CO 18 - El hombre que perdió aquello - Tolo (2º Jur)(1º Pop)

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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CO 18 - El hombre que perdió aquello - Tolo (2º Jur)(1º Pop)

Mensaje por lucia »

El hombre que perdió aquello

Como quien busca un tesoro, así cavaba.

Sin mapas ni prisa, sin sentido, cavaba Ismael en el salón de casa. Llevaba haciéndolo tres días, y era tan siniestro el agujero resultante que se aproximaba a él como lo haría un niño pequeño al que de pronto le apagaran la luz.

Su mujer se había marchado en cuanto empezó a levantar lamas del parqué.

—A veces pienso que lo haces a propósito. El morirte, digo. El marchitarte. Te alejas más cada vez y rehuyes mi mano. No te entiendo, y tampoco comprendo por qué sigo frente a ti si no me dejas ayudarte, si no me escuchas, si hace tanto que...

Conforme excavaba había ido colocando numerosos elementos de amarre sobre la vertical, y las cintas de anclaje y las cuerdas de retención se entremezclaban con distintos enseres que fue abandonando en su viaje hacia el centro del planeta. Y por el camino quedaron desperdigados, en los diferentes campamentos base, las llaves de casa —el día en que decidió enterrarlas en el muro de tierra que tenía frente a sí no pudo contener la risa, pensando en el tiempo que había estado cargando con ellas sin razón alguna—, la cartera, el teléfono, sus apuntes del taller de escritura y hasta unas gafas graduadas. Apenas sí conservó el esbozo de una historia en papel arrugado —de cuando aún engendraba, porque aún se quería— sobre un ser con forma de plátano al que llamó Calindrea.

La depresión lo había desnudado. Durante el proceso de hundimiento había perdido cabello, dignidad y amigos a partes iguales. Se abandonó, dejó de hablar con cuantos le rodeaban y no volvió a escribir más. Un meteorito de silicato partiéndole en dos le hubiera hecho menos daño que aquello para lo que ahora no encontraba explicación. Sin embargo, la continua búsqueda de no sabía qué lo apaciguaba.

Una noche cualquiera decidió dormir en el agujero excavado, en lugar de regresar al confort de la cama que tan lejos sentía ya de sí. Desde entonces, su cuerpo se acostumbró a enroscarse en el útero de tierra que lo rodeaba, como el trazo que se dibuja sobre la concha de una caracola de mar. Y si regresaba a la superficie era para hacerse con algo de comida enlatada, pues ni agua precisó una vez alcanzada cierta profundidad. Un venero con el que tropezó en su descenso al infierno suplió tal menester.

A once metros bajo tierra encontró una moneda tartésica. Era ovalada y oscura, del color de las mentiras. La cubría tierra antigua que Ismael sacudió con un cepillo, adivinando un cuervo en su anverso. Nada debía distraerle, así que se la tragó y continuó trabajando. Como quien prepara una tumba cavaba.

Encallecieron sus manos y sus ojos se acostumbraron a la afable luz de la pequeña linterna que milagrosamente se mantenía cosida al casco. Su ropa se deshilachó, los útiles se le oxidaron y su percepción de la realidad osciló de manera drástica: su vida comenzaba a tener sentido. Tal vez fuera la búsqueda de aquello que había extraviado su fin último, para lo que había nacido.

Tierra. Mascaba, escupía y vomitaba tierra. La culpa de lo que le estaba sucediendo era de aquel miserable cuadrado de dos dimensiones...

Semanas atrás se encontraba leyendo una breve novela en compañía de su mujer. Ella consumía uno de sus relatos y sombreaba con fluorescente aquello que no le encajaba o no terminaba de comprender. —¿Peau? Él la miraba de soslayo, sonriendo, sin perder el hilo del texto que tenía entre manos, hasta que la letra L se diluyó frente a sus ojos y formó junto con el 7, que anunciaba a pie de página su progreso de lectura, un cuadrado de dos dimensiones que escapó del papel.

—Ismael, preciso tu ayuda —dijo el cuadrado.

Y así fue como supo de la existencia de distintas realidades, de Linealandia, de la Esfera. Su misión consistiría en viajar junto con aquella figura plana a la dimensión del punto, y convencerlo de que, fuera de sí, de aquel universo henchido, rugía la vida en forma de caramelos parlantes, de amores, de esquinas, cadenas y haces de luz.

—Peau y Sembeya son la misma persona, entiendo.

Volvió en sí, carraspeó. Miró a su mujer pero no la reconoció. Por la ventana asomaba una nube cargada de tristeza que enseguida atravesó el cristal para vomitar con rabia todo su contenido sobre Ismael. Asintió. Él era el punto: autocomplacido, satisfecho, pero también cansado. Cansado de todos, de sí mismo —sobre todo de sí mismo—, de ella... De existir causa tangible de su depresión lo sería aquella lectura, a partir de la cual Ismael comenzó a desvanecerse, a dejar de ser.

Y se convirtió en un espejo estropeado que no sirve a nadie, que tan solo molesta porque no cumple su cometido. Desapareció la risa, se perdieron los buenos días al levantarse, el cómo te ha ido, o esta tarde no hagas planes que eres mía… Y se convirtió en el escudero que parpadea tres veces y desaparece, en el secundario, en baladí. Y el vacío se hizo fuerte en él.

El cambio de estación sorprendió a Ismael a cuarenta y tres metros bajo tierra. Avanzaba ahora despacio debido a la gran cantidad de mineral que se cruzaba en su camino —azufre cristalizado, pirita, cuarzo azul— y por culpa de los hallazgos de pequeños fósiles de moluscos cefalópodos, ya extintos, que le distraían de su tarea. Aun así no cejaba en su empeño. Escuálido y deshecho, como quien viaja a Ítaca cavaba.

«Es la tierra material desmenuzable compuesto en su mayoría de toba volcánica», recitaba en voz alta mientras escarbaba despacio, «y que Santiago encuentra a su paso por las fértiles extensiones de los países que fueron cuna de la civilización».

Hasta que una mañana —o una tarde o una madrugada, pues las horas habían dejado de incumbirle— golpeó con su pala un objeto compacto. Hurgó un tanto en derredor y comprobó lo inabarcable de aquel cuerpo, aleación de titanio, aluminio y magnesio: una nave de transporte que surcara tiempo ha el espacio profundo sin descanso.

Ismael dejó de cavar, no podía, no tenía ya por dónde, aquel maldito cacharro le impedía continuar haciéndolo. Era su suelo, una meta prematura. Cerró los ojos y caviló. Miró hacia arriba; un agujero de gusano pendía sobre sí. Estiró las manos como queriendo medirlo, atravesarlo, borrarlo... Se desmoronó.

Y antes de perderse ad eternum, de sucumbir y rendirse, acudieron a él sus amores primeros, aquellos que, un día —cuando aún escribía, cuando aún se respetaba—, parió con el fin de verlos crecer y marchar: Parténope, siempre azul y desnuda, Sembeya y Calindrea, un mozo de ojos grandes y cara pecosa con el rol de escudero, un cuervo que oteaba el horizonte tras la pista del mago que se dirigió a Terramar...

La jornada siguiente emprendió el ascenso. Le pediría perdón, acudiría a terapia, haría cuanto fuese necesario para volver a ser el hombre que antaño fue. O..., sí, podía buscar una escotilla, una puerta. A buen seguro existiría cerca un acceso. ¿Y si en lugar de ascender regresaba a la astronave? Podría liberarla de su vasta prisión de arcilla. Un trabajo de meses, tal vez años removiendo tierra, pero contaba con la ayuda del hombre que un día se dejó fotografiar junto a un acantilado, o aquel otro que gastó doscientos treinta y cinco pares de zapatos caminando por las calles de París. ¿Y si lograba acceder al interior? Alcanzaría el puente de mando para emprender rumbo a lo desconocido, hacia la constelación de Perseo.

Como Caronte desenterrando su barca antes de echarse al río del dolor, así cavaba.
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Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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Mister_Sogad
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Re: CO 18 - El hombre que perdió aquello

Mensaje por Mister_Sogad »

¡Uy, autor/a! Qué juego tan interesante el tuyo. Creo que tengo ante mí mi posible "+1", pero llevo solo tres relatos leídos así que aún no aseveraré nada.

Me gustan las visiones y escenas que me has ofrecido, así como los elementos de este juego que te has marcado (una sonrisa me arranca, por ejemplo, la moneda engullida).

Creo entender que es un viaje interior e intenso de "tu personaje". Una búsqueda acuciada por la necesidad de encontrar una meta personal; en el relato, parece que en un momento podría reencontrarse consigo mismo pero... no está su mente para eso, así que sigue buscando una salida o, mejor, una entrada a otra "cosa". Interesante sin duda.

Te deseo suerte, autor/a.

Edito: Voy a dejar dos abrazos aquí, uno para quién haya escrito el relato. El otro... :60: :60:
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Gavalia
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Re: CO 18 - El hombre que perdió aquello

Mensaje por Gavalia »

maginación al poder. Me cuesta ponerle orden a mis ideas. A medida que avanza la lectura la sorpresa aumenta exponencialmente. Habla de rutina, de caída, de locura y búsqueda, mezclando realidad con fantasía e incluso ciencia ficción. La redacción la encuentro correcta y muy trabajada. Lo disparatado del relato no tanto, pero eso es algo muy subjetivo, claro. Cada lector es un mundo y yo soy un perro como bien sabes...jajaja. Yo veo a un loco perdido, desesperado y enfermo de depresión que busca cordura, algo a lo que asirse para poner los pies en la tierra otra vez, no sé, ya digo que me pierdo entre tanto disparate dentro de ese mundo que creas de soledad Aun así, el relato mantiene el tipo hasta el final. Enhorabuena. Saludos y suerte.
En paz descanses, amigo.
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rubisco
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Re: CO 18 - El hombre que perdió aquello

Mensaje por rubisco »

Un hombre comienza a cavar un hueco en la sala de su vivienda, buscando algo y, al parecer, buscando a la vez huir de su rutina. Su vida empieza a girar cada vez más alrededor de aquel agujero hasta que llega a un límite, formado por lo que parece una nave. Llegado a este punto duda entre regresar a la superficie o buscar una forma de entrar en la nave y explorar nuevos mundos

La idea me parece brillante. El relato es toda una metáfora de la crisis existencial que toda persona puede vivir a lo largo de su vida (dígase la crisis de los 40 o cualquier otra), y lo muestras con un estilo kafkiano que le da ese toque tan exótico y maravilloso.

Tengo que decir, sin embargo, que esto hace que se me quede muy escondido qué quieres contarnos. Supongo que se trata de eso, una crisis existencial o motivacional.

Empiezas con Ismael ya cavando. Toda la narración, de hecho, es una continua excavación de la que sale, además de tierra y minerales, numerosos planteamientos que el protagonista se hace y que parecen justificar, de una u otra manera, que siga excavando en lugar de regresar a su salón. Y a mí, por lo menos, me ha convencido.

Todo el desarrollo de la historia es un continuo bucle entre la excavación, cada vez más costosa por la alta densidad de minerales, y los motivos que llevan a Ismael a ese dislate. Para colmo no nos presentas un clímax, que sería lo esperable, sino un anticlímax: el protagonista encuentra un óbice insalvable y eso parece dar al traste con sus intenciones, lo que le lleva a plantearse regresar a la superficie.

Y entonces llega el final. En un arrebato propio de los más soñadores, tu personaje decide que merecerá más la pena entrar en esa nave y seguir encontrando nuevos mundos. No había otro final posible, a menos que quisiéramos sumir a Ismael en una existencia mediocre y prescindible.

En líneas generales, Ismael tiene un comportamiento tan extraño que resulta enternecedor. Es difícil imaginárselo en la realidad porque se trata de una gran alegoría, pero tiene mucha lógica dentro del contexto del relato.

Salvando lo críptico de la historia que quieres contarnos, creo que se trata de un gran relato. Cualquier recopilatorio de relatos podría llevar este texto, porque está a un gran nivel.

:60:
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noramu
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Re: CO 18 - El hombre que perdió aquello

Mensaje por noramu »

Me gusta el relato que has montado. Un descenso hacia la depresión, quizá propiciada por una crisis de creatividad, un amago de volver a la realidad que supuestamente lo "salvaría" de la locura y una decisión irrevocable de seguir hacia abajo, desenterrar e introducirse en esa nave que puede ser un nuevo inicio. No doblegarse ante lo que sería el destino mediocre si vuelve a la superficie, sino empeñarse en conseguir uno diferente aunque le cueste su vida desenterrar esa nave.

El texto, bien redactado y lleno de matices lo he leído con un interés creciente. Lo que menos me gusta es el título. Al menos a mí me ha hecho fruncir el ceño pensando en que me enfrentaría a un relato jocoso de esos que nunca me suelen hacer gracia. Suerte que no ha sido así. Pero en la primera lectura me has hecho empezar con mal pie.

Edito para añadir que obviamente la temática te la has saltado a la torera. Aunque ¿quién sabe si mañana empiezo a levantar baldosas de mi casa y a escarbar un agujero? :60:
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Berlín
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Re: CO 18 - El hombre que perdió aquello

Mensaje por Berlín »

Fíjate que me parece que yo al tipo que cava lo conozco y todo. Una vez, o dos, nos tomamos unas cervezas. Él me dijo que le gustaban mis ojos y yo le di ocho o treinta besos y algunos abrazos. Luego se fue y le miré el culo.

Precioso homenaje y muy bien escrito, como ya nos tienes acostumbrados. :60:
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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kassiopea
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Re: CO 18 - El hombre que perdió aquello

Mensaje por kassiopea »

Yo solo diré que me has emocionado y he terminado con lágrimas en los ojos. Me parece un homenaje muy bonito, sí.

Coincido con Nora en que el título es lo que menos me gusta :60:
De tus decisiones dependerá tu destino.


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Sinkim
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Re: CO 18 - El hombre que perdió aquello

Mensaje por Sinkim »

Debo estar muy espeso porque no he conseguido enterarme de qué va la historia, ni cual es el hecho real, ni a quién se quiere homenajear :oops: :oops: Berlín, Kass, ¿podríais aclararme qué homenaje es? :oops: :60:
"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)

:101:
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noramu
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Re: CO 18 - El hombre que perdió aquello

Mensaje por noramu »

Pues vuelvo por aquí porque este relato no deja de rondarme por la cabeza. Y ahora lo he visto claro. Se trata de una metáfora del camino de la creación artística. Ismael va escarbando tortuosamente para ir profundizando en capas distintas de la escritura. Hay un momento en el que podría parar, darse por satisfecho con una obra mediocre y seguir viviendo con normalidad. Pero puede más su deseo de llegar a algo que si no genuino, ya que ya está todo escrito, algo a lo que si sigue trabajando le podrá dar un uso personal diferente y le permitirá experimentar nuevos mundos creativos.

Podrá venir el autor a darme un par de collejas diciendo que no he entendido de la misa la mitad pero no me importa. A mí me gusta mi interpretación y me quedo con ella diga lo que diga :mrgreen:
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noramu
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Re: CO 18 - El hombre que perdió aquello

Mensaje por noramu »

Sinkim escribió:Debo estar muy espeso porque no he conseguido enterarme de qué va la historia, ni cual es el hecho real, ni a quién se quiere homenajear :oops: :oops: Berlín, Kass, ¿podríais aclararme qué homenaje es? :oops: :60:
Sinkim ¿te invito a un café? El nombre del protagonista, escritor de relatos, el Cuervo y algunos detalles más ¿No te resultan familiares?
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rubisco
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Re: CO 18 - El hombre que perdió aquello

Mensaje por rubisco »

noramu escribió:Pues vuelvo por aquí porque este relato no deja de rondarme por la cabeza. Y ahora lo he visto claro. Se trata de una metáfora del camino de la creación artística. Ismael va escarbando tortuosamente para ir profundizando en capas distintas de la escritura. Hay un momento en el que podría parar, darse por satisfecho con una obra mediocre y seguir viviendo con normalidad. Pero puede más su deseo de llegar a algo que si no genuino, ya que ya está todo escrito, algo a lo que si sigue trabajando le podrá dar un uso personal diferente y le permitirá experimentar nuevos mundos creativos.

Podrá venir el autor a darme un par de collejas diciendo que no he entendido de la misa la mitad pero no me importa. A mí me gusta mi interpretación y me quedo con ella diga lo que diga :mrgreen:
Como siempre, nadie mejor que tú para sacar un diamante en forma de comentario :60:
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noramu
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Re: CO 18 - El hombre que perdió aquello

Mensaje por noramu »

Rubí, querido, que vas a hacer que me afloren los colores. Pensaba que lo nuestro debía quedar en el más absoluto secreto... :oops:
Perdón, autor, ya seguiremos debatiendo el Rubiales y yo por privado...
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Tolomew Dewhust
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Re: CO 18 - El hombre que perdió aquello

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Me lo expliquen...

He cogido algunas referencias, otras, la mayoría, negativo november. Está Peau y Sembeya y el escudero del guerrero pixelado, el barrendero cósmico (o, al menos su nave) y no sé si alguno más, peeero, luego hay cosas que no sé si te sacas de la manga, como lo del cuadrado parlanchín, que son demasié hasta para mí, :luf:.

Another thing: Ismael por aquí e Ismael por allá, y luego se te cuela un Santiago que me ha dejado catatónico perdido.
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
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Tolomew Dewhust
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Re: CO 18 - El hombre que perdió aquello

Mensaje por Tolomew Dewhust »

El cachondo este, escribió:... ¿Y si lograba acceder al interior? Alcanzaría el puente de mando para emprender rumbo a lo desconocido, hacia la constelación de Perseo.
La Wikipedia dixit: Perseo es una constelación del norte y representa a Perseo, héroe mitológico que decapitó a Medusa. Es una de las 48 constelaciones de Ptolomeo así como una de las 88 constelaciones modernas.

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Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
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Sinkim
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Re: CO 18 - El hombre que perdió aquello

Mensaje por Sinkim »

Ahh, vale, a nuestro Isma, estaba pensando que era a alguien en pla Edgar Alan Poe por lo del cuervo y no me cuadraba nada :oops: :oops: :cunao: :cunao:
"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)

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