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Entrevista a Julio Aparicio Belmonte (Un amigo en la ciudad)

Publicado: 21 May 2013 21:15
por lucia
Entrevista a Julio Aparicio Belmonte (Un amigo en la ciudad)


¿Qué es lo que más le apasiona de escribir y de enseñar a escribir?Imagen
Buena pregunta. Soy muy malo respondiendo a las preguntas, soy poco elocuente, luego tú tendrás que añadirle inventiva [risas]. Pues de escribir, lo que más me apasiona es que duplicas tu vida, das un sentido distinto a tu vida. Puedes vivir más vidas aunque sin correr demasiados riesgos, sin salir de tu casa. Siempre he pensado que el escritor puede darle a todo lo que sucede una segunda oportunidad. Puedo reinterpretar los hechos y ponerme en la piel del otro. A cualquier suceso desgraciado en la vida puede dársele otro sentido. Aún así, yo creo que uno no intelectualiza por qué escribe, considero que si alguien escribe es por la misma razón que un jugador de fútbol decide hacer eso. Lo haces porque crees que se te da bien y te gusta. Es tu manera natural de estar en la vida.

Lo que más me gusta de enseñar a escribir es ver que los alumnos progresan y aprenden cosas. Escribir es una tarea solitaria, sin embargo, los talleres te ponen en contacto con gente que quiere aprender. Ver sus progresos es bastante grato.

¿Cuándo decidió comenzar a escribir esta novela?
Pues hace bastante tiempo. En un primer momento, eran unos textos que no estaban enfocados a ser una novela, pero había algo en ellos -digamos, su espíritu- que me interesaba y entonces me empeñe en convertirlos en novela. A base de borrar, borrar, tachar y, sobre todo, luego añadir cosas nuevas salió esta novela. Reduciendo mucho el volumen, porque en principio la novela ocupa más, conseguí sacarla adelante.

Vemos que Andrés sufre altibajos emocionales, una pesadumbre creciente. ¿Al escribir le influye el estado de ánimo?
Pues sí, influye todo. El problema que tiene el escritor es que la novela tiene que tener una coherencia, es decir su estado no debe repercutir negativamente en el libro. El escritor siempre debe pensar que la novela es un artefacto cerrado y sin fisuras de cara al exterior porque todo lo que se refleje en esa novela que no sea necesario para la construcción (en este caso, su estado de humor), será negativo para la propia obra. Claro, el estado de ánimo influye, puedes empezar escribiendo muy contento porque en esa etapa de tu vida todo te va bien, y acabarla en un estado más depresivo y negativo, terminando con un final más acorde con tu estado de ánimo. Claro, el problema es que ello perjudique a la coherencia de la novela. Si todo va bien y de repente un día se te cruza el cable y aniquilas a la mitad de los protagonistas, pues es un problema. No obstante, salvo en casos extremos eso no ocurre. El autor sabe abstraerse.

¿Por qué no decidió contar la historia de manera lineal?
Yo no tomo decisiones a priori, me suelo dejar llevar mucho. Me marcó un horizonte, al que pretendo llegar, más o menos claro y voy guiándome por la inspiración. Soy como dice Javier Marías, un escritor de brújula, no de mapa. Sé que voy a San Sebastián pero no sé si pasaré por Segovia o por Burgos, aunque en un principio lo tenga pensado. Es una manera de escribir peligrosa porque te puedes encontrar en callejones sin salida pero si consigues acabarla, le dotas a la novela una especie de aura o aventura. Probablemente si ya tuviera todo planificado y supiera cómo va a acabar la novela, no me apetecería escribir. A mí lo que me gusta es meterme en la aventura de “a ver qué sale”. La novela poco a poco encuentra su cauce. Al principio tienes todo el campo abierto para escribir pero poco a poco vas construyendo la novela y eso te va condicionando para lo que vas a escribir después. Así es cómo realmente disfruto.

Andrés intenta eludir sus responsabilidades y se vuelve más sumiso. ¿Eludir responsabilidades no es algo típico de muchos seres humano?
Sí, claro, es volver a nuestra infancia. Cuantas menos responsabilidades recaigan sobres tus hombros, pues más niño eres. Algo de esa idea hay en este libro. Pero básicamente trata de eludir sus responsabilidades porque está tan confundido que no aguanta más responsabilidades que la de entender por qué está así. Tiene un gran trastorno que todo lo que sea responsabilizarse por cosas le resulta como escalar el Everest.

Con tanta negatividad por la crisis de los cuarenta, depresiones y alucinaciones, ¿era necesario dar un toque de humor a la novela para que no fuese tan dramática?Imagen
A mí de manera natural me sale el humor escribiendo. De hecho en mi anterior novela “Seres queridos” intenté reprimir ese humor y se notaba. Algunos lectores me dijeron que mi tendencia era al humor pero que me reprimía. Y es cierto, el humor está en el ADN y no se puede impostar. De manera que a veces intento ser serio y me sale el humor sin querer, del tipo, intentar hacer escenas dramáticas y que llegue gente diciendo que se ha reído mucho. Es un problema [risas]. Bueno, pero no es algo forzado que haya dosis de risas en la novela. Me dejo llevar. Lo que me gusta es que hay un equilibrio entre el desasosiego del personaje y una visión cómica e irónica de lo que le ocurre. No termina de ser una novela demoledora para el lector ni divertida, conjuga ambas. Lo que si me parece curioso es que los lectores encuentren humor en escenas diferentes o que esas escenas despierten sentimientos antagónicos.

Yo me reí mucho cuando Andrés intenta saltar en paracaídas, pero no puede. Esa escena es muy buena.
Pues algunos lo ven como una humillación. Casos así. Como con la muerte de la madre de Andrés. El humor negro no le gusta a todos. Aunque ya te digo, no hago escenas pensando “está tiene que ser de humor”, es mi estilo, mi forma de escribir.

Andrés, un personaje tan extravagante, disparatado, ¿lo tenía pensado como alguien clave para la novela o le surgió de repente?
No, no, salió de manera espontánea. En mis textos que tenía, ya estaba esa visión del mundo que tiene Andrés. Me interesaba la perspectiva de un tipo que de repente ve el envés de todas las cosas. Me pareció que eso era novelable. Se plantea cosas interesantes.

Es decir, parte al revés. Primero escribí los textos y a raíz de ellos surgió el personaje. Lo más sencillo de la novela era la mirada, la visión de Andrés. Ahora mismo no podría recordar cómo ni por qué nació el personaje de Andrés con esas características. El caso es que me gustó y lo adapte, dándole forma según avanzaba la obra.

Madrid es una cuidad poco propicia para aclarar ideas y despejar la mente, ¿por qué situó a la novela en este marco?
Precisamente porque es más verosímil sufrir este trastorno en Madrid que en una ciudad apacible de provincias. Madrid es una ciudad muy grande, muy agresiva con lados buenos y negativos, como el estrés y la presión del día a día. Además, al nacer en Madrid, me siento cómodo escribiendo sobre calles y lugares que conozco, imaginar a mis personajes paseando por ahí.

Andrés tiene una vida cotidiana con su pareja, su hija, su trabajo, su casa. ¿No es una paradoja que teniéndolo “todo”, no consiga ser feliz?
Se encontraba mal antes, en un estado latente o larvado que sale a la superficie ahora. El grado de afecto que había entre su mujer y él no es el mismo, y el grado de responsabilidad con su hija y su trabajo le supera. Son una serie de cosas que le sacan a la luz esos malestares. Lo había intentado disimular con una vida más o menos convencional pero esos problemas interiores al final salen inconscientemente, es decir, salen a la superficie pero no conoce la causa que los provoca. Creo que el lector puede ir atando cabos y realizar su propia hipótesis, sobre cual es el motivo último del malestar.

El final es muy abierto a la interpretación de los propios lectores. ¿Era su objetivo o es que no consiguió dar con un final cerrado que le convenciese?Imagen
Hay un final que intenté que quedase más o menos claro, pero es verdad que hay detalles que pueden llevar a concluir cosas diferentes. Ha habido gente que me ha dicho que ha entendido el final de forma diferente a lo que yo planeé. Tampoco me interesaba cerrarlo mucho más. En la segunda parte busco desarrollar una especie de teoría alucinatoria respecto a la percepción del tiempo más que concluir con una hipótesis más segura sobre la causa del malestar emocional.

¿Entonces dejamos abierta la posibilidad de escribir una segunda parte?
Es una posibilidad. Si funcionara no lo descarto, pero es una novela que me ha dejado anímicamente tocado. Trabajé en ella y al escribir tantas horas metido en el cuerpo de este tipo tan trastornado y fastidiado pues no fue sencillo. De alguna manera es como si la hubiera vivido. Parte de la vocación del escritor es esa.

Haces cualquier cosa de tu vida cotidiana y estás pensando en la novela, en qué vas a escribir, cómo vas a solucionar el embrollo, en qué piensa el personaje. Ha sido al acabar la obra cuando me he dado cuenta que he vivido muy metido en ella e incluso afectado por ella. Ahora estoy mucho más contento, más liberado [risas] No obstante, no quiero que los lectores piensen que no he disfrutado escribiendo, cuando estaba dentro de la obra he escrito con gran placer pero no sé si me embarcaría en una segunda parte.

Noel Corregidor