CV6 - La montaña late - Onomatopeya (1°)

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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rubisco
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Re: CV6 - La montaña late - Onomatopeya (1°)

Mensaje por rubisco »

prófugo escribió:justamente esto de puntuar es lo que menos me gusta de estos concursos...por razones obvias :cry:
Yo tengo un truco para que duela menos. Y no, no es nada guarro. Si quieres te lo cuento.
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prófugo
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Re: CV6 - La montaña late - Onomatopeya (1°)

Mensaje por prófugo »

Cuenta..cuenta :-)
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Mario Cavara
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Re: CV6 - La montaña late - Onomatopeya (1°)

Mensaje por Mario Cavara »

Me gustó en líneas generales este relato. Está bien construido, con una prosa que huye de la comodidad para arriesgarse en una sintaxis elaborada. El resultado es más que aceptable. La ambientación también me ha parecido bastante buena.

La adjetivación es contundente y elegante, sin que resulte bombástica en ningún momento. Hay quien reniega de los adjetivos o les tiene miedo, y no sin razón, ya que en cierto modo son como navajas, en cuanto a que mal manejadas pueden herir la propia mano que las esgrime. Ahora bien, como dijo Borges, que los utilizaba mucho y a la perfección, los adjetivos son el alma de la literatura, los que a la postre pueden convertir un texto mediocre en un venero de belleza. Sirviéndome de otro símil, diría que los adjetivos son a la literatura como el pez globo a la cocina: exquisito si se cocina bien o deletéreo en caso contrario. Pues eso, que tu texto rebosa de adjetivos pero estos, lejos de molestar, lo engrandecen.

Hay, no obstante, algunos pequeños defectos que empobrecen un poco el relato. Así, se detectan ciertas aliteraciones fácilmente evitables, como cuando se dice: “presencias tan magnificentes que nosotros les resultáramos insignificantes”. En este caso, la proximidad de dos palabras polisílabas con terminaciones similares (“magnificentes”, “insignificantes”) crea una cierta cacofonía en la frase.

También percibo un error de consonancia de género donde el autor dice: “… están diezmando la moral de mis tropas, que, cansados o enfermos, se ven incapaces”, pues no en vano, siendo tropas de género femenino, los adjetivos que definen su estado también deberían serlo, incluso aunque tales tropas se compongan en su totalidad de hombres.

Otro error análogo es el que se produce en: “Practican rituales de sangre, al igual que sus vecinos, pero tan sádicas, injustas y salvajes que varios de mis hombres”. Al ser la palabra “rituales” de género masculino, los adjetivos hubieran debido ser “sádicos” e “injustos”.

También hay un error sintáctico en la oración: “cuyas aristas parecen converger en torno a punto fuera de toda lógica dimensión”. No sé bien qué quisiste decir, pero está mal construida.

Me gustó sobremanera la frase: “espero que su majestad pueda perdonarme si sucumbo ante tal tediosa tarea, pues a pesar de que vuestra causa es mi única fe, mi humanidad me otorga debilidad”. Describe muy bien la dicotomía que sobre el ánimo del narrador imponen las cruentas vicisitudes que está viviendo. Simplemente puntualizar que para la expresión “Su Majestad” se recomienda usar mayúsculas tanto en el posesivo como en el nombre.

Otra frase soberbia es esta: “No concibo una mente capaz de construir tales estructuras sin razón alguna que las sostenga en pie y, sin embargo, parecen llevar dormidas tanto tiempo que milenios no sería una unidad de medida que lograra abarcarlas”. Estupendamente construida y con mucha contundencia.

Muy poética me resultó esta otra: “Su hueco resonar rebota entre la maleza e inunda nuestros corazones, que los acompasan”, que liga dentro de una misma resonancia los latidos del corazón con los de los tambores, estos últimos accionados por la ira, los del corazón por el miedo.

En cambio, la expresión “sólo algo tan perenne como lo perpetuo puede vivir a ese ritmo”, pese a pretender también dar un barniz lírico a la narración, se equivoca en la elección de los términos comparativos, dada la plena identidad entre ambos: perenne y perpetuo vienen a ser lo mismo, por lo que hacer una comparación entre ambos conceptos raya en la obviedad. Sería como decir, por ejemplo, “solo algo tan luminoso como la luz”. No sé si me explico.

Por lo demás, me pareció detectar en tu relato cierta inspiración proveniente de “La aventura equinoccial de Lope de Aguirre”, la magnífica novela de Ramón J. Sender. ¿Es así? :wink:
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