CP XIII - El péndulo - Acliamanta

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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CP XIII - El péndulo - Acliamanta

Mensaje por lucia »

El péndulo.



En la cocina, sobre la mesita blanca, mientras la mujer contempla absorta el vaivén de una lágrima de cuarzo, la taza humeante de café negro disputa la atención al cigarrillo que agoniza en el cenicero de cerámica y cubre con su manto gris un reloj plateado que en lo alto de la pared marca las 2:11.

El pequeño Juan todavía no sabe leerlo pero el palo del minutero encima del horario, muy rígido, como el brazo de su soldadito de plomo indicando “a la derecha” y la piedra y el humo del cigarrillo, todos juntos se meten en su cabeza y allá se quedan, para siempre, incrustados en la memoria.

Con apenas cinco años ya le cuesta dormir. Casi todos los días despierta en mitad de la oscuridad, se levanta y espía un rato por la rendija iluminada entre el marco y la puerta de la cocina. Tiene miedo. Miedo de esa piedra que con su bamboleo roba la cordura de la madre y miedo del silencio… y de que el padre no vuelva y entonces ya no pueda mirarlo a los ojos y abrazarlo y así un día olvide cómo se abraza.

Vuelve al cuarto, se mete entre las cobijas y se queda muy quieto esperando las voces que, sin falta, poco después, estridentes y llorosas, le regalaran algo de calma para poder dormir hasta cuando la claridad, que emerge de los cerros orientales, empiece a colarse por la ventana.

El tiempo que le alarga los huesos y va venciendo a la madre también arrastra los miedos y le derrite la tristeza entre juegos, obligaciones y lecturas. Mientras, suspendidos de una cuerda, trozos de madera, agujas y cuarzos cargados con su fe se mecen, al compás del deseo, sobre mapas, líneas y cuadrículas, en persecución de sus pérdidas y extravíos. Lo mismo una licencia de conducir o un manojo de llaves. O el padre, que un día cualquiera olvidó el camino de regreso a la casa, de donde salía cada mañana perfumado de familia, para volver en la madrugada oliendo a hombres, licor, lujuria y hastío.

En poco más de diecisiete años no lo ha visto. Lo más seguro es que no puedan reconocerse al primer golpe de vista pero eso no le inquieta. No tiene prisa; sabe que algún día podrá volver a mirarlo a los ojos y ha aprendido a esperar.

Pasó muchas noches esperando, con la mirada fija en la cuerda que, inmóvil, parecía burlarse de su fe mientras sus ansias revoleteaban una y otra vez sobre kilómetros de territorio milimetrado. Y no va a echarlo a perder ahora que ha comprendido los secretos de la piedra y, por fin, su frenético balanceo señala a Pradera como destino final de la travesía, poniendo cota a la espera que alguna vez creyó eterna.

En ese pueblo hace mucho calor. Desde el día en que llegó pasa las mañanas dormitando en el cuarto de un hotel barato y por las tardes recorre sin afán el pasaje central, deteniéndose cada tanto en uno u otro bar, al azar, para beber algo.
En tanto que con una cerveza helada se regala un poco de frescura, observa con atención a los transeúntes, amparado en unos lentes azules, de un azul más oscuro que el de sus pupilas. Jóvenes la mayoría y más hombres que mujeres, merodean por entre los locales atestados, tiñendo de entusiasmo y expectante alegría el ambiente cálido y pegajoso del bulevar.

En Pradera hace mucho calor. Se incorpora, desabrocha la camisa y deja al descubierto un torso atractivo, musculoso y bien formado. Se acomoda de nuevo en la silla, levanta el brazo y chasquea los dedos para ordenar una bebida más, ignorando los murmullos y miradas lascivas que provoca entre los clientes del lugar.

Ni la negrura de la noche ni el poso de licor en su cabeza debieron de impedir que el hombre distinguiera, al despertar, los destellos plateados del cuchillo oscilando encima de su rostro. A tientas encendió la lámpara y de seguro necesitó más de un instante para empezar a entender, porque aunque los ojos se abrieron con rapidez y se tornaron más azules, parecían luchar por mantenerse dentro de las cuencas.

Trató de incorporarse pero la afilada hoja, veloz, ya había cogido la delantera y resbalaba por su garganta con calculada suavidad. Alcanzó a sentir la tibieza del chorro que bajaba por el pecho empapando las sábanas y se sacudió con violencia antes de volverse para atisbar, de pie, al lado de la cama al muchacho que horas antes, en un corredor oscuro del bar El Edén, desatara toda su pasión.

No alcanzó a reparar en la media sonrisa de dientes perfectos y muy blancos de su Juan. Los párpados se rindieron cuando en el brillo azuloso de un par de ojos clavados en los suyos, reconoció trazas de un alma otrora pequeña y dolorida, al tiempo que una mano joven y muy fuerte hundía el cuchillo, con fiereza, en su corazón.

De la cárcel no le molesta la cama de cemento ni el colchón tan delgado y un poco corto. Y tampoco la intensidad de los trabajos ni la rudeza de la guardia. Pero en Pradera hace mucho calor y el calor le produce sueño. Duerme mucho y de eso se queja, de que duerme mucho y no le queda tiempo para practicar con el péndulo.

Tiene miedo…Juan Francisco José María González sabe que lo que no se practica, un día se olvida.
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Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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Fernweh
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Re: CP XIII - El péndulo

Mensaje por Fernweh »

¡Hola, autor/a!

Tenemos a una madre medio loca que se pasa el día con el péndulo, un padre homosexual que abandona el hogar y un niño que se calma cuando oye discutir a los padres (¿porque así sabe que ni se han ido ni se han matado el uno al otro?), y años más tarde el niño crece, aprende a usar el péndulo y a volverse igual de loco que la madre, busca al padre, lo encuentra, se lía con él en un bar y luego lo mata, y al final el hijo termina en la cárcel echando de menos su insomnio y su péndulo.

De verdad que, entre este relato y el de Juegos sexuales, si no diera una en cuanto a la trama...me voy directa para el psiquiatra porque algo me pasa.

En general me gusta como está escrito, pero se hace confuso cuando pasas de narrar la historia desde el punto de vista de Juan al punto de vista del padre pues, al menos yo, pensaba que era Juan el que estaba en el bar con calor y se desabrochaba la camisa, y no ha sido hasta que se menciona que reconoce a "su Juan" cuando me he dado cuenta de que era el padre. Y al final, lo mismo. En el párrafo de la cárcel pasas de narrar desde la perspectiva del padre a hacerlo desde la del hijo, pero sin referirte a él en ningún momento, y queda raro. Y ya la última frase sí, ahí si dejas claro que es el hijo, pero... ¿era necesario poner el nombre completo?

No entiendo muy bien el por qué de la venganza. Es decir, entiendo que Juan esté enfadado por el abandono del padre, pero ¿hasta el punto de matarlo? ¿Le echa en cara el que por su ausencia haya olvidado cómo se abraza ( cuando mencionas eso de los abrazos me gusta mucho) y el hecho de que se le haya contagiado la locura de la madre, y por eso lo mata? Pero en parte es la búsqueda del padre con el péndulo lo que le lleva a esa locura... Y el hecho de que olvide cómo se abraza no debe ser sólo por la ausencia del padre, pues la madre estaba ahí y si no le daba cariño también ella es culpable de eso... Quizá eche en falta un poco más de desarrollo en este tema, conocer mejor las motivaciones de Juan para cometer el asesinato.

Resumiendo:
Me gusta cómo está escrito, en especial algunas frases como la de los abrazos o en la que cuentas que el padre olvidó el camino de regreso a casa. También me gusta la cadencia del relato, como ese constante bamboleo del péndulo.

No me gustan los cambios de perspectivas tan bruscos o poco "señalizados". Las motivaciones del protagonista me parecen poco desarrolladas.

Y así me hallo después de leer tu relato :vb_570: ( quizá tenga que consultar con el péndulo si gana el ángel o el diablo :cunao: )
¡Mucha suerte en las votaciones!
«El futuro es más ligero que el pasado, y los sueños pesan menos que la experiencia porque la vida no vivida es más leve, tan leve.»
Marie Luise Kaschnitz
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ACLIAMANTA
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Re: CP XIII - El péndulo

Mensaje por ACLIAMANTA »

Una historia dura, algo corriente en la idea central y menos en el desarrollo. El desamparo y los miedos infantiles como caldo de cultivo para el rencor, en una mente tal vez ya predispuesta a la insania (la madre está trastornada).

Me gustó que para contar la historia, el narrador se mueve como el péndulo: el hijo-el padre-el hijo (lástima que la amplitud no es regular).
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Onomatopeya
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Re: CP XIII - El péndulo

Mensaje por Onomatopeya »

Este es unos de esos relatos que le jurado se enfada porque no lo entendemos. La parte del asesinato no me quedaba clara al principio, pensé que era el protagonista el que moría. Eso hay que pulirlo. El resto está bien, me da la sensación que habla sobre traumas infantiles y sus efectos en el futuro. No está top, pero algo se llevará.

Suerte
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Berlín
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Re: CP XIII - El péndulo

Mensaje por Berlín »

Una historia de traumas infantiles que acaba en incesto-asesinato y luego en cárcel. No sé, yo la resolución la veo desmedida, a no ser que hayan temas que no haya entendido. Estaré atenta a los comentarios, a ver si algún iluminado aporta claridad.

A mi así, tal como lo he entendido, no me acaba de convencer, me ha resultado confuso y extraño.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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Mario Cavara
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Re: CP XIII - El péndulo

Mensaje por Mario Cavara »

Este relato me ha gustado bastante. Tiene pinceladas artísticas bastante conseguidas y la prosa, sin llegar a ser exquisita, goza de una elegancia que denota que el autor o autora tiene cierto oficio en esto de borrajear papeles para generar literatura, que es de lo que al fin y al cabo se trata.

Pese a que el título, “El péndulo”, ya anticipa ciertos bamboleos en el relato, el cambio de narrador se hace demasiado confuso, lo que desconcierta al lector. Quizá habría sido bueno acotar esos cambios de alguna manera, con una línea de puntos suspensivos o algo similar.

El párrafo inicial se me antojó en exceso estirado, no ya por su extensión, sino porque la falta de puntuación hace demasiado larga la última frase. Yo la habría dejado así: “En la cocina, sobre la mesita blanca, mientras la mujer contempla absorta el vaivén de una lágrima de cuarzo, la taza humeante de café negro disputa la atención al cigarrillo que agoniza en el cenicero”, suprimiendo el resto, ya que ni el material del que está hecho el cenicero ni la hora aportan nada relevante y lo único que hacen es, como digo, alargar en exceso la oración.

Me gustó la frase “Casi todos los días despierta en mitad de la oscuridad, se levanta y espía un rato por la rendija iluminada entre el marco y la puerta de la cocina”. Refleja con mucha expresividad esos miedos viscerales que suelen encontrar en la infancia un excelente caldo de cultivo.

Y este párrafo es, para mí, la joya de la corona: “Vuelve al cuarto, se mete entre las cobijas y se queda muy quieto esperando las voces que, sin falta, poco después, estridentes y llorosas, le regalaran algo de calma para poder dormir hasta cuando la claridad, que emerge de los cerros orientales, empiece a colarse por la ventana.” Sencillamente magnífico, el lenguaje trasciende a su función comunicadora para convertirse en instrumento creador de belleza, que es después de todo lo que debe ser la literatura.

En cambio, justo la frase con que comienza el siguiente párrafo se me antojó mal construida: “El tiempo que le alarga los huesos y va venciendo a la madre también arrastra los miedos y le derrite la tristeza entre juegos, obligaciones y lecturas”. Entiendo que luego de “tiempo” habría que haber introducido una coma y cerrarla luego tras el “también”, que, por cierto, yo anticiparía al “a la madre”. Por todo ello, la frase debería, a mi juicio, haber sido construida de este modo: “El tiempo, que le alarga los huesos y va venciendo también a la madre, arrastra los miedos y le derrite la tristeza entre juegos, obligaciones y lecturas”.

Otra frase excelente es esta: “Mientras, suspendidos de una cuerda, trozos de madera, agujas y cuarzos cargados con su fe se mecen, al compás del deseo, sobre mapas, líneas y cuadrículas, en persecución de sus pérdidas y extravíos.” Y asimismo lo es esta otra: “Ni la negrura de la noche ni el poso de licor en su cabeza debieron de impedir que el hombre distinguiera, al despertar, los destellos plateados del cuchillo oscilando encima de su rostro”. Es por este tipo de construcciones sintácticas por lo que dije al principio de mi comentario que el autor o autora tenía oficio.

Detecto también que al hablar del pueblo Pradera y de sus tórridas temperaturas, el autor o autora lo hace de un modo reiterativo, sin añadir elementos nuevos. Así, escribe al comienzo de un párrafo que “En ese pueblo hace mucho calor”, para justo al comienzo del siguiente volver a decir que “En Pradera hace mucho calor”. Esta segunda vez ya sobraba. Podrías arreglarlo diciendo algo así como que “El bochornoso calor le lleva a incorporarse y desabrocharse la camisa….”

El final me pareció un tanto deslucido. En mi particular opinión, hubiese sido mejor dejar que el cuchillo hincado en el corazón fuese el que pusiera el punto y final al relato, no en vano los dos últimos párrafos, lejos de enriquecer el texto, pienso que lo empobrecen.

En todo caso, vuelvo a insistir es que se trata de una narración muy meritoria y que, como tal, merece todo mi reconocimiento :victoria:
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Sinkim
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Re: CP XIII - El péndulo

Mensaje por Sinkim »

Sí, el cambio de personajes es un poco lioso, hubiera estado bien marcar el cambio de alguna forma :lol: :lol: Lo del pendulo también me ha despistado, al principio pensaba que estabas hablando de algún tipo de hipnosis y luego resulta que se trataba de radiestesia con pendulo :lol: :lol:

El relato me ha parecido interesante pero no me acaba de convencer que le mate sin una sola palabra, después de estar buscándole que menos que decirle quién y por qué le mata :twisted: :twisted:
"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)

:101:
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zilum
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Re: CP XIII - El péndulo

Mensaje por zilum »

:hola:

La verdad es que no he podido disfrutar de tu relato. Para mi gusto está muy sobrecargado, con demasiada información irrelevante, haciendo símiles y adjetivando elementos sin mayor trascendecia que solo sirven para enmarañarlo y que pierda, en mi caso, el hilo de la historia. Por ejemplo, desde mi punto de vista los dos primeros párrafos sobran, porque en el tercero ya comentas que a Juan le cuesta dormir... La historia en sí me parece interesante, aunque me perdí un poco en alguna parte, menos mal que Fernweh me lo aclaró con su comentario.

Esta crítica es función de mis gustos como lector, porque te reconozco la buena pluma. Seguro que podré disfrutar más de otros relatos tuyos en los que optes por un estilo más directo.

Mucha suerte
:60: :60: :60:
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prófugo
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Re: CP XIII - El péndulo

Mensaje por prófugo »

Pues mira..a mí me ha gustado bastante y lo he entendido...o eso creo.

Me gusta como está escrito y como vas dejando esos detalles del chico cuando es niño y luego cuando ya es mayor de edad y se lía con su padre hasta matarlo.

Una família bastante trastornada...eso sí :)

No sé si estarás entre mis tres favoritos pero algún punto te llevarás en el eurovisivo :60:
Gisso
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Re: CP XIII - El péndulo

Mensaje por Gisso »

Se me ha hecho un poco lioso, algo desordenados esos cambios de párrafos y temporales. Hay que poner bastante atención en un relato tan corto para no perderse. La verdad que vaya familia de trastornados, llegando a ese trauma final. Pero lo veo todo muy "frío", una narración mecánica, no me hace sentir angustia ni nada parecido. No es una mala historia pero muy comprimida, demasiado.
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Isma
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Re: CP XIII - El péndulo

Mensaje por Isma »

:hola:

Lo siento, pero voy a retomar una nefasta tradición: la de los relatos atragantados. No me hace ilusión, créeme, decirle a alguien que su relato se me ha atragantado. Me siento arrogante. Pero no es así, soy solo un lector puntual, uno, al que un relato no le ha llegado. Y es preferible que sea honesto respecto a ello.

Tu relato es uno de mis candidatos. ¿Por qué? Porque creo que pese al buen lenguaje, en general, se desacierta en el foco, en lo que de verdad interesa transmitir. Es decir, que la forma eclipsa el mensaje. Por ejemplo, en la primera frase, que es larga y con subordinadas (es decir, no fluida de por sí), todo es paja salvo lo importante: que la madre usa un péndulo para algo. En la segunda, la construcción extraña o incompleta también desvía la atención hacia lo importante: el niño "hereda" esa obsesión. El avance hacia la edad adulta también se difumina con giros y retruecos y el lector se sorprende de advertir que el padre que el niño temía perder de repente se ha perdido, porque ya no tiene cinco sino diecisiete años. Y así.

Me parece fenomenal que se rete al lector a que descubra la historia, la trama, el significado. Pero si esto se convierte en un suplicio, como me ha pasado a mí, entonces no disfruto.

Lo siento mucho. Otras cosas buenas sí he encontrado y en el fichero están.

¡Suerte!

Aquí te pongo el relato comentado de mi puño y letra (con estas reglas de interpretación que comentaba en el foro general).
-> El péndulo (comentarios Isma)
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Tolomew Dewhust
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Re: CP XIII - El péndulo

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Me queda este y finiquito el concurso.
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
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Tolomew Dewhust
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Re: CP XIII - El péndulo

Mensaje por Tolomew Dewhust »

El péndulo no será lo que le cuelga al indio inmortal, ¿no?
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
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Tolomew Dewhust
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Re: CP XIII - El péndulo

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Como es el último voy a innovar. Lo voy a comentar sin leerlo...

A ver, lo leí hace como dos semanas o tres, el día que lo colgaron o al siguiente, pero, vamos, que ya no tengo ni idea de qué trata...

Querido autor, relato más que correcto, con buena pluma y buena historia detrás. No tiene pellizquito pero no importa, que mis tres primeros puestos ya están ocupados. Suerte.
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Tolomew Dewhust
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Re: CP XIII - El péndulo

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Bueno pues ahora sí, leído, releído y estudiado. Y empapado con los comentarios precedentes.

Primero: la historia me place. No es algo sobre lo que yo escribiría o a priori me gustaría leer pero así a bote pronto me ha impactado y me ha interesado mucho. Tanto que me he quedado con ganas de saber cosas que obvias y que ya te han remarcado otros compañeros. ¿Por qué ese odio a su padre? Vale que se fuera, o que le diera mala vida a la madre y por ende a él mismo, pero de ahí a matarlo... No sé...

¿Qué papel juega el péndulo? ¿Están todos medio hipnotizados o qué?

El padre se quitó de en medio y se dio a la mala vida (o buena, según se mire :mrgreen:). ¿Cómo %&#@! le encuentra el hijo? ¿El péndulo le dice que está en Pradera? Luego el hijo parece que se lo liga (mmmmm...), se lo lleva a la habitación del hotel y espera a que su padre despierte para darle matarile.... why? ¿Por qué no se lo da antes de acostarse con él? ¿Le va la marcha al crío? ¿Por qué no se lo carga mientras está dormido?

Muchas dudas. Dudas que surgen únicamente porque has puesto en pie una historia que me interesa, pues en caso contrario te diría que el relato ni fu ni fa y me quedaba tan pancho.

Una vez establecido que la historia está curradilla, pasamos al apartado de cómo nos la haces llegar: creo que no de la mejor manera. A mí sí me gustan esos saltos entre el prota y su padre, incluso el salto temporal entre la infancia y la adolescencia que queda meridianamente claro cuando aludes al crecimiento de sus huesos, al carné de conducir y demás... Es la manera en la que trabajas algunas oraciones lo que creo que impiden que el texto fluya como debiera, para hacérnoslo del todo comprensible.

El primer párrafo es de nota. De nota descifrarlo, digo. Y mira que, repito, esta manera de escribir y estos retos al lector a mí sí me van.

Pues eso, mucha suerte, :hola:.
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