CPXII - La girándula de la vida - Jilguero (1° Jurado)

Relatos que optan al premio popular del concurso.

Moderadores: kassiopea, noramu

Avatar de Usuario
lucia
Cruela de vil
Mensajes: 84414
Registrado: 26 Dic 2003 18:50

CPXII - La girándula de la vida - Jilguero (1° Jurado)

Mensaje por lucia »

La girándula de la vida

Para Mar H.

Cuando llegaba el otoño y los árboles perdían las hojas, los domingos por la tarde la fotógrafa acudía sin falta a su cita en el nacimiento del Sorgue. Llegaba al atardecer, justo en ese momento en que la luz se vuelve más cálida, el trino de los pájaros se torna frenético y las fragancias se hacen más sugerentes. Se detenía justo detrás del plátano mutilado que había al borde del agua y, tras un reiterativo ritual, apretaba el disparador de la cámara. Con una fidelidad asombrosa buscaba siempre el mismo encuadre: el árbol más viejo, a la derecha; el trozo de vereda de la otra orilla y el árbol más joven ―el mutilado―, a la izquierda. Justo en el centro de la imagen, el muñón de la rama que había cortado su padre. Siempre desde la misma perspectiva y siempre un único clic. Un clic al que seguía ese instante de calma perfecta en el que los pájaros dejaban de cantar, el agua se aquietaba y los efluvios desaparecían. Esas habían sido las reglas de su padre, y esas debían ser también sus reglas…

El juego había empezado hacía mucho tiempo. Demasiado ―pensaba ella en los momentos de desánimo―. Su padre era aficionado a la fotografía y daba la impresión de estar obsesionado con retratar el otoño en el nacimiento de aquel río. De pequeña, ella lo había acompañado casi todos los domingos. Los preparativos antes de capturar la imagen duraban mucho. Luego, en cambio, en cuanto sonaba el clic ―solo uno, nunca más―, su padre la cogía de la mano y regresaban enseguida a casa.

En el sótano tenía instalado un laboratorio fotográfico cuya puerta estaba siempre cerrada con llave. Solo en una ocasión la había dejado entrar. El olor era penetrante, muy distinto de los del resto de la casa. Pero lo que más llamó su atención fue una especie de remolino enorme que su padre había dibujado en la pared pegando teselas rectangulares. Tenía dos ramas en espiral y la mayoría de las teselas estaban aún vacías. Solo las del extremo exterior de uno de los brazos estaban ocupadas ya con fotografías del nacimiento del Sorgue. Cuando le preguntó qué era aquello, su padre no dudó en responderle que eran los brazos en hélice de la galaxia M74 simbolizando la girándula de la vida. En cambio, cuando quiso sonsacarle por qué estaba pegando las fotos en la pared, él se limitó a encogerse de hombros. Aquello despertó aún más su curiosidad y, con un denuedo inexplicable, le comunicó su deseo de ser fotógrafa. Aunque la noticia pareció enorgullecer a su padre, le adelantó que no sería su maestro, que aprendería con un amigo suyo de Lagnes.

Desde aquel día, la fotógrafa no había vuelto a entrar en el laboratorio. De ahí que ver la llave sobre la mesilla de noche, al despertarse aquella mañana, le produjese tanta ilusión. La prisa por hablar con su padre le hizo bajar la escalera deslizándose a horcajadas por el pasamanos. En la cocina solo encontró a su madre. Tenía los ojos enrojecidos de haber llorado y, cuando le preguntó dónde estaba su padre, se tapó la cara con las manos y no le respondió. Le urgía saber si la entrega de una llave significaba que en adelante compartirían el laboratorio y bajó al sótano para preguntárselo.

Al abrir la puerta, lo primero que vio fue el respaldo del sillón orejero y pensó que su padre estaría sentado en él contemplando la girándula de la vida. Pero el asiento estaba vacío y eso la intranquilizó. Miró entonces hacia la pared y observó ciertos cambios en la galaxia M74. Las teselas de uno de los brazos se encontraban todas ocupadas ya por fotografías, mientras que las del otro brazo y la que ocupaba el ojo del remolino continuaban estando vacías. No obstante, al acercarse un poco más a la pared comprobó que en cada hueco libre su padre había anotado una fecha. Intuyó entonces lo que podía haber ocurrido y corrió en busca de su madre. Confiaba en que esta le dijera que estaba en un error. No fue así y también ella se puso a llorar.

La fecha del siguiente domingo figuraba en la tesela más externa del brazo vacío de la girándula y, aunque la marcha de su padre la había dejado desamparada, decidió acudir puntualmente a la cita. Encontró sin dificultad la posición desde la que él solía hacer las fotos, pero al mirar por el objetivo comprobó que su estatura era menor. Construyó una pequeña plataforma con varias piedras, se subió encima y volvió a mirar a través del objetivo. El encuadre era perfecto y, sin más dilación, pulsó el disparador. Había notado, sin embargo, que al plátano de la izquierda le faltaba uno de los dos brazos principales y, antes de marcharse, se aproximó al tocón. La herida estaba fresca. Eso le recordó que el domingo anterior había visto a su padre alejarse de la casa con un hacha en la mano; y que había regresado del río oliendo a tierra mojada y a savia. Se dijo que un amante de la naturaleza no habría mutilado un árbol sin tener una buena razón. Trató de imaginarse cuál podría haber sido esta, pero no la halló.

Cansada de esperar al ausente, la madre decidió regresar a la vivienda solariega que tenían sus padres en Aviñón. La fotógrafa no deseaba traicionar la confianza de su padre dejando su encargo a medias ―en el sótano la girándula de la vida seguía estando incompleta― y se negó a abandonar la casa. Era ya mayor de edad y la madre no pudo impedir que se quedara a vivir a orillas del Sorgue. Llegó el día de la separación y, cuando la fotógrafa vio alejarse el coche de su madre, se sintió todavía más huérfana.

Poco después de quedarse sola se casó con un escritor que llegó a Fontaine de Vaucluse tras la huella de Petrarca. En su compañía, la fotógrafa volvió a sentirse segura y protegida. Pese a que no había vuelto a saber nada de su padre, siguió acudiendo al río cada domingo y rellenando con sus fotos las teselas vacías. En el primer otoño de casados, hubo atardeceres en los que su marido la acompañó a la rivera del Sorgue. Al comprobar la rigidez del ritual, intentó convencerla de que sería más interesante variar el encuadre un poco cada vez. Ni que decir tiene que ella se negó. Molesto con su terquedad, decidió que en adelante se quedaría escribiendo en casa. Se inició así otro ritual igual de inflexible: cuando la fotógrafa regresaba del río, sin abrir la boca, con un simple levantamiento de cejas, su marido le preguntaba el porqué de su obstinación. Y ella, mirándolo desde el azul indescifrable de sus ojos, se encogía de hombros.

Aquel atardecer, sin embargo, no era como cualquier otro. La fotógrafa cumplía años y, para colmo, la fecha coincidía con la que figuraba en la tesela central de la galaxia. En cuanto pegara la foto de esa tarde en su hueco, la girándula de la vida estaría completa y el juego se habría acabado. Le asustaba perder la complicidad que durante tanto tiempo había mantenido en secreto con su padre y acudió a la cita con cierta aprensión. Y quizá por esa causa ver el bulto flotando en medio del visor le produjo más inquietud que sorpresa.

Estaba varado en la otra orilla y asomaba justo por encima del muñón del plátano ―si su padre no hubiese cortado la rama no lo habría visto, pensó―. Desde aquella distancia no podía distinguir bien qué era y, saltándose las reglas, recurrió al zoom. Lo vio entonces con más nitidez y ya no le cupo la menor duda: bocarriba, el rostro lívido pero sereno, mostrándole ese inconfundible perfil que tantas veces había recorrido con su dedo siendo niña…

La fotógrafa sintió miedo y eso le hizo quitar el aumento enseguida. La visión acabo siendo tan fugaz que ni siquiera estaba segura de haberlo visto. Se aferró a esa leve duda y, con una entereza de la que su padre se habría sentido orgulloso, buscó el encuadre acostumbrado y accionó el disparador. El clic sonó igual al de que cualquier otro domingo; la quietud posterior, en cambio, le pareció esa vez más perfecta, como si hubiera sido la propia vida la que hubiera contenido por un instante la respiración.

Cuando regresó a casa, en lugar de responder al arqueo de cejas de su esposo con el habitual encogimiento de hombros, la fotógrafa se acercó a él y lo besó en la mejilla. A continuación estuvo en el laboratorio revelando la última fotografía y la dejó secando. Tras la cena bajó de nuevo al sótano y colocó el positivo en la única tesela que quedaba vacía: la del ojo del remolino. Luego se sentó en el sillón orejero de su padre y empezó a recorrer con la mirada la girándula de la vida.

Al principio lo hizo de manera desordenada y los cambios demasiado evidentes entre una fotografía y otra le produjeron cierto desasosiego. Decidió entonces avanzar por los brazos de la galaxia en orden cronológico, empezando por la primera instantánea hecha por ella ―la situada en el extremo exterior del brazo tapizado con sus fotografías―. Desde allí se dirigió hacia el centro de la galaxia deteniendo la mirada en cada una de las teselas. Cada atardecer era más reciente que el anterior y eso hizo que la intensidad de la fragancia y de los sonidos fuese cada vez mayor. Revivir esas tardes de domingo a orillas del Sorgue le produjo una pesadez extraña, como si todos esos otoños se les estuviesen agolpando sobre los hombros. Y cuando llegó a la tesela del centro y el azul asustado de sus ojos vio la sombra varada en la otra orilla, el canturreo de los pájaros cesó y notó un cierto tufo a ciénaga.

Deseosa de escapar del recuerdo del mal momento vivido hacía unas horas a orillas del Sorgue, la fotógrafa huyó del centro de la espiral por el otro brazo. En sus teselas se hallaban pegadas las fotografías de su padre y, al mirar la primera de ellas ―la última foto hecha por él―, el plátano mutilado recuperó de golpe su rama; y en las siguientes, a medida que ella fue reviviendo atardeceres cada vez más lejanos, el árbol se fue poco a poco rejuveneciendo y los olores y los sonidos se volvieron más tenues. De igual forma, el azul de sus ojos se fue tornando cada vez más candoroso y, cuando llegó a la tesela ocupada por la fotografía más antigua de toda la girándula ―la primera hecha por su padre en la Fontaine de Vaucluse―, su mirada recuperó la pureza de su primer encuentro con el mar. Comprendió entonces el sentido de aquel juego y sintió una gran gratitud.

El motivo por el que su padre había elegido escapar de la vida nunca podría saberlo ―también ella tenía cajones cerrados en los que nadie debía hurgar―. Pero la decisión debió tomarla mucho antes, cuando ella era todavía una niña indefensa y él era su dios. Un dios con los pies de barro, sin duda. Mas también un dios que lo había planeado todo con suma paciencia y con precisión de relojero a fin de que su fragilidad no dañase nunca a su hija. De la mano la había llevado los domingos a las orillas del Sorgue para enseñarle cómo los ritos refuerzan los vínculos. Y cuando fue necesario, no dudó en sellar el pacto entre ellos convirtiendo la rama del plátano en ara de sacrificio: aquel tocón estaba destinado a señalar en el futuro el punto exacto en el que se entrelazaban sus caminos para siempre en la girándula de la vida. Esa especie de yoyó, construido entre ambos, que le permitiría en adelante agarrarse de la mano de su padre cada vez que le hiciese falta…

Clareaba cuando la fotógrafa entró en el dormitorio y, sin hacer ruido, se metió en la cama. Se aovilló de espaldas a su marido y, en cuanto cerró los ojos, comenzó otra vez a recorrer mentalmente la doble espiral de la vida. Al notar su presencia, él se giró y se pegó a ella como si fuera el segundo ramal de una misma galaxia ―a vista de pájaro, sus cuerpos mostraban en ese momento cierto parecido con los dos brazos de la M74―. Apoyó la nariz en su nuca y aspiró con fruición. Esa noche el pelo de su mujer tenía la fragancia de los atardeceres de otoño: olía a musgos y a helechos; pero al fondo, muy al fondo, había también un tufo tristón a ciénaga.

Y a lo mejor por eso, cuando poco después se volvió a dormir, soñó que estaba flotando en el agua helada del venero y que desde la otra orilla su mujer presionaba el disparador de la cámara. Escuchar el clic le despertó y, al verla acurrucada a su lado, tan cerca pero al mismo tiempo tan inalcanzable ―en ese instante, la fotógrafa caminaba ya hacia su niñez gracias a los atardeceres fotografiados por su padre―, la abrazó y volvió a olisquearle el pelo. De nuevo halló allí el otoño, pero ahora entremezclado con el vaho a savia fresca que exhalan las ramas cuando se quiebran. Y al fondo, muy al fondo, en lugar del hálito sombrío a agua estancada, lo que él descubrió esa vez fue el olor a algas y a salitre de cuando era niño y vivía junto al mar.
Nuestra editorial: www.osapolar.es

Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

Imagen Mis diseños
Avatar de Usuario
prófugo
Melón
Mensajes: 5099
Registrado: 04 Nov 2011 04:37
Ubicación: En algún lugar de la Moncha

Re: CPXII - La girándula de la vida

Mensaje por prófugo »

Estimado(a) autor(a):

Relato hermoso y muy bien escrito :-)

Interesantes los recuerdos de ese padre fotógrafo y su hija..también fotógrafa.

No sé si logré entender bien el meollo del asunto...las distintas tomas (clics) al mismo paisaje..lo del brazo del plátano primero mutilado y luego, al estar la girándula de la vida completa..volviendo a renacer dicho brazo.

Sigo sin entender porque el padre marchó...a ver si logro averiguarlo.

El final hermoso...un sueño..un recuerdo.

Gracias por compartir tu hermosa y excelente criatura. Ha sido un placer leerte. Un fuerte abrazo :60:

Enviado desde mi ALE-L21 mediante Tapatalk
Avatar de Usuario
Dama Luna
No tengo vida social
Mensajes: 1375
Registrado: 26 Ene 2016 21:18
Ubicación: Atravesando la Montaña Negra

Re: CPXII - La girándula de la vida

Mensaje por Dama Luna »

La historia subyacente es hermosa, está bien escrito. Te manejas bien con el estilo poético y hay algunas descripciones, muy plásticas, que son un placer al leerlas.

Pero me temo que al texto le falta algo que te agarre de las tripas y te emocione, porque la historia no llega a conmover, y no deja huella una vez terminado. Quizá sea frialdad, demasiado por fuera y algo hueco por dentro, si me entiendes lo que quiero decir. Pero me quedo con tu prosa, que me ha gustado mucho.

Suerte.
Avatar de Usuario
Gavalia
Chucho
Mensajes: 11873
Registrado: 03 Jul 2008 13:32
Ubicación: Perrera municipal

Re: CPXII - La girándula de la vida

Mensaje por Gavalia »

Muy bonito, pero no me he enterado demasiado bien de la historia o de hacia dónde me pretende llevar. El texto es hermoso aun hablando de suicidio. Me gustaría hber sabido porqué lo hizo. Des de mi punto de vista no sucede nada que me sorprenda, atraiga, o despierte mi entumecimiento ante lo que estoy leyendo. Se me queda plano, eso es todo. Muy bien redactado, de eso no hay duda. Seguro que tendrás seguidores más introspectivos que el chucho. Suerte y gracias por compartir tú trabajo
En paz descanses, amigo.
Avatar de Usuario
Ratpenat
Murciélago
Mensajes: 5920
Registrado: 24 Sep 2012 14:11

Re: CPXII - La girándula de la vida

Mensaje por Ratpenat »

Qué relato más extraño...

Pero me entusiasma. Es fantástico :eusa_clap:
Avatar de Usuario
Paraná
No tengo vida social
Mensajes: 1285
Registrado: 07 Feb 2017 18:02
Ubicación: Tucumán - Argentina

Re: CPXII - La girándula de la vida

Mensaje por Paraná »

Yo conozco esta escritura... No sé de dónde, pero la reconozco. Extraña sensación esta. Quizá en un universo alterno.
Dejando de divagar: es un texto magnífico. El aura de misterio, la pasión totalmente contenida que tiembla en cada imagen, el ingenio con que ha sido estructurado... Y por supuesto, el lirismo delicado y potente, casi decadente, casi asfixiante que emana de las palabras, lo convierten en un lujo. Un relato para sacarse el sombrero.
1
Avatar de Usuario
Mario Cavara
Foroadicto
Mensajes: 3745
Registrado: 08 Oct 2016 18:26

Re: CPXII - La girándula de la vida

Mensaje por Mario Cavara »

El relato es bueno, aunque debo confesar que le falta alma, está escrito de modo correcto, pero más parece una crónica periodística que un texto literario. He echado en falta algo más de lírica, pues el tema daba para ello. No hay apenas metáforas, los adjetivos brillan en general por su ausencia, es todo muy plano. Sólo al final se redime para abrirse algo más a la poesía con ese magnífico: “De nuevo halló allí el otoño, pero ahora entremezclado con el vaho a savia fresca que exhalan las ramas cuando se quiebran”… Pero el resto parece, como dije, más un texto escrito para un periódico que un ejercicio de literatura.
1
Avatar de Usuario
Sagaz
Lector voraz
Mensajes: 221
Registrado: 05 Dic 2016 22:18
Ubicación: Alianza-Maui
Contactar:

Re: CPXII - La girándula de la vida

Mensaje por Sagaz »

Escritura y estilo: Da gusto leerte, autor/a. Manejas el lenguaje con maestría, empleando un estilo sobrio que, no obstante, se permite puntuales concesiones poéticas. Tu narrativa tiene sabor propio y naturalidad, lo que no es nada fácil alcanzar.

Mensaje, verosimilitud e ideas exploradas: No sé si termino de pillar qué querías contarme con esta historia, autor/a. Quizá el mensaje no me ha calado; quizá no he entendido del todo tu reflexión. Me ha faltado un mayor despliegue para terminar de conectar. Dejas espacio para la especulación. Has intentado hacer un relato de ideas con un concepto muy claro en mente, al que quizá achaco cierto declive patrocinado por las altas expectativas que aparecen desde el primer párrafo. Quizá lo que me ha faltado ha sido un punto de inflexión, un plano de no retorno donde esa idea explote de ostentosidad en la cabeza del lector. El conjunto es muy bueno, sin altibajos; pero echo en falta ese pico de tensión dramática, narrativa, metafórica... como quieras llamarlo. Estoy muy habituado a leer relatos "de ideas", como vagamente me gusta llamarlos, como el tuyo, y me encanta que sean los conceptos existenciales los que impulsen la fuerza creadora de un escritor. Por eso, autor/a, y a pesar de lo dicho anteriormente, creo que tu relato es de los mejores que he leído hasta el momento.

Conclusión: Una narrativa con fuerza y carácter propio, una idea bien ejecutada y desarrollada, aunque, a mi parecer, de forma demasiado comedida. Quizá has querido ser prudente; quizá es simplemente tu forma de narrar. Sea como sea, este relato hace méritos para acabar muy alto en la clasificación y, sin duda, te caerá algún punto por mi parte.

Gracias por compartir, autor/a :hola:
1
Avatar de Usuario
Isma
Vivo aquí
Mensajes: 7126
Registrado: 01 Abr 2010 21:28
Contactar:

Re: CPXII - La girándula de la vida

Mensaje por Isma »

Me parece muy bueno. La historia es extraña, extraña por todos lados: desde la curiosa elección de una galaxia, como la fotografía periódica e inmutable, como la ejecución de la decisión tomada por el padre o las decisiones tomadas por madre e hija. Muy extraño todo.

Pero claro, la realidad también puede ser extraña. Todo depende de la manera en que la miramos. Y lo extraño puede ser coherente y hasta tener sentido. Me acuerdo ahora de otro relato de este concurso, El danzar de las flores: en aquel relato el autor imaginó un mundo fantástico al que no logró dar credibilidad, y aquí el autor ha hecho lo mismo, pero lo ha convertido en real. Tan real que a ella le huele el pelo a árbol y a ciénaga y hasta parece normal.

Realismo mágico, supongo que se podría llamar así. Me ha gustado la lectura, impecable, pero es un tema y un estilo que no me llega a tocar. Quizás se deba a que no llego a empatizar con esa protagonista tan rígida. Pero estoy seguro de que es un buen homenaje y de que, al margen del resultado de este concurso, ya tiene su premio por ahí.

¡Suerte!
Avatar de Usuario
Tolomew Dewhust
Foroadicto
Mensajes: 4984
Registrado: 16 Ago 2013 11:23

Re: CPXII - La girándula de la vida

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Castillo de San Sebastián, 1457

Querida Larús,

... hoy he recibido tu carta.

¿Por qué Mar H. y no Tolo D.?


Un hombre que quiere tanto a su hija que es incapaz de hacer lo único que desea, que es dejar de ser, de existir -no sabremos nunca por qué- sin antes proporcionarle a ella un tótem, un juego, una manivela que active el mecanismo de su subconsciente y que le permita recordarle siempre, tenerlo ahí, justo delante de ella, casi al alcance de su mano. Por tanto, no es solo eso, no se trata de un retrato ni de un collage de fotografías colgadas en una pared frente a un sillón orejero, sino de un disparador que activa los recuerdos y rescata emociones, olores, sensaciones.

Es algo alucinante. Solo concebir esta historia es ya de chino, :chino:.

Me entretendré un tanto con la letra, aunque, sabes, que lo más me gusta es tu música...


Como lector me dejas también a mí huérfano (lo haces a propósito, por supuesto). Señalas puntos de inflexión que no se resuelven y que son determinantes en la historia. Sé que no son el foco, que el foco es ella, Mar, pero, aunque al gato lo matara la curiosidad, y aun entendiendo que sería mera distracción para lo que luego va a suceder, déjame mostrarte una rabia -contenida, sí, pero rabia a fin de cuentas- por no saber los motivos por los que el padre se suicidó (es un tema que me chifla. No que un tipo se quite de en medio, sino lo que le mueve a ello).

Eso lo tendrías que explicar en otro relato. Hacer como una segunda parte, otra versión, la girándula de la vida contada por el padre de Mar H., terminándolo, eso sí, no con su fallecimiento, sino con él saliendo de su casa con un hacha en la mano.


Hablaba del suicidio como punto de inflexión, pero hay otro pequeño matiz que dejas igualmente ahí, Larús, como quien no quiere la cosa, y luego te quedas tan pancha: la formación de la chiquilla la asume un amigo del padre, y no este, ¿por queeeeeeeé? Porque te da la gana. Vale, para ti la perra gorda.

Bien, asumiendo que todo esto lo has hecho adrede y que ahora mismo te estás frotando las manos por tenernos subiéndonos por las paredes, regresemos a la historia.

El nacimiento del río. Las tardes de otoño. Solo un clic. Un plátano mutilado con un propósito.

Está todo en su sitio, es... perfecto.

Perfecto no es la palabra. Porque hay algo que se me escapa, que no sé ver o no se ha plasmado del todo bien: ¿cómo es posible que el cuerpo aparezca en ese instante? ¿Se quitó la vida esa tarde o el día de su desaparición? Apuesto por lo primero, pero, entonces, ¿no hubiera sido lógico que la madre, el día que no regresa, en lugar de llorar hubiera dado aviso a los servicios de emergencia? Algo no pillo y espero que Kassio me lo aclare.


Tiene pellizco, claro. Solo con la vuelta a casa de Mar la tarde en que realiza la última fotografía, y ese beso en la mejilla al marido (un saludo para ese marido sufridor :hola:), ya nos produce gustirrinín. Y, luego, un viaje sereno a su infancia a través de las ramas de esa galaxia, recorriendo fotografía a fotografía y recuperando olores, sensaciones, vivencias. Bravo. Es una magia que se contagia, que se lo pregunten si no al marido, ¿verdad?

De la música... bueno, ¿cuántas veces te he dicho que me gusta cómo pones una palabra al lado de la otra? ¿Cuántas? Pues ya está.

Mira esto, Un clic al que seguía ese instante de calma perfecta en el que los pájaros dejaban de cantar, el agua se aquietaba y los efluvios desaparecían. Aquí podrías seguir media vida recitando lo que sucede al clic, que no me cansaría de leerte. En plan ... los pájaros dejaban de cantar, el agua se aquietaba y los efluvios desaparecían, el gallo nos preguntaba la hora y el maíz se nos rompía en la mano, la rueda escapaba de su eje y el óxido roía a la tarántula, mi mano se acomodaba a la tuya y nos mirábamos, preguntándonos cuan pequeña no era esa nube... Así hasta el infinito.

Muy bien.

Siempre tuyo, T.D.
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
Avatar de Usuario
Topito
GANADOR del V Concurso de relatos
Mensajes: 4300
Registrado: 13 Abr 2009 20:43
Ubicación: Los Madriles

Re: CPXII - La girándula de la vida

Mensaje por Topito »

Mira: aún me quedan 15 relatos por leer, pero te has colocado en lo más alto.

Magistral relato.

El estilo me ha cautivado. El ritmo pausado le va que ni pintado. Saboreando cada letra, cada palabra, cada frase. Los olores penetraban por los poros de mi piel. ¡Y las imágenes! Ese mirada al brazo de su padre. Foto a foto. Observando retroceder el tiempo, regresando a la niñez, cuando aún su padre vivía.

Me gusta que me hables de la vida, del paso de ella, de aquellos que se fueron. Y, aunque la madre se cansó de esperar al ausente, yo sabía que él se había suicidado. Así lo sentí nada más leer que ella subía las escaleras. Luego, tras leer «el motivo por el que su padre había elegido escapar de la vida nunca podría saberlo» me aferré aún más a esa idea. Tuvo que suicidarse, no quedaba otra: había finalizado su brazo. Ahora le tocaba a ella. Y, sobre todo, me gusta que me hables de los que se quedaron y continuaron su vida. Porque hablas de eso en tu relato: de la vida. De nuestro deber a disfrutarla. Momento a momento. Fotograma a fotograma. Porque la vida es una película y debiéramos disfrutarla a cámara lenta. O aún mejor: convertirla en cámara fotográfica y retener con un único clic cada momento.

Sí, la protagonista debía finalizar su brazo y aprender que debe disfrutar de la vida. Unirse a su marido en el centro de la girándula de la vida.

No le veo peros.

La prosa es fluida con un lenguaje sencillo, creando una prosa poética que funciona de maravilla. Porque eso es la prosa poética: transmisión de sentimientos, sensaciones e impresiones. Y lo consigues con maestría. Se nota que es un texto muy cuidado y que seguramente te ha llevado mucho tiempo (sino es así: eres todo un genio de la literatura :mrgreen:).

Bien. Tengo ganas de saber la autoría y que nos des tus propias impresiones sobre el texto que has creado. Pero también debo decir que un escrito de estas característica pretende avivar los sentidos, dejando algo más apartado la racionalidad de nuestra mente para que podamos explorar en lo más hondo de nuestra alma.

Enhorabuena, autora.
1
Avatar de Usuario
Ratpenat
Murciélago
Mensajes: 5920
Registrado: 24 Sep 2012 14:11

Re: CPXII - La girándula de la vida

Mensaje por Ratpenat »

Aún no he terminado de leer todo, pero creo que vas a ser mi preferido. Estás ahí ahí con otros dos. Cuando acabe con todos te leeré de nuevo el primero.

Imagen
Avatar de Usuario
Spicata
No puedo vivir sin este foro
Mensajes: 909
Registrado: 31 Oct 2009 15:41
Ubicación: Donde las estrellas se cruzan con el viento

Re: CPXII - La girándula de la vida

Mensaje por Spicata »

Debo de decir que me has maravillado, desde mi punto de vista es sencillamente exquisito. Adoro la sencillez y la buena prosa allá por donde camina, y tú tienes ambas cosas. Sutil, tierno, hipnotizador como esas espirales de teselas...

Ese padre de pies de barro... con eso hasta has conseguido acongojarme.

Sólo puedo decir: bravo. :eusa_clap:

Enhorabuena.
1
Avatar de Usuario
Berlín
Vivo aquí
Mensajes: 12957
Registrado: 04 Ago 2009 10:07
Ubicación: Barcelona

Re: CPXII - La girándula de la vida

Mensaje por Berlín »

Autor, el tema del suicidio yo lo he vivido en mi carne con un ser muy querido. Con mi hermano, un hermano del que os he hablado entre lineas hasta la saciedad. Esa es mi forma de devolverle la vida, no encontré otra. Así que si tu relato no me hubiera emocionado significaría que no tengo sangre en las venas. Lo que sí que he echado en falta es que expliques ese por qué. El por qué es algo que se queda planeando sobre nuestras cabezas durante toda la vida.

Me hubiera gustado que lo contaras, pero da igual, todo el relato me parece de una belleza espectacular. Volveré a leerte más veces a ver si acabo de desentrañar esta historia. Muy bien, has hecho un trabajo delicado. Felicidades.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
Avatar de Usuario
Topito
GANADOR del V Concurso de relatos
Mensajes: 4300
Registrado: 13 Abr 2009 20:43
Ubicación: Los Madriles

Re: CPXII - La girándula de la vida

Mensaje por Topito »

Berlín escribió:Autor, el tema del suicidio yo lo he vivido en mi carne con un ser muy querido. Con mi hermano, un hermano del que os he hablado entre lineas hasta la saciedad. Esa es mi forma de devolverle la vida, no encontré otra. Así que si tu relato no me hubiera emocionado significaría que no tengo sangre en las venas. Lo que sí que he echado en falta es que expliques ese por qué. El por qué es algo que se queda planeando sobre nuestras cabezas durante toda la vida.

Me hubiera gustado que lo contaras, pero da igual, todo el relato me parece de una belleza espectacular. Volveré a leerte más veces a ver si acabo de desentrañar esta historia. Muy bien, has hecho un trabajo delicado. Felicidades.
Cuando ocurre una desgracia de este tipo, muchas veces no existe un por qué. Por eso esas tragedias nos desgarran tanto. Siempre pensando que si hubieramos visto antes los motivos que los llevaron a ese actos lo hubieramos podido evitar. Pero eso es practicamente imposible saberlo.

Por eso no creo que en el relato se deba indicar. Porque nos habla sobre todo de los que se quedaron. Y de lo precioso que es la vida. Al menos, eso es lo que yo veo en el texto.

Pd: te acuerdas del relato de otoño... esa hermana y ese hermano... ¿te acuerdas? En un inicio eras tú y tu hermano, por eso ella tenía el pelo azabache y emanaba sensualidad. Por eso ella leía a Sade. El inicio iba a ser un relato de misterio con mensajes en los libros para ella. Luego el rumbo viró y acabó siendo algo que no buscaba. Pero ya sabes que los personajes siempre hacen lo que quieren.
1
Responder