CO 18 - En silencio - Edgardo Benitez
Moderadores: kassiopea, noramu
CO 18 - En silencio - Edgardo Benitez
Ocurrió en el siglo que la construcción del templo en mi pueblo era tan incierta, y que al final fue erigido gracias a las limosnas de las personas con alta dosis de religiosidad.
En silencio
Atribulada lucía la sotana de un joven sacerdote ante la insinuación profana que una parroquiana de ojos grandes le fraguaba desde las bancas. Todo ocurría mientras Lara, presenciaba los oficios religiosos del domingo. Él, el cura, en el púlpito, cambiaba de colores el rostro por la sacudida que le causaba sublevarse a la indolente moralidad, que aunque flemática en su proceder, casi siempre disponía y ordenaba la conducta de los mortales más ingenuos y concupiscentes, no digamos, el actuar de un eclesiástico de pueblo que nunca ha sabido de mujer, lujuria y libido a la vez.
Al terminar la eucaristía, la cuarentona señora, que parecía hablar con los ojos de manera provocativa, salió al paso del ecuménico.
—¡Linda homilía nos ha regalado, Padre!
—La palabra del Señor, hija, es muy reconfortante.
—Sí, Padre, lo sé. Ha llenado de esperanza las almas de nosotras las pecadoras…
Le hablaba tan de cerca la señora, que casi le rozaba la cara con sus labios, y que a su vez, de manera picaresca, se tentaba el bolso que bajo el brazo llevaba.
El santo hombre que daba muestras claras de estar convencido de su fe y del cumplimiento de su misión en este mundo al no inmutarse, decidió seguir el juego a la provocadora dama.
Venga, sígame, le dijo, dando prisa a sus pasos y encaminándose hacia la sacristía.
La imaginación de los fieles volaba. Se obligaban a elucubrar el pensamiento y despedazar parte por parte su propia mística; hasta consignar la tribulación en la venerable imagen del cura.
Aquellos ojos negros y grandes, alcanzaban a mirar en la oscuridad del lugar, el brillo intenso que emanaba de un par de cofres dorados medio abiertos que se encontraban en un rincón de la habitación.
Al día siguiente, en reunión de amigas, jugando a la baraja y tomando té, contaba la aventura. Se ufanaba de la manera que había doblegado la férrea voluntad del eclesiástico. Sus amigas atentas escuchaban con recelo.
“¿Y los dorados cofres?, ¿sus tristes y dorados cofres?” preguntaban airosas, casi al unisonó tres de ellas.
Aducían que también habían traspasado la infranqueable seguridad de aquella santa habitación, y que para su propio orgullo, sostenían esa única y romántica aventura con su divino galán.
¿Por los dorados cofres, me preguntan? Esos esperaban en la sacristía, respondió. Ustedes saben que siempre habrá algún devoto con exacerbado complejo de culpa que se confiese con la esperanza de llenarlos.
Todo esto ocurría mientras se recomponía el bolso y les abría y cerraba los ojos negros acompañados de una dulce sonrisa.
El marido de Lara, que era muy desconfiado y bribón, vigiaba las vueltas de su esposa, un día, en persona la vio salir de la sacristía y despertó dudas en su imagen retocada por los malos supuestos que ya se decían desde antes…
“Mire, mija”, le dijo:
“Esta tarde la he visto salir de la sacristía”.
Lara se vio sorprendida y la mirada avergonzada brotó. Pero la sorpresa fue mayor cuando él le preguntó de manera acuciosa:
“¿Y los dorados cofres?, ¿sus tristes y dorados cofres?“
Mientras se miraban con los ojos negros bien abiertos y se acariciaban los bolsillos.
En silencio
Atribulada lucía la sotana de un joven sacerdote ante la insinuación profana que una parroquiana de ojos grandes le fraguaba desde las bancas. Todo ocurría mientras Lara, presenciaba los oficios religiosos del domingo. Él, el cura, en el púlpito, cambiaba de colores el rostro por la sacudida que le causaba sublevarse a la indolente moralidad, que aunque flemática en su proceder, casi siempre disponía y ordenaba la conducta de los mortales más ingenuos y concupiscentes, no digamos, el actuar de un eclesiástico de pueblo que nunca ha sabido de mujer, lujuria y libido a la vez.
Al terminar la eucaristía, la cuarentona señora, que parecía hablar con los ojos de manera provocativa, salió al paso del ecuménico.
—¡Linda homilía nos ha regalado, Padre!
—La palabra del Señor, hija, es muy reconfortante.
—Sí, Padre, lo sé. Ha llenado de esperanza las almas de nosotras las pecadoras…
Le hablaba tan de cerca la señora, que casi le rozaba la cara con sus labios, y que a su vez, de manera picaresca, se tentaba el bolso que bajo el brazo llevaba.
El santo hombre que daba muestras claras de estar convencido de su fe y del cumplimiento de su misión en este mundo al no inmutarse, decidió seguir el juego a la provocadora dama.
Venga, sígame, le dijo, dando prisa a sus pasos y encaminándose hacia la sacristía.
La imaginación de los fieles volaba. Se obligaban a elucubrar el pensamiento y despedazar parte por parte su propia mística; hasta consignar la tribulación en la venerable imagen del cura.
Aquellos ojos negros y grandes, alcanzaban a mirar en la oscuridad del lugar, el brillo intenso que emanaba de un par de cofres dorados medio abiertos que se encontraban en un rincón de la habitación.
Al día siguiente, en reunión de amigas, jugando a la baraja y tomando té, contaba la aventura. Se ufanaba de la manera que había doblegado la férrea voluntad del eclesiástico. Sus amigas atentas escuchaban con recelo.
“¿Y los dorados cofres?, ¿sus tristes y dorados cofres?” preguntaban airosas, casi al unisonó tres de ellas.
Aducían que también habían traspasado la infranqueable seguridad de aquella santa habitación, y que para su propio orgullo, sostenían esa única y romántica aventura con su divino galán.
¿Por los dorados cofres, me preguntan? Esos esperaban en la sacristía, respondió. Ustedes saben que siempre habrá algún devoto con exacerbado complejo de culpa que se confiese con la esperanza de llenarlos.
Todo esto ocurría mientras se recomponía el bolso y les abría y cerraba los ojos negros acompañados de una dulce sonrisa.
El marido de Lara, que era muy desconfiado y bribón, vigiaba las vueltas de su esposa, un día, en persona la vio salir de la sacristía y despertó dudas en su imagen retocada por los malos supuestos que ya se decían desde antes…
“Mire, mija”, le dijo:
“Esta tarde la he visto salir de la sacristía”.
Lara se vio sorprendida y la mirada avergonzada brotó. Pero la sorpresa fue mayor cuando él le preguntó de manera acuciosa:
“¿Y los dorados cofres?, ¿sus tristes y dorados cofres?“
Mientras se miraban con los ojos negros bien abiertos y se acariciaban los bolsillos.
Nuestra editorial: www.osapolar.es
Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.
Mis diseños
Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.
Mis diseños
- Mister_Sogad
- Tigretón
- Mensajes: 3601
- Registrado: 20 Dic 2009 10:04
- Ubicación: Perdido en mis pensamientos
Re: CO 18 - En silencio
Autor/a, me temo que me hallo un pelín perdido. Tal vez esperaba algo y no lo he encontrado, y sea pues culpa mía por eso de las expectativas, pero me he quedado sin saber bien qué ofrecerte.
Creo entender que se habla de lujuria para dar entrada al tema real: la avaricia. Pero poco más sonsaco. Lo siento.
Te deseo suerte, autor/a.
Creo entender que se habla de lujuria para dar entrada al tema real: la avaricia. Pero poco más sonsaco. Lo siento.
Te deseo suerte, autor/a.
Re: CO 18 - En silencio
El relato apunta a bueno, pero en global me deja un sabor raro. No entiendo muy bien lo de los cofres, creo que por encima de todo y de todos solo interesa el oro que puedan contener. Supongo que ese es el meollo del relato, la avaricia. La prota insinua que ha dominado al cura, pero pocas pistas ofrece sobre a que se refiere exactamente, supongo que se trata de lo evidente. Se lee bien por lo que ls redacción entiendo que es buena pero parece que necesita algo más de desarrollo. Poco más se me ocurre. Saludos y suerte.
En paz descanses, amigo.
- Tolomew Dewhust
- Foroadicto
- Mensajes: 4979
- Registrado: 16 Ago 2013 11:23
Re: CO 18 - En silencio
A ver, que lo he leído como cuatro veces y, bueno, esos cofres me tienen "a mal traer", como se dice por aquí. Loco perdío, vaya.
Que le mete mano al cura mientras mira los cofres, ¿no? Y el marido encantado, ¿verdad?
Un poco paranoia, .
Que le mete mano al cura mientras mira los cofres, ¿no? Y el marido encantado, ¿verdad?
Un poco paranoia, .
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
- Tolomew Dewhust
- Foroadicto
- Mensajes: 4979
- Registrado: 16 Ago 2013 11:23
Re: CO 18 - En silencio
El título es otro gran misterio.
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
- Tolomew Dewhust
- Foroadicto
- Mensajes: 4979
- Registrado: 16 Ago 2013 11:23
Re: CO 18 - En silencio
El cofre está triste, .
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
Re: CO 18 - En silencio
La redacción no ayuda mucho a entender un relato ya de por sí oscuro. El "Leitmotiv" de los dorados cofres y los bolsos y bolsillos parecen indicar que el tema principal es la avaricia. Aunque la lujuria parece prevalecer. El cura, según he entendido, se "beneficia" de Lara, de sus amigas y del marido.
No acabo de verle el sentido. Quizá me falte desarrollo para entender lo que nos quiere transmitir el autor. ¿Que es la avaricia vestida de religiosidad la que mueve el mundo?
En fin, espero con curiosidad tus explicaciones, autor.
La temática también la veo un tanto ausente. Claro que por poder, podría haber pasado en cualquier lugar, si generalizamos.
No acabo de verle el sentido. Quizá me falte desarrollo para entender lo que nos quiere transmitir el autor. ¿Que es la avaricia vestida de religiosidad la que mueve el mundo?
En fin, espero con curiosidad tus explicaciones, autor.
La temática también la veo un tanto ausente. Claro que por poder, podría haber pasado en cualquier lugar, si generalizamos.
1
Re: CO 18 - En silencio
Me uno al grupo de los que no entienden el final con lo de los cofres
Por momentos noto que el relato presenta palabras rimbombantes...que para algunas personas pueden resultar interesantes y enriquecedoras...y para otros demasiado adornadas y verlo todo como una especie de muro que franquea el buen entender de lo que se relata. Y por otro lado...aprecié algún que otro fallo.
Últimamente estoy muy en contacto con curas, iglesias y todo lo relacionado con este medio (nada malo..no penséis mal)...mi trabajo de alguna forma está muy ligado a ello...y por eso el relato en principio me interesó bastante...pero ese final tan abrupto y difícil de entender me ha dejado algo impotente y a medias.
Un abrazo
Espero que alguno de mis compas lo entiendan y me ayuden a entenderlo.
Por momentos noto que el relato presenta palabras rimbombantes...que para algunas personas pueden resultar interesantes y enriquecedoras...y para otros demasiado adornadas y verlo todo como una especie de muro que franquea el buen entender de lo que se relata. Y por otro lado...aprecié algún que otro fallo.
Últimamente estoy muy en contacto con curas, iglesias y todo lo relacionado con este medio (nada malo..no penséis mal)...mi trabajo de alguna forma está muy ligado a ello...y por eso el relato en principio me interesó bastante...pero ese final tan abrupto y difícil de entender me ha dejado algo impotente y a medias.
Un abrazo
Espero que alguno de mis compas lo entiendan y me ayuden a entenderlo.
Re: CO 18 - En silencio
No me gusta ni el fondo ni la forma, por lo que puedo asegurar y aseguro que no me gusta el relato. En las primeras frases ya he tenido que darle la vuelta al portátil para ver si las palabras, al sacudirlas, volvían a su sitio y me daban la oportunidad de entenderlas.
Esta frase la he leído como tres veces:
La sotana de un joven sacerdote lucia atribulada, ante la insinuación profana que una parroquiana de ojos grandes le fraguaba desde las bancas.
¿Cómo puede atribularse una sotana?
¿Le fraguaba? Luego: ¿el marido vigiaba a su esposa? ¿de vigía? de "vigíame que el niño no se caiga?
En fin, si el tema va de avaricia, de pagar por la absolución de los pecados con el consiguiente enriquecimiento del clero y esas vainas, pues bueno, sí, está basado en hechos reales.
No me gusta cómo lo cuentas, lo siento.
¿En el siglo cual?Ocurrió en el siglo que la construcción del templo en mi pueblo era tan incierta, y que al final fue erigido gracias a las limosnas de las personas con alta dosis de religiosidad.
Esta frase la he leído como tres veces:
Si quieres utilizar un estilo rimbombante, hazlo, a mi me parece cojonudo, pero ordena las frases, que se entiendan.Atribulada lucía la sotana de un joven sacerdote ante la insinuación profana que una parroquiana de ojos grandes le fraguaba desde las bancas
La sotana de un joven sacerdote lucia atribulada, ante la insinuación profana que una parroquiana de ojos grandes le fraguaba desde las bancas.
¿Cómo puede atribularse una sotana?
¿Le fraguaba? Luego: ¿el marido vigiaba a su esposa? ¿de vigía? de "vigíame que el niño no se caiga?
En fin, si el tema va de avaricia, de pagar por la absolución de los pecados con el consiguiente enriquecimiento del clero y esas vainas, pues bueno, sí, está basado en hechos reales.
No me gusta cómo lo cuentas, lo siento.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
Re: CO 18 - En silencio
Una mujer invade el espacio vital de un cura, quien se siente violentado por ello, pero sin embargo la deja entrar en la zona privada de la iglesia, donde unos cofres dorados adquieren protagonismo. Al salir ella, su marido le espeta que la ha visto salir y le pregunta por dichos cofres.
El concepto me gusta. Cuando he querido mostrar una transgresión negativa siempre he tirado del sacerdote como elemento mítico para exponer las contradicciones del ser humano. Sin embargo, ni el desarrollo de la historia ni ese estilo de diálogo que asemeja ser sajón pero me parece mal resuelto me ayudan a seguir bien el hilo de la historia.
El inicio cumple bien su función, ubicándonos en una iglesia donde un cura da una homilía. La redacción, sin embargo, es confusa. La literatura tiene eso: que si la dejamos plana queda como una tela lisa, sin adornos, pero si empezamos a liar por aquí y por allá queda como una madeja cosida a un harapo. Lo ideal es dar las puntadas necesarias para que la bufanda, la manta o el edredón tengan un dibujo uniforme que transmita algo, cosa que aquí no he apreciado.
La historia se desarrolla generando un cierto interés por ver qué ocurre entre la mujer y el párroco. De alguna manera se intenta sugerir que el hombre acaba incumpliendo su voto de castidad, pero eso sólo lo he podido deducir al leer los comentarios de algunos compañeros, puesto que en dos lecturas no me quedaba nada claro. Luego la mujer parece vanagloriarse de ello ante sus amigas. De esa reunión me queda la duda de por qué les interesaban tanto los cofres; asumo que es una pretensión material, pero de ser así me parece una idea demasiado simple.
El final me deja confuso, como a la mayoría, me parece. Quizás la idea siga siendo la misma: al marido no le importa que su mujer tenga relaciones con el cura siempre que él se vea beneficiado en algo, en este caso por el dinero, o lo que quiera que contengan, los cofres.
La redacción me dice poco de los personajes. No veo más conflicto que el que se le plantea al cura en un inicio, y que solventa de un plumazo. El resto se me hace más bien plano, cada uno en su papel. Eso sí, tengo que reconocer que, para lo poco que cuenta la historia, los personajes se me hacen profundos y complejos, pero no veo atisbo de evolución en ellos ni creo que los hayas explotado lo suficiente.
Como la historia me resulta críptica no soy capaz de emitir un veredicto sobre lo que me ha impactado. Me hubiera gustado degustarla más, porque creo que tenía muchísimo más juego, pero se ha quedado en un intento más trabajable.
El concepto me gusta. Cuando he querido mostrar una transgresión negativa siempre he tirado del sacerdote como elemento mítico para exponer las contradicciones del ser humano. Sin embargo, ni el desarrollo de la historia ni ese estilo de diálogo que asemeja ser sajón pero me parece mal resuelto me ayudan a seguir bien el hilo de la historia.
El inicio cumple bien su función, ubicándonos en una iglesia donde un cura da una homilía. La redacción, sin embargo, es confusa. La literatura tiene eso: que si la dejamos plana queda como una tela lisa, sin adornos, pero si empezamos a liar por aquí y por allá queda como una madeja cosida a un harapo. Lo ideal es dar las puntadas necesarias para que la bufanda, la manta o el edredón tengan un dibujo uniforme que transmita algo, cosa que aquí no he apreciado.
La historia se desarrolla generando un cierto interés por ver qué ocurre entre la mujer y el párroco. De alguna manera se intenta sugerir que el hombre acaba incumpliendo su voto de castidad, pero eso sólo lo he podido deducir al leer los comentarios de algunos compañeros, puesto que en dos lecturas no me quedaba nada claro. Luego la mujer parece vanagloriarse de ello ante sus amigas. De esa reunión me queda la duda de por qué les interesaban tanto los cofres; asumo que es una pretensión material, pero de ser así me parece una idea demasiado simple.
El final me deja confuso, como a la mayoría, me parece. Quizás la idea siga siendo la misma: al marido no le importa que su mujer tenga relaciones con el cura siempre que él se vea beneficiado en algo, en este caso por el dinero, o lo que quiera que contengan, los cofres.
La redacción me dice poco de los personajes. No veo más conflicto que el que se le plantea al cura en un inicio, y que solventa de un plumazo. El resto se me hace más bien plano, cada uno en su papel. Eso sí, tengo que reconocer que, para lo poco que cuenta la historia, los personajes se me hacen profundos y complejos, pero no veo atisbo de evolución en ellos ni creo que los hayas explotado lo suficiente.
Como la historia me resulta críptica no soy capaz de emitir un veredicto sobre lo que me ha impactado. Me hubiera gustado degustarla más, porque creo que tenía muchísimo más juego, pero se ha quedado en un intento más trabajable.
69
- Tolomew Dewhust
- Foroadicto
- Mensajes: 4979
- Registrado: 16 Ago 2013 11:23
Re: CO 18 - En silencio
Pues en el siglo que la construcción del templo de su pueblo era tan incierta, y que al final fue erigido gracias a las limosnas de las personas con alta dosis de religiosidad. Hija mía, qué toooorpe cuando quieres.Berlín escribió:¿En el siglo cual?
Voy a ver si encuentro un gif de un gato torpe.
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
- Edgardo Benitez
- No tengo vida social
- Mensajes: 1090
- Registrado: 12 Feb 2017 14:10
- Ubicación: El Salvador
- Contactar:
Re: CO 18 - En silencio
Un cura que cobra sus favores sexuales a cambio de dinero para edificar el templo. Lo hace con mujeres y hombres. En fín... Es de fácil comprensión cuando se lee bien.
¡Hay vida antes de la muerte!
Ninguna de tus neuronas sabe quién eres… ni les importa.
Pero si te pego en el centro, será por filosofía.
Pero por poesía, serás mi centro.
Ninguna de tus neuronas sabe quién eres… ni les importa.
Pero si te pego en el centro, será por filosofía.
Pero por poesía, serás mi centro.
Re: CO 18 - En silencio
Autor/a, lo siento, pero no lo entendí.
Lo leí varias veces y no capté si la anécdota es
la lujuria, la avaricia o los cofres. Por otro lado
al no dar apellidos no he podido googlear
para buscar la anécdota real y compararla con el relato,
a los efectos de entenderlo y ver en base a qué se hizo,
algo que es muy importante en este concurso.
Sinceramente lo siento pero no puedo evaluar tu escrito.
Suerte y gracias por compartirlo
Lo leí varias veces y no capté si la anécdota es
la lujuria, la avaricia o los cofres. Por otro lado
al no dar apellidos no he podido googlear
para buscar la anécdota real y compararla con el relato,
a los efectos de entenderlo y ver en base a qué se hizo,
algo que es muy importante en este concurso.
Sinceramente lo siento pero no puedo evaluar tu escrito.
Suerte y gracias por compartirlo
Re: CO 18 - En silencio
No hay gatos torpes.Tolomew Dewhust escribió:Pues en el siglo que la construcción del templo de su pueblo era tan incierta, y que al final fue erigido gracias a las limosnas de las personas con alta dosis de religiosidad. Hija mía, qué toooorpe cuando quieres.Berlín escribió:¿En el siglo cual?
Voy a ver si encuentro un gif de un gato torpe.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
Re: CO 18 - En silencio
Entonces éste debe ser el Rowan Atkinson de los gatos.Berlín escribió:No hay gatos torpes.Tolomew Dewhust escribió:Pues en el siglo que la construcción del templo de su pueblo era tan incierta, y que al final fue erigido gracias a las limosnas de las personas con alta dosis de religiosidad. Hija mía, qué toooorpe cuando quieres.Berlín escribió:¿En el siglo cual?
Voy a ver si encuentro un gif de un gato torpe.
69