Lo terminé ayer que además era el día tope que tenía para devolverlo. Y me alegro mucho de haber hecho el esfuerzo de devolverlo habiéndolo leído entero.
ratonB escribió:Mariela escribió:Lo he empezado hoy porque lo saqué de la Biblioteca pero hay alguien más queriendo leerlo, así que he tenido que darle prioridad.
Sólo he leído el primer capítulo pero por ahora me esta gustando mucho. El tema es interesante y Sergio del Molino sabe convertirlo en una lectura amena y a la vez provechosa.
Si comentas alguna cosilla me ahorro leerlo
Es un tema interesante, de verdad, como tantos...
Pues si te voy a ahorrar el leerlo, puede que no interese que comente mucho, porque a mí me ha parecido una lectura interesante. Así que no me seas vago, ratoncillo.
Dentro de esta aproximación a la España vacía destaca lo acertado del subtítulo: "viaje por un país que nunca fue", porque la idea que transmite Sergio del Molino es que los españoles no conocemos ese gran desierto que ocupa algo más de la mitad de nuestro territorio y que está tan poco poblado que su densidad de población puede asemejarse a la de la Laponia. Y no lo conocemos porque, o bien desde la ciudad nunca se le ha considerado como otra cosa que un país bárbaro poblado por gentes medio salvajes sin civilizar que sólo tenía interés como despensa, o porque cuando se le ha empezado a prestar atención se ha debido a que los nuevos habitantes de las grandes ciudades españolas, buscando el arraigo de un origen, hemos inventado una fantasía.
Sergio del Molino empieza su viaje contándonos la paradoja de "la historia del tenedor": en todas las lenguas europeas se emplea la misma palabra para designar al más moderno de los cubiertos que empleamos para comer que al antiguo instrumento campesino utilizado para coger la hierba: fourchette en francés, fork en inglés, forquilha en portugués, gabel en alemán... Ejem, en todas no, el español emplea dos palabras diferentes que nada tienen que ver entre sí: horca o forca para el útil del campo y tenedor para el cubierto. Y esta diferencia ilustra como ninguna otra, a su juicio, la ignorancia española de la ciudad respecto al campo.
A partir de aquí nos pone en situación del "Gran Trauma" que supuso la masiva inmigración de los años 50 y 60 del siglo XX cerrando una primera parte que podríamos llamar descriptiva de los hechos. A continuación pasa a describirnos los mitos que ha habido y que hay sobre la España vacía. Durante cinco capítulos reflexiona sobre los neorrurales, aquellos urbanitas que han hecho el camino contrario buscando en pueblos prácticamente vacíos y perdidos en medio de la nada una imaginaria Arcadia feliz, y como ahí se han dado de bruces con las consecuencias de "la ciencia del aburrimiento". Como ejemplo nos propone el crimen de Fago. Después ejemplifica la existencias de esas "tribus no contactadas" que las gentes de la ciudad suponían salvajes sin civilización mediante la historia de la comarca de Las Hurdes. Pasa a continuación a contarnos las iniciativas de esos "marineros del entusiasmo" que fueron los miembros de la Institución Libre de Enseñanza cuyos paseos por la España vacía llevando iniciativas culturales han sido magnificados por el destino que varios de ellos tuvieron al estallar la guerra civil, ya que ni sus esfuerzos tenían la continuidad necesaria para calar en esa sociedad rural, ni tampoco el alcance territorial necesario para cuajar, dado que el territorio a "civilizar" superaba sus capacidades. Además de que el estallido de la Guerra Civil impidió la continuidad de alguna de sus iniciativas que había resultado más efectiva. El cuarto capítulo dedicado a los mitos, parte del episodio de la Maritornes del Quijote para hacer una retrospectiva sobre cómo los escritores de la Generación del 98 (Azorín, Unamuno y Machado) empezaron a ver esa España con otros ojos llegando a considerar que había una "belleza en la Maritornes". Y termina esta última parte explicando la influencia producida en ese mundo rural por el Carlismo, recordando su larga historia (unos dos siglos, situación inédita en un movimiento legitimista europeo) durante la que ha tenido una peculiar evolución, en el capítulo "manos blancas no ofenden".
Y así se llega al final del viaje, en una tercera parte dedicada al "orgullo", donde evoca la figura de Enrique Tierno Galván, quien fingía ser también de pueblo para contactar con "los hijos de la tierra" y también nos cuenta cómo se ha llegado a construir "una patria imaginaria" dentro de un movimiento cultural que no es mayoritario, sino un a modo de run run de fondo lo que hace que Sergio del Molino piense que no se trata de una moda pasajera, sino de algo más permanente que haga que esa España vacía siga viva de alguna manera en la mente de los descendientes de aquellos que algún día tuvieron que abandonarla.
Todo este viaje contado con un estilo ameno y documentado que hace que se disfrute leyendo y conociendo ese país que nunca fue. Eso sí, debo advertir a los posibles lectores que se trata de una obra de metaliteratura, con el riesgo que eso supone.
te agradezco muchísimo que hayas escrito este comentario tan extenso e interesante y además comienza con un tema muy cercano por el lugar donde vivo que es parecido a Laponia.
. Los planteamientos de Sergio del Molino son interesantes, aunque no comulgue con todos ellos. El recorrido por la historia de España y su implicación en las relaciones entre la España urbanita/civilizada y la España vacía son interesantes y enriquecedores. También me está encantado la parte de la Institución Libre de Enseñanza contado sin exageraciones románticas 
