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Hay algo que me llama la atención en el libro y me parece un fallo de los gordos:
El libro está narrado en primera persona, desde el punto de vista del hijo del protagonista.
Pues bien, cuando se narra un libro en primera persona se supone que el narrador debe estar siempre presente, ¿pues cómo va a narrar una situación que no ha vivido?
Pues bien, he visto varios casos en lo que llevo leído en que sólo sale el padre y otros personajes, pero el hijo no está presente en esos momentos... ¿cómo puede narrarse entonces en primera persona?
Por ejemplo:
Cuando el padre va con Alceo y Neleo (su amigo y su esclavo) a la asamblea el hijo no está presente y sin embargo es capaz de narrarlo todo como si hubiera estado allí.
Naomi escribió:Hay algo que me llama la atención en el libro y me parece un fallo de los gordos:
El libro está narrado en primera persona, desde el punto de vista del hijo del protagonista.
Pues bien, cuando se narra un libro en primera persona se supone que el narrador debe estar siempre presente, ¿pues cómo va a narrar una situación que no ha vivido?
Pues bien, he visto varios casos en lo que llevo leído en que sólo sale el padre y otros personajes, pero el hijo no está presente en esos momentos... ¿cómo puede narrarse entonces en primera persona?
Por ejemplo:
Cuando el padre va con Alceo y Neleo (su amigo y su esclavo) a la asamblea el hijo no está presente y sin embargo es capaz de narrarlo todo como si hubiera estado allí.
Ummm... Siempre cabe la posibilidad de que el Padre le haya contado al hijo esos acontecimientos, no se...
Ya se que es un poco rebuscado pero es una posible explicación a lo que comentas.
Aunque con algo de retraso, procedo a contestar a la objeción que Naomi encontró en la novela. Cuando uno elige un narrador en primera persona –y descarta, por tanto, el narrador omnisciente en tercera persona- se arriesga a que alguna escena del libro resulte poco creíble. En el caso de El hombre de Esparta, quien narra la historia es Iónides, el hijo de Isómaco, y lo hace después de haber transcurrido sesenta años desde que ocurrieron los acontecimientos descritos.
En previsión de que la novela pudiera incurrir en este defecto –aunque es posible, por lo que veo, que no haya quedado solventado del todo-, en el prólogo que precede al comienzo del argumento se indica que Iónides utiliza como fuentes de su escritura sus recuerdos y, para aquellas escenas en las que no estuvo presente –que son pocas-, recurre a testimonios, documentos y a su imaginación e intución. Concretamente, en la página 13 del libro, Iónides afirma lo siguiente:
"Cuando afronté este reto quise que la narración de aquellos acontecimientos fuera lo más cercana posible a los protagonistas, pero sin faltar al respeto que la Historia merece. Para ello he utilizado como instrumento básico los recuerdos del joven curioso e inquieto que fui, tamizados por la interpretación que he sabido dar, sesenta años más tarde, a aquellos hechos, y me he apoyado en los testimonios y en los documentos que he podido ir recabando a lo largo de mi vida.
Mi imaginación ha servido para dar vida a situaciones íntimas de las que no fui testigo presencial ni he podido conocer mediante ninguna otra fuente. Debo decir, sin embargo, que ninguno de los episodios que he narrado basándome en mi intuición, en sustitución del conocimiento directo, se habrá apartado sensiblemente de la realidad. Desde pequeño me ha resultado sencillo internarme en la mente y en la personalidad de quienes me rodean, y muy especialmente en la de mi padre”.
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