Blog
Entrevistas
Revista
Fotos
Unitarismo y federalismo
Francisco Pi i Margall
1890
Emiliano Escolar Editor. 1981
Mi opinión:Unitarismo y federalismo, fragmento de la colección de diálogos Las luchas de nuestros días, nos presenta de un modo vivo y polémico un anticipo de las razones y las sinrazones de las dos Españas.
Hace poco veía en televisión un programa de viajes que hablaba sobre Myanmar, la antigua Birmania. Una española que trabajaba allí destacaba que no existía delincuencia en las calles porque era un país que estaba naciendo a la democracia después de una dura dictadura. Evidentemente, no alababa a la dictadura, sino que relacionaba el duro sistema dictatorial con la ausencia de delincuentes. Sólo es una anécdota superficial, pero me ha planteado lo que Pi i Margall planteó en Unitarismo y federalismo.
Unitarismo y federalismo es una obra inmersa en Las luchas de nuestros días (1890), en que el veterano republicano catalán, expresidente de la I República, reflexiona, mediante diálogos al estilo platónico, sobre el poder del Estado. Dos personajes: uno, que defiende una postura monárquica y tradicional, y otro, la republicana y federal.
Podemos sintetizar los temas en dos:
1. Fundamento de la autoridad política. En aquella época todavía la monarquía tenía ese halo del Antiguo régimen de legitimación divina, aunque amparado en el liberalismo doctrinario. Por contra, el personaje federalista apela a la necesidad de encuentro y asociación de los ciudadanos para construir esa autoridad, que no debe originarse fuera de los gobernados.
Los asociados han de ser y no otros el origen de los gobiernos y las leyes
2. Acercamiento al concepto federal de autoridad. Hoy en día se habla mucho del federalismo pero con poco atino, en mi opinión. No estaría de más una revisión del concepto clásico, que se basa en una auténtica legitimación democrática del poder, que se constituye con la libre asociación de sus miembros. Pi i Margall llega a relacionar federalismo con ausencia de guerras civiles. Por supuesto, la libertad, en este caso la de asociarse a un proyecto político común, no puede ser restringida y todo debe ponerse en el debate, incluida la nación misma:
¿De dónde saca V. que la nacionalidad sea inviolable y hasta indiscutible? Discutimos la propiedad, la familia, los reyes, los dioses, y ¿hemos de pararnos ante las nacionalidades?
Asimismo es interesante la concepción municipalista del federalismo clásico. El municipio ha sido la clave desde el siglo XIX. Quizá porque el progresismo sólo era posible antaño en la organización del ciudadano con lo más inmediato; quizá porque la autoridad siempre ha estado muy alejada y por tanto al margen del ciudadano; quizá porque antaño apenas había vida real para los ciudadanos fuera de su municipio. Es, en mi opinión, la parte diferenciadora del federalismo: construcción del poder, la autoridad, de abajo a arriba, es decir, un poder central constituido desde los márgenes. Al revés de lo que pasa en un sistema como el autonómico, el cual supone una delegación limitada a los márgenes, manteniendo en todo momento el control.
Para todos es la verdadera patria [el municipio]
