La verdad es que está lleno de puntos de vista interesantes y de cosas totalmente desconocidas para mí.
Creo que cuando se pone en plan extremo a describir el sexo me convierto en un varón acomplejado.
Cito del capítulo II: Iniciación sexual.
Pues no se que decir, la verdad, yo creo que mi vocabulario sexual no es tan bélico ni tampoco mi imagen mental, salvo cuando deliberadamente quiero ser jocoso. Pero también empleo a veces términos bélicos para referirme a hazañas femeninas.[...]
Para el amante, el acto amoroso es, pues, conquista y victoria. Si, en otro hombre, la erección aparece a menudo como una irrisoria parodia del acto voluntario, cada cual, sin embargo, la considera en su propio caso con cierta vanidad. El vocabulario erótico del varón se inspira en el vocabulario militar: el amante posee el ardor de un soldado, su sexo se tensa como un arco; cuando eyacula, «descarga»; es una ametralladora, un cañón. Habla de asalto, de victoria. Hay en su celo no se sabe qué gusto de heroísmo. «Consistiendo el acto generador en la ocupación de un ser por otro -escribe Benda -, impone, por un lado, la idea de un conquistador y, por otro, la de una cosa conquistada. De tal modo que cuando tratan de sus relaciones amorosas, los más civilizados hablan de conquista, ataque, asalto, asedio y defensa, derrota, capitulación, calcando nítidamente la idea del amor sobre la de la guerra. Ese acto, que comporta la polución de un ser por otro, impone al que mancilla un cierto orgullo, y al mancillado, aun consintiendo en ello, una cierta humillación.»
También me fastidia un poco que hable del sexo del varón como algo sencillo y haga recaer sobre el hombre la carga de que la mujer disfrute con el sexo.
Si, como dice ella, muchas mujeres no disfrutan digo yo en todo caso que será una culpa colectiva, pero en último extremo las que deben preocuparse por buscar el placer son ellas.
También me da la sensación de que reprocha al hombre que no quiera seguir teniendo contacto físico o no le gusten las caricias tras el coito.
Estoy de acuerdo con ella en que el deseo del varón se interrumpe de una manera más brusca que en la mujer, con la eyaculación. Sin embargo creo que es un punto medio difícilmente alcanzable, porque para el hombre también es instintivo el deseo de separarse y no acariciar.
Yo no veo reprochable que el hombre sienta un cierto rechazo al contacto físico inmediatamente después de su eyaculación, aunque sí que es cierto que le da una cierta de ventaja.
Beauvoir cita constantemente párrafos de la obra de Stekel. No sé hasta que punto deberían haber firmado el libro a media.
Sigo.