CPXII - Saturno, el devorador -Berlín (Menc.Esp Jur, 1° Pop)

[Fernweh]

Berlín, aunque solo te he dado seis puntos, quédate con que eras uno de mis ocho niños mimados. Este concurso el nivel ha sido de escándalo, y al repartir los puntos han quedado más abajo relatos que son de 10, como este tuyo.
Una vez más, me has conquistado. Enhorabuena por ello, y por el premio, te lo mereces.

[Onomatopeya]

¡Y te menté a nuestro bienamado Lovecraft y todo! ¿Ves que el universo sabe que nos pertenecemos mutuamente?

Bueno, va.

Yo también mencioné a Lovecraft!!! Pero solo en la segunda mitad, la primera era más estilo Robert W. Chambers y su rey de amarillo

[Desierto]

Enhorabuena, Berlín. Esta vez no terminaste de seducirme, pero sabes que soy tuyo.

[Isma]

Oye, ¿y tienes enchufe con ciro o qué? ¡Qué suerte!

[Landra]

Enhorabuena Berlín, era mi relato favorito.

[prófugo]

Mi gata tatuada....sabes que te amo pero este relato no era para mi.

Un besazo

[Berlín]

Este relato quería, aspiraba, a tener dos lecturas. Y es en eso en lo que he fallado. Me ha faltado esa maestría que a algunos de vosotros os sobra. Me fue grande. Hace poco leí un relato de Kipling que me dejó medio loca. “Ellos”. Hablaba sobre viajes y estaciones y niños que juegan en el jardín de una casa, pero en realidad estaba hablando de su propio duelo, del duelo del escritor, que había perdido a un hijo en la guerra. Había que rascar e indagar. Yo no buscaba la simpleza con este trabajo. No quería que os quedarais solo con la historia de un tipo que ve en su hijo a alguien de otro mundo y que al final tenía razón y no era de este, o sí. En realidad la única que rascó un poco fue Ororo y me hizo sonreír. Porque para matar a un hijo no cabe otra cosa que estar loco. Y las divagaciones de un loco no hay que creerlas mucho, no a pies juntillas. Buscaba vuestra duda. Ansiaba que alguien dijera: si la primera vez que salta aparece luego en su cómodo sillón ¿por qué no puede ser que la segunda vez que salte desde ese faro o lo que quiera que sea ese lugar no vuelve a suceder igual? ¿Y si todo es una alucinación? ¿Y si el tipo está loco y su hijo, buscando salvarse, lo denuncia a una turba médica y por eso estos flanquean su paso y le atienden con cariño y se lanzan a reducir al padre?
Rubisco vio bien a mi niño, no vio a un reptiliano que ya anduviera en nuestro planeta desde antes que nosotros, vio a un pequeño con Down. Ojos rasgados, lengua grande, babosito al hablar. La madre lo huele y lo reconoce como suyo. Por supuesto, eso hacemos las leonas con nuestros cachorros. El padre no, él lo rechaza por defectuoso, y se convence de que no puede ser de su sangre, de que no le pertenece, de que no es un ser de este mundo. Y si no es de este mundo debe ser, por fuerza de otro. Su heredero fallido.
La primera parte me costó menos porque es donde presento al personaje, pero en la segunda era dónde quería que rascárais y no lo supe gestionar. Así que me merezco menos de lo que me habéis dado.

[Onomatopeya]

Este relato quería, aspiraba, a tener dos lecturas. Y es en eso en lo que he fallado. Me ha faltado esa maestría que a algunos de vosotros os sobra. Me fue grande. Hace poco leí un relato de Kipling que me dejó medio loca. “Ellos”. Hablaba sobre viajes y estaciones y niños que juegan en el jardín de una casa, pero en realidad estaba hablando de su propio duelo, del duelo del escritor, que había perdido a un hijo en la guerra. Había que rascar e indagar. Yo no buscaba la simpleza con este trabajo. No quería que os quedarais solo con la historia de un tipo que ve en su hijo a alguien de otro mundo y que al final tenía razón y no era de este, o sí. En realidad la única que rascó un poco fue Ororo y me hizo sonreír. Porque para matar a un hijo no cabe otra cosa que estar loco. Y las divagaciones de un loco no hay que creerlas mucho, no a pies juntillas. Buscaba vuestra duda. Ansiaba que alguien dijera: si la primera vez que salta aparece luego en su cómodo sillón ¿por qué no puede ser que la segunda vez que salte desde ese faro o lo que quiera que sea ese lugar no vuelve a suceder igual? ¿Y si todo es una alucinación? ¿Y si el tipo está loco y su hijo, buscando salvarse, lo denuncia a una turba médica y por eso estos flanquean su paso y le atienden con cariño y se lanzan a reducir al padre?
Rubisco vio bien a mi niño, no vio a un reptiliano que ya anduviera en nuestro planeta desde antes que nosotros, vio a un pequeño con Down. Ojos rasgados, lengua grande, babosito al hablar. La madre lo huele y lo reconoce como suyo. Por supuesto, eso hacemos las leonas con nuestros cachorros. El padre no, él lo rechaza por defectuoso, y se convence de que no puede ser de su sangre, de que no le pertenece, de que no es un ser de este mundo. Y si no es de este mundo debe ser, por fuerza de otro. Su heredero fallido.
La primera parte me costó menos porque es donde presento al personaje, pero en la segunda era dónde quería que rascárais y no lo supe gestionar. Así que me merezco menos de lo que me habéis dado.

Y yo que pensaba que era lo que pasaba por la cabeza de Goya mientras pintaba el cuadro.... Voy a revisar las puntuaciones

[Isma]

Pues sí es verdad, Berlín. Ahora cuadra todo mejor. Ya he comentado que no he sido un buen lector en este concurso, lo siento.

Es igual que los cuadros de Goya, que no reflejan solo la locura. Hay una lectura detrás a la que yo no he sabido llegar.

[Dama Luna]

Rubisco vio bien a mi niño, no vio a un reptiliano que ya anduviera en nuestro planeta desde antes que nosotros, vio a un pequeño con Down. Ojos rasgados, lengua grande, babosito al hablar. La madre lo huele y lo reconoce como suyo. Por supuesto, eso hacemos las leonas con nuestros cachorros. El padre no, él lo rechaza por defectuoso

Primero... ¡¡enhorabuena!! Ahora que leo tu explicación (claro) entiendo esa doble capa, yo cuando lo leí solo vi la parte fácil, la deriva hacia la ci-fi (que tampoco me disgustaba). Aun así, después de leer este último comentario, sigue habiendo un hilo colgando que no me acaba de encajar. No estoy muy segura de cuál es. El tío debía de estar como un auténtico cencerro para no ver en un bebé con síndrome de Down sino a una criatura invasora. ¿Y la madre no llega a sospechar nunca esa oscuridad en su mente? ¿Por qué no cogió al bebé y se lo llevó bien lejos?
Bueno, quizá solo sea que tengo que leerlo de nuevo. En cualquier caso, escribes muy bien y es un gustazo leerte!

[Berlín]

Pues sí es verdad, Berlín. Ahora cuadra todo mejor. Ya he comentado que no he sido un buen lector en este concurso, lo siento.

Es igual que los cuadros de Goya, que no reflejan solo la locura. Hay una lectura detrás a la que yo no he sabido llegar.

Pero que no es fallo vuestro, que ya digo que es culpa mía, que me ha faltado pericia. Esa segunda parte resulta algo extraña precisamente por esas ventanas abiertas, esas pequeñas pistas que quise introducir para darle esa doble lectura. Las pieles color enfermizas, los pitidos, los paneles, los ascensores, la persecución, la escena del salto de ese faro que se repite, como en un bucle.

Ha sido fallo mio.

Por cierto, que buena la analogía de Ororo de esa gruta por la que entraban riachuelos a los lados con la boca babosa de mi niño. Me quedé muerta. Por otro lado en mi cabeza yo veía más el faro como esa luz que buscan, que necesitan los barcos perdidos. Y el devorador andaba muy perdido y desesperado.
En fin, mucho simbolismo para una mano ejecutora torpe.

[Berlín]

Rubisco vio bien a mi niño, no vio a un reptiliano que ya anduviera en nuestro planeta desde antes que nosotros, vio a un pequeño con Down. Ojos rasgados, lengua grande, babosito al hablar. La madre lo huele y lo reconoce como suyo. Por supuesto, eso hacemos las leonas con nuestros cachorros. El padre no, él lo rechaza por defectuoso

Primero... ¡¡enhorabuena!! Ahora que leo tu explicación (claro) entiendo esa doble capa, yo cuando lo leí solo vi la parte fácil, la deriva hacia la ci-fi (que tampoco me disgustaba). Aun así, después de leer este último comentario, sigue habiendo un hilo colgando que no me acaba de encajar. No estoy muy segura de cuál es. El tío debía de estar como un auténtico cencerro para no ver en un bebé con síndrome de Down sino a una criatura invasora. ¿Y la madre no llega a sospechar nunca esa oscuridad en su mente? ¿Por qué no cogió al bebé y se lo llevó bien lejos?
Bueno, quizá solo sea que tengo que leerlo de nuevo. En cualquier caso, escribes muy bien y es un gustazo leerte!

Mi querida Rosalie, avezada como todas las madres, detectó esa repulsión, pero la confundió con un sentimiento común que sufren los padres primerizos: los celos. Y así me lo hizo notar, transmitiéndomelo con dulces palabras. Pero no, lo que se gestaba dentro de mí no tenía nada que ver con los celos. Era otra cosa, algo para lo que no existía nombre.

Si quería enviarlo fuera, al niño, para ocuparse totalmente del padre, para aliviar su mente, para anclarlo a la tierra, pero la tía se muere y la esposa, dolorida y aturdida, baja la guardia. El devorador dice que ha veces casi lo quiso, por lo que alguna muestra de afecto le debió hacer delante de Rosalie. Entiendo que la leona pensó que esos celos pasarían.

[Berlín]

Oye, ¿y tienes enchufe con ciro o qué? ¡Qué suerte!

Hey, que yo no tuve nada que ver, que fue cosa del dragoncillo. Y cuando vi a Ciro por aquí casi me meo del susto.

[rubisco]

Y he aquí a mi cuarto relato favorito, sólo superado por tres que quizá eran más redondos, pero desde luego que éste y Condición Especial fueron, para mí, los más emotivos.

Rubisco vio bien a mi niño, no vio a un reptiliano que ya anduviera en nuestro planeta desde antes que nosotros, vio a un pequeño con Down. Ojos rasgados, lengua grande, babosito al hablar. La madre lo huele y lo reconoce como suyo. Por supuesto, eso hacemos las leonas con nuestros cachorros. El padre no, él lo rechaza por defectuoso, y se convence de que no puede ser de su sangre, de que no le pertenece, de que no es un ser de este mundo. Y si no es de este mundo debe ser, por fuerza de otro. Su heredero fallido.

Me temo que me aproveché de mi ventaja. Tengo una tía que me saca nueve años y que tiene síndrome de Down y un retraso mental asociado muy profundo, así que con su mentalidad podría decirse que nos criamos como dos niños de la misma edad, de hecho de niño me pasaba todo el mes de julio en casa de mi abuela, jugando con mi tía Bibi. Para mí, convivir con alguien que tiene trisomía siempre ha sido normal, y me ha permitido ver con normalidad a las demás personas con síndrome de Down.

Por eso jamás vi en ellos un problema real, sólo una limitación sensorial más o menos incapacitante. Y por eso la primera vez que entendí de qué iba "Sólo pienso en ti", de Víctor Manuel, estuve muchos años sin poder escucharla de la conmoción que me produjo (Cuando vio la luz / su frente se quebró como cristal / porque entre los dedos a su padre / como un pez se le escurrió ... Su padre pensó / que aquello era un castigo del señor. / Le buscó un lugar para olvidarlo / y siendo niño lo internó).

Leyendo tu relato identifiqué no sólo la circunstancia del niño sino el rechazo del padre, y me vino de inmediato la melodía a la cabeza, y ya no pude quitármela.

Luego sí es verdad que no terminé de identificar la locura del padre y tomé sus alucinaciones de forma literal. Esa parte probablemente fue la que me hizo hecho decantarme por otros relatos para el podio. Pero me llevo tu relato en un rinconcito de mi corazón .

[Berlín]

Muchas gracias, Rubisco.

Por cierto, huelga decir que sabía -dado que muchos de aquí sois recientes en el tema de la paternidad y otros tenéis chiquillos especiales y adorables- de la dificultad de recibir este relato. Y del rechazo natural. No pasa nada, contaba con eso y me esperaba mucho menos.