Emil Cioran

Pues eso, para hablar de un autor en general.

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madison
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Emil Cioran

Mensaje por madison »

Emil Cioran
(8 de abril de 1911, Răşinari, Rumanía - 20 de junio de 1995, París, Francia)

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Filósofo y moralista de origen rumano que escribió en lengua francesa, cuya obra nihilista e irónica es la de un pensador radicalmente pesimista.

Cioran nació en la localidad de Răşinari (Städterdorf, en alemán; Resinár, en húngaro) en el condado transilvano de Sibiu, actual Rumanía, y que en ese entonces era parte del Reino de Hungría (territorio del Imperio austrohúngaro). Fue hijo de Emiliano Cioran, un sacerdote ortodoxo rumano y Elvira Cioran, originaria de Venecia de Jos, una comuna cerca de Făgăraș también rumana. Wikipedia

Tras cursar estudios de filosofía en Bucarest y escribir una tesis sobre el filósofo francés Henri Bergson (que le valió obtener en 1937 una beca del Instituto Francés), se trasladó a Francia. Tras elegir la condición de apátrida, residió en este país hasta su muerte.

Su libro Breviario de podredumbre (1949), primer texto escrito en francés como desafío hacia una lengua de adopción, es una manera de mantenerse prudentemente a distancia de su afectividad y de hacer frente a la propensión a la exageración que estigmatiza en todos los comportamientos humanos. Sus otros ensayos, Silogismos de la amargura (1952), La tentación de existir (1956), La caída en el tiempo (1965), Del inconveniente de haber nacido (1973), son otras tantas acusaciones virulentas y metódicas contra las ideologías, las religiones y las filosofías inventadas por el hombre para justificar su existencia y sus actos.

Convencido de la miseria fundamental de la criatura humana, de la burla de todas las cosas, ascético en extremo en su estilo y su pensamiento tanto como en su existencia, este gran admirador de los prosistas del siglo XVIII manejaba, al igual que ellos, el aforismo, el silogismo y la paradoja corrosiva. Su gusto por lo peor y su amargura apocalíptica le valieron ser presentado como un esteta de la desesperación o un cortesano del vacío, calificaciones que recibió con complacencia irónica, ya que él mismo se prestaba de buen grado a la autocaricatura al describirse a sí mismo como un sepulturero con un barniz de metafísica, un triste por decreto divino o un mortinato de clarividencia. Otras obras suyas son Ejercicios de admiración (1986) y El crepúsculo del pensamiento (1991).
epdlp

Selección de obras - Bibliografía completa en Wikipedia en rumano
En las cimas de la desesperación (Pe culmile disperării, 1934)
El libro de las quimeras (Cartea amăgirilor, 1936)
La transfiguración de Rumanía (Schimbarfea la fata a României, 1936)
Lágrimas y santos (Lacrimi şi Sfinţi, 1937) (Hermida editores, 2017 - edición completa)
El ocaso del pensamiento (Le Crépuscule des pensées, 1940)
Extravíos (Razne, 1945-46)
Breviario de podredumbre (Précis de décomposition, 1949)
Silogismos de la amargura (Syllogismes de l´amertume, 1952)
La tentación de existir (La tentation d'exister, 1956)
Historia y utopía (Histoire et Utopie, 1960)
La caída en el tiempo (La chute dans le temps, 1966)
El aciago demiurgo (Le mauvais demiurge, 1969)
Del inconveniente de haber nacido (De l'inconvénient d'être né, 1973)
Ensayo sobre el pensamiento reaccionario (Essai sur la pensée réactionnaire. À propos de Joseph de Maistre, 1977)
Desgarradura (Écartelèment, 1979)
Adiós a la filosofía y otros textos (Antología) (Alianza, 1982)
Ejercicios de admiración y otros textos (Exercices d'admiration. Essais et portrais, 1986)
Ese maldito yo (1986)
Breviario de los vencidos (Indreptar Patimas, 1993)
Conversaciones (Entretiens, 1995)
Cuadernos 1957-1972 (Cahiers, 1957-1972, 1997)
Soledad y destino (Singurătate și destin) (edición francesa de 2004; publicado de forma seriada en la prensa rumana entre 1931-1943)
Cuadernos de Talamanca (Cahier de Talamanca, 2000)
Ejercicios negativos: marginalia al breviario de podredumbre (Exercices négatifs , 2005)
Adiós a la filosofía y otros textos
Contra la historia

Sobre Cioran Wikipedia
Wikipedia en francés

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L'enfant terrible
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Re: Emile Cioran

Mensaje por L'enfant terrible »

Comienzo de Desgarradura.

Según una leyenda de inspiración gnóstica, en el cielo se desarrolló una lucha entre los ángeles en la cual los partidarios de Miguel vencieron a los del Dragón. Los ángeles indecisos que se limitaron a mirar fueron relegados a la Tierra, para que en ella llevasen a cabo la elección a la que no se habían resuelto arriba, elección tanto más penosa cuanto que no traían recuerdo alguno del combate y menos aún de su actitud equívoca.
Así, la causa de la historia sería un titubeo y el hombre el resultado de una vacilación original, de la incapacidad para tomar partido en la que se hallaba, antes de su destierro. Arrojado a la tierra para aprender a optar, se verá condenado al acto, a la aventura, en la que podrá brillar sólo si ha asfixiado en sí mismo al espectador. Si el cielo permite, hasta cierto punto, la neutralidad, la historia, por el contrario, aparece como el castigo de quienes, antes de encarnarse, no hallaron ninguna razón para adherirse a un campo en lugar de al otro. Se comprende, pues, que los humanos tengan tanta prisa por abrazar una causa, por aglutinarse alrededor de una verdad. Pero, ¿alrededor de qué clase de verdad?

Cioran - Desgarradura

Este tipo es un genio.
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Re: Emile Cioran

Mensaje por L'enfant terrible »

Hermanos, reflotemos esto.

Cioran ensalzando el lenguaje, las palabras, la belleza literaria

Las empresas gloriosas del pasado, así como los hombres que las suscitaron, ya no interesan más que las bonitas palabras que las coronaron. ¡Pobre del conquistador que no tenga ingenio! El mismo Jesús, aún siendo dictador indirecto desde hace dos milenios, no ha marcado el recuerdo de sus fieles y de sus detractores más que por los retazos de paradojas que jalonan su vida tan hábilmente escénica. ¿Cómo interesarse aún por un mártir si no profirió una frase adecuada a su sufrimiento? Sólo guardamos memoria de las víctimas pasadas o recientes si su verbo ha inmortalizado la sangre que les salpicó. Incluso los mismos verdugos no sobreviven más que en la medida en que fueron comediantes. Nerón hubiera sido olvidado hace mucho sin sus salidas de payaso sanguinario.
Cioran - Breviario de Podredumbre

Cioran en un grito agónico sobre la fatalidad que supone estar vivo. Ser.

Harto de la individuación, me gustaría descansar de mí. ¡Y cómo pulverizaría mi corazón en la lejanía, para que serpientes sedientas de veneno y víboras enroscadas en mi cerebro que sorben idea tras idea, reptiles ebrios de desesperanza, lamieran los restos de sangre! ¡Bóveda celeste, derrúmbate, ya no te quedará nada por aplastar! Porque los astros giran en el universo como huevos podridos cuyas emanaciones no podrán ocultar todas las rosas del paraíso. ¿Podré estrellar mis pensamientos contra mi propia sombra?
Si los demonios probaran el amargor de la sangre, enloquecerían de tristeza. Circula a sus anchas por las venas y no la detiene nadie... Es como si, en la sangre, se descongelaran lágrimas en un prolongado y lejano suspiro. ¿Quién habrá llorado en mi sangre?

Cioran - El Ocaso del Pensamiento
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madison
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Re: Emile Cioran

Mensaje por madison »

¿Era aquí dónde habíamos comentado sobre él?
Yo siempre digo que era un irónico, de un humor increible y además creyente.Un hombre con mucha fe, cosa que veo contradictoria cuando leo sus libros.
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L'enfant terrible
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Re: Emile Cioran

Mensaje por L'enfant terrible »

Algo de creyente debe tener quien culpa de lo absurdo de la existencia a Dios :mrgreen:
Y, en fin, en sus aforismos hay constantes alusiones a Él.

No hables de soledad si no sientes cómo se tambalea Dios.
Cioran - El Ocaso del Pensamiento

La teología no ha podido esclarecer hasta ahora quién está más solo: si Dios o el hombre. Ha venido la poesía. Y he comprendido que es el hombre.
Cioran - El Ocaso del Pensamiento

La lucha no tiene lugar entre hombre y hombre sino entre el hombre y Dios. Por ello, ni los problemas sociales ni la historia pueden resolver nada.
Cioran - El Ocaso del Pensamiento

Pensar en Dios sólo sirve para morir. No vamos hacia él de buen grado sino porque no nos queda otro remedio.
Cioran - El Ocaso del Pensamiento

Incluso cuando creemos haber desalojado a Dios de nuestra alma, continúa vegetando en ella. Pero sentimos que allí se aburre: no tenemos la fe suficiente para divertirle.
Cioran - Silogismos de la amargura
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1452
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Re: Emile Cioran

Mensaje por 1452 »

«Siempre busqué desenmascarar la existencia»
Hans-Jürgen Heinrichs entrevista a Cioran
—traducción del francés de Dulce María Zuñiga—

Entrevistado en París, en 1983, por Hans-Jürgen Heinrichs. Esta entrevista había permanecido inédita hasta febrero de 1999. Se publicó en el número 373 de la revista francesa «Le Magazine Littéraire». De ahí se toman estos fragmentos.

París
«Cuando llegué a París, inmediatamente comprendí que el interés de la ciudad era la posibilidad que me ofrecía de vivir rodeado de gente ociosa. Yo mismo soy un ejemplo de ocioso: nunca he trabajado en mi vida, nunca tuve un oficio. Sólo una vez, en Rumania, cuando enseñé un año Filosofía en Brasov. Era insoportable. Y fue también la razón por la que vine a París. En su propio país, uno tiene el deber de hacer algo —pero eso no es necesario cuando se vive en el extranjero. Tuve la fortuna de vivir más de cuarenta años en la ociosidad y, ¿cómo podría decirlo?, sin Estado. Lo interesante en París, creo, es que uno puede vivir ahí como extranjero radical, de manera que no se pertenece a una nación, sino solamente a una ciudad. Yo me siento de algún modo parisiense, pero no francés —sobre todo no francés.

[...] Hay dos libros que, para mí, expresan lo que es París. Primeramente ese libro de Rilke, Los cuadernos de Malte Laurids Brigge, y después el primer libro de Henry Miller, Trópico de Cáncer, que muestra un París diferente del de Rilke, incluso contrario, el París de burdeles, de prostitutas y padrotes, el París del fango. Y es también ése el París que yo conocí: [...] el París de hombres solos y de putas.

La verdad, yo había vivido ya lo mismo en Rumania: la vida de burdel era muy intensa en los Balcanes. Y también era el caso de París, al menos antes de la guerra. [...] Cuando llegué aquí, tuve largas conversaciones con muchas de esas mujeres. Al inicio de la guerra, yo vivía en un hotel cerca del boulevard Saint-Michel, y tenía amistad con una prostituta, una anciana canosa. Llegamos a ser buenos amigos; quiero decir: era demasiado vieja para mí. Pero era una actriz increíble, con talento para la tragedia. Yo la encontraba casi todas las noches hacia las dos o tres de la mañana, porque siempre regresaba muy tarde a mi hotel. Era al inicio de la guerra, en 1940 —o más bien no, era antes de la guerra porque, durante la guerra, no se podía salir después de medianoche. Paseábamos juntos y ella me contaba su vida, toda su vida— y la manera en que hablaba de eso, las palabras que utilizaba me fascinaban. [...] Las experiencias que tuve en mi vida con ese tipo de personas me enseñaron muchas más cosas que mis encuentros con los intelectuales.»

La lengua francesa
«Tengo una relación muy compleja con la lengua francesa. Cuando empecé a escribir en francés, me dije que no era una lengua para mí. Me sentí como si estuviera dentro de una camisa de fuerza. Pero ahora, desde hace unos años, desde que el francés está en decadencia, me siento de alguna manera ligado a esa lengua desfalleciente. Los franceses no son, diría yo, indiferentes a la decadencia de su lengua, pero ellos la aceptan, yo no. Y mientras más boicotea el mundo al francés, más cercano me siento yo de él. La razón es tal vez que todo lo que se pierde, se sustrae, o es víctima de algún delito, ejerce sobre mí un gran poder de atracción. Y el aislamiento del francés me fascina. El contacto con él fue para mí infinitamente difícil al principio. [...] En Rumania, todo el mundo hablaba francés y otras lenguas; pero, yo, venía de Transilvania donde no se hablaba más que alemán o húngaro. Tomé muy en serio ese cambio de lengua, y todo lo que escribí en francés, lo reescribí varias veces, por ejemplo, el Précis de décomposition, lo retomé cuatro veces. Para mí, era verdaderamente un desafío la idea de que debía escribir como un francés, competir con los franceses en el manejo de su lengua —una idea tal vez un poco loca. [...] Por mi temperamento, hubiera debido escribir más bien en español, en húngaro o en ruso. Porque el rigor del francés es incompatible conmigo. Pero es también precisamente eso lo que me gusta en él...»

Las mujeres
«Tengo algo en común con Sartre. Sartre dijo, poco antes de su muerte, que siempre se entendió mejor con las mujeres que con los hombres. Y es también mi caso: prefiero a las mujeres que a los hombres. ¿Sabe por qué? Porque la mujer es más desequilibrada que el hombre. Es un ser infinitamente más mórbido y enfermo que el hombre. Resiente más, incluso cosas que un hombre no puede sentir. Noté que las mujeres estaban en general más cercanas a mi manera de escribir que los hombres. Me impresioné mucho cuando leí que Sartre había dicho que prefería la conversación de las mujeres a la de los hombres.

Un día me preguntaron cómo había podido vivir sin ejercer un «oficio», respondí: «porque era padrote». Es una broma, pero hay algo de verdad en esa afirmación. Para mí, «padrote» es un concepto muy universal. Quiero decir que cuando un escritor vive con una mujer que se encarga de los gastos de los dos, ese escritor es un padrote. Muchos escritores respetables que conozco en París han vivido como parásitos de su mujer. En ese sentido, aunque nunca me he casado, también he sido un padrote...»

Rumania, el lazo con los orígenes
«Me desprendí de mis orígenes. Sin embargo, sigo estando profundamente interesado por los Bogomiles, esos maniqueos de los Balcanes, y por su idea de que el nacimiento es una catástrofe. Es casi una fatalidad que regrese así, de manera inconsciente, a mis orígenes. La idea de que no es Dios, sino Satanás, un pequeño Satanás, Satanel, quien creó el mundo, siempre me ha atraído. Es por eso que escribí ese libro, El Demiurgo malo, que se inspira un poco en la teoría bogomil. Me parece notable haber vuelto después de tantos años, a mi patria fundamental, a ese mundo espiritual del Danubio, de los Cárpatos. La idea de una mística del pre-nacimiento pertenece a ese mundo: el Oriente. Aunque haya querido librarme de mis orígenes, mis esfuerzos realmente no lo han logrado. Todas esas ideas, el Maniqueísmo y también la Gnosis o, al menos, una Gnosis un poco degenerada, vienen en parte de los Balcanes. Uno no puede deshacerse de sus orígenes, de su comienzo. He escrito mucho contra mi país natal. Por ejemplo: afirmé que ser rumano era ridículo, pero al mismo tiempo debo reconocer que soy muy fatalista en la vida. El fatalismo es la religión nacional en Rumania, todo mundo ahí es fatalista en la vida cotidiana y a propósito de todo. Conclusión: uno no puede liberarse de sí mismo...»

Las contradicciones
«Siempre he vivido en medio de contradicciones y nunca he sufrido, Si hubiera sido un sistemático, tendría que haber mentido para encontrar una solución. Ahora bien, no sólo acepté ese carácter insoluble de las cosas, sino que incluso encontré en ello cierta voluptuosidad, la voluptuosidad de lo insoluble. Nunca busqué reunir o, como dicen los franceses, conciliar lo irreconciliable. Siempre tomé las contradicciones como venían, tanto en mi vida privada como en teoría. Nunca tuve una meta, nunca busqué ningún resultado. Creo que no puede haberlos, ni en general ni en lo personal. Todo es no sin sentido —la palabra me disgusta un poco— sino sin necesidad [...]

Normalmente, de haber sido enteramente consecuente conmigo mismo, no hubiera debido hacer nada en absoluto. Al hacer algo, de alguna forma me contradije, viví en la contradicción.

Pero, toda vida, creo, está, en el fondo, condenada a la contradicción. Quisiera contar algo un tanto idiota: uno va a un cementerio —es un hecho banal— y se entera por una lápida que un amigo, con quien había estado riendo unos días antes, ha desaparecido sin dejar rastro, ¿cómo se puede, después de eso, construir un sistema? ¡Para mí es inconcebible! Uno de mis conocidos, a quien yo quería mucho, un judío polaco, un hombre muy interesante y simpático, con quien yo había bromeado acerca de todo —él era mucho más nihilista que yo— pero... ante su tumba, para mí era, ¿cómo decirlo...?

Es banal, todo el mundo ha experimentado esa sensación... Pero cuando traducimos eso en filosofía, ¿cuál es la conclusión? La conclusión es ésta: incluso el nihilismo es un dogma. Todo es ridículo, sin sustancia, pura ficción. Es por eso que no soy un nihilista, porque la nada es aún un programa. En la base, nada es importante. Todo existe sólo en la superficie, todo es posible, todo es un drama.

Existe, claro, el amor —y con frecuencia me he preguntado: cuando uno ya adivinó todo y todo ha penetrado con la mirada ¿cómo se puede uno prendar de algo? Sin embargo, sucede [...] Es incluso lo más verdadero e interesante en la vida. Quisiera terminar esta reflexión con un toque de optimismo: la vida es realmente interesante y atractiva porque, por encima de todo, no tiene ningún sentido. Y, para hablar de eso, doy siempre un ejemplo: se puede dudar absolutamente de todo, afirmarse como nihilista, y sin embargo enamorarse como el mayor idiota. Esa imposibilidad teórica de la pasión, pero que la vida real no cesa de hacer palpable en nosotros, hace que la vida tenga un encanto verdadero, irrefutable, irresistible. Uno sufre, se ríe de ese sufrimiento, hace lo que quiere, pero esa contradicción fundamental es tal vez lo que hace que la vida valga aún la pena de ser vivida...»

El cinismo
«Nunca he escrito asumiéndome como autor; créame, no busco la gloria, no me tomo por un autor, y no soporto eso en los demás. Nunca he sido prudente y siempre he dicho simplemente lo que me pasa por la cabeza. De cierta manera, busqué la forma de desenmascarar la existencia, y es por eso que me consideran un cínico. Pero si soy un cínico en mi expresión en general, en la vida no lo soy en absoluto. Y sin embargo, reconozco el valor del cinismo como un punto de vista. Siempre he dicho que se debe escribir lo que se vive como una verdad en el momento, incluso lo que no se debe decir por difícil, frívolo o insolente. Cuando escribo algo o cuando reflexiono, no marco ningún límite a la expresión del sentimiento de la verdad. Nunca, nunca he pensado en las consecuencias. Y nadie se ha suicidado jamás por mi culpa. Al contrario, conozco gente que me ha dicho: ‘gracias a usted, no me suicidé’. Y cuando me lee la gente deprimida, comprende que no puede sumirse más en la depresión. Para hablar como Kierkegaard, la depresión es una estación en el camino de la vida. Yo tampoco tengo la impresión de que he hecho, si puedo llamarle así, una carrera ‘negativa’. Y por otro lado, sabe, en definitiva todo es igual, ¿no?...»

El pesimismo
«Dicen de mí que soy un pesimista: ¡no es cierto! Esas categorías escolares son grotescas. Sé exactamente lo que es el pesimismo. Pero, como usted acaba de decirlo: hay una diferencia fundamental entre el pesimismo como sistema y la experiencia cotidiana del pesimismo, que nace simplemente de la experiencia de ser un ser vivo. No se puede ser pesimista en la vida, puesto que estamos vivos: no tiene sentido. Uno es como los demás, y hablo aquí de cosas vividas. Me propuse hacer la apología del escepticismo y también la del pesimismo, pero eso no es importante. Lo importante es lo que vivimos, lo que experimentamos, y cómo lo sentimos.»

Nietzsche
«Nietzsche ejerció una gran influencia sobre mí en mi juventud. Pero, hoy, estoy muy lejos de él. ¿Por qué? Porque construyó su teoría. Nietzsche tiene un ideal, una idea de los hombres, del valor, en función de los cuales escribió, dio forma y elaboró toda su obra. Y así, progresivamente, me llegó la impresión de que todo eso era un tanto falso. Como profeta o analista —porque, incluso cuando se siente analista sigue siendo profeta—, Nietzsche quiere ‘aportar’ algo absoluto, crear algo, jugar un papel en la cultura, etc. Eso provocó que ahora yo no puedo leer con gusto más que sus cartas, porque en sus cartas aparece como el contrario de lo que es en sus escritos. En sus cartas, vemos a Nietzsche tal como era: un pobre tipo. Y todos esos héroes, esos héroes del pensamiento, que juegan un papel en sus libros, esa gran ilusión me parece en consecuencia falsa. Aunque sea -irrefutablemente- genial, Nietzsche no es, en cierta forma, verídico. Para mí, el verdadero Nietzsche se encuentra en sus cartas, en ellas es él, verdaderamente. Es por eso que me alejé de gran parte de su obra. Nietzsche se dotó a sí mismo de una Weltanschung, una concepción del mundo. No se liberó de sus ideas y de sus proyectos, siguió dependiendo de ellos, como esclavo. Para mí, no se volvió un hombre libre, al menos en sus libros. [...] Tal vez exagero un poco; pero tengo la impresión de que hay algo de verdad en lo que digo. Nietzsche era ni héroe de la juventud; ya no lo es hoy; aunque sea genialmente mordaz y cínico, lo encuentro sin embargo demasiado juvenil para mí, demasiado cándido...”

Los alemanes
«Nietzsche no expresó su experiencia de la vida, nunca tuvo más que una idea en la cabeza: hay que dominar, dominar, dominar —en el fondo es muy alemán. Tal vez ese es el error fundamental de los alemanes y también del pensamiento alemán: hay que dominar, hay que construir, hay que edificar. De ahí que la historia alemana es un naufragio sin igual, una catástrofe, porque los alemanes quisieron construir su historia. A los alemanes les falta sabiduría; tienen genio, pero no sabiduría. No viven ni la historia ni la vida misma: siempre quieren construir, erigir. Y, en filosofía, eso no se puede hacer más que por medio de un sistema. Que todo deba ser homogéneo es, yo diría, un pecado idiota, una tara. Los alemanes son demasiado sistemáticos, experimentaron y se construyeron una historia sistemática y han sufrido las consecuencias de ello. Los alemanes siempre estuvieron fuera de la vida. [...] Hay algo irreal en todo el destino alemán. Es también, por eso, un pueblo trágico. Son demasiado serios para referirse de sí mismos: no hay una ironía alemana. Los alemanes han escrito sobre la ironía, pero nunca la han experimentado o practicado —no han hecho más que hablar de ella y pensarla en forma abstracta. Y ese es el origen del naufragio alemán.»

Heidegger
«Heidegger creyó demasiado en las palabras. [...] Las dificultades, no las resolvió, simplemente las rebasó ayudándose con la creación de palabras. Eso me parece altamente deshonesto. No niego que Heidegger haya sido un genio, pero yo lo considero un genio estafador. En lugar de contestar las preguntas, se contentó con formularlas, con crear palabras y desplazar los problemas. Respondió a ellas produciendo vocabulario. [...] Para mí, Heidegger era realmente demasiado inocente, aunque al mismo tiempo sagaz como un campesino. [...] Era un hombre, me atrevo a decir, inconscientemente astuto.»

La ventaja de la inseguridad
«Al distribuir toda su fortuna, Wittgenstein se salvó espiritualmente. Sabe, yo estaba mucho mejor del punto de vista espiritual, y vivía de manera más intensa cuando no poseía más que una pequeña maleta y todo el año lo pasaba con dos cambios de ropa, a veces uno solo. Ahora (no soy rico, pago exiguos impuestos, gasto poco pero vivo bastante bien, como lo que quiero, viajo), finalmente mi vida, de algún modo, se volvió más segura. Y eso proyectó grandes sombras sobre mí: sombras espirituales. Antes, yo vivía al día en París. Pero estaba más fresco espiritualmente, más joven también por supuesto: era otro hombre. No sabía nunca de qué estaría hecho el mañana. Viví veinticinco años en hoteles y siempre andaba como un animal, como una bestia salvaje. [...] La seguridad representa un peligro increíble en el plan espiritual, al igual que una salud perfecta es una catástrofe para el espíritu. [...] También, un intelectual o, digamos, un escritor, debe guardar el sentimiento de no tener un suelo donde pisar con firmeza. Si, por el contrario, comienza a instalarse, a ¿cómo decir?, establecerse, está perdido. Así pues, cuando se hace una obra y se convierte en un gran escritor se dice que «se es alguien». Pero todo eso es deplorable. [...] La inseguridad es una necesidad absoluta: un escritor cuya vida se vuelve segura, es un escritor perdido.»

Los aforismos y la novela
«Todo lo que escribí es resultado de la casualidad. Por ejemplo: en principio, no escribo los aforismos como tales: escribo una página... luego tiro todo y vuelvo a empezar. Para escribir una novela hay que elegir los detalles. Yo no me intereso en los detalles, voy de inmediato a la conclusión. Si escribiera una obra de teatro, la empezaría en el quinto acto porque desde el inicio ya estoy entreviendo el final. Con tal concepción de las cosas, no se puede ni escribir un libro ni practicar las bellas letras ni, en general, ningún género literario. Es por eso que no soy un escritor, soy un... no sé... un hombre de fragmentos...»
Geocities
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sergio,
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Re: Emile Cioran

Mensaje por sergio, »

Lo de las mujeres (que comparte Sartre) y lo del pesimismo me ha encantado. No conocía a este autor, sólo de oídas, pero en el hilo de Pavese se habla de él, así que a la lista pero ya. :D
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El Astrólogo
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Re: Emile Cioran

Mensaje por El Astrólogo »

(Cioran habla de Borges)

El último delicado


París, 10 de diciembre de 1976


Querido amigo:

El mes pasado, durante su visita a París, me pidió usted que colaborara en un libro de homenaje a Borges. Mi primera reacción fue negativa; la segunda también. ¿Para qué celebrarlo cuando hasta las universidades lo hacen? La desgracia de ser conocido se ha abatido sobre él. Merecía algo mejor, merecía haber permanecido en la sombra, en lo imperceptible, haber continuado siendo tan inasequible e impopular como lo es el matiz. Ese era su terreno. La consagración es el peor de los castigos -para el escritor en general y muy especialmente para un escritor de su género. A partir del momento en que todo el mundo lo cita, ya no podemos citarle o, si lo hacemos, tenemos la impresión de aumentar la masa de sus ``admiradores'', de sus enemigos. Quienes desean hacerle justicia a toda costa no hacen en realidad más que precipitar su caída. Pero no sigo, porque si continuase en este tono acabaría apiadándome de su destino. Y tenemos sobrados motivos para pensar que él mismo se ocupa ya de ello.


Creo haberle dicho un día que si Borges me interesa tanto es porque representa un espécimen de humanidad en vías de desaparición y porque encarna la paradoja de un sedentario sin patria intelectual, de un aventurero inmóvil que se encuentra a gusto en varias civilizaciones y en varias literaturas, un monstruo magnífico y condenado. En Europa, como ejemplar similar, se puede pensar en un amigo de Rilke, Rudolf Kassner, que publicó a principios de siglo un excelente libro sobre la poesía inglesa (fue después de leerlo, durante la última guerra, cuando me decidí a aprender el inglés) y que ha hablado con admirable agudeza de Sterne, Gogol, Kierkegaard y también del Magreb o de la India. Profundidad y erudición no se dan juntas; él había logrado sin embargo reconciliarlas. Fue un espíritu universal al que sólo le faltó la gracia, la seducción. Es ahí donde aparece la superioridad de Borges, seductor inigualable que llega a dar a cualquier cosa, incluso al razonamiento más arduo, un algo impalpable, aéreo, transparente. Pues todo en él es transfigurado por el juego, por una danza de hallazgos fulgurantes y de sofismas deliciosos.


Nunca me han atraído los espíritus confinados en una sola forma de cultura. Mi divisa ha sido siempre, y continúa siéndolo, no arraigarse, no pertenecer a ninguna comunidad. Vuelto hacia otros horizontes, he intentado siempre saber qué sucedía en todas partes. A los veinte años, los Balcanes no podían ofrecerme ya nada más. Ese es el drama, pero también la ventaja de haber nacido en un medio ``cultural'' de segundo orden. Lo extranjero se había convertido en un dios para mí. De ahí esa sed de peregrinar a través de las literaturas y de las filosofías, de devorarlas con un ardor mórbido. Lo que sucede en el Este de Europa debe necesariamente suceder en los países de América Latina, y he observado que sus representantes están infinitamente más informados y son mucho más cultivados que los occidentales, irremediablemente provincianos. Ni en Francia ni en Inglaterra veía a nadie con una curiosidad comparable a la de Borges, una curiosidad llevada hasta la manía, hasta el vicio, y digo vicio porque, en materia de arte y de reflexión, todo lo que no degenere en fervor un poco perverso es superficial, es decir, irreal.


Siendo estudiante, tuve que interesarme por los discípulos de Schopenhauer. Entre ellos, un tal Philip Mainlander me había llamado particularmente la atención. Autor de una Filosofía de la Liberación, poseía además para mí el aura que confiere el suicidio. Totalmente olvidado, yo me jactaba de ser el único que me interesaba por él, lo cual no tenía ningún mérito, dado que mis indagaciones debían conducirme inevitablemente a él. Cuál no sería mi sorpresa cuando, muchos años más tarde, leí un texto de Borges que lo sacaba precisamente del olvido. Si le cito este ejemplo es porque a partir de ese momento me puse a reflexionar seriamente sobre la condición de Borges, destinado, forzado a la universalidad, obligado a ejercitar su espíritu en todas las direcciones, aunque no fuese más que para escapar a la asfixia argentina. Es la nada sudamericana lo que hace a los escritores de aquel continente más abiertos, más vivos y más diversos que los europeos del Oeste, paralizados por sus tradiciones e incapaces de salir de su prestigiosa esclerosis.


Puesto que le interesa saber qué es lo que más aprecio en Borges, le responderé sin vacilar que su facilidad para abordar las materias más diversas, la facultad que posee de hablar con igual sutileza del Eterno Retorno y del Tango. Para él cualquier tema es bueno desde el momento en que él mismo es el centro de todo. La curiosidad universal es signo de vitalidad únicamente si lleva la huella absoluta de un yo, de un yo del que todo emana y en el que todo acaba: comienzo y fin que puede, soberanía de lo arbitrario, interpretarse según los criterios que se quiera. ¿Dónde se halla la realidad en todo esto? El Yo, farsa suprema. El juego en Borges recuerda la ironía romántica, la exploración metafísica de la ilusión, el malabarismo con lo ilimitado. Friedrich Schegel, hoy, se halla adosado a la Patagonia.


Una vez más, no podemos sino deplorar que una sonrisa enciclopédica y una visión tan refinada como la suya susciten una aprobación general, con todo lo que ello implica. Pero, después de todo, Borges podría convertirse en el símbolo de una humanidad sin dogmas ni sistemas, y si existe una utopía a la cual yo me adheriría con gusto, sería aquella en la que todo el mundo le imitaría a él, a uno de los espíritus menos graves que han existido, al último delicado.


E.M. Cioran
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Aben Razín
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Re: Emile Cioran

Mensaje por Aben Razín »

Gracias por esta transcripción, El Astrólogo :60:
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Re: Emile Cioran

Mensaje por Aben Razín »

Os dejo este artículo de Patxi Lanceros,

Para profundizar sobre este filósofo, :lista:

(yy = es)

Y este otro,

Sobre sus trabajos inéditos, :roll:

(yy = es)
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Re: Emile Cioran

Mensaje por Aben Razín »

Es curioso, en otro hilo sobre un ensayo de Miguel de Unamuno, aclaraba que no me veía en la lectura de sesudas obras de pensamiento, sin embargo, he investigado en el catálogo de la biblioteca y encontrado siete obras de Emile Cioran. Creo que soy incorregible, :cunao:
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Re: Emile Cioran

Mensaje por LiterarySnob »

madison escribió: 05 Ene 2009 21:37 ¿Era aquí dónde habíamos comentado sobre él?
Yo siempre digo que era un irónico, de un humor increible y además creyente.Un hombre con mucha fe, cosa que veo contradictoria cuando leo sus libros.
En sus últimos libros, puede ser.

Su primer libro, En las Cimas de la Desesperación, tiene poco de irónico. Es pesimismo puro y duro, aunque de un tipo juvenil.
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Re: Emile Cioran

Mensaje por ratonB »

LiterarySnob escribió: 26 Ene 2020 16:02
madison escribió: 05 Ene 2009 21:37 ¿Era aquí dónde habíamos comentado sobre él?
Yo siempre digo que era un irónico, de un humor increible y además creyente.Un hombre con mucha fe, cosa que veo contradictoria cuando leo sus libros.
En sus últimos libros, puede ser.

Su primer libro, En las Cimas de la Desesperación, tiene poco de irónico. Es pesimismo puro y duro, aunque de un tipo juvenil.
Uff, ya ves, una jartá como se diría por aquí, llamarle pesimista es ser muy condescendiente. Como para haberse ido de copas con él :lol:
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fabian
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Re: Emil Cioran

Mensaje por fabian »

"España es el último país que todavía tiene alma”, escribe el filósofo en sus textos nunca antes publicados en españa. El sello Tusquets los saca a la luz el 23 de enero
tela, más de mil páginas.

Imagen

Aquí lo podéis escuchar hablando del nihilismo, vida, dios, suicidio, etc...
https://www.rtve.eX/alacarta/audios/hoy ... 0/5524901/
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madison
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Re: Emil Cioran

Mensaje por madison »

Muchas páginas veo yo..
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