CPXII - Beath la Roja - Dama Luna
Moderadores: kassiopea, noramu
CPXII - Beath la Roja - Dama Luna
BEATH LA ROJA
Hoy la niebla ha sepultado el robledal. La luz de la luna se quiebra al atravesarla y baña el sotobosque, cubriéndolo de fragmentos minúsculos de cristales.
A lo lejos se escucha el fragor roto de las olas rompiendo contra los acantilados. La bruma huele a espuma de mar, y sabe a sal.
La voz de mi madre rompe el embrujo. Me llama.
—Beatha.
Beatha es mi nombre. El que me puso mi madre cuando me sacó del vientre, ella sola, a tirones, porque lo primero que asomó al mundo fueron mis pies y todos dijeron que las dos moriríamos. Beatha, que significa vida, aunque aquí todos me llaman Beath la Roja.
—Beatha, creo que tu abuela sigue enferma. Ponte la capa, que la noche está fría, y ve a llevarle dulces, y un poco de hidromiel.
—Sí, madre.
—Ten cuidado al cruzar el bosque. Las hogueras ya están encendidas.
Esta noche celebramos el Beltaine, y yo pensaba ir, pero la salud de mi abuela es más importante.
Aunque también puedo ir después. Me ajusto la capa escarlata, que fue de mi abuelo antes que de mi madre, de cuando los romanos aún vivían entre nosotros y arriesgaban el pellejo contra los salvajes tintados del norte.
Ahora, lo único que permanece de aquellos tiempos es el recuerdo de su magia en las construcciones de piedra, y sus capas rojas, que los hijos van heredando de los padres para mantener la ilusión de que seguimos siendo mejores que los salvajes.
El bosque dormita. La bruma salada atraviesa la capa roja y lame mis ropas por debajo. Siento la tela adherida como una lengua pegajosa a mis pechos endurecidos por el frío. No me importaría correr hacia las hogueras.
Pero primero tengo que ir a ver a mi abuela, que vive sola en una cabaña de madera, en medio del robledal.
En la espesura, a lo lejos, veo el brillo lascivo de un montón de pares de ojos. Hasta mis oídos llegan sus roncos gemidos, pero no tengo miedo. Sé que no hay nadie ahí.
Todavía no, aunque algún día vendrán de verdad, con sus barbas enmarañadas, y sus hachas de guerra, a violar la tierra bendita. Penetrarán con dureza el santuario de los robledales, hasta desgarrarlos y hacerlos sangrar.
Veo manos que se agitan ante mí, no las miro, sigo corriendo. Más fácil les resultaría arañar la bruma. El vestido ya está pegado a mí por culpa del sudor, los ojos miran con ansiedad. Las manos se agitan al son que marcan los gemidos, pero no pueden alcanzarme. Extiendo los brazos y mis pies se elevan, mecidos por las nubes bajas, que saben a sal. Sobrevuelo los robles y toco las copas con la punta de los dedos.
A lo lejos, las llamas de Beltaine rompen la noche.
Me poso con suavidad junto a la cabaña de mi abuela. La tierra cruje bajo mis pies desnudos.
—¿Abuela?
—¿Beath?
La puerta de la cabaña está abierta, y eso sí me preocupa. Mi abuela espera recostada en un camastro de lana, su perfil difuso se recorta a la luz de una vela de grasa.
La miro. Está cambiada.
—Madre me envía con una cesta de dulces, y un poco de hidromiel.
Asiente, está cansada. Su rostro es un pergamino ajado.
—Siéntate junto a mí.
—¿Abuela?
—¿Mm?
—¿Por qué tienes las pupilas dilatadas?
—Porque he estado viendo el futuro, mi niña.
—Ah. ¿Abuela?
—¿Mmm?
—¿Por qué tienes la nariz inflamada?
—Porque he tenido que aspirar el polvo de muérdago, para poder ver mejor.
—Ah. ¿Abuela?
—¿Mmmm?
—¿Por qué tienes los labios hinchados?
—Porque he llorado, mi niña. He visto a los lobos huir de los cazadores, Beath. Los cazadores que profanan nuestros bosques, y talan los árboles sagrados para matar a los espíritus que moran aquí. Así matarán a nuestro pueblo, porque un día no quedará memoria de lo que fuimos.
—Acabo de cruzar el robledal, abuela. Nadie ha talado nada. Los lobos siguen aquí.
—¿No has visto los ojos de los cazadores acechando entre la niebla?
—Sí, pero no son ojos de verdad. Son los ojos de los que vendrán algún día.
—Aún no están aquí, pero no tardarán en venir.
—¿Abuela?
—¿Mm?
—¿Qué puedo hacer?
—Nada. No se puede hacer nada. No pierdas el tiempo con esta ruina, mi niña. Ve a las hogueras. Mientras sigan encendidas, nuestro pueblo seguirá vivo.
Salgo de la cabaña y me cubro la cabeza con la caperuza. Si no veo los ojos, ellos no me verán a mí.
Mi cuerpo se eleva con suavidad sobre la tierra, extiendo los brazos y vuelo con sigilo hasta que el calor se deja sentir sobre mi piel. Rojo sobre blanco. Mejor regreso al suelo, para no derretirme con las lenguas de fuego.
A mi alrededor, los ritos se celebran entre tragos de hidromiel y canciones antiguas. Camino junto a las hogueras, observo a los mozos trepar por el palo de cucaña para colgar jirones de tela. El palo de cucaña. El falo de cucaña.
Miro al cielo. Aunque no se ve desde aquí, sé que hay luna llena. Así que él debería venir esta noche.
Hace tanto calor que me desprendo de la capa escarlata y la lanzo sobre un tocón. Pasa un hombre, que me mira y sonríe. La fina tela sudada del vestido no hace mucho para ocultar la curva de mis pechos. Luego pasa una joven rubia, que también me mira, se acerca, me da un beso en los labios. Sabe a hidromiel y huele a tierra. Sus manos palpan mi cuerpo por encima del vestido. Se acerca un poco más, hasta que su vientre roza el mío, y se frota contra mí rodeándome la cintura con sus brazos. Le acaricio los cabellos, que son sedosos y tienen el mismo color que el oro.
El fuego crepita con tanta fuerza que apenas se oye nada más. Algún grito, algún gemido. Y luego, otra vez, las llamas que crujen.
Noto una mano que se apoya con fuerza en mi hombro derecho. Me vuelvo a medias y descubro a mi amante. Sabía que esta noche vendría. Con delicadeza, aparto a la joven rubia, que se aleja resignada, y busco la boca ávida de mi amante.
Sus besos son distintos. Saben a metal, a sangre. Es torpe cuando trata de desanudar el vestido, y al final lo que hace es romperlo. La tela protesta al rasgarse y el vestido flota, hinchado por el aire, antes de desplomarse a mis pies.
Mi amante repasa los contornos de mi cuerpo desnudo y ahora, además de las llamas, puedo escuchar sus jadeos, su respiración agitada. Sus manos callosas me provocan cosquillas en la fina piel de los pechos. Atrapa los pezones entre los dedos y me pellizca. En el justo límite entre el dolor y el placer. Arrimo mi vientre contra él, como antes hizo la muchacha rubia, y siento la presión de su verga enorme. La rodeo con la mano. Es peluda, y suave. El contacto le hace gruñir, y esboza una sonrisa torcida. Como antes mi vestido, me dejo caer sobre la tierra húmeda, y él se acuclilla junto a mí. Me separa las rodillas, los muslos. Observa relamiéndose, me sonríe, y yo le devuelvo la sonrisa. Dice algo, que es más un ronroneo, y no entiendo nada. Es una de esas noches en las que me resulta imposible entenderle.
Pero da igual. Prefiero cuando no habla. Es mejor, mucho mejor como amante.
Sus labios ásperos recorren mis muslos hasta perderse dentro de mí. Su saliva me quema, el roce de sus colmillos me estremece. Por sus jadeos sé que está ansioso, y no hace falta que me contemple tanto.
Me doy la vuelta y apoyo los codos en el suelo. Un suelo frío, mojado.
Ya están sus zarpas agarrándome las caderas cuando me empuja la verga hasta arañar mis entrañas, y tengo que sofocar un grito porque, a pesar de todo, sé que no le gusta que grite. En su animalidad, se preocupa.
Es tan grande que a mi cuerpo le cuesta amoldarse. Se mueve en círculos dentro de mí, y por un hueco imposible entre la bruma, veo los rayos de la luna llena acariciándonos.
Sigue gruñendo, aunque ya no sé si es por el placer o porque intenta comunicarse conmigo.
¿Qué más da? Mis dedos se clavan en la tierra cuando el lobo aúlla y se vacía dentro de mí.
Luna llena. He tenido suerte. Siempre lo he disfrutado más como lobo, que como hombre.
Hoy la niebla ha sepultado el robledal. La luz de la luna se quiebra al atravesarla y baña el sotobosque, cubriéndolo de fragmentos minúsculos de cristales.
A lo lejos se escucha el fragor roto de las olas rompiendo contra los acantilados. La bruma huele a espuma de mar, y sabe a sal.
La voz de mi madre rompe el embrujo. Me llama.
—Beatha.
Beatha es mi nombre. El que me puso mi madre cuando me sacó del vientre, ella sola, a tirones, porque lo primero que asomó al mundo fueron mis pies y todos dijeron que las dos moriríamos. Beatha, que significa vida, aunque aquí todos me llaman Beath la Roja.
—Beatha, creo que tu abuela sigue enferma. Ponte la capa, que la noche está fría, y ve a llevarle dulces, y un poco de hidromiel.
—Sí, madre.
—Ten cuidado al cruzar el bosque. Las hogueras ya están encendidas.
Esta noche celebramos el Beltaine, y yo pensaba ir, pero la salud de mi abuela es más importante.
Aunque también puedo ir después. Me ajusto la capa escarlata, que fue de mi abuelo antes que de mi madre, de cuando los romanos aún vivían entre nosotros y arriesgaban el pellejo contra los salvajes tintados del norte.
Ahora, lo único que permanece de aquellos tiempos es el recuerdo de su magia en las construcciones de piedra, y sus capas rojas, que los hijos van heredando de los padres para mantener la ilusión de que seguimos siendo mejores que los salvajes.
El bosque dormita. La bruma salada atraviesa la capa roja y lame mis ropas por debajo. Siento la tela adherida como una lengua pegajosa a mis pechos endurecidos por el frío. No me importaría correr hacia las hogueras.
Pero primero tengo que ir a ver a mi abuela, que vive sola en una cabaña de madera, en medio del robledal.
En la espesura, a lo lejos, veo el brillo lascivo de un montón de pares de ojos. Hasta mis oídos llegan sus roncos gemidos, pero no tengo miedo. Sé que no hay nadie ahí.
Todavía no, aunque algún día vendrán de verdad, con sus barbas enmarañadas, y sus hachas de guerra, a violar la tierra bendita. Penetrarán con dureza el santuario de los robledales, hasta desgarrarlos y hacerlos sangrar.
Veo manos que se agitan ante mí, no las miro, sigo corriendo. Más fácil les resultaría arañar la bruma. El vestido ya está pegado a mí por culpa del sudor, los ojos miran con ansiedad. Las manos se agitan al son que marcan los gemidos, pero no pueden alcanzarme. Extiendo los brazos y mis pies se elevan, mecidos por las nubes bajas, que saben a sal. Sobrevuelo los robles y toco las copas con la punta de los dedos.
A lo lejos, las llamas de Beltaine rompen la noche.
Me poso con suavidad junto a la cabaña de mi abuela. La tierra cruje bajo mis pies desnudos.
—¿Abuela?
—¿Beath?
La puerta de la cabaña está abierta, y eso sí me preocupa. Mi abuela espera recostada en un camastro de lana, su perfil difuso se recorta a la luz de una vela de grasa.
La miro. Está cambiada.
—Madre me envía con una cesta de dulces, y un poco de hidromiel.
Asiente, está cansada. Su rostro es un pergamino ajado.
—Siéntate junto a mí.
—¿Abuela?
—¿Mm?
—¿Por qué tienes las pupilas dilatadas?
—Porque he estado viendo el futuro, mi niña.
—Ah. ¿Abuela?
—¿Mmm?
—¿Por qué tienes la nariz inflamada?
—Porque he tenido que aspirar el polvo de muérdago, para poder ver mejor.
—Ah. ¿Abuela?
—¿Mmmm?
—¿Por qué tienes los labios hinchados?
—Porque he llorado, mi niña. He visto a los lobos huir de los cazadores, Beath. Los cazadores que profanan nuestros bosques, y talan los árboles sagrados para matar a los espíritus que moran aquí. Así matarán a nuestro pueblo, porque un día no quedará memoria de lo que fuimos.
—Acabo de cruzar el robledal, abuela. Nadie ha talado nada. Los lobos siguen aquí.
—¿No has visto los ojos de los cazadores acechando entre la niebla?
—Sí, pero no son ojos de verdad. Son los ojos de los que vendrán algún día.
—Aún no están aquí, pero no tardarán en venir.
—¿Abuela?
—¿Mm?
—¿Qué puedo hacer?
—Nada. No se puede hacer nada. No pierdas el tiempo con esta ruina, mi niña. Ve a las hogueras. Mientras sigan encendidas, nuestro pueblo seguirá vivo.
Salgo de la cabaña y me cubro la cabeza con la caperuza. Si no veo los ojos, ellos no me verán a mí.
Mi cuerpo se eleva con suavidad sobre la tierra, extiendo los brazos y vuelo con sigilo hasta que el calor se deja sentir sobre mi piel. Rojo sobre blanco. Mejor regreso al suelo, para no derretirme con las lenguas de fuego.
A mi alrededor, los ritos se celebran entre tragos de hidromiel y canciones antiguas. Camino junto a las hogueras, observo a los mozos trepar por el palo de cucaña para colgar jirones de tela. El palo de cucaña. El falo de cucaña.
Miro al cielo. Aunque no se ve desde aquí, sé que hay luna llena. Así que él debería venir esta noche.
Hace tanto calor que me desprendo de la capa escarlata y la lanzo sobre un tocón. Pasa un hombre, que me mira y sonríe. La fina tela sudada del vestido no hace mucho para ocultar la curva de mis pechos. Luego pasa una joven rubia, que también me mira, se acerca, me da un beso en los labios. Sabe a hidromiel y huele a tierra. Sus manos palpan mi cuerpo por encima del vestido. Se acerca un poco más, hasta que su vientre roza el mío, y se frota contra mí rodeándome la cintura con sus brazos. Le acaricio los cabellos, que son sedosos y tienen el mismo color que el oro.
El fuego crepita con tanta fuerza que apenas se oye nada más. Algún grito, algún gemido. Y luego, otra vez, las llamas que crujen.
Noto una mano que se apoya con fuerza en mi hombro derecho. Me vuelvo a medias y descubro a mi amante. Sabía que esta noche vendría. Con delicadeza, aparto a la joven rubia, que se aleja resignada, y busco la boca ávida de mi amante.
Sus besos son distintos. Saben a metal, a sangre. Es torpe cuando trata de desanudar el vestido, y al final lo que hace es romperlo. La tela protesta al rasgarse y el vestido flota, hinchado por el aire, antes de desplomarse a mis pies.
Mi amante repasa los contornos de mi cuerpo desnudo y ahora, además de las llamas, puedo escuchar sus jadeos, su respiración agitada. Sus manos callosas me provocan cosquillas en la fina piel de los pechos. Atrapa los pezones entre los dedos y me pellizca. En el justo límite entre el dolor y el placer. Arrimo mi vientre contra él, como antes hizo la muchacha rubia, y siento la presión de su verga enorme. La rodeo con la mano. Es peluda, y suave. El contacto le hace gruñir, y esboza una sonrisa torcida. Como antes mi vestido, me dejo caer sobre la tierra húmeda, y él se acuclilla junto a mí. Me separa las rodillas, los muslos. Observa relamiéndose, me sonríe, y yo le devuelvo la sonrisa. Dice algo, que es más un ronroneo, y no entiendo nada. Es una de esas noches en las que me resulta imposible entenderle.
Pero da igual. Prefiero cuando no habla. Es mejor, mucho mejor como amante.
Sus labios ásperos recorren mis muslos hasta perderse dentro de mí. Su saliva me quema, el roce de sus colmillos me estremece. Por sus jadeos sé que está ansioso, y no hace falta que me contemple tanto.
Me doy la vuelta y apoyo los codos en el suelo. Un suelo frío, mojado.
Ya están sus zarpas agarrándome las caderas cuando me empuja la verga hasta arañar mis entrañas, y tengo que sofocar un grito porque, a pesar de todo, sé que no le gusta que grite. En su animalidad, se preocupa.
Es tan grande que a mi cuerpo le cuesta amoldarse. Se mueve en círculos dentro de mí, y por un hueco imposible entre la bruma, veo los rayos de la luna llena acariciándonos.
Sigue gruñendo, aunque ya no sé si es por el placer o porque intenta comunicarse conmigo.
¿Qué más da? Mis dedos se clavan en la tierra cuando el lobo aúlla y se vacía dentro de mí.
Luna llena. He tenido suerte. Siempre lo he disfrutado más como lobo, que como hombre.
Nuestra editorial: www.osapolar.es
Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.
Mis diseños
Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.
Mis diseños
- Frigg
- No puedo vivir sin este foro
- Mensajes: 644
- Registrado: 21 Mar 2016 12:45
- Ubicación: Más pallá que pa cá
Re: CPXII - Beath la Roja
Me ha encantado la versión que has hecho de un clásico. Me gusta que el malo sea el hombre, el cazador, el destructor de la naturaleza. Y que el lobo, el fascinante lobo, sea el amante perfecto, el que hace que La Roja se sienta viva con cada aullido. Me gusta cómo escribes, con dominio perfecto y sin grandes alardes de frases alargadas y palabras en desuso; describiendo cada escena de manera que pueda sentirla e imaginarla. Mi enhorabuena autor/a y gracias por tu gran trabajo.
1
- Topito
- GANADOR del V Concurso de relatos
- Mensajes: 4300
- Registrado: 13 Abr 2009 20:43
- Ubicación: Los Madriles
Re: CPXII - Beath la Roja
Buena ejecución, pero personalmente no me ha enganchado. Tema subjetivo, claro está. La verdad que, al ser un tema más personal que literario, no puedo decirte más, ya que en la redacción, recursos literarios, etc, no veo pegas.
Suerte en el concurso.
Suerte en el concurso.
Última edición por Topito el 22 Abr 2017 23:04, editado 1 vez en total.
1
Re: CPXII - Beath la Roja
Querida autora:
Has hecho una genial, genialísima, interpretación de caperucita, con una mezcla de géneros que has llevado a cabo con elegancia y muy buen gusto. Y doy por hecho que eres una autora (a riesgo de equivocarme) por la forma de expresar la relación sexual entre Beath y su amante. Y si no eres autora, entonces tienes un lado femenino muy potente o una gran capacidad de empatía, lo que habla muy bien de tu capacidad de escritura.
Además, tienes una gran soltura al escribir, sabes qué sentimientos quieres transmitir y los expresas con facilidad, como si los vivieras a diario y conocieras cada uno de sus matices y aristas. Tal vez me sobró alguna descripción en ambos trayectos, pero en cualquier caso son cosas menores que no empañan un relato espectacular.
Me gustó, además, este juego de palabras:
Muy probablemente estarás arriba.
Gracias por compartirlo .
Has hecho una genial, genialísima, interpretación de caperucita, con una mezcla de géneros que has llevado a cabo con elegancia y muy buen gusto. Y doy por hecho que eres una autora (a riesgo de equivocarme) por la forma de expresar la relación sexual entre Beath y su amante. Y si no eres autora, entonces tienes un lado femenino muy potente o una gran capacidad de empatía, lo que habla muy bien de tu capacidad de escritura.
Además, tienes una gran soltura al escribir, sabes qué sentimientos quieres transmitir y los expresas con facilidad, como si los vivieras a diario y conocieras cada uno de sus matices y aristas. Tal vez me sobró alguna descripción en ambos trayectos, pero en cualquier caso son cosas menores que no empañan un relato espectacular.
Me gustó, además, este juego de palabras:
Es una sutileza que está ahí no por casualidad, precisamente, y creo que es de los detalles que separan un buen texto de una obra maestra.La autora escribió:a violar la tierra bendita. Penetrarán con dureza
Muy probablemente estarás arriba.
Gracias por compartirlo .
69
Re: CPXII - Beath la Roja
Amigo/a, se te ha olvidado poner (+18), para evitar susceptibilidades… que por aquí estas cosas no son muy bienvenidas.
Había un detalle al principio que me hizo pensar en un antiguo cuento, no quise creérmelo y al seguir leyendo me di cuenta que mi intuición no había fallado. Pero nada más lejos de mi imaginación, no me podía creer como se estaba desarrollando, bueno, finalizando más bien.
Aunque sí, como habías desarrollado las capas rojas, me ha parecido fantástico.
Buen texto, te llevas puntos por mi parte.
Mucha suerte!
Había un detalle al principio que me hizo pensar en un antiguo cuento, no quise creérmelo y al seguir leyendo me di cuenta que mi intuición no había fallado. Pero nada más lejos de mi imaginación, no me podía creer como se estaba desarrollando, bueno, finalizando más bien.
Aunque sí, como habías desarrollado las capas rojas, me ha parecido fantástico.
Buen texto, te llevas puntos por mi parte.
Mucha suerte!
1
Re: CPXII - Beath la Roja
Escritura y estilo: Muy correcta salvo algún detalle puntual. Buen uso de los recursos literarios y precisión en las ideas presentadas.
Mensaje, verosimilitud e ideas exploradas: Me gustan las revisiones de clásicos pero aquí no puedo evitar sentir un poco de caos en el planteamiento que ofreces (a lo mejor era tu intención, no sé). Tenemos un mensaje de corte ecologista que termina diluyéndose en una escena de sexo que, a mí al menos, me ha resultado un poco embarazosa. Me gustaba la idea inicial, los humanos como enemigos de la naturaleza, pero me da la sensación de que la abandonas como si fuera un simple preliminar antes de pasar a mayores. Creo que aquí hay dos aproximaciones: por un lado, una dicotomía "humanidad-naturaleza"; por otro, una Caperucita revisada a la que le va la marcha con el antagonista clásico. Ambas me parecen válidas. Lo que no termino de ver es a las dos dentro del mismo plato. Salvo eso, me ha gustado.
Conclusión: Relato interesante, ameno y divertido, a pesar del cocktail de ideas que me ha sabido un poco raro. Bien.
Gracias por compartir
Mensaje, verosimilitud e ideas exploradas: Me gustan las revisiones de clásicos pero aquí no puedo evitar sentir un poco de caos en el planteamiento que ofreces (a lo mejor era tu intención, no sé). Tenemos un mensaje de corte ecologista que termina diluyéndose en una escena de sexo que, a mí al menos, me ha resultado un poco embarazosa. Me gustaba la idea inicial, los humanos como enemigos de la naturaleza, pero me da la sensación de que la abandonas como si fuera un simple preliminar antes de pasar a mayores. Creo que aquí hay dos aproximaciones: por un lado, una dicotomía "humanidad-naturaleza"; por otro, una Caperucita revisada a la que le va la marcha con el antagonista clásico. Ambas me parecen válidas. Lo que no termino de ver es a las dos dentro del mismo plato. Salvo eso, me ha gustado.
Conclusión: Relato interesante, ameno y divertido, a pesar del cocktail de ideas que me ha sabido un poco raro. Bien.
Gracias por compartir
1
Re: CPXII - Beath la Roja
He echado en falta que Beath se liara con su abuela también. A la zoofilia y lesbianismo le ha faltado un poco de incesto para bordarlo
Bueno, el relato está bien. Siempre me ha dado curiosidad el hecho de que la puñetera Caperucita Roja tenga tantos homenajes y versiones. Desde lo sexual, a lo infantil, lo violento, de todo cabe en esta xicona. Debe de haber algo muy especial esa historia. Del relato, al principio has exagerado los cambios de párrafo, algo que se me ha hecho raro, pero por lo demás no he tenido problemas con la lectura en ningún caso.
Opino que una Beath más guerrera y menos amante habría sido más seductor. Nos has dejado caer muchas cosas del mundo que has creado para que acabe todo en un polvo lésbico-zoofílico. También creo que el giro de tuerca era innecesario, ¿se percata de la luna llena antes de tocarle el miembro al lobo? No sé, me da la sensación que el morbo de que sea el lobo y no el hombre se lo daría ANTES de tener sexo con él y no después.
Es un buen relato, con todo, es solo que podría haberse hecho mejor.
Bueno, el relato está bien. Siempre me ha dado curiosidad el hecho de que la puñetera Caperucita Roja tenga tantos homenajes y versiones. Desde lo sexual, a lo infantil, lo violento, de todo cabe en esta xicona. Debe de haber algo muy especial esa historia. Del relato, al principio has exagerado los cambios de párrafo, algo que se me ha hecho raro, pero por lo demás no he tenido problemas con la lectura en ningún caso.
Opino que una Beath más guerrera y menos amante habría sido más seductor. Nos has dejado caer muchas cosas del mundo que has creado para que acabe todo en un polvo lésbico-zoofílico. También creo que el giro de tuerca era innecesario, ¿se percata de la luna llena antes de tocarle el miembro al lobo? No sé, me da la sensación que el morbo de que sea el lobo y no el hombre se lo daría ANTES de tener sexo con él y no después.
Es un buen relato, con todo, es solo que podría haberse hecho mejor.
Re: CPXII - Beath la Roja
Me ha gustado mucho. ¿Se reinterpreta el mito de Caperucita? Mira, ni me había dado cuenta. A mí me ha recordado mucho más a los mitos celtas, en los que los bosques son una fuerza primordial. Me ha parecido mágico y grotesco, en cierto modo. El vuelo, los invasores, la fiesta del fuego. O sea, real: o mucho más real que los cuentos de hadas en blanco y negro. Y honesto en lo que narra el autor, que reconoce el aspecto instintivo del deseo y lo expone para que los lectores tomemos partido. Yo tomo partido. Me ha parecido bonito y me deja un buen recuerdo, que es una de las mejores cosas que nos puede dejar un relato.
pd. Si empiezo a decir muchas tonterías me avisáis. Tengo falta de sueño.
pd. Si empiezo a decir muchas tonterías me avisáis. Tengo falta de sueño.
- Edgardo Benitez
- No tengo vida social
- Mensajes: 1090
- Registrado: 12 Feb 2017 14:10
- Ubicación: El Salvador
- Contactar:
Re: CPXII - Beath la Roja
A ver como te va con esta parodia de Caperucita. Pienso que no vale la pena te desgastes con este tipo de historias que no llevan a nada, solo hacer un alarde de tu prosa. Pero bien habrá que ver que dicen los jueces.
¡Hay vida antes de la muerte!
Ninguna de tus neuronas sabe quién eres… ni les importa.
Pero si te pego en el centro, será por filosofía.
Pero por poesía, serás mi centro.
Ninguna de tus neuronas sabe quién eres… ni les importa.
Pero si te pego en el centro, será por filosofía.
Pero por poesía, serás mi centro.
Re: CPXII - Beath la Roja
El relato se lee muy bien y tiene regusto a cuento de Andersen. La atmósfera está conseguida y las escenas se visualizan bien. La parte erótica no me dijo mucho y es que es difícil escribir algo en ese sentido que haga vibrar al lector. Se ve venir la historia y quizás eso le resta el plus de lo inesperado y la consiguiente sorpresa. El final me choca un poco y se presta a la confusión de género y quizá de modo también. Sin dejar de gustarme, no me ha gustado mucho. El asunto hombres lobo igual que el de los vampiros no es lo mío. Gracias por compartir y suerte.
En paz descanses, amigo.
- jilguero
- Vivo aquí
- Mensajes: 22365
- Registrado: 05 Abr 2010 21:35
- Ubicación: En las ramas del jacarandá...
Re: CPXII - Beath la Roja
Qué escribes y ambientas bien no me cabe la menor duda. Pero la historia la montas con ladrillos muy conocidos (es que de caperucita hay mil versiones ya y eso juega en tu contra) y en un formato bastante convencional. La escena explícita de la relación final vuelve a pecar de lo mismo, de que no aporta nada nuevo.
Una recreación de caperucita subida de tono que me ha traído a la memoria El lobo-hombre de Boris Vian. Es más, te diría que he tenido la misma sensación que con ese texto: bien la puesta en escena inicial, pero la historia en sí misma, me suena a ya leída y el desenlace previsible (tal vez por culpa antes comentada de Boris Vian). Pero, en tu favor, diré que he leído ya mucho y que solo los relatos muy llamativos, por su forma o por su originalidad, me dejan huella.
En cualquier caso, ha sido agradable de leer y eso, a estas alturas, empieza a ser para mí complicado.
Una recreación de caperucita subida de tono que me ha traído a la memoria El lobo-hombre de Boris Vian. Es más, te diría que he tenido la misma sensación que con ese texto: bien la puesta en escena inicial, pero la historia en sí misma, me suena a ya leída y el desenlace previsible (tal vez por culpa antes comentada de Boris Vian). Pero, en tu favor, diré que he leído ya mucho y que solo los relatos muy llamativos, por su forma o por su originalidad, me dejan huella.
En cualquier caso, ha sido agradable de leer y eso, a estas alturas, empieza a ser para mí complicado.
¿Qué me está pasando? Las cavilaciones de Juan Mute
El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre (A. Camus)
- Mario Cavara
- Foroadicto
- Mensajes: 3745
- Registrado: 08 Oct 2016 18:26
Re: CPXII - Beath la Roja
Muy buen relato que busca un nuevo giro al famoso cuento de Caperucita Roja. Admito que la ambientación es excelente y que hay algunas frases muy logradas, dotadas de profunda carga estética, lo que sin duda confiere calidad literaria al relato.
Lo que no me terminó de convencer fue el nombre de la protagonista, hubiese preferido que se siguiera llamando Caperucita, ¿por qué no?, ni tampoco la relación (o más bien falta de ella) entre los personajes. En el cuento primigenio, tanto Caperucita, como Lobo y Abuelita interactúan entre sí, hay un vínculo entre todos ellos sobre el que se asienta el relato. En cambio, en éste he echado a faltar esa interacción entre Abuelita y Lobo, es como si fuesen ajenos el uno al otro: Caperucita va a visitar a Abuelita y más adelante Caperucita echa un polvo con Lobo, que es su amante (por cierto, esta vuelta de tuerca sí que me ha encantado ), pero, como digo, no hay interacción directa entre Abuelita y Lobo.
En cualquier caso, muy buen relato, de los mejorcitos que he leído en este certamen, y ya van unos cuantos
Lo que no me terminó de convencer fue el nombre de la protagonista, hubiese preferido que se siguiera llamando Caperucita, ¿por qué no?, ni tampoco la relación (o más bien falta de ella) entre los personajes. En el cuento primigenio, tanto Caperucita, como Lobo y Abuelita interactúan entre sí, hay un vínculo entre todos ellos sobre el que se asienta el relato. En cambio, en éste he echado a faltar esa interacción entre Abuelita y Lobo, es como si fuesen ajenos el uno al otro: Caperucita va a visitar a Abuelita y más adelante Caperucita echa un polvo con Lobo, que es su amante (por cierto, esta vuelta de tuerca sí que me ha encantado ), pero, como digo, no hay interacción directa entre Abuelita y Lobo.
En cualquier caso, muy buen relato, de los mejorcitos que he leído en este certamen, y ya van unos cuantos
1
- Iliria
- Foroadicto
- Mensajes: 4863
- Registrado: 23 Jul 2014 23:13
- Ubicación: En la Torada Mágica, para siempre
Re: CPXII - Beath la Roja
En conjunto me ha gustado bastante esta versión del cuento de Caperucita. Lo he encontrado bien escrito, con un interesante toquecillo que a mi al menos, me ha sabido a celta o a pueblo muy apegado a la naturaleza, a la tierra. Muy bien
Lo que me ha costado más es digerir el tiempo presente (muchos estáis recurriendo a el en esta edición... )
Eso si, pasas mi primera criba. Gracias por participar
Lo que me ha costado más es digerir el tiempo presente (muchos estáis recurriendo a el en esta edición... )
Eso si, pasas mi primera criba. Gracias por participar
Si tienes un jardín y una biblioteca, tienes todo lo que necesitas - Cicerón
-¿Y con wi-fi?
-Mejor.
-¿Y con wi-fi?
-Mejor.
Re: CPXII - Beath la Roja
Excelente relato, se nota en las descripciones tan claras y bien dirigidas y en el alto nivel del vocabulario que también es muy bonito.
Me encanta esta Caperucita que vuela sobre las copas de los árboles, parece que la viera, me gusta mucho el diálogo con su abuela, muy bien logrado.
Sobre el tema erótico, no es de lo que más me gusta, pero es tan bien llevado el relato que te perdono autor/a que involucres el sexo en tu preciosa creación.
Mucha suerte en el concurso
Me encanta esta Caperucita que vuela sobre las copas de los árboles, parece que la viera, me gusta mucho el diálogo con su abuela, muy bien logrado.
Sobre el tema erótico, no es de lo que más me gusta, pero es tan bien llevado el relato que te perdono autor/a que involucres el sexo en tu preciosa creación.
Mucha suerte en el concurso
- Robe Ferrer
- Mensajes: 8
- Registrado: 28 Feb 2017 12:22
Re: CPXII - Beath la Roja
Una nueva visión de la historia de caperucita. Atrae desde el primer momento, pero se va desinflando a medida que pasa el tiempo. Deja cosas sin resolver (por qué las hogueras, por qué le tienen miedo a los cazadores) y acaba con un final muy previsible y bastante flojo para como empieza el cuento.
1