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Entrevista a Andrés Ortega por Sin alma

Publicado: 06 Jul 2012 16:56
por lucia
Entrevista a Andrés Ortega con motivo de la publicación de Sin alma

1- ¿Fue complicado que le publicaran dos libros casi seguidos?
No. Este libro ya lo tenía terminado, pero mientras estaba escribiendo el libro “¿Qué nos ha pasado? El fallo de un país” les dije a la editorial si les interesaría este otro, y me dijeron que sí. [risas]. Lo quería haber publicado antes, no obstante, me dijeron que tenían mucho lío.

2- Suele decirse que las primeras novelas son un autorretrato del autor. ¿Es el reflejo el profesor de sus ideas sobre religión, muerte y alma?
Bueno, los personajes de la novela a veces cobran vida propia. Algunos personajes y varias ideas sí que coinciden con lo que yo suelo pensar, en otros casos no necesariamente. El profesor sale “pour moi”.

3- ¿Por qué escogió el alma como tema y ambientarlo en la España de la posguerra?
El tema del libro lo tenía bastante claro y, poco a poco, me fui llevando hacia esa época. Una época, en el que la ciencia aún no estaba desarrollada e iba dando sus primeros pasos en España. Si lo hubiera ambientado en estos tiempos, donde la neurociencia avanza casi día a día, habría sido difícil estar completamente al tanto de todas las novedades. Hay alguna trampa científica, ya que algunas cosas que se dicen se podrían haber incluido entonces, pero se han descubierto después.
En segundo lugar, la tensión con la religión y con la Iglesia fue mucho más fuerte en toda Europa después de la Guerra Civil de lo que es ahora. Europa ahora es una isla del mundo donde la religión va para abajo.

4- ¿El año fue esporádico?
1948 fue un año en el que España vivía un momento muy duro y triste. El nacional-catolicismo se había impuesto, por ejemplo, al falangismo. Ese año también sucedieron cosas en el mundo muy importantes: primeros pasos a la construcción de Europa (Convención de la Haya), la creación del Estado de Israel, y otra serie de hechos.

5- ¿Ya le habían interesado antes el asunto de la religión y la muerte?
El tema de la religión siempre me ha interesado porque ha sido uno de los grandes temas de nuestra época. De hecho, unos años antes, en el libro “La fuerza de los pocos”, me dedico mucho al tema religioso. Es un tema muy público, aunque se crea que es un mundo privado, ya que condiciona mucho a la sociedad.
Mientras que con el asunto de la muerte, yo creo que vivimos en sociedades que lo tienen muy escondido. Estos días ha salido en una revista, unas reflexiones de Ortega y Gasset que advertía que no tenemos tiempo de ocuparnos de la muerte ni de los muertos. Eso hace 80 años, ahora es mucho peor. La muerte se ha deshumanizado y tendemos a esconderla en vez de reflexionar.

6- ¿Por qué el libro lo escribió en tercera persona?
Escribí en tercera persona para hacerlo en forma de reflexiones y pensamientos, tanto del profesor como de su hijo. Al principio, muere el profesor por lo que el narrador pasa a ser uno de sus hijos. Yo pretendí hacer una novela, quizás algo pretencioso cuando es la primera, donde el personaje desaparece al principio, pero luego se convierte en la presencia de una ausencia; es decir, está presente en todo el libro. Para mí, hubiera sido muy difícil ponerlo en primera persona.

7- ¿Por qué el Profesor y su hijo no tienen nombres?
Como todo el mundo le llamaba el Profesor, no tuve necesidad de buscarle un nombre. Del hijo que narra no aparece nombre pero del otro en cambio sí.

8- ¿Cuál es el tratamiento que hace en su novela de los diálogos?
En la novela hay muchos diálogos, más que diálogos, ideas. Hay bastantes conversaciones, quizás con un formato distinto al clásico diálogo, entre el Profesor y sus amistades, donde intercambian pensamientos sobre diferentes puntos de vista.

9- Usted no sigue un orden cronológico, ¿fue difícil estructurarlo por partes?
Fue la parte más complicada. El lector joven no tiene las referencias de aquellos tiempos, cómo fue ese tiempo, qué ocurrió. Había que acotarlo tanto en el terreno de lo que iba a ocurrir en el mundo, como en lo que era el régimen y la Iglesia en aquella época. Por lo que hay algún capítulo que es más histórico que diálogo, para explicar y ambientar la novela.

10- ¿Cuánto tardó en escribir el libro?
Unos tres o cuatro años tardé. Primero, porque trabajaba en un cargo en La Moncloa bastante absorbente, no obstante, quería escribir esta novela desde hace tiempo. Necesitaba la novela como válvula de escape del trabajo; por eso, lo escribí en mis ratos libres, fines de semana sueltos, en mis vacaciones... A veces pasaba dos meses hasta que me ponía de nuevo a escribirlo.

11- ¿El título es la conclusión?
Quizás no. Es la hipótesis de partida. Yo creo que al final hay un desenlace, no diría científico, que resuelve lo planteado por el Profesor. A muchos les sorprende el final. Creo que puede haber espiritualidad sin religión. Conseguí que un libro muy ensayístico tuviera desenlace.

12- ¿Se pueden disociar alma y religión?
Bueno, los budistas lo hacen, no creen en Dios y, sin embargo, tienen una importante conciencia del alma. Por tanto, hay religiones con Dios, pero sin alma (una secta judía) y viceversa.

13- Agitar o dormir conciencias. ¿Qué es lo que deben hacer el Profesor o un editorialista?
Debe agitar conciencias, pero siempre pensando que la religión no va a desaparecer ya que cumple cierto papel: negativo en unos aspectos, pero muy positivo en otros. La ciencia en estas sociedades no va a tener la respuesta última porque cada respuesta genera una nueva pregunta. Nunca se va a llegar a la respuesta final.

14- Algunos alertan que hay una crisis moral y de valores. ¿Puede haber una sociedad sin ética religiosa?
Claro que sí. La ética tiene que ver más con nuestra carga cerebral, nuestras actitudes, colaboración y solidaridad; y para ello no hace falta un sentido religioso. Yo creo que las religiones en la historia han demostrado que pueden acabar generando mucha violencia, de igual modo que mucho pacifista no es creyente.

16- ¿Quién debe ser el referente de esa ética?
Cada ser humano. Nuestra tendencia es hacer el bien. Pero el bien o el mal no tienen nada que ver con la religión. Llevamos una moral interior que es la que nos debería guiar.

17- ¿Cuál es el valor del recuerdo en el libro?
El recuerdo yo lo trato en un sentido doble. Por un lado, en lo que se recuerda de las personas con las que se ha tenido relación íntima o directa. En segundo lugar, hay una teoría de la neurociencia que dice que cada vez que llamamos a los recuerdos o nos vienen -porque muchas veces los recuerdos no los dominamos, tienen cierta vida-; ese recuerdo lo cambiamos. Lo guardamos un poquito cambiado. Por eso las memorias no son fiables, porque los recuerdos están vivos. Tanto la memoria individual como la colectiva. Decía Machado que ‘ni el mañana ni el ayer están escritos’.

18- ¿Tendemos a recordar solo lo bueno?
Los malos recuerdos los vamos asumiendo, procesando, de otra manera no podríamos vivir. Es decir, hay mucha gente que ha pasado por campos de concentración, y naturalmente recuerda, pero si no hubiera tenido una capacidad de superación, no habría podido sobrevivir.

19- ¿Hasta dónde puede llegar la neurociencia?
Yo, como aficionado, soy de la escuela que dice que no se puede entender el cerebro sin el cuerpo. No tiene sentido un cerebro sin cuerpo. Hace poco leí un artículo de una profesora que decía que había neuronas en el corazón. Esas cosas son curiosas. No creo que la inmortalidad del futuro sea introducir el cerebro de una persona en el cuerpo de otra más joven. Crearíamos monstruos.

20- Tras la publicación de estos dos libros, ¿cogerá carrerilla y veremos una nueva novela suya pronto?
Yo creo que esto ha sido casualidad, que hayan salido los dos libros con tan poco tiempo. Pero sí, tengo una novela en mente de otro tipo. Tengo que darle forma.

Entrevista realizada por Noel Corregidor