New York, New York
Día 2 (5 de julio)
Como decía en el capítulo anterior, nos levantamos muy temprano. Pero Nueva York ya estaba en marcha. De hecho, debido a su situación geográfica, amanecía sobre las cinco y anochecía casi tan tarde como en España, así que los días eran larguísimos. Había que echar bien las persianas por la noche para que el resplandor no molestara mientras dormías.
Por otra parte, el Hotel Paramount estaba muy bien. Las habitaciones eran pequeñas, pero estaban decoradas con mucho encanto, todas de blanco y con un enorme cuadro en la cabecera de la cama representando alguna pintura del genial Vermeer.
El vestíbulo, en cambio, era enorme. Creo que en algún momento fue un teatro o una sala de espectáculos. Y el personal, amabilísimo, nos ayudaba en todo con mucho interés. A esto había que sumar que se encontraba en la calle 46, justo al lado de Times Square. En la siguiente fotografía podéis comprobar que, desde las inmediaciones del hotel, se podía vislumbrar dicho lugar.
Como ese día teníamos incluida la visita panorámica por la ciudad en autobús, no nos alejamos mucho del hotel. Paseamos hacia el sur por la Octava Avenida, después de desayunar en un bar típico de la Séptima, y luego volvimos al Hotel Milford Plaza, cercano al nuestro. Allí, justo cuando comenzaba a llover, nos recogía el guía para la excursión, que resultó muy interesante y fundamental para conocer rápidamente la ciudad, ya que recorrimos la Gran Manzana desde el Harlem hasta el Downtown, bajando por la Quinta Avenida.
Durante el trayecto, vimos entre la niebla y bajo la lluvia, entre otras cosas, el Flatiron Building (en la foto) y el Empire State Building y nos asomamos a la bahía desde Battery Park para contemplar la Estatua de la Libertad y la Isla de Ellis.
Esa misma mañana tuvimos nuestro primer encuentro con una de las numerosas y simpáticas ardillas que pueblan los parques de Nueva York. Al término de la excursión, decidimos quedarnos en Downtown para pasear por los alrededores de Wall Street, visitar la Trinity Church y su cementerio, la iglesia de San Pablo, la Bowling Green donde reposa el famoso toro de la Bolsa, y la Zona Cero (bajamos tres de las seis plantas de sótano en el sitio donde se levantaban las torres gemelas y donde ya han reabierto una estación de metro que comunica con New Jersey). Comimos en uno de esos famosos Delis que abundan por la ciudad (éste tenía incluso una planta superior con mesas).
Cementerio de Trinity Church
Terminamos la tarde aventurándonos a recorrer el puente de Brooklyn, desde el cual hay vistas maravillosas tanto de Brooklyn como de Manhattan y también del East River y el puente de Manhattan.
La caminata por Brooklyn Heights resultó mucho más entretenida de lo que podíamos esperar. Recorrimos esas calles, llenas de mansiones, el centro neurálgico de Brooklyn (si puede llamarse así, pues hay otras zonas residenciales igual de importantes junto a Prospect Park). Si ya nos había llamado la atención TriBeCa (el Triángulo bajo Canal Street, en Manhattan), más nos gustó este tranquilo barrio. Estuvimos mirando precios y una de estas casitas podía costar tan sólo 750.000 dólares. Total, al cambio... Psssh.
Antes de volver en el metro (aquí lo llaman Subway), nos detuvimos a contemplar las vistas desde el Brooklyn Promenade. Pero ya no teníamos fuerzas para acercarnos al River Cafe, junto a los pilares del puente. Eso quedaría como uno de los pretextos para regresar a Nueva York más adelante.
Al final del día, ni rastro de la maleta.
Como decía en el capítulo anterior, nos levantamos muy temprano. Pero Nueva York ya estaba en marcha. De hecho, debido a su situación geográfica, amanecía sobre las cinco y anochecía casi tan tarde como en España, así que los días eran larguísimos. Había que echar bien las persianas por la noche para que el resplandor no molestara mientras dormías.
Por otra parte, el Hotel Paramount estaba muy bien. Las habitaciones eran pequeñas, pero estaban decoradas con mucho encanto, todas de blanco y con un enorme cuadro en la cabecera de la cama representando alguna pintura del genial Vermeer.
El vestíbulo, en cambio, era enorme. Creo que en algún momento fue un teatro o una sala de espectáculos. Y el personal, amabilísimo, nos ayudaba en todo con mucho interés. A esto había que sumar que se encontraba en la calle 46, justo al lado de Times Square. En la siguiente fotografía podéis comprobar que, desde las inmediaciones del hotel, se podía vislumbrar dicho lugar.
Como ese día teníamos incluida la visita panorámica por la ciudad en autobús, no nos alejamos mucho del hotel. Paseamos hacia el sur por la Octava Avenida, después de desayunar en un bar típico de la Séptima, y luego volvimos al Hotel Milford Plaza, cercano al nuestro. Allí, justo cuando comenzaba a llover, nos recogía el guía para la excursión, que resultó muy interesante y fundamental para conocer rápidamente la ciudad, ya que recorrimos la Gran Manzana desde el Harlem hasta el Downtown, bajando por la Quinta Avenida.
Durante el trayecto, vimos entre la niebla y bajo la lluvia, entre otras cosas, el Flatiron Building (en la foto) y el Empire State Building y nos asomamos a la bahía desde Battery Park para contemplar la Estatua de la Libertad y la Isla de Ellis.
Esa misma mañana tuvimos nuestro primer encuentro con una de las numerosas y simpáticas ardillas que pueblan los parques de Nueva York. Al término de la excursión, decidimos quedarnos en Downtown para pasear por los alrededores de Wall Street, visitar la Trinity Church y su cementerio, la iglesia de San Pablo, la Bowling Green donde reposa el famoso toro de la Bolsa, y la Zona Cero (bajamos tres de las seis plantas de sótano en el sitio donde se levantaban las torres gemelas y donde ya han reabierto una estación de metro que comunica con New Jersey). Comimos en uno de esos famosos Delis que abundan por la ciudad (éste tenía incluso una planta superior con mesas).
Cementerio de Trinity Church
Terminamos la tarde aventurándonos a recorrer el puente de Brooklyn, desde el cual hay vistas maravillosas tanto de Brooklyn como de Manhattan y también del East River y el puente de Manhattan.
La caminata por Brooklyn Heights resultó mucho más entretenida de lo que podíamos esperar. Recorrimos esas calles, llenas de mansiones, el centro neurálgico de Brooklyn (si puede llamarse así, pues hay otras zonas residenciales igual de importantes junto a Prospect Park). Si ya nos había llamado la atención TriBeCa (el Triángulo bajo Canal Street, en Manhattan), más nos gustó este tranquilo barrio. Estuvimos mirando precios y una de estas casitas podía costar tan sólo 750.000 dólares. Total, al cambio... Psssh.
Antes de volver en el metro (aquí lo llaman Subway), nos detuvimos a contemplar las vistas desde el Brooklyn Promenade. Pero ya no teníamos fuerzas para acercarnos al River Cafe, junto a los pilares del puente. Eso quedaría como uno de los pretextos para regresar a Nueva York más adelante.
Al final del día, ni rastro de la maleta.
Última edición por JANGEL el 24 Ago 2006 10:15, editado 2 veces en total.
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Pues lo leeré, porque lo he visto reiteradamente en las librerías y me llamaba la atención. Yo recomiendo, al respecto de Nueva York, Historias de Nueva York, del periodista Enric González. No es una novela, sino una retahíla de experiencias y conocimientos adquiridos por el autor durante sus estancias en la ciudad.
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Días 3 y 4 (6 y 7 de julio)
Los días que siguieron antes de emprender el circuito por Canadá fueron muy intensos. Nos dimos nuestras buenas caminatas por todo Manhattan.
El jueves recorrimos Midtown, empezando por Rockefeller Center, la Quinta Avenida y alrededores. Como seguíamos sin maleta y, por tanto, sin ropa, aprovechamos para ir de compras. Naturalmente, dejamos Cartier, Tiffany's, Prada, etc, para meras visitas. Las compras las hicimos en Levi's. Pero, en general, es muy recomendable dedicar un rato a las tiendas y visitarlas como si fueran museos. Esto ocurre también con Disney y Toys'R'Us (que tiene una noria en funcionamiento dentro).
El Atlas del Rockefeller Center frente a la Catedral de San Patricio
En cuanto a edificios, destacaría nuestra primera visión del Chrysler Building, sin duda el más hermoso, y el Citicorp Building, cuya cima es oblicua y cuya base queda soportada por cuatro espectaculares pilares nada más. La arquitectura puesta a prueba.
Park Avenue
Tras visitar la juguetería FAO Schwartz, donde Tom Hanks hizo su baile musical sobre el gigantesco teclado de piano en el suelo (aún hay uno expuesto y utilizable), bajamos por Park Avenue y tomamos el metro hacia el SoHo y Greenwich Village, dos zonas bohemias y muy plácidas por las que es obligatorio pasear... y a las que hay que volver.
Washington Arch en Greenwich Village
Al día siguiente, continuamos en Midtown, pero en lugar de subir hacia el norte, nos dirigimos al sur, hacia el Empire State Building, el Madison Square Garden y Herald Square. Merece la pena seguir bajando hasta Washington Square, donde se levanta el Flatiron Building, y Union Square, donde se instala un mercadillo de verduras, plantas y frutas. Allí cerca encontraréis un restaurante vegetariano muy recomendable, el Zen Palate.
Empire State Building desde la calle 34
Volvemos por South Park Avenue, pasando por la Gran Central Terminal, un edificio magnífico y enorme, majestuoso e impresionante. Desde allí, las vistas del Chrysler Building ya son apabullantes.
La calle 42 nos lleva hasta la Biblioteca Pública, tan famosa por todas esas películas que la han aprovechado, y un poco más allá, Times Square, de nuevo. Por la tarde nos espera el Museo de Historia Natural, con sus dinosaurios. Es viernes y los viernes la entrada es gratis a partir de las cinco. Bueno, en realidad basta con dar un pequeño donativo. El problema es que sólo tienes tres cuartos de hora para la visita, pero al menos vemos unos cuantos fósiles.
Tyrannosaurus Rex
Aunque a esas horas ya estaría cerrado, intentamos ir al MET (el Museo Metropolitano) cruzando Central Park. Pero atravesamos las Ramblas, un área boscosa y llena de senderos donde nos extraviamos. Es decir, sabemos a donde vamos, pero todo es tan frondoso y retorcido que resulta imposible llegar al otro flanco (a unos 800 metros) en menos tiempo. Antes de salir del parque, vemos a Alicia con el Conejo Blanco y el Sombrerero Loco.
Para terminar el día, cogemos un taxi y le decimos que nos deje en el Empire State Building. Aún es de día y queda tiempo para que anochezca. Queremos subir a la cima del rascacielos y ver el atardecer desde arriba. Las vistas desde allí son tan espectaculares de día como de noche. Para no pagar la entrada dos veces, basta con acercarse al ocaso.
Vistas de Midtown desde el Empire State Building
Y la noche cae sobre Manhattan.
Los días que siguieron antes de emprender el circuito por Canadá fueron muy intensos. Nos dimos nuestras buenas caminatas por todo Manhattan.
El jueves recorrimos Midtown, empezando por Rockefeller Center, la Quinta Avenida y alrededores. Como seguíamos sin maleta y, por tanto, sin ropa, aprovechamos para ir de compras. Naturalmente, dejamos Cartier, Tiffany's, Prada, etc, para meras visitas. Las compras las hicimos en Levi's. Pero, en general, es muy recomendable dedicar un rato a las tiendas y visitarlas como si fueran museos. Esto ocurre también con Disney y Toys'R'Us (que tiene una noria en funcionamiento dentro).
El Atlas del Rockefeller Center frente a la Catedral de San Patricio
En cuanto a edificios, destacaría nuestra primera visión del Chrysler Building, sin duda el más hermoso, y el Citicorp Building, cuya cima es oblicua y cuya base queda soportada por cuatro espectaculares pilares nada más. La arquitectura puesta a prueba.
Park Avenue
Tras visitar la juguetería FAO Schwartz, donde Tom Hanks hizo su baile musical sobre el gigantesco teclado de piano en el suelo (aún hay uno expuesto y utilizable), bajamos por Park Avenue y tomamos el metro hacia el SoHo y Greenwich Village, dos zonas bohemias y muy plácidas por las que es obligatorio pasear... y a las que hay que volver.
Washington Arch en Greenwich Village
Al día siguiente, continuamos en Midtown, pero en lugar de subir hacia el norte, nos dirigimos al sur, hacia el Empire State Building, el Madison Square Garden y Herald Square. Merece la pena seguir bajando hasta Washington Square, donde se levanta el Flatiron Building, y Union Square, donde se instala un mercadillo de verduras, plantas y frutas. Allí cerca encontraréis un restaurante vegetariano muy recomendable, el Zen Palate.
Empire State Building desde la calle 34
Volvemos por South Park Avenue, pasando por la Gran Central Terminal, un edificio magnífico y enorme, majestuoso e impresionante. Desde allí, las vistas del Chrysler Building ya son apabullantes.
La calle 42 nos lleva hasta la Biblioteca Pública, tan famosa por todas esas películas que la han aprovechado, y un poco más allá, Times Square, de nuevo. Por la tarde nos espera el Museo de Historia Natural, con sus dinosaurios. Es viernes y los viernes la entrada es gratis a partir de las cinco. Bueno, en realidad basta con dar un pequeño donativo. El problema es que sólo tienes tres cuartos de hora para la visita, pero al menos vemos unos cuantos fósiles.
Tyrannosaurus Rex
Aunque a esas horas ya estaría cerrado, intentamos ir al MET (el Museo Metropolitano) cruzando Central Park. Pero atravesamos las Ramblas, un área boscosa y llena de senderos donde nos extraviamos. Es decir, sabemos a donde vamos, pero todo es tan frondoso y retorcido que resulta imposible llegar al otro flanco (a unos 800 metros) en menos tiempo. Antes de salir del parque, vemos a Alicia con el Conejo Blanco y el Sombrerero Loco.
Para terminar el día, cogemos un taxi y le decimos que nos deje en el Empire State Building. Aún es de día y queda tiempo para que anochezca. Queremos subir a la cima del rascacielos y ver el atardecer desde arriba. Las vistas desde allí son tan espectaculares de día como de noche. Para no pagar la entrada dos veces, basta con acercarse al ocaso.
Vistas de Midtown desde el Empire State Building
Y la noche cae sobre Manhattan.
Última edición por JANGEL el 24 Ago 2006 10:17, editado 2 veces en total.
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Bienvenido, Jangel qué fotos tan bonitas, la última me encanta! Me alegro que lo hayáis pasado tan bien, aunque lo de las maletas empieza a ser serio..... je,je... Ya seguirás contando
Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mí un pajarito me contó que estamos hechos de historias. Eduardo Galeano
Recuento 2024
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