará como arma la propia razón, que como desgraciadamente sabemos, ha engendrado y sigue engendrando monstruos. La filosofía como coartada para el más perfecto crimen. ¡¡Qué horror!!