Y yo, definitivamente, decido que mi siguiente (re)lectura será Persuasión, de Jane Austen. Me he acordado de esta frase, de mis partes preferidas del libro: El único privilegio que reclamo para mi sexo (no es demasiado codiciable, no se inquiete) es que nuestro amor es más grande; cuando la existencia o la esperanza han desaparecido.Mary, en el capítulo 2 escribió:Como prueba de que la educación proporciona esa apariencia de debilidad a las mujeres, podemos citar el ejemplo de los militares, a quienes, como a ellas, se los envía al mundo antes de que sus mentes se hayan pertrechado de conocimiento o se hayan fortalecido mediante principios. Las consecuencias son similares: los soldados adquieren cierto conocimiento superficial, atrapado en la corriente confusa de la conversación, y, de mezclarse continuamente en sociedad, alcanzan lo que se denomina conocimiento del mundo. Esta familiaridad con modales y costumbres se ha confundido a menudo con un conocimiento del corazón humano. Pero, ¿puede el fruto tosco de la observación casual, que nunca ha pasado la prueba del juicio, formado mediante la comparación y la experiencia, merecerse tal distinción? Los soldados y las mujeres practican las virtudes menores con una cortesía meticulosa. Luego, ¿dónde está la diferencia sexual cuando la educación ha sido la misma? Todas las diferencias que puedo discernir surgen de la libertad, ventaja superior que permite a los primeros ver más de la vida.
También me acuerdo de Orgullo y prejuicio, de Lydia, Wickham, el Regimiento y todo lo relacionado con los bailes, el honor, lo esperado de las Bennet y de los caballeros... Pero esta novela ne gusta menos y no voy a leerla de nuevo
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