¿Queréis soluciones? Lo siento.
Cuando el escritor narra para conseguir premios literarios, para conseguir best-sellers, para convencer a los asesores, para vender y vender ... facilita las conclusiones, deja satisfecho a los lectores como yo mismo he hecho cientos de veces. Y no estoy criticando esta postura del escritor, todo lo contrario, máxime cuando narraciones en apariencia banales encierran reflexiones que unos lectores captan y otros no.
En las “pelis”, por ejemplo, lo que divierte a los que buscan emociones constantes no es el porqué de las situaciones, sino las invariables persecuciones en coche, en helicóptero, en bicicleta o lo que se inventen, y entre medio, ruidosas explosiones. En muchas historias de pseudo-terror, lo que atrae es la persecución de la chica por el psicópata o espectro de turno, y también suelen confundirse (como expuse en mi Ponencia) con el “thriller” policíaco, Ágatha Christie, Arthur Conan Doyle y otros magníficos autores, pero el Terror al que yo me refiero es otra cosa. Ya dejé escrito que cuando creo un relato, no pienso en los posibles lectores, estoy creando para mí mismo; claro está que una vez “parido” el relato, si es leído, es una gran satisfacción para el autor.
Alice, yo vi a la niña viva, pero como en aquellos momentos me hallaba en un ambiente mágico, ¿que capté yo de la mente de aquellos seres? No lo sé. Un escritor es una esponja que absorbe lo material y lo inmaterial de su alrededor y luego, en la soledad de su estudio, el subconsciente entreabre sus puertas y emergen los personajes, son ellos quienes cuentan su historia, tú te limitas a escribirla. En esta clase de relatos, no puedes, no debes conducir al lector para que adivine, esclarezca y halle soluciones que le complazcan, aunque es evidente que las historias narradas tienen unas motivaciones, unos corazones que laten y unas tripas que se revuelven. Lo que tampoco debe hacer el autor es dar una explicación, será cada lector, según su “psiquis”, quien hallará respuestas o explicaciones, hasta es posible que la lectura quede atragantada en la tráquea y pasados unos años, inmerso en las circunstancias más inesperadas, la historia que se creía olvidada aparezca, es como una bomba de relojería que no se sabe cuál es el tiempo que tiene marcado para ser activada. Para que comprendas que las facetas son múltiples en forma y color, te sugiero que leas “El Pastor es mi Señor” (relato corto), ya verás cuál es el problema de “la niña”.
Marsten, lo escrito para Alice lo hago extensivo a ti. En los “bolsilibros” evidentemente estaba más condicionado como ya he expuesto, pero siempre he escrito (aunque fuera a la carrera) con gran honestidad, por ello podías encontrar sentido a las historias. No obstante, imagino que en los inicios como lector, en tu adolescencia, sólo buscabas las emociones, la atmósfera creada. Habrás podido comprobar en “Viaje al horror”, novela de más de doscientas páginas, que en medio de una historia de terror gótico moderno planea uno de los problemas que castigan al ser humano. Creo que en la entrevista que me hicieron en otra Web ya expuse con bastante claridad que en ella no hay moralina, no ganan los buenos y pierden los malos.
Ciao!
Ralph Barby