Gilbert Ryle escribió:En consecuencia, de acuerdo con la teoría, algunos procesos mentales se originan en voliciones. Pero. ¿qué decir de éstas? ¿Constituyen actos voluntarios o involuntarios de la mente? Es obvio que cualquier respuesta será absurda. Si no puedo evitar el deseo de apretar el gatillo, sería absurdo describir esa acción como voluntaria. Pero si mi deseo de apretar el gatillo es un acto voluntario, en el sentido propuesto por la teoría, entonces debe originarse en una volición previa y ésta de otra, y así ad infinitum. Para evitar esta dificultad se ha sugerido que "voluntaria" e "involuntaria" no se pueden predicar de las voliciones. "Volición" es de un tipo tal que no admite ninguno de esos predicados. Pero si esto es así, parecería que tampoco debe admitir predicados tales como "virtuosa", "malvada", "bueno" y "malo". Esta conclusión podría desconcertar a aquellos moralistas que utilizan las voliciones como fundamento de sus sistemas.
En síntesis, la teoría de las voliciones es una hipótesis causal adoptada por haberse supuesto, equivocadamente, que la pregunta "¿Qué es lo que hace que un movimiento corporal sea voluntario?", plantea un problema causal. De hecho, este supuesto no es nada más que una consecuencia particular del supuesto más general de que la pregunta "¿Cómo es que se aplican a los actos humanos los conceptos referentes a lo mental y al comportamiento?", es acerca de la causación de tal comportamiento.
Estoy estancada en ese fragmento en negrita, dándole vueltas una y otra vez, una y otra vez
, porque estoy de acuerdo y no.
WodReference
Deseo.
1. m. Fuerte inclinación de la voluntad hacia el conocimiento, consecución y disfrute de algo.
Voluntad.
1. f. Facultad de hacer o no hacer una cosa.
Guía práctica de psicología - Dr. J. A. Vallejo-Nájera escribió:Voluntad
Es la capacidad que tiene el individuo para elegir entre realizar o no un determinado acto. Esta capacidad de elección depende directamente del deseo y la intención de realizar un acto en concreto.
En general, las acciones humanas pueden clasificarse en dos grandes grupos: involuntarias y voluntarias.
Acciones involuntarias serían todas aquellas que tienen lugar de forma instintiva o refleja. Por ejemplo: todos los procesos fisiológicos y corporales, como respirar, digerir, dormir, etc., que escapan a la acción de la voluntad por su carácter automático. Asimismo, ciertos actos reflejos, como huir ante el dolor, protegerse ante un golpe, etc., son movimientos involuntarios, que apenas alcanzan el nivel consciente.
Acciones voluntarias, en cambio, serían aquellas que tienen lugar tras un proceso mental consciente, que deben atravesar el filtro de la razón.
En toda acción voluntaria tienen lugar las siguientes etapas:
1. Motivación. Es el factor que incita al individuo a actuar. Sería el estímulo impulsor de la acción volitiva, el motivo justificante del acto. Cuando tiene lugar la motivación se despierta en el individuo una cierta sensación de inquietud que lo induce a ponerse en movimiento, con el fin de lograr su objetivo. Es la sensación apetitiva o de deseo, cuando el estímulo es agradable, o de rechazo y alejamiento cuando es desagradable.
2. Racionalización. Tras la motivación tiene lugar un proceso de razonamiento: se reúnen los datos obtenidos y se valora la necesidad de la acción. Se comparan los factores favorables con los desfavorables para estimar si es oportuno o no actuar. Aquí entran en juego eÍ juicio y el raciocinio que determinan lo que debe hacerse desde el punto de vista moral.
3. Decisión. Una vez valorados los pros y los contras de la posible acción, tiene lugar la decisión. Entre todas las posibilidades de actuar, el individuo toma una resolución: decide realizar aquello que quiere y cómo hacerlo, o renuncia a ello.
Este proceso, tal vez, es el más lento porque determinará, en definitiva, las consecuencias y puede paralizar en cierto modo a la persona. El individuo decidido apenas duda y actúa con rapidez. El indeciso necesita recapacitar antes y a veces cae presa de la angustia, sin saber qué determinación tomar.
4. Acción. Es la última fase de la voluntad. Mediante la acción tiene lugar la consumación del deseo, la resolución de esa cierta inquietud que anunciábamos en la primera fase. Si la decisión ha sido acorde con los deseos de la persona, su realización infunde una sensación de satisfacción placentera. Por el contrario, si la decisión fue errónea o no se consiguió el fin deseado, tiene lugar la frustración.
La voluntad puede verse influida por otras facetas de la personalidad, como son: la tenacidad, la constancia y la perseverancia, que son factores determinantes de lo que llamamos fuerza de voluntad.
Las personas de voluntad fuerte suelen tener motivaciones potentes, buena capacidad de raciocinio, poder de decisión y firmeza en la acción. No se retraen ante las adversidades y son constantes en su intención, hasta lograr lo que buscan.
Por el contrario, las personas de voluntad débil sufren algún tipo de freno en las etapas antes vistas. Pueden tener una escasez de impulsos motivacionales y una consecuente limitación de objetivos. Puede que tengan una racionalización confusa, dispersa y poco clara, que haga desviar la dirección y el sentido de la voluntad hacia derroteros no deseados. También es posible que la indecisión bloquee la fuerza de voluntad. Y, por último, la acción puede ser más lenta por inhibición o pereza.
La voluntad, ya sea débil o fuerte, dirige la intencionalidad del individuo, marcando un sentido a su existencia y fomentando su vitalidad. J. M. U.
Entonces, si yo aprieto el gatillo pero no lo racionalizo, ya no sería un acto de voluntad por entero, pero al mismo tiempo es parte de un acto de voluntad porque tengo la motivación, pero si sólo existe la motivación no existe voluntad completa, ¿así que terminaríamos en lo que dice Ryle?