Re: Agenda de exposiciones e información varia
Publicado: 26 Oct 2017 13:25
y yo. Son aforismos dibujados.
Sus pinturas:
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La obra de Olga Sacharoff se ha leído tradicionalmente desde el paradigma de una artista de vanguardia que evoluciona, con el paso del tiempo, a formas más conservadoras y clasicistas. Esta muestra pretende evidenciar que los vínculos y los puntos en común entre la producción parisina de Sacharoff y la que hizo en Cataluña son más estrechos y numerosos, sin que haya una ruptura categórica entre ambos períodos. La artista trabajó siempre las mismas iconografías, y el giro expresionista que se produce en su estilo en la década de los treinta se mantiene hasta las últimas pinturas. Por otro lado, queremos poner énfasis en los discursos que Sacharoff elabora desde el inicio de su carrera, y que también se situaron siempre en el centro de sus intereses: frente a una visión de su pintura que la presenta ingenua, amable y decorativa, queremos valorar su apuesta pionera por el uso del humor como estrategia crítica hacia el orden establecido, y la articulación de un mundo propio en el que la naturaleza y sus seres son utilizados para proponer una alternativa al pensamiento imperante.
La Escuela de París
Desde 1912 hasta 1940 Olga Sacharoff tuvo una presencia continua en los salones, las galerías y la prensa parisinos, de manera que se la puede considerar una firme integrante de la denominada Escuela de París. Instalada siempre en Montparnasse, la pintora mantuvo contactos y relaciones artísticas con los creadores más destacados de la época: Picasso, Van Dongen, Modigliani, Soutine, Chana Orloff, Pascin, etc. Además, era una figura conocida entre la colonia de los artistas rusos que se habían sumado a la vanguardia de la capital francesa. Desde que presentó sus primeras obras, de un estilo muy personal que, partiendo del cubismo sintético, evolucionaba hacia formas poscubistas, obtuvo un gran éxito de crítica. Posteriormente desarrollaría un lenguaje que, a partir de la síntesis geométrica anterior, ampliaba la paleta cromática y elaboraba un mundo iconográfico propio (poblado de personajes muy característicos) con el que fue articulando los discursos que siempre la motivaron.
Una poética de la naturaleza
Son pocas las obras de Olga Sacharoff en las que no aparece representado ningún elemento procedente del mundo natural (animales, flores, árboles, ríos...), trabajado con los diferentes lenguajes de vanguardia que la artista cultivó. La naturaleza es una presencia constante en sus pinturas. En ellas podemos encontrar una reflexión sobre los vínculos que se establecen entre el ser humano y el medio natural, llevada a cabo en una época en la que el sujeto experimenta los cambios derivados de la instauración de la sociedad industrial y de consumo. Ante la extrañeza y la alienación que supone el alejamiento de la naturaleza, la artista propone un mundo de carácter idílico que nos habla, con melancolía, de paraísos perdidos y olvidados, pero que también plantea (con una visión de futuro sorprendente que presiente el pensamiento ecologista actual) la única alternativa posible: un contacto basado en el diálogo con nuestros orígenes y con la naturaleza primigenia. Su obra surge, pues, de una mirada lúcida y anticipada a la necesidad de una nueva manera de estar en el mundo, una manera que se supone antigua y desaparecida en el pasado, pero cuya recuperación resulta inaplazable.
Un mundo de mujeres
Las protagonistas de la mayor parte de las pinturas de Sacharoff son figuras femeninas, ya que las mujeres y los universos femeninos constituyen uno de sus principales focos de dedicación. Siempre se quiso rodear de mujeres intelectuales y artistas: entre sus amigas figuraban las pintoras Marie Laurencin, Dagoussia, Ángeles Santos, Laura Albéniz y Soledad Martínez; las escultoras Lluïsa Granero y Maria Llimona, o las escritoras Clementina Arderiu y Elisabeth Mulder. Sacharoff pinta a mujeres desde un cuerpo de mujer y, así, su mirada no es mediatizada, sino que siempre parte de sí misma para hablar de la otra. Sacharoff plasma el cuerpo desnudo y libre de las mujeres en diálogo con la naturaleza y en momentos de intensa introspección, pero también el cuerpo materno y las tareas de cuidado de la vida. La artista, asimismo, hace simbólico el trabajo de las mujeres en unas imágenes que, a pesar de parecer amables con su lenguaje falsamente inocente y colorista, muestran los trabajos que mayoritariamente se consideraban femeninos en su época.
Olga y sus amistades
Sacharoff pintó retratos a lo largo de todo su recorrido artístico. A la artista le gustaba, sobre todo, hacer retratos de sus amistades, y siempre mantuvo la costumbre de regalarlos en ocasiones especiales, como bodas o aniversarios. Para ella, pintar un retrato era una muestra de amor y respeto. Así, hoy conservamos un gran número de retratos en los que Sacharoff plasmó a los intelectuales y artistas que la rodeaban, pero también a sus hijos o a sus familias. Aquí destaca La pandilla, obra en la que representa al grupo de amigos (formado por destacadas personalidades barcelonesas) que animaba el ambiente cultural y artístico de la posguerra. En esta pintura, Sacharoff incluye un autorretrato, género que también trabaja a menudo y con finalidades muy diversas. A partir del momento en el que se estableció definitivamente en Barcelona, pintar retratos se convirtió en su principal fuente de ingresos económicos, y recibió un gran número de encargos de familias burguesas, entre las que poseer un retrato firmado por Sacharoff se puso muy de moda.
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