CRI :Amor maldito, maldito amor - Angel_Caído

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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CRI :Amor maldito, maldito amor - Angel_Caído

Mensaje por lucia »

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AMOR MALDITO, MALDITO AMOR


“Señoras y señores, sean bienvenidos al Circo de la Luna, el único circo del mundo que comienza a medianoche, a la hora en la que todo puede pasar, cuando cualquier historia puede ser real. Abran sus mentes y despejen sus sentidos. Olviden todo lo que han aprendido y que la luz de la luna les ilumine”.

Así empezaba la función, dos noches por semana, cada semana en un pueblo diferente. Era un circo modesto, con una carpa negra y roja que se montaba sobre una única pista rodeada de asientos. Lo formaban unas treinta personas, y todos amaban y se sentían orgullosos de su circo, el único en su género. No era un espectáculo de masas, iba dirigido a un tipo de público muy concreto, amantes de la noche y de lo extraño, un público siempre receptivo y fiel. Sus platos fuertes eran: los payasos infernales, que, más que la risa, buscaban el estremecimiento y la piel de gallina; las equilibristas suicidas, las marionetas de los horrores y terminaban siempre con una sesión mezcla de magia, espiritismo e hipnosis. Todo esto bien dirigido y organizado por la jefa de pista y directora del circo, una mujer tuerta del ojo izquierdo (siempre tapado con un parche negro) y una pierna más corta que otra, pero que había sabido sacar esto a flote en contra de todos. Su uniforme era un mono de cuero negro, bien ceñido, una chaquetilla corta roja, una chistera negra y su fiel látigo.
Ella se llamaba Aurora, y a los veinticinco años, tras morir sus padres, decidió tomar las riendas del circo en lugar de venderlo, como le aconsejaba todo el mundo; pero harta de ver siempre lo mismo, decidió dar un giro de 180 grados al espectáculo. Su infancia problemática a causa de su físico le había hecho aislarse del resto de los niños de su edad y encerrarse en la lectura y el cine. Le encantaban las historias de terror, las que ya de pequeña robaba en la sala de adultos de la biblioteca, y el cine de Hitchcock le apasionaba, así que cuando se vio heredera de un circo pensó en transformarlo en lo que más le gustaba, pero necesitaba un equipo de gente que compartiera sus ideas. Tuvo que hacer algún viaje que otro, pero no le costó mucho conseguirlo. Incluso algunos de sus nuevos fichajes trabajaban en circos “normales” y se entusiasmaron con la idea del cambio. Y así empezó la andadura del Circo de la Luna, con un selecto número de actuaciones que poco a poco se fue haciendo un hueco entre el público nocturno.
Fueron cuatro años de mucho trabajo, sin tiempo para nada más, lo que le vino muy bien a Aurora para recomponerse tras varias relaciones bastante traumáticas. Pero esa tranquilidad ahora le parecía irreal, como las aguas de un mar sin alma. Algo empezaba a agitarse por dentro y esto se debía a que, inesperadamente, estaba empezando a sentir algo por Leo, el de las marionetas, la última adquisición del circo.
No siempre había sido así, cuando le contrató hará un año le parecía un ser triste y oscuro, no del tipo peligroso, a esos los conocía bien, pero sí extraño. Su mirada esquiva, casi siempre estaba oculta tras su pelo negro. Hablaba muy poco, con una voz monótona que no mostraba emoción alguna y parecía temer a la gente; o quizás a las mujeres porque con los chicos sí hablaba más, no mucho, pero sí lo suficiente para parecer más “normal”. Casi siempre se limitaba únicamente a trabajar y eso lo hacía muy bien ya que con las marionetas era diferente. Verle con ellas, cuidándolas y mimándolas, era una sensación muy extraña. Se veía que aquello le apasionaba y en sus actuaciones quedaba demostrado. Él inventaba las historias, diseñaba el vestuario, preparaba las luces…etc. Ella nunca tenía nada que añadir ni rectificar, aunque seguramente no la hubiera dejado aunque quisiera. Ese era su mundo, su vida.
La primera vez que lo vio él estaba realizando una función en una plaza de un pueblo de las afueras de Madrid, por el que también pasaba el circo. Su imagen encajaba a la perfección con el espectáculo, eso fue lo primero que le llamó la atención de él. En aquella función la marioneta principal, a la que llamaba Claudia, hacía de una enfermera vengativa obsesionada por tener un bebé. El decorado del pequeño teatrillo, a pesar de ser muy básico, estaba muy bien montado y era de lo más tétrico. La luz tenue de unas velas intensificaba la mirada de ella, que parecía cobrar vida en sus manos, unos ojos de pesadilla, increíblemente reales y atormentados. Al terminar, la gente aplaudió entusiasmada y oyó cómo algunos comentaban en tono de broma que seguramente tendrían pesadillas con la dichosa muñeca. Pero Aurora no se había fijado solo en la mirada de Claudia, sino también en la de Leo, un brillo intenso la inundaba, mostraba una fuerza y a la vez una dulzura que nunca había visto en un hombre. Ahí fue cuando decidió contratarlo. Lo que no esperaba es que le costara tanto convencerlo, fueron varios días de insistir concienzudamente; menos mal que él tenía pensado permanecer una semana en ese pueblo, si no, hubiera perdido la oportunidad.
Así que Leo finalmente aceptó, y sabía que no debía. Aquella maldita voz de su cabeza le decía que se marchara de allí, que debía seguir solo, que era su sino…bla, bla, bla. Estaba harto de esa voz, llevaba años haciéndole caso, y sabía que tenía razón, pero ¿y si…?, ¿y si las cosas habían cambiado ya, después de tantos años? Él no lo sabía a ciencia cierta. ¿Que el riesgo era muy alto?, pues sí, pero se sentía tan solo que dolía.
Adoraba su trabajo, llevaba desde los quince años trabajando con marionetas, al principio viajaba con su padre, y luego se independizó con las que él mismo había creado, y ahora, a sus veintiséis, no se había cansado de ellas y disfrutaba como el primer día. Pero los últimos, casi tres años ya, habían sido horribles. Al principio por la culpa, el odio y la impotencia que le provocó aquel fatídico incidente, el que le marcó de por vida; y más tarde por el sentimiento de soledad, por la incertidumbre ante la duración de aquella maldición que cayó sobre él. Por eso había bajado la guardia y había aceptado trabajar en el circo, no iba a propiciar ninguna situación peligrosa, solo quería un poco de compañía, no había nada malo en eso.
Ella estaba encantada con el trabajo de Leo, no es que fuera famoso, pero poco a poco iba aumentando el público que le admiraba y seguía allí donde podía. Aurora le observaba, le fascinaba lo organizado y tremendamente meticuloso que era, a veces incluso rayando en la paranoia. Nadie podía tocar su baúl y en especial a Claudia, su marioneta preferida, una bonita figura hecha de piezas de madera tallada, no como otras de yeso que Aurora había visto en otros sitios y que parecían más irreales. Todos los días la sacaba aunque no hubiera actuación, la peinaba con mimo y trenzaba el cabello para que no se estropeara, acariciaba su rostro, manos y piernas buscando desperfectos en la madera, retocaba sus pestañas y vigilaba que la pintura no se desconchara. También el vestuario, no lo hacía él pero sí lo diseñaba y se lo encargaba a alguna modista. Tenía cinco marionetas más que también cuidaba, pero con ella era una devoción enfermiza. Después del repaso diario colocaba sus cuerdas en orden y la sentaba sobre el baúl, donde pasaba el resto del día. Una vez llegada la noche, la volvía a guardar.
Y así la desconfianza inicial que sintió hacia él se fue resquebrajando, sintiéndose más cómoda con Leo en la misma medida en la que él se iba sintiendo más a gusto allí. No se cansaba de mirarlo, y ya no solo trabajaba, sino que hablaba con los compañeros (y hasta sonreía a veces) e incluso con ella también, intercambiando alguna que otra confidencia. Por fin sus miradas se cruzaban y la intensidad de la de él la dejaba sin respiración. Y así sin darse cuenta la atracción que crecía en su interior fue penetrando en ella como lava por una pendiente, arrasando, abriendo surcos, arrastrando piedras antaño incrustadas en lo más profundo, buscando desesperadamente una salida y, sobre todo quemando…¡y cómo!
Leo se sentía casi como en casa. Se había acostumbrado a la rutina de las actuaciones, los viajes en caravana y las cenas en compañía. No veía, o no quería ver, lo que estaba empezando a despertarse en él y lo que ya estaba más que despierto en ella, y que todo el mundo había notado. Ella se preguntaba si él pensaría en ella de la misma forma, si le gustaría y se encontró sintiendo unos celos inhumanos de aquel ser de madera, anhelando que esas manos suaves pero firmes, que no temblaban cuando la acariciaban a ella, la apretaran con fuerza contra él, sin tanta delicadeza, que la desnudaran como hacía con Claudia, pero de una forma salvaje. La prisa empezaba a nublarle el pensamiento, temía quedar en ridículo, que la rechazara, que se riera de ella, que la llamara fea…había mil formas de ser cruel y todas las había experimentado de una forma o de otra. Tenía mucho miedo, pero no podía retrasarlo más.
Así que una noche se presentó en la caravana de él con una botella de vino y algo de cenar (no sabía cocinar así que preparó unos canapés). Él abrió la puerta y la miró con desconfianza, ella se adelantó diciendo que había traído algo de cena, que se sentía sola y quería compañía. Él no se movía así que ella le apartó de la puerta y pasó. Estaba muy nerviosa, no lo exteriorizaba, pero por dentro temblaba. Él le dijo que se marchara, sin mucha convicción, su pensamiento estaba en otro sitio muy lejano, en otra noche, con otra mujer. La vocecilla volvió a despertarse pero ya no era la misma, sino que gritaba, gritaba y no le dejaba pensar, le decía cosas que no había dicho nunca: “Adelante, no eres un monstruo. Aquello no fue tu culpa. Ya está bien, tienes derecho a ser feliz. No volverá a pasar. La maldición terminó”. La promesa que se hizo aquel funesto día quedaba ya lejos, parecía que pertenecía a otro hombre, a otra vida; y la determinación que le había guiado desde entonces empezaba a esfumarse. Aurora, con aquél pequeño gesto, inició la rotura de su dique de contención, ahora lleno de grietas y fisuras, y que comenzaba a derrumbarse. El hormigón armado parecía hecho de arena de algún desierto, ya no había nada que lo mantuviera en pie.
La cogió en brazos con una mirada salvaje y la tumbó en la cama. Los dos dieron rienda suelta a toda la rabia, el dolor, la tensión y el deseo acumulados. Hambrientos el uno del otro, sin restricciones ni pudor. Pasaron de ser los observadores de su propia vida, a ser los protagonistas, únicos supervivientes de un mundo arrasado por la crudeza de la soledad. En el momento del clímax ella le susurró al oído: “te amo”.
Aurora se quedó dormida sobre su hombro, con una ligera sonrisa que anticipaba el principio de su nueva vida, que arrancaba la amargura de su rostro y de su corazón, y limpiaba su mente de recuerdos dolorosos. Era una mujer nueva. Él tardó más en dormirse, aquél “te amo” martilleaba su cabeza, y cuando lo consiguió tenía lágrimas en los ojos. Lágrimas de culpabilidad, de miedo al futuro. Amargas como las de aquella noche que se juró no volver a revivir jamás, que se juró a sí mismo y a Claudia.
Claudia lo había estado observando todo, no solo esta noche en la que él había olvidado guardarla en su baúl, sino todos los días de los últimos tres años, condenada a ser la observadora silenciosa. Ahora los miraba a los dos, durmiendo, cuando ella ya no podía hacerlo. Apenas recordaba cómo se hacía ni qué se sentía, ni quería recordarlo, la verdad; afortunadamente su capacidad de sentir cualquier cosa iba disminuyendo, el odio iba desapareciendo siendo sustituido por la nada, la apacible nada, como si siempre hubiera estado hecha de madera. Lo que sí recordaba era aquella noche en la que ella también había yacido junto a Leo, no tan apasionadamente, pero si con mucho amor. Cuando le dijo que le amaba más que a nadie y cuando ya no despertó, por lo menos no en su cuerpo. Luego vinieron los lamentos de él, sus lágrimas, se maldijo a gritos por no haber creído en aquella hechicera que se encaprichó de él y se lo juró: “nunca volverá a pasar esto, te lo juro, a nadie más, jamás”. La abrazaba desesperadamente aunque Claudia ya no podía sentirlo, su dolor, su rabia era mucho mayor que la de él, pero ella no podía gritar. Ahora miraba hacia la cama y los primeros rayos de sol le iban mostrando los detalles de aquella nueva marioneta a la que le faltaba un ojo, tumbada junto a él, el maldito, el que debería estar ahí encerrado, y no ellas. Ya se lo imaginaba despertando y repitiendo el antiguo numerito patético de llanto y culpabilidad, y de nuevo su promesa, su promesa falsa, ridícula y vacía que nunca la había ayudado a ella ni lo haría jamás. Pero no, ya no sentía odio, solo la nada, la dulce nada.
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elultimo
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Re: CRI - Amor maldito, maldito amor

Mensaje por elultimo »

Genial. Enhorabuena a su autor porque me ha parecido una historia fantástica y muy bien contada. El único "pero" que le pondría sería que tira más hacia el lado del misterio que hacia el romántico.
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Emisario
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Re: CRI - Amor maldito, maldito amor

Mensaje por Emisario »

Una historia escrita en un tono que te hace vivir las experiencias de los protagonista con bastante credulidad. Pero, ( siempre hay un pero, ¿no?). Pero no me ha hecho sentir romanticismo, claro hubo una historia de amor que acabó mal, por culpa de la hechicera ésa, y que se repitió... Sin embargo, coincido con que es más fantasía - terror que romanticismo. Lo que no le quita mérito, por cierto. Felicidades al autor/a.
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Berlín
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Re: CRI - Amor maldito, maldito amor

Mensaje por Berlín »

Me ha parecido escuchar el atronador sonido de los tambores y la música en el centro de la pista.
Tiene una entrada estupenda este relato, incita a seguir leyendo. El amor que surge en el mundo del circo, la maldición, esas voces...

inquietante.

a mi me ha gustado.
En el siguiente repaso intentaré comentar "más profesionalmente" :cunao:
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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Arwen_77
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Re: CRI - Amor maldito, maldito amor

Mensaje por Arwen_77 »

Me ha parecido un relato excelente, aunque a mi me ha dado un mal rollo horroroso. Siempre me han dado muchísimo yuyu los payasos y las marionetas, ni de pequeñita me gustaban, así que este relato tiene todos los ingredientes para ponerme los pelos de punta. Me parece también más fantasía terrorífica que romanticismo.
La atmósfera está de lo más conseguida.
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ciro
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Re: CRI - Amor maldito, maldito amor

Mensaje por ciro »

Coincido en que mas que romántico este relato encajaría mas en otros géneros. Si acaso venganza- ¿romántica? Por lo demás, la narracion es clara, limpia, pero sin llegar a la excelencia. Si no fuera porque yo suelo describir circos mas pequeños, yo mismo la podría haber escrito (no me gusta mucho la temática romántica y puedo ser claro y limpio en la escritura pero no llego a la excelencia y por otro lado me gustan mucho los personajes con taras como Aurora). Por el lado de la historia es interesante, no está mal. Bien en general.
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joserc
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Re: CRI - Amor maldito, maldito amor

Mensaje por joserc »

Me ha gustado la redacción, muy buena, y la historia en si misma. También me parece que tiene más de misterio, o terror incluso, que de romántica.

Felicidades al autor.
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Ororo
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Re: CRI - Amor maldito, maldito amor

Mensaje por Ororo »

Yo no me había fijado en que es más misterioso que romántico hasta que lo habéis dicho, pero vamos, tampoco lo veo determinante.
Me ha gustado bastante este relato. Los personajes están muy bien, el escenario del circo resulta atractivo y está muy bien plasmado.
Sin embargo, la historia se ve venir, no resulta especialmente original y parece que se ha visto muchas veces en películas de terror.

De todas formas, enhorabuena :D
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Nelly
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Re: CRI - Amor maldito, maldito amor

Mensaje por Nelly »

Maravilloso. :o

Espeluznántemente maravilloso.
Diría que la ha escrito un hombre.
Y me ha recordado la importancia de los cuentos. Me siento muy afín a esta persona. Me encanta, me ha conquistado.
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Re: CRI - Amor maldito, maldito amor

Mensaje por Katia »

Yo qué sé, es que a mí el ambiente circense no me gusta, no me atrae, y admito que eso me influye y hasta ralentiza a la hora de leer el relato. Pero... Es correcto, está bien tramado y asimismo expresado.
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Isma
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Re: CRI - Amor maldito, maldito amor

Mensaje por Isma »

Qué tiene el circo, que siempre resulta romántico, o mágico al menos. Me gustan los payasos infernales y las marionetas de los horrores. Me gusta, en definitiva, la historia, aunque lo que me falla es la narración. Parece voz transcrita. Hay un exceso de comas que dificultan un poco la lectura. Ejemplo: No siempre había sido así, cuando le contrató hará un año le parecía un ser triste y oscuro, no del tipo peligroso, a esos los conocía bien, pero sí extraño. Son varias ideas distintas, una detrás de otra. A mí me cuesta concatenarlas.

Es un buen relato y me parece original y entretenido. Muchas felicidades :60:
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Isma
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Re: CRI - Amor maldito, maldito amor

Mensaje por Isma »

Ororo escribió:Yo no me había fijado en que es más misterioso que romántico hasta que lo habéis dicho, pero vamos, tampoco lo veo determinante.
Coincido. No me gusta que se utilice el argumento del género para valorar mejor o peor un cuento. Sobre todo con la definición tan abierta de romántica que se ha acordado. Pero claro, para eso están las opiniones.
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elultimo
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Re: CRI - Amor maldito, maldito amor

Mensaje por elultimo »

En mi opinión, no se trata de valorar un relato basándose en si es más o menos romántico, ni en que vaya mezclado con otros géneros. Se trata más bien de que esa otra historia no se haga más interesante que la historia de amor.
En esta historia la protagonista actua por amor y como consecuencia le pasa lo que le pasa; sin embargo, hay otros eelatos donde el amor es sólo un elemento más.
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Albabooks
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Re: CRI - Amor maldito, maldito amor

Mensaje por Albabooks »

Que tragedia más grande, conmovedora y siniestra. Parece una leyenda, un cuento.

Aunque me repelen los circos, me dan un mal rollo impresionante... Pero por lo demás es un relato estupendo :D
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ciro
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Re: CRI - Amor maldito, maldito amor

Mensaje por ciro »

Isma escribió:
Ororo escribió:Yo no me había fijado en que es más misterioso que romántico hasta que lo habéis dicho, pero vamos, tampoco lo veo determinante.
Coincido. No me gusta que se utilice el argumento del género para valorar mejor o peor un cuento. Sobre todo con la definición tan abierta de romántica que se ha acordado. Pero claro, para eso están las opiniones.
Yo dije que iba a ser inflexible. Que quien votara romántica que se atuviera a las consecuencias de que esto iba a ser romántica-romántica, pero al final me he ablandado y tampoco lo voy a valorar tanto.
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