Sinopsis.
«Siempre he considerado que la filosofía no debe ser algo intelectual, sino algo que sale de nuestra sensibilidad», solía decir el gran escritor polaco Witold Gombrowicz, autor de novelas ya convertidas en mito como Ferdydurke, Pornografía o Cosmos, además de Transatlántico y Los poseídos. En 1969, ya muy enfermo y obsesionado con la idea de acabar de una vez, pensaba cada vez con mayor frecuencia en el suicidio. Su mujer, Rita, y un joven admirador, Dominique de Roux, hoy un prestigioso ensayista y novelista, le pidieron a Gombrowicz que les diera clases de filosofía con el fin de sumergirle en la única materia que siempre le había apasionado.
Aquellos apuntes son los que, reunidos por sus «alumnos», han dado lugar a este Curso de filosofía en seis horas y cuarto, un repaso de los principales sistemas de pensamiento moderno desde Kant y a la vez la afirmación de su propio credo filosófico: el arraigo de una filosofía en la existencia concreta. Un sistema de pensamiento no vale si no puede deducirse de convicciones arraigadas en lo real o en la experiencia sensible, lo cual equivale a afirmar que una filosofía que no ayude a vivir no merece ni una hora de atención.
Como he dicho anteriormente, reconociendo la inmensa valía del "Diario" y la notoria valentía de "Ferdydurke", este opúsculo es, si se admite la expresión un tanto desacertada, mi favorito. Efectivamente, siempre se suele fruncir el ceño cuando nos hablan de Filosofía; es por ello que intentos como éste o el no menos famoso de Jostein Gaarder en "El mundo de Sofía" merezcan concitar nuestra atención. Dice Gombrowicz que no cree en una filosofía de tipo intelectual sino basada en la sensibilidad (dicho de otra forma una filosofía distante o cercana a la vida). Un recorrido dolorido por el mundo de Sofía hasta llegar a una verdad vital en principio temida. Explico mi pensamiento. ¿Recorrido? El tránsito de una vida, la propia, dictado en el lecho mortuorio, adentrándose en la propia sombra de la impotencia, degustando cada solemne asomo de verdad hasta. ¿Hasta? Hasta llegar a una verdad vital en principio temida. ¿Cuál? La muerte. Una filosofía que no enseñe a convivir con la muerte no es tal, es una mera pérdida de tiempo, por no decir un insulto a la propia inteligencia y el propio anhelo de la búsqueda de la verdad. ¿Quién debe leer esta obra? Aquéllos a los que les guste la filosofía, pero especialmente, aquéllos a los que no les guste, sin olvidar, en palabras del propio Gombrowicz que, ante cualquier controversia, sólo la sensibilidad (y no la intelectualidad) puede bosquejar un lenitivo para el alma. P.S. Se le tildó en su momento de hombre enormemente "prepotente" porque manifestaba sus opiniones con una enorme seguridad, empleando el verbo ser; es decir, acostumbraba a no usar verbos como creo o pienso que... Me parece, creo o pienso (y uso estos verbos porque da la casualidad que en este punto formalmente suelo coincidir con Witoldo) que, evidentemente, en sus frases estaba implícito el (para mí) y no es prepotencia alguna manifestar lo que se da por cierto a nivel personal; además, la redacción de "Ferdydurke" exige no sólo valentía sino un profundo sentido de la sensibilidad, estilístico y humano. |